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El día en que el pueblo de Alcalá de Henares salvó su universidad
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El día en que el pueblo de Alcalá de Henares salvó su universidad

La Sociedad de Condueños compró la manzana universitaria ideada por Cisneros para evitar su desaparición; esa acción fue clave para que la ciudad llegara a ser Patrimonio Mundial de la Humanidad un siglo después

Foto: Placa en el Colegio Mayor de San Ildefonso de la Universidad de Alcalá de Henares en honor a la Sociedad de Condueños. (Cedida)
Placa en el Colegio Mayor de San Ildefonso de la Universidad de Alcalá de Henares en honor a la Sociedad de Condueños. (Cedida)

La Universidad de Alcalá se había ido a Madrid. Sus calles se vaciaron de estudiantes procedentes de toda España, de docentes que sentaban cátedra desde sus púlpitos en una de los centros de estudio más antiguos del país. El Colegio Mayor de San Ildefonso y los colegios menores ya vacíos en 1836 no eran más que bonitas moles edificadas en la ciudad que vio nacer a Miguel de Cervantes. Javier de Quinto, propietario de todo aquello, desmantelaba los edificios para utilizar los elementos arquitectónicos en otras de sus propiedades. La inacción del corregidor real en el lugar puso en alerta al vecindario de la ciudad complutense. Y llegó el detonante: en 1850 se produjo el derribo de un emblemático arco junto a la plaza de Cervantes, el centro del municipio, y se encontraron los restos del cardenal Cisneros (fundador de la Universidad) en la Capilla de San Ildefonso, contigua a lo que hoy es el rectorado de la moderna Universidad de Alcalá de Henares (UAH).

No podían consentirlo, algo tenían que hacer. Sin saberlo, varios vecinos llevaron a cabo el primer 'crowfunding' de la historia. A finales de octubre de ese año y como resultado de diversas reuniones, acordaron la compra de los edificios universitarios. Justo un mes después, el 12 de enero de 1851, se constituyó en el Palacio Arzobispal de la ciudad la Sociedad de Condueños de los edificios que fueron Universidad. Quinto ganó 90.000 reales, y desde la Sociedad prepararon nóminas en láminas de condueño para todo aquel interesado en sufragar tamaña empresa. Cada lámina estaba valorada, y lo sigue estando, en 100 reales. No se han emitido más desde aquel momento, así que generación tras generación los actuales condueños siguen siendo una de las salvaguardas de la histórica ciudad que en 1998 fue declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad, en parte gracias a su actividad centenaria.

placeholder El presidente de la Sociedad posa con la medalla a las puertas del actual rectorado de la UAH.
El presidente de la Sociedad posa con la medalla a las puertas del actual rectorado de la UAH.

José Félix Huerta es el presidente de la Sociedad y un reconocido farmacéutico en Alcalá. Así cuenta cómo empezó todo hace 170 años: "Los que inician el movimiento fue la gente ilustrada, como es lógico, por ese sentimiento de pérdida de lo más glorioso y florido de su patrimonio, no solo por Alcalá mismo sino por lo que representaba la Universidad en la historia de España y el Siglo de Oro". Ese movimiento del que habla llegó más allá de los antiguos catedráticos liberales y conservadores y de los clérigos de la Catedral-Magistral ubicada en la ciudad, y alcanzó a personas que incluso no sabían firmar las cédulas de condueño, asegura el presidente.

Al servicio de la docencia

Pese a esta amalgama de interesados en sufragar la compra, en torno al 10% de las 900 láminas originales no se cubrieron. Además, en sus bases se establece que un mismo socio no puede adquirir más de una decena. "Algunas de ellas siguen al mismo nombre de sus propietarios originales, aunque sus descendientes tendrían el hipotético derecho a ellas", completa Huerta. Él mismo incide en que la Sociedad protagonizó un gesto singular, ya que no hay ninguna universidad con tal importancia en el Siglo de Oro que desaparezca después: "Fueron 126 vecinos cuando la ciudad no llegaba a los 5.000 habitantes los que crearon la primera organización privada fundada en España para salvar y conservar el patrimonio artístico de una ciudad".

