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Cochazos y besos discretos: la locura por las series turcas amenaza a las españolas
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Cochazos y besos discretos: la locura por las series turcas amenaza a las españolas

Empezaron a popularizarse en nuestro país en 2018 con 'Fatmagül' y ya acaparan incluso el 'prime time' de la televisión en abierto

Foto: Fotograma de 'Fatmagül'. (Atresmedia)
Fotograma de 'Fatmagül'. (Atresmedia)

María Agrelo tiene 75 años y pasa cada tarde —y cada noche— acompañada de telenovelas turcas. “Uy, esa —dice señalando un personaje ficticio de 'Paramparça: vidas cruzadas'—, esa es malísima, es un bicho”. Una mujer atormentada por su pasado que busca venganza, amores imposibles donde el contacto físico nunca llega a producirse; tramas que enganchan a un consumidor emocionado por que se resuelva el conflicto. La mujer no ve otra cosa. Lleva meses enganchada a las series turcas que abordan la pequeña pantalla. El culebrón latinoamericano de los noventa ahora viene de Estambul y ha arrasado la parrilla televisiva en abierto de nuestro país.

Dice Manuel Martín Serrano en ‘La influencia social de la televisión’ (1981) que este artefacto “nos informa sobre lo que ha ocurrido en lugares que nunca estuvimos, muestra paisajes que nunca veremos, y amplía el repertorio de las experiencias vividas por cada uno”. Un artilugio que forma parte de la construcción de nuestro entorno; acerca lo lejano y distancia lo cercano. Un lienzo en blanco preparado para ser ilustrado con millones de imágenes informativas o de entretenimiento para edificar nuestros paradigmas. La tele mola y ahora nos gustan las series turcas. ¿De dónde viene este fenómeno audiovisual repleto de celos, tragedias y dramas dignas de culebrón?

placeholder Fotograma de 'Mujer'. (Atresmedia)
Fotograma de 'Mujer'. (Atresmedia)

Xabier Miguelez publicaba un análisis sobre el recorrido de las series turcas de la plantilla televisiva española, destacando que la programación ha aumentado un 80% en los últimos dos años. 'Mi hija', 'Mujer', 'Fatmagül'. La mayoría de ellas líderes de audiencia en su franja, compitiendo en horario con producciones españoles de ficción, información y entretenimiento. ¿Se verán los formatos 'marca España' perjudicados por la amenaza turca? A pesar del auge de los rodajes en nuestro país y de la permanente convivencia con producciones extranjeras, hay quienes opinan que las series turcas pueden perjudicar seriamente el panorama audiovisual español. Quien primero se atrevió a introducir este tipo de contenido fue Atresmedia, seguida posteriormente por Mediaset, y compitiendo con el resto de cadenas por conseguir atraer a un público que ahora consume dramones amorosos edulcorados en casas de lujo.

¿Por qué nos gustan?

Con 'Fatmagül' empezó todo en 2018. Se emitió en Nova y dobló los datos de audiencia de la cadena. Eso nos dio pistas de que era un fenómeno por el que había que tirar”, explica a este medio la directora de Antena 3, Lola Molina. Pero ¿por qué gustan tanto?

El periodista especializado en televisión y entretenimiento Borja Terán explica que “estamos en un momento en que el público más cinéfilo no ve series en la televisión. Si a eso le sumas la contraprogramación que hemos sufrido en España —en la que nunca sabes cuándo empieza y cuándo acaba una serie—, la gente se cansa”. La gente joven ha reducido drásticamente su consumo de televisión en abierto y “estas tramas facilonas con música dramática enganchan a las personas más mayores”, defiende Terán.

Pero para que un producto funcione tiene que estar bien hecho. “Cuentan historias universales y tienen un componente aspiracional: casas enormes, cochazos de lujo… y se han puesto al día con la narrativa y la fotografía”, nos explica el responsable de ficción del Grupo Secuoya, David Martínez.

