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La última expansión de España antes de la lava de La Palma: Nootka, una isla en Canadá
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La última expansión de España antes de la lava de La Palma: Nootka, una isla en Canadá

La erupción del volcán ha hecho que nuestro país gane terreno al mar por primera vez desde el siglo XVIII cuando se conquistó la última y extravagante posesión de ultramar

Foto: Fuerte español en la isla de Nootka, Alaska.
Fuerte español en la isla de Nootka, Alaska.

Nadie pareció darse cuenta cuando comenzó la erupción del volcán de La Palma de que la lava vomitada por las bocas incandescentes llegaría al mar conformando un nuevo territorio para la corona de España después de algo más de dos siglos. Se ha escrito mucho sobre la pérdida de las colonias, sobre los últimos territorios antes de nuestra configuración actual y muy poco o casi nada de las últimas conquistas. Tuvieron lugar a finales del siglo XVIII, puesto que el Marruecos y el Sáhara español, conseguidos entre los siglos XIX y XX, fueron protectorados, no adquisiciones territoriales, una fórmula de derecho internacional por la cual las grandes potencias administraban áreas geográficas que, sin embargo, no perdían teóricamente su soberanía.

No se explica nunca bien: España, en las guerras de África, la de Marruecos y la guerra del Rif, contaba con el apoyo del sultán de Marruecos. Al margen del protectorado marroquí, las penúltimas adquisiciones para la soberanía española se produjeron con el Tratado de Fontainebleau (1762) con Francia tras la guerra de los Siete Años que proporcionó la enorme Luisiana española en la actual EEUU, y el Tratado San Ildefonso (1777) con Portugal que garantizó la exploración de lo que sería después la Guinea Española. Así, la última verdadera conquista de Ultramar se produjo mucho más al norte, en Alaska, en 1789, enmarcado dentro de lo que fueron las consecuencias de la guerra de los Siete Años.

Era una estratégica isla para garantizar el comercio y expulsar a los cazadores de pieles ingleses

Los exploradores españoles primero y los militares después adquirieron y defendieron para la Corona de España la crucial y estratégica isla de Nootka en Canada -la Columbiua británica-, para garantizar el comercio con Asia y expulsar a los cazadores de pieles ingleses y, sobre todo, rusos. Una guerra por el dominio de América del Norte y, cómo no, contra los ingleses. Ahora que se celebra el Día de la Hispanidad y que se ha vuelto a ganar territorio con el volcán, existe una historia más allá de Hernán Cortés y la conquista de América. Alaska y la lucha por el codiciado Paso del Noroeste. Nadie lo consiguió entonces. Ni España, ni Inglaterra. Hubo que esperar otro siglo más.

placeholder Españoles en Alaska.
Españoles en Alaska.

El origen de la última posesión de ultramar se puede trazar desde los viajes del explorador Juan de Fuca en 1592 por la costa pacífica desde México hacia el norte. Fuca, que era un capitán griego al servicio de la Corona de España, del Virreinato de México, descubre la que se conoce ahora como isla de Vancouver, pero no sería hasta casi dos siglos más tarde, en la década de los 70 del siglo XVIII, cuando comienza la exploración de esos territorios y las expediciones españolas por el Pacífico Norte con el objetivo de hallar un lugar de paso entre los dos grandes océanos que facilitase la navegación entre Europa y Oriente. Ahí es nada, los vericuetos de la aventura comercial y militar del Imperio español durante cinco siglos son apasionantes.

El Paso del Noroeste

Tal y como explican Esther Mijans y Josep Maria Castellá en 'Canadá: introducción al sistema político y jurídico', entre las expediciones que se sucedieron tras las de la alta California para estudiar las posibilidades de América del Norte resultó capital la del mallorquín Juan Pérez, el primer europeo que llega en 1774 a la isla de Langara y a la de Nootka después estableciendo contacto con los nativos, aunque no toma posesión de la misma para la Corona española. Es, sin embargo, el comienzo de la colonización: España había tomado contacto con una isla que por su ubicación estratégica sería crucial.

placeholder Alejandro Malaspina.
Alejandro Malaspina.