Fueron 126 vecinos los que crearon la primera organización privada de España para salvar el patrimonio de una ciudad

Esta universidad, atravesada por las plumas más inmortales del Siglo de Oro español, fue grande cuando más grande era el país. Las cosas han cambiado casi dos siglos después, aunque el espíritu es el mismo. Asela Sanz, vicepresidenta de la Sociedad de Condueños y la primera mujer concejala en el Ayuntamiento de la ciudad complutense allá por 1971, así lo expresa: "Nuestras bases nos marcan el camino. Tenemos la obligación de que todos los edificios que nos pertenecen estén al servicio de la enseñanza y la Universidad"; y así sucedió hasta que se estableció la actual UAH.

Literatos como Francisco de Quevedo, Tirso de Molina, Lope de Vega, Calderón de la Barca y Mateo Alemán; religiosos como San Juan de la Cruz e Ignacio de Loyola; y médicos reales como Francisco Vallés "el Divino" son solo algunos exponentes de aquellos que pasaron por la universidad alcalaína durante los siglos XVI y XVII.

placeholder Estatua de Cisneros mirando hacia la fachada del Colegio Mayor de San Ildefonso.
Estatua de Cisneros mirando hacia la fachada del Colegio Mayor de San Ildefonso.

En el momento de la creación de la Sociedad, cedieron el emplazamiento a los militares para que instalaran su Academia de Caballería. Dos años después, se trasladaron a Valladolid, donde continúan en la actualidad. Un colegio de los Escolapios también pasó por esas aulas desde 1861, lo que posteriormente se convirtió en el primer instituto de enseñanza media ubicado fuera de la capital. Algo similar sucedió más tarde con la antigua Escuela Nacional de Administración Pública. Así llegaron a 1975, año en que vuelve a Alcalá una parte de la ya Universidad Complutense Madrid, Antigua Universidad de Madrid, hasta que dos años más tarde se establece de forma independiente y con entidad propia.

Una historia de restauraciones

Sanz agrega que las láminas se pueden vender, ceder y donar. Además, cuando fallece un condueño, esa lámina puede pasar a ser de varios descendientes. "Su valor es incalculable. Sería millones y millones de euros, pero los alquileres que tenemos siempre están muy por debajo de su valor de mercado, únicamente nos aseguramos de que la UAH lo conserve todo en condiciones y lo mantenga", concretiza la vicepresidenta.

Vicente Sánchez Moltó, historiador y cronista oficial de la ciudad, apunta que "sin los Condueños todos los edificios se habrían convertido en cuarteles, prisiones o casas particulares". Pero no solo eso: "La Sociedad fue esencial para conseguir la restauración de la fachada del Colegio Mayor de San Ildefonso a principios del siglo XX al ser declarada Monumento Nacional en 1914, cuando aún estaban los Escolapios".

placeholder Una de las inscripciones en el interior del Colegio Mayor de San Ildefonso.
Una de las inscripciones en el interior del Colegio Mayor de San Ildefonso.

José María San Luciano es historiador especializado en este aspecto, además de condueño: "Los Escolapios llegaron a ocupar tres colegios de la manzana universitaria desde 1860 hasta 1933. En esos 40 años hasta el siglo XX se empiezan a detectar los primeros desprendimientos de la fachada principal del colegio de San Ildefonso y se teme por la vida de alumnos, religiosos y ciudadanos". Y continúa: "Existe toda una polémica entre la Sociedad y los Escolapios por ver quién tenía que arreglar la fachada, pero la conclusión era muy simple: ninguno de los dos tenía dinero para ello". No sería hasta su declaración como Monumento Nacional en 1914 cuando en el presupuesto del Estado se incluyera la restauración.