Hablan de celos, de envidia, de gente muy rica y de gente muy pobre; sin abandonar el machismo

Las series hablan de celos, de envidia, de gente muy rica y de gente muy pobre; sin abandonar el inherente componente machista en la mayoría de ellas. “Lo que me da pena es que no hablan del punto en el que está la sociedad en España, creo que estamos en otro punto. Es un paso hacia atrás, la ficción tiene que atreverse a tratar los temas que realmente nos están moviendo y a veces las cadenas prefieren ir a ficciones más románicas de otros tiempos. Me gustaría ver más series que nos radiografíen con valentía”, defiende Terán.

placeholder Fotograma de 'Tierra amarga'. (Atresmedia)
Fotograma de 'Tierra amarga'. (Atresmedia)

Los personajes de estas series presentan un motor emocional claro: dolor, venganza, amor, pasión, envidia. “Las historias que se cuentan y el modo de contarlas son lo que hace que el espectador se enganche y no pueda dejar de verlas”, dice Molina. A pesar de que no tengamos nada que ver culturalmente con Turquía, la universalidad de los sentimientos es lo que mantiene tales cifras de audiencias. Martínez explica que estos motores emocionales pueden ser explicados de diversas formas y que todas enganchan igual: “Turquía ha elegido un punto de vista más antiguo y conservador, también porque exportan a un público popular en todo el mundo. Pensarán, ¿por qué voy a contarlo de otra forma? La pongo bonita y ya está, porque así de conservadora vende igual”.

Rentabilidad extranjera

Y es que no cabe duda de que comprar productos extranjeros sale mucho más rentable que producir contenido propio. Las turcas arrasan en cualquier franja horaria y esto podría estar afectando a la producción nacional. Las cadenas siempre han convivido intercalando proyectos propios con productos extranjeros. Exceptuando algún caso excepcional como 'Falcon Crest', las producciones propias como ‘Médico de familia’, ‘Águila Roja’ o ‘El Príncipe’ siempre estuvieron por delante de ‘CSI’ o ‘House’. No es el caso de las turcas, porque el 'boom' español está en las plataformas. “Entendemos esta ficción turca como un producto internacional que llega a complementar nuestra parrilla de producción propia: donde antes había más series o películas americanas y europeas, ahora hay más hueco para esta ficción procedente de Turquía”, explica la directora de antena de A3.

¿Se está viendo afectada la producción española por el éxito del contenido extranjero? El productor ejecutivo de Plano a Plano —productora de series como ‘Servir y proteger’, 'Toy Boy' o 'Desaparecidos'—, Emilio A. Pina, nos explica: “Desde mi punto de vista personal, sin que esto represente la opinión de Plano a Plano, hay que felicitar a los directivos que compran estas series por los buenos resultados. Los únicos culpables de que estos productos puedan enterrar a las series españolas y producir un cierto deterioro en nuestra vulnerable industria, así como introducir al espectador en unos modelos sociales antiguos, son los sucesivos gobiernos que ceden, sin poner condiciones, las licencias de emisión”.

“Nos daña [a la industria audiovisual española] que ocupen los ‘prime time’ nacionales, pero nosotros estamos en Netflix, en HBO y demás plataformas”, defiende David Martínez. Respecto a esto, “las plataformas se han apoyado en las generalistas hasta conocer las características del mercado, pero tarde o temprano elegirán ser autosuficientes y las cadenas en abierto seguirán, aunque especializadas en informativos, entretenimiento, eventos en directo (deportivos, conciertos...) y probablemente series diarias”, recalca Pina.

En España, se está produciendo más que nunca; hay más de 40 rodajes en Madrid

Por su parte, el director de producción de la serie 'HIT', de Ganga Producciones, Federico Escalona, argumenta que “las cadenas han encontrado un filón con las series turcas y el público es soberano, pero en España se está produciendo más que nunca. Hay más de 40 rodajes simultáneos en Madrid, está Wes Anderson en Chinchón… Hay mucha demanda, muchas posibilidades de existir y un nivel de producción alucinante. ¿Podríamos producir más sin series turcas? Puede, pero nosotros tenemos también la mirada en las plataformas”.

¿Esto es Turquía?

El éxito en España —y el resto del mundo— de la producción turca contrasta con su protagonismo en el país de origen. Hablamos con Sarila, una joven de 26 años originaria de Turquía que aterrizó en España hace dos años: “Hay muchas series conocidas, pero ‘Madre’ o ‘Mi hija’ no son tan comunes como en España. De hecho, los actores aquí son todo un fenómeno y en Turquía no son tan conocidos”, explica.

