Es noticia
Israel Fernández, el cantaor flamenco de moda: "Los gitanos han cambiado a mejor"
  1. Cultura
entrevista

Israel Fernández, el cantaor flamenco de moda: "Los gitanos han cambiado a mejor"

El cantaor de moda, favorito de Rosalía o Tangana y ahora tiene nuevo disco: 'Amor'

Foto: Israel Fernández (EFE / Luca Piergiovanni)
Israel Fernández (EFE / Luca Piergiovanni)

Pocos días antes de los Grammy Latinos charlamos con Israel Fernández (Corral de Almaguer, Toledo, 1989). El cantaor de flamenco del que más y mejor se está hablando —dueño de una voz pura y gozosa, favorito de tradicionalistas e innovadores, predilecto de estrellas pop— está a punto de salir al escenario alicantino de Las Cigarreras, donde ha vendido todo el papel a su paso por el ciclo Atiende Alicante. Siete anillos en las manos y un montón de pulseras —“ahora gracias a Dios que me puedo gastar 50 euros en una pulsera, pues me la compro”—, una camisa damasquinada de seda, botines y crucifijo en el pecho.

Mientras transcribimos esto, él ya está en Las Vegas, esperando a ver si hay suerte y le cae ese gramófono dorado para el que está nominado junto a su inseparable guitarrista Diego el Morao, con quien ha grabado el álbum 'Amor'.

PREGUNTA. ¿Contra quién os toca?

RESPUESTA. La palabra “contra” tampoco. Compartimos, ¿no? Estamos todos en el mismo carro. Está Paco Candela, está María Toledo, está el tío Pepe de Lucía, estamos nosotros y el maestro Rafael Riqueni. Pase lo que pase yo no paro, yo sigo haciendo cosas. Tenemos el Circo Price en Madrid [el 22 de enero de 2022], que me da mucha ilusión. El año que viene queremos grabar un disco nuevo. Yo siempre estoy escribiendo y grabando todo el rato, las ideas sino se caducan.

P. Escribir para el flamenco debe dar respeto. Cada nuevo trabajo se incorpora a un gran libro, una tradición muy seria.

R. Totalmente. Con el pop es más fácil. Pero el flamenco tiene para mí el poder. La mejor escritura, los mejores poemas yo creo que están ahí. Una letra cortita del flamenco te cuenta una historia. Te puede contar una película directamente. Y además con verdad, porque las letras del flamenco tienen mucha verdad. Yo creo que la única manera de escribir flamenco de verdad es con el corazón, con mucha vivencia. Es muy importante conocer las letras del flamenco.

placeholder Israel Fernández en plena actuación (EFE / Jesús Diges)
Israel Fernández en plena actuación (EFE / Jesús Diges)

P. Te mides con lo grande que hubo pero también eres contemporáneo de tu generación. Los jóvenes tenéis muy incorporado el cante antiguo y las músicas actuales, las dos cosas muy claras y muy presentes, ¿no?

R. Bueno, eso depende de la afición del cantaor. Te tiene que gustar mucho el cante; entonces vas a las fuentes y a los manantiales de donde tienes que beber, que son los que nos han dejado los maestros, los genios irrepetibles. Pero cada época tiene su momento. La juventud ahora tenemos muchas redes sociales, que con eso quieras que no la gente se entera un poco más. Y creo que el flamenco está en un buen momento y que los jóvenes artistas de mi quinta o un poco más mayores tienen la afición suficiente. Están ahí, no creando, porque crear no se crea, pero sí refrescando el cante y haciéndolo un poco más masticable, que se coma un poco más fácil. Es la única forma de llegar un poco a la juventud.

P. Hubo quienes se jugaron el tipo para innovar en el flamenco (estoy pensando en Morente con Omega). Ya no sería tan complicado, ¿no?

R. ¿Sabes qué pasa? El maestro Enrique, como Camarón, como Lole y Manuel, como Paco [de Lucía] lo han hecho sin querer pretender crear ni querer hacer una cosa que no sentían. Para innovar o refrescar o como lo quieras llamar, tienes que hacerlo con mucha verdad. Esto último que yo he hecho, “La inocencia”, tiene muy poquito de electrónica. Y mucha verdad.

Yo puedo hacer una siguiriya con electrónica, pero es una siguiriya por derecho

P. ¿La que grabaste con El Guincho?

R. Sí, la de El Guincho. Ahí hay mucho corazón, ahí no hay invento que valga. Yo puedo hacer una siguiriya con electrónica, con sonidos como de los 80 y los 90, pero es una siguiriya por derecho, no hay otra cosa; tiene la melodía clave.

P. ¿Aquello cómo salió? ¿Quién buscó a quien?

R. Estaba precisamente en Las Vegas. Él iba con Rosalía —fue cuando le dieron tantos Grammys, tantos premios [en 2019]—, y me felicitó por el trabajo. Me dijo: “Isra, me he escuchado tu disco y me encanta tu trabajo, cuando tú quieras tú cuenta conmigo”. A raíz de ahí, cuando yo hice “La inocencia” me dije, voy a poner unos violines y una percusión. Y en vez de ponerla acústica, dije: la voy a poner electrónica. Y ahí pensando me vino él. Le contacté y lo hicimos. Se acopló genial con Diego y conmigo, nos dio vía libre, con mucho cariño, y además fue muy sutil y muy respetuoso. Y nosotros naturalmente con él, por supuesto. Pedazo de artista increíble.

P. ¿Pesaba en la colaboración que acabara de producir un trabajo tan exitoso a nivel mundial como 'El mal querer' de Rosalía?