Ciudad y universidad

Asimismo, el cronista señala un pasado de plena devoción por la calidad educativa y universitaria de la ciudad que eclosiona en el presente: "La actuación de los condueños fue definitiva para que se creara la actual UAH al ceder San Ildefonso para la instalación del rectorado. Así han ido cediendo otros edificios o alquilándoselos a la Universidad y el Ayuntamiento para establecer centros educativos y su rehabilitación. A la larga, esto ha sido absolutamente determinante para que Alcalá fuera declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad".

Una de las personas que atraviesa la puerta del principal edificio ubicado en la Plaza de San Diego a diario es José Vicente Saz, rector de la UAH. "Somos una de las universidades más antiguas de España y, por ello, del mundo, y lo somos gracias a la Sociedad de Condueños". Según su punto de vista, "la labor de la Sociedad fue sorprendente para la época" y "son un ejemplo para todos sobre cómo una ciudad debe defender su patrimonio".

Ellos siguen siendo los propietarios de la manzana universitaria, así que nada nos hace temer que la UAH desaparezca

Javier Rodríguez, actual alcalde del Consistorio, se suma a esas palabras: "Ellos siguen siendo los propietarios de la manzana universitaria, así que nada nos hace temer que la UAH desaparezca. Son los guardianes de que ese patrimonio, pasados los siglos, sin conocer cómo será la Universidad del futuro, seguirá estando ahí porque ellos continuarán defendiéndolo e intentado que los edificios tengan uso y recuerden lo que fue una de las mejores universidades renacentistas de España", desarrolla el edil. En este sentido, el Ayuntamiento, el Obispado, la UAH y la Brigada Paracaidista, instituciones señeras en la localidad, poseen una lámina no nominal a perpetuidad de esta Sociedad que ostenta el título de Hija Predilecta de la ciudad.

Seguir recuperando patrimonio

En estos momentos, la Sociedad de Condueños va mucho más allá de ser la salvaguarda de los edificios históricos. Hace un tiempo crearon una biblioteca con fondos de libros relacionados con Alcalá, la Universidad y Miguel de Cervantes. Entre su fondo antiguo, moderno y protegido, destacan tres volúmenes de la Biblia Políglota cisneriana. Asimismo, en sus vetustos libros de actas, se hallan firmas de tal calibre como la de Manuel Azaña, natural de la ciudad y presidente de la Segunda República.

placeholder José Félix Huerta señala la firma de Manuel Azaña en uno de los libros de actas de la Sociedad.
José Félix Huerta señala la firma de Manuel Azaña en uno de los libros de actas de la Sociedad.

La Sociedad no puede repartir beneficios económicos, así que una vez recuperados los edificios y cedido su uso a la Administración, desde la entidad han iniciado dos procesos entre otras muchas actividades que vienen desarrollando, asegura el presidente: "Por un lado, recuperar patrimonio de la ciudad y todo lo relacionado con ella. Por otro, hacer lo propio con la bibliografía de aquellas ediciones impresas en Alcalá desde el siglo XVI. Nuestra biblioteca es una de las mejores a nivel histórico en la ciudad", concluye Huerta.

La Universidad de Alcalá se había ido a Madrid. Sus calles se vaciaron de estudiantes procedentes de toda España, de docentes que sentaban cátedra desde sus púlpitos en una de los centros de estudio más antiguos del país. El Colegio Mayor de San Ildefonso y los colegios menores ya vacíos en 1836 no eran más que bonitas moles edificadas en la ciudad que vio nacer a Miguel de Cervantes. Javier de Quinto, propietario de todo aquello, desmantelaba los edificios para utilizar los elementos arquitectónicos en otras de sus propiedades. La inacción del corregidor real en el lugar puso en alerta al vecindario de la ciudad complutense. Y llegó el detonante: en 1850 se produjo el derribo de un emblemático arco junto a la plaza de Cervantes, el centro del municipio, y se encontraron los restos del cardenal Cisneros (fundador de la Universidad) en la Capilla de San Ildefonso, contigua a lo que hoy es el rectorado de la moderna Universidad de Alcalá de Henares (UAH).

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