La cuestión de fondo de la carrera expedicionaria tenía como objetivo el hallazgo del célebre Paso del Noroeste, la ruta marítima que conectara el Pacífico y el Atlántico, es decir, los estrechos de Bering y de Davis. Sin embargo, Juan Pérez no había cumplido con la orden del virrey de Nuevo México, Bucarini, de llegar a la latitud de 60º N, la falta de provisiones y la mala salud de la tripulación lo impidieron, por lo que, tan solo un año más tarde, se organiza una nueva al mando de Bruno de Haceta con la fragata Santiago, el paquebote San Carlos y la goleta Sonora —Joaquín de la Santa Cinta '50 héroes españoles olvidados'—. Haceta sí llegó a la latitud prevista y tomó formalmente la posesión de la isla en nombre de la Corona de España, lo que originaría el conflicto de Nootka que estuvo a punto de enfrentar a España, Inglaterra, Rusia y EEUU.

En 1778 el 'Master and Commander' de la marina británica, James Cook, llegó también a Nootka

No en vano, poco después, en 1778 el legendario 'Master and Commander' de la marina británica, James Cook, llegó también a Nootka. Había trazado una ruta en uno de sus viajes fijando su interés en la misma isla e informando a la corona británica. Cook había seguido la ruta hasta Nootka y Vancouver porque había capturado unos documentos de la mítica expedición española de Malaspina, el marino que contrató Floridablanca para el descubrimiento científico.

Los papeles del comandante ruso

Una cosa era tomar posesión y otra fortificarla: mientras Bruno de Haceta había desembarcado, no se había creado ningún asentamiento, lo que sí hicieron los ingleses. Además, en un viaje en 1788 por la costa de Alaska, Esteban Martínez había encontrado lugares ocupados por exploradores rusos. Se estaba formando la tormenta perfecta: todos buscaban una base desde donde alcanzar el codiciado Paso del Noroeste al tiempo que se establecía una guerra comercial por las pieles. Durante los viajes de la expedición de Esteban Martínez que llevaba el San Blas, el Príncipe y el San Carlos, José María Narváez, el segundo al mando de este último navío, obtuvo la información del comandante ruso Evstat Dalarov de que los rusos tenían ya cinco asentamientos y preparaban otro en Nootka Sound al lado de la isla de Vancouver.

placeholder Fuerte español de San Miguel en Nootka.
Fuerte español de San Miguel en Nootka.

Fue la razón por la cual el gobernador español Bucarini envió una expedición militar en 1789 para proteger las tierras de la Alta California y esta vez la expedición es con una compañía de voluntarios de Cataluña al mando de la cual se encontraba el capitán Pedro de Alberini, que establece la fortificación de San Miguel en Nootka además de un asentamiento bautizado como Santa Cruz de Nutca.

Durante dos años se produce una controversia en torno a las cuestiones de comercio y soberanía de la isla que desaparecen, sin embargo, en 1792 cuando el sucesor de James Cook, Georg Vancouver, durante un nuevo viaje de exploración, constata la imposibilidad de hallar el Paso del Noroeste, por lo que el interés decae en cuanto a zona estratégica y los voluntarios catalanes abandonan el fuerte ese mismo año.

Las posteriores convenciones de Nutca entre las tres potencias liquidarían la fugaz presencia española en Alaska y la última de las conquistas de ultramar antes de la exploración del continente africano en Río Muni, en lo que sería la Guinea Española. El Paso del Noroeste tardó algo más en descubrirse y lo conseguiría el noruego Roald Amundsen con un pequeño velero, el Gyoa, en 1906.

Nadie pareció darse cuenta cuando comenzó la erupción del volcán de La Palma de que la lava vomitada por las bocas incandescentes llegaría al mar conformando un nuevo territorio para la corona de España después de algo más de dos siglos. Se ha escrito mucho sobre la pérdida de las colonias, sobre los últimos territorios antes de nuestra configuración actual y muy poco o casi nada de las últimas conquistas. Tuvieron lugar a finales del siglo XVIII, puesto que el Marruecos y el Sáhara español, conseguidos entre los siglos XIX y XX, fueron protectorados, no adquisiciones territoriales, una fórmula de derecho internacional por la cual las grandes potencias administraban áreas geográficas que, sin embargo, no perdían teóricamente su soberanía.

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