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La obra de teatro inédita de los Machado que la guerra interrumpió
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La obra de teatro inédita de los Machado que la guerra interrumpió

Se publica por primera vez 'La diosa razón', un texto escrito hacia 1935 que cuenta la historia de Teresa Cabarrús y que desliza una reflexión sobre la España de los años treinta

Foto: Los hermanos Machado
Los hermanos Machado

Antonio y Manuel Machado no se parecían en casi nada. Ni en el carácter, ni en su poesía ni, sobre todo al final de los años treinta, en sus ideas, más progresista el primero y conservador el segundo. Sin embargo ninguna de estas cuestiones les separó nunca. Solo lo hizo el golpe de Estado del 18 de julio de 1936, que a Antonio le pilló en Madrid y a Manuel en Burgos. Tres años de guerra civil que a uno le llevaron a la muerte en Colliure (Francia) y al otro a rodearse de los gerifaltes del nuevo régimen. El conflicto mató su intensa relación fraternal y con ella todos los proyectos teatrales que habían hecho mano a mano. Sin disputas. Nada que ver con la metáfora de las Españas irreconciliables que llegó después.

Uno de estos proyectos inconclusos fue la obra ‘La diosa Razón’, basada en la vida de la española Teresa Cabarrús -un personajazo- durante la Revolución francesa, y en la que ambos trabajaban hacia 1935 con la ayuda de su otro hermano José, que solía ser el encargado de pasar todos sus textos a limpio. Al parecer sus letras -Manuel siempre escribía con lápiz negro y Antonio con tinta negra- eran bastante indescifrables. La obra, según las entrevistas que habían concedido a diferentes diarios, iba a constar de cinco actos, pero se quedó en cuatro y algunos fragmentos manuscritos. Con la muerte de Antonio Manuel nunca la retomó. La guardó en un cajón, como todo lo que habían hecho entre los dos -no quería terminar nada si ya no estaba su hermano- y allí se quedó. Hasta ahora que el escritor y filólogo Antonio Rodríguez Almodóvar y el profesor de la Universidad de Jaén Rafael Alarcón Sierra han podido recuperar los originales y darles forma. Acaba de ser publicada por Alianza y como dicen estos editores en el prólogo podría llegar a los escenarios. Sería todo un acontecimiento.

placeholder 'La diosa razón'
'La diosa razón'

Imponente personaje femenino

La historia del manuscrito, como todos los de los Machado, es algo rocambolesca. Con el fin de la Guerra Civil Manuel se llevó todo lo que había en la casa madrileña de Antonio en el barrio de Chamberí. A su muerte, su viuda, Eulalia Cáceres, los repartió entre los otros hermanos, José, Joaquín y Francisco, pero los custodió este último que era el único que estaba en España. Y cuando este murió se repartieron entre hijos y sobrinos, que los sacaron a subasta pública en 2003 comprándolos la Fundación Unicaja que se hizo también con otro lote, que es en el que se encontraba esta obra de teatro, en 2017.

‘La diosa razón’ eran 428 folios escritos en su mayoría por una cara. Como había ocurrido con otras obras de teatro que escribieron juntos -hasta ocho se conocen-, entre las que destacan el éxito de ‘La Lola se va a los puertos’ que estrenó Lola Membrives en 1929 en Madrid y el de ‘La duquesa de Benamejí’ con Margarita Xirgu en 1932 en el Teatro Español, los dos se pusieron mano a mano desde 1934 para crear esta historia que, de nuevo, cuenta con un imponente personaje femenino.

placeholder La fascinante Teresa Cabarrús
La fascinante Teresa Cabarrús

La burguesa Teresa Cabarrús existió de verdad y es considerada una de las grandes intrigantes de la revolución francesa (por orden de Godoy). Había nacido en un palacete de Carabanchel (Madrid), pero pronto se trasladó a Francia con su familia (su padre era un banquero de Carlos III). Allí, a finales del XVIII, vivió una vida disoluta. Fiestas. Amantes. Todo lo que se podían permitir reyes y nobles. Y Carrabús, además, era una mujer especialmente guapa, probablemente muy seductora y seguro que avispada, lo cual no le vino mal cuando los revolucionarios comenzaron a cazar nobles como ratones. Ella misma acabó en prisión por orden de Robespierre, pero logró salir y cuenta la leyenda popular que fue una carta suya (y una daga) a su amante Tallien la que terminó con el líder del Terror. De ahí que a Cabarrús le pusieran el nombre de Notre Dame de Thermidor. Después volvería a los salones donde estaba el dinero y acabaría yendo a la boda de Napoleon puesto que Josefina era una de sus mejores amigas. Ciertas lenguas hablan también de que tuvo algo más que amistad con el emperador. Acabaría sus días a los 61 años en un castillo con su tercer marido y diez hijos de diferentes parejas.