Un aspecto llamativo de estos productos es la estética que recorre las series. Por un lado, el ambiente lujoso con automóviles caros y palacetes de lujo. “Entiendo que las series siempre muestren más la cara amable de las sociedades, pero la diferencia de clases en Turquía es cada vez mayor. Hay gente con muchísimo dinero y otros que cada vez están más empobrecidos; mi familia era de clase media y ahora es cada vez más difícil tener un nivel de vida estable. ¿Estas series representan a la sociedad turca? Diría que sí porque, francamente, hay muchas personas absolutamente millonarias”. En cuanto a las tramas más a la antigua, Samila defiende que “Turquía es cada vez más conservadora. Para los turcos, las series grabadas en Estambul están bien porque es una ciudad más abierta, aunque en España choquen muchas cosas. Pero en otras zonas como el norte, hay cuestiones que se ven como muy modernas y se rechazan”.

placeholder Fotograma de 'Mi hija'. (Atresmedia)
Fotograma de 'Mi hija'. (Atresmedia)

Las series turcas son los culebrones latinoamericanos de hoy. “Es cierto que cuando aparecen nuevas historias que contar, nosotros estamos ahí para analizarlas y trasladarlas a nuestros espectadores. En esta línea, así lo hicimos en su día con las novelas latinoamericanas, con las series internacionales, con la ficción nacional, con el entretenimiento y ahora con las series turcas”, defiende la presidenta de Antena 3. El bombazo que dieron a principios de los noventa las telenovelas venezolanas y colombianas desbancó incluso al contenido americano que triunfaba en el resto del mundo. Desaparecieron. “Si el culebrón latino hubiera aspirado a esa exquisitez de los turcos en el rodaje, igual se hubieran mantenido más tiempo”, opina Martínez. Para el futuro, los expertos descartan la inserción en plataformas porque el público objetivo no consume esos productos. “Los que ven las series turcas tienen paciencia para que les fraccionen los capítulos porque consumen la televisión tradicional; en otras generaciones esto no funciona”, explica Terán. “El fenómeno turco lo recordaremos por las parodias que haya inspirado”, defiende Pina.

El 'boom' pasará, como todo

El éxito de las series turcas va para largo. La funcionalidad de las mismas se ajusta a la perfección a la definición de Martín Serrano expuesta al inicio de esta pieza: nos traslada a lugares que nunca conocimos y nos concede experiencias nunca vividas. Viajamos a través de una narrativa cargada de dramatismo y excentricidad. Gusta, al menos, a quienes siguen consumiendo series en televisión en abierto. El 'boom' pasará, como todo. Mientras contenidos españoles como ‘La Casa de Papel’, ‘Veneno’ o ‘Élite’ triunfan en todo el mundo, los salones de nuestro país se llenan de melodramas turcos. Esto, lejos del debate sobre los beneficios o perjuicios que puedan conllevar para la producción española o de la narrativa tratada en dichas series, es un fenómeno cuanto menos interesante. Y María Agrelo, la mujer de 75 años de la que hablábamos al principio, mantendrá la televisión encendida con el entusiasmo de ver ‘El secreto de Feriha’ o cualquier otra. ¿Qué tienen las series turcas? Un público paciente con ganas de que los protagonistas se den, al menos, un beso discreto.

María Agrelo tiene 75 años y pasa cada tarde —y cada noche— acompañada de telenovelas turcas. “Uy, esa —dice señalando un personaje ficticio de 'Paramparça: vidas cruzadas'—, esa es malísima, es un bicho”. Una mujer atormentada por su pasado que busca venganza, amores imposibles donde el contacto físico nunca llega a producirse; tramas que enganchan a un consumidor emocionado por que se resuelva el conflicto. La mujer no ve otra cosa. Lleva meses enganchada a las series turcas que abordan la pequeña pantalla. El culebrón latinoamericano de los noventa ahora viene de Estambul y ha arrasado la parrilla televisiva en abierto de nuestro país.

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