R. No, al revés: era es un orgullo que él, que ha trabajado con Rosalía y que ha llegado donde está, trabajara conmigo con esa nobleza y esa humildad. Fue un regalo.

placeholder Israel Fernández (EFE / Luca Piergiovanni)
Israel Fernández (EFE / Luca Piergiovanni)

P. Has sido muy laureado por artistas pop con un pie en el flamenco como Rosalía, Tangana, Pablo Alborán, que te han puesto como uno su cantaor favorito. ¿Es recíproco? ¿Qué sientes tú por ellos?

R. La verdad que sí son artistas que yo respeto muchísimo. Pablo Alborán tiene una garganta privilegiada. Cómo canta. Yo de un cantante, un cantaor, un guitarrista, lo que sea, veo el corazón con el que está cantando o tocando, ¿entiendes? Humildemente. Y esa afinación, esa garganta, y su música, como componen, como escriben.

P. Trabajas mano a mano con Diego El Morao, hijo y sucesor de Moraíto Chico. ¿Cómo es la relación entre un cantaor y un guitarrista? ¿Y la vuestra en particular?

R. Tenemos una amistad muy bonita y nos respetamos mucho. Muchas veces me da cosa hasta hablarle, pero no por nada sino porque le respeto tanto musicalmente como personalmente. La mayoría de las veces ni ensayamos ni nada, solamente nos decimos, ¿qué vas a hacer hoy? Mira, pues yo voy a cantar un poquito por soleá. Venga vale, donde te lo pongo, donde siempre, no? Quieres hacer otra cosa? Venga, gloria. Y ya está. Nos entendemos porque siempre va mucho al precipicio, rítmicamente. Va cada uno por un lado y al final llegas al mismo sitio. Lo bonito de esto es caer al mismo sitio. Ahí está el ole. Ahí está el arte. Y ahí vamos jugando. Yo también soy un cantaor de mucha inspiración. Del momento. Del público. Y aparte improviso muchísimo.

Me gustan los cantaores que se arriesgan y no hacen siempre sota, caballo y rey

P. ¿Cómo improvisáis los cantaores? A veces parece que trabajáis con un fondo lírico insondable del que sacáis una letra, un poema...

R. Claro, es la información del flamenco. Se improvisa dentro de la melodía. Acortas un tercio, alargas otro, haces un dibujo aquí, pellizcas en otro sitio… Es muy difícil de explicar. No es lo mismo que el jazz, que tiene una rueda melódica de cuatro acordes para cada músico. En el flamenco no: alargo un tercio, corto otro tercio, remato en medio compás… es una locura. Tiene que haber una cosa mu rara que no sé explicar, ¿entiendes? Es la forma de sentir de cada momento, por eso tiene el flamenco esa magia. También me gustan los cantaores que se arriesgan y no hacen siempre… ¿cómo se dice esto de la baraja? Sota, caballo, rey. Bueno, pues que te hacen rey caballo sota. O sota, sota y caballo.

P. ¿Qué queda de la vida y la cultura gitana antigua en la actualidad?

R. Dicen que donde hay siempre queda, ¿no? Yo creo que ha cambiado el gitano a mejor porque estamos más metidos en la sociedad, culturalmente estamos más respetados, estamos en un momento bonito desde ya hace tiempo, porque nosotros siempre hemos sido libres en la cultura. Pero fuera de la cultura es más difícil ser libre. Hay cosas que hay que cambiar todavía, y otras que nunca se deben cambiar porque están bien hechas.

P. ¿Qué hay que cambiar?

R. Pues por ejemplo yo te diría que los niños se casan muy jóvenes, con 18 o 20 años; eso lo veo una cosa muy antigua. Porque tienen que vivir, disfrutar de la vida en orden y casarse con una edad prudente. Que sepan lo que están haciendo.

P. ¿Y lo qué no hay que tocar?

R. Pues de las cosas más importantes que tenemos los gitanos, mejorando a todas las razas y a las etnias, es el respeto a los mayores. Tú vas a una residencia y pocos gitanos hay. Los mayores nuestros mueren con nosotros.

P. ¿Y qué pasará en el flamenco y en la cultura gitana cuando no estén esos mayores? ¿Cómo crees que va a ser el flamenco del futuro?

R. El flamenco ya tiene de por sí una autonomía… autonomía significa gasolina, no? Pues eso. Ya tiene mucha energía, ya hay mucho hecho en el flamenco. Lo que hay que hacer ahora es mantenerlo. Cantaores y guitarristas hay muchísimos actualmente que están en el sitio, y esa gente mañana se harán mayores. El flamenco ya tiene su tiempo, y hay cosas que suenan a eso. Lo que pasa es que hay que enriquecerlo, no podemos hacer los cantes de Juan Talega siempre igual. Yo respeto la melodía de Alcalá, de Cádiz, la malagueña del Mellizo, la seguiriya del Marrurro y todo el rollo. Pero a eso hay le tienes que meter tu corazón. Es como el amor: no se pierde nunca. Antiguamente había una forma de enamorar y ahora hay otra. El amor es igual que el flamenco.

Pocos días antes de los Grammy Latinos charlamos con Israel Fernández (Corral de Almaguer, Toledo, 1989). El cantaor de flamenco del que más y mejor se está hablando —dueño de una voz pura y gozosa, favorito de tradicionalistas e innovadores, predilecto de estrellas pop— está a punto de salir al escenario alicantino de Las Cigarreras, donde ha vendido todo el papel a su paso por el ciclo Atiende Alicante. Siete anillos en las manos y un montón de pulseras —“ahora gracias a Dios que me puedo gastar 50 euros en una pulsera, pues me la compro”—, una camisa damasquinada de seda, botines y crucifijo en el pecho.

Rosalía