Acabó en prisión por orden de Robespierre, pero logró salir y cuenta la leyenda popular que fue una carta suya la que terminó con el líder del Terror

El personaje desde luego es fascinante y tenía completamente atrapados a los dos hermanos, que narran su vida entre los años 1786 y 1799. En aquella época era conocido gracias a artículos publicados en la prensa y a libros como ‘Los españoles en la revolución francesa’, de Miguel de los Santos Oliver, publicado en 1914. Este, de hecho, describe los años posteriores al baño de sangre así: “Vino, sí, entonces, la vida de escándalo y franca impudicia: el desquite de la carne aterrorizada por la guillotina, una explosión de sensualidad insaciable, de derroche, de extravagancia. Y a Teresa le cupo presidir, como gran sacerdotisa, esa crápula del Directorio, en medio de una sociedad grotesca, de gentes advenedizas y sin principios, que se codea con los supervivientes del naufragio de los nobles salones del Antiguo Régimen. Cabarrús había estado en todas y siempre con una situación de liderazgo. Su vida era una pura novela y los Machado lo vieron rápido. Es probable que usted, sin embargo, no sepa nada de esta mujer. Como manifiestan los editores en el prólogo, tras la guerra civil pasó a “sumergirse en la oscuridad a la que la condenó de nuevo la España nacionalcatólica de posguerra”. Demasiada carne.

Motivos políticos

Además de lo cautivador del personaje, los Machado también tenían motivos políticos para escribir esta obra. No eran años fáciles, se había producido la revolución de Asturias de 1934 y ya estaba en el ambiente lo que acabaría ocurriendo en el 36. “Su apoyo a Napoleon no dejaría de ser polémico a mediados de los años treinta, dados los paralelismos que se podían establecer con la situación española y hasta europea, a vueltas con los monstruos de la Razón que en todo tiempo crean los excesos de racionalismo”, escriben los editores.

Se preguntan en varias ocasiones para qué sirvió el baño de sangre de la Revolución francesa si derivó después en un régimen autoritario

Precisamente en el prólogo se rescatan algunos diálogos de la obra que podían llevar a la reflexión sobre lo que estaba ocurriendo en España. Se preguntan en varias ocasiones para qué sirvió el baño de sangre de la Revolución francesa si derivó después en un régimen autoritario. También hay una crítica al retorno de la monarquía. Y otra feroz a la propia revolución: “no era más que una guillotina”. Los Machado disparan a todo uno-dos años antes del estallido de la guerra. “Se ve la preocupación que ellos mismos sentían por la deriva que la II República estaba tomando”, apostillan los editores.

placeholder El famoso retrato de Antonio Machado que le pintó Joaquín Sorolla
El famoso retrato de Antonio Machado que le pintó Joaquín Sorolla

Por otro lado, en España persistía todavía el rechazo a lo francés que se había inoculado desde la guerra de la independencia. No estaban bien vistos los revolucionarios aunque hubiera pasado un siglo y medio. “Era atávico el rechazo a los franchutes, a los afrancesados, que era casi como decir ilustrados”, dicta el prólogo que incide en cómo la bomba expansiva de la revolución francesa todavía se podía sentir en el país, algo a lo que los Machado no eran nada ajenos.

Esta reflexión política es otra muestra más de que en la creación teatral los Machado estaban muy unidos. No se sabe bien quién tuvo la idea de la obra, pero sí parece claro que compartían lo que pretendían enseñar al público. “Era como si sus respectivas almas se unieran en el propósito teatral común, lo que no deja de ser extraño, vistas las diferencias que, en otro orden de cosas, existían entre ellos”, manifiestan los editores. También, al fin y al cabo, por donde les entraba dinero a los escritores era fundamentalmente por el teatro y los Machado eran bastante conscientes. Los poemas no daban para vivir.

placeholder Manuel Machado, pintado por su hermano José en 1940
Manuel Machado, pintado por su hermano José en 1940

Nunca se sabrá qué hubiera ocurrido con estos hermanos de no haber habido ese Golpe de Estado o la guerra hubiera acabado de otra manera. Hace unos meses la compañía aragonesa Teatro del Temple estrenaba la obra ‘Los hermanos Machado’ donde se llevaba a cabo esta ucronía en la que Antonio y Manuel acaban hablando tras la guerra y compartiendo sus pareceres. Y donde, por encima de todo, terminaba primando el amor. Desde luego eso es lo que había en 1935 cuando escribieron ‘La diosa razón’.

Antonio y Manuel Machado no se parecían en casi nada. Ni en el carácter, ni en su poesía ni, sobre todo al final de los años treinta, en sus ideas, más progresista el primero y conservador el segundo. Sin embargo ninguna de estas cuestiones les separó nunca. Solo lo hizo el golpe de Estado del 18 de julio de 1936, que a Antonio le pilló en Madrid y a Manuel en Burgos. Tres años de guerra civil que a uno le llevaron a la muerte en Colliure (Francia) y al otro a rodearse de los gerifaltes del nuevo régimen. El conflicto mató su intensa relación fraternal y con ella todos los proyectos teatrales que habían hecho mano a mano. Sin disputas. Nada que ver con la metáfora de las Españas irreconciliables que llegó después.

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