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Borja-Villel pone patas arriba el Reina Sofía: "Un museo puede ser progresista pero sin apología"
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Borja-Villel pone patas arriba el Reina Sofía: "Un museo puede ser progresista pero sin apología"

El episodio IV de la reordenación de la pinacoteca muestra la importancia de la aparición de la ciudad, la fábrica, las galerías y los críticos culturales a finales del XIX

Foto: Un Picasso, un Miró y un cartel anónimo de Durruti. (Museo Reina Sofía)
Un Picasso, un Miró y un cartel anónimo de Durruti. (Museo Reina Sofía)

Como 'La Guerra de las Galaxias', el episodio IV de la reordenación de la colección permanente del Museo Reina Sofía también se abre con cine: las famosas imágenes de los obreros saliendo de una fábrica grabadas por los Lumière a finales del XIX. Pero después no se va a mundos extraños, sino que se queda ahí, en la ciudad, en el nuevo movimiento obrero y todas las modificaciones que el final del XIX y los inicios del XX (hasta los años 30) trajeron consigo en la sociedad y, por tanto, en el mundo artístico. En total son más de 400 obras surgidas (y reordenadas) a partir de los tres grandes pilares que supusieron una transformación brutal hace más de 100 años: la gente empezó a vivir en las urbes y no el campo, los artistas empezaron a exponer en salas por primera vez y los críticos culturales alcanzaron una magnitud desconocida hasta la fecha. El episodio IV es el verdadero inicio de la modernidad y el mundo que nos ha acompañado hasta hace muy poco.

placeholder En el centro, el cuadro de Romero de Torres 'Conciencia tranquila'. (Museo Reina Sofía)
En el centro, el cuadro de Romero de Torres 'Conciencia tranquila'. (Museo Reina Sofía)

Con artistas como María Blanchard, Juan Gris, Francis Picabia, Julio Romero de Torres, los omnipresentes Miró, Dalí, Picasso y Buñuel, pero también Francis Picabia, el galerista Josep Dalmau e incluso el arquitecto Ildefonso Cerdá (creador del ensanche de Barcelona), el director del museo Manuel Borja-Villel ha diseñado una colección en la que tienen una enorme importancia los aspectos sociales y cómo empezó a afectar el urbanismo. De hecho, es la primera vez que se incluye la arquitectura. Porque no era lo mismo vivir en un lugar con pocos habitantes que en otro en el que empiezan a aparecer fábricas y, a la vez, es necesario diseñar viviendas para estos nuevos obreros. Hay un cuadro de Romero de Torres, ‘Conciencia tranquila’, en el que un juez hace un registro en la casa de un obrero anarquista y se nota que el pintor está totalmente del lado del trabajador.

Manuel Borja-Villel ha diseñado una colección en la que tienen una enorme importancia los aspectos sociales y cómo empezó a afectar el urbanismo

La importancia de la galería, el museo o la sala de exposiciones es relevante porque los artistas dejan de crear para palacios e iglesias y ahora lo hacen para exponer en un lugar al que puede acceder todo el mundo. Es el momento en el que el marchante de arte —el que mueve la obra de un pintor— comienza a adquirir mucha importancia (y el dinero se empieza a mover también de otra manera). En este contexto surge la galería de Josep Dalmau en Barcelona (1906-1930), que fue la que introdujo las nuevas tendencias que venían de fuera. Por ejemplo, tuvo lugar una exposición de Francis Picabia, uno de los primeros exponentes del movimiento Dadá y André Breton dio allí su famosa conferencia ‘Los pasos perdidos’.

placeholder La galería de Dalmau. (Museo Reina Sofía)
La galería de Dalmau. (Museo Reina Sofía)

El tercer punto que lo cambió todo fueron las revistas de arte. Se leían, circulaban y dictaban cánones. En ellas escribían críticos como Carl Einstein, George Bataille (con la mítica ‘Documents’ en la que ilustraban artistas como Hans Arp o Paul Klee), Eduardo Westerdahl (con ‘Gaceta del arte’ impulsó muchísimo el movimiento artístico canario y en Canarias) y, por supuesto, André Breton, con el surrealismo que, además, transformó la manera de agrupar al arte. “A diferencia de cubismo y fauvismo, que eran muy parecidos formalmente, Breton se da cuenta de que igual de surrealista era Miró, que era medio abstracto, y Dalí, que era figurativo. El surrealismo es una estructura profunda que va más allá de las formas y que tiene que ver con la objetividad”, explica Borja-Villel.

En la nueva reordenación también aparecen las obras más educativas como los carteles de las misiones pedagógicas y La Barraca de Lorca

Por último, en la nueva reordenación también aparecen las obras más “militantes” de la época como los carteles de las misiones pedagógicas que empieza a haber en España y las actuaciones de Lorca con La Barraca. Es el inicio de la conexión entre los artistas y lo popular, que logra una gran repercusión con el flamenco y el cante jondo. Como dice el director, “los artistas se dan cuenta de que, más que educar de un modo paternalista, el elemento de cambio está en el arte popular y hay un interés por todos por entender en qué consistía esta cosa enigmática que solo se puede representar por el cuerpo y no se puede explicar, que es el cante profundo”.

placeholder Las fotografías de los barrios obreros como Tetuán en Madrid. (Museo Reina Sofía)
Las fotografías de los barrios obreros como Tetuán en Madrid. (Museo Reina Sofía)

Para conocer mejor cómo es esta nueva reordenación, Borja-Villel ha respondido también directamente a algunas preguntas de El Confidencial. Finalmente, la reordenación completa —aún queda toda la parte más contemporánea, que ocupará zonas del edificio Nouvel— se presentará en noviembre.

PREGUNTA. En síntesis, ¿qué ha cambiado de la reorganización y por qué?

RESPUESTA. El concepto. Antes había una cosa más lineal y ahora no. Queremos entender cómo se generaba el conocimiento. Cuando los pintores del XIX tenían todos estos salones sociales siempre se han despreciado por una cosa sentimental, pero reflejaba el sentir de la época. Eso ha cambiado. Y hemos introducido la arquitectura con toda la parte de Cerdá [el autor del ensanche de Barcelona], eso es nuevo. La ordenación es muy contemporánea. Aquí hay ese elemento aparente de caos, pero también está el elemento de antagonizar, de contraste, de replantear posiciones. Es decir, se trata de ver la historia desde dos puntos: cómo producían el conocimiento y cuál es nuestra realidad. Eso lo veremos cuando presentemos toda la ordenación. Todo acabará teniendo un sentido.

placeholder El director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel. (EFE)
El director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel. (EFE)

P. Por aquí está el ‘Guernica’, que sí que no se mueve de la sala en la que está. Pero sí he visto que han cambiado de sitio los dibujos preparatorios.

R. Sí, aquí hemos tenido que hacer mucho trabajo de orfebrería para que entre y salga la gente y no cerremos el museo. Hay un trabajo de logística muy complicado.

P. Habla de los cambios que supuso la ciudad, la sala de exposiciones y la revista con los críticos culturales para que aparecieran las vanguardias. ¿Ahora también estamos ante una serie de cambios que transformarán el arte?

R. Sí, estamos en un cambio de paradigma. Y añadiría un cuarto elemento que es el ciberespacio. Que no solo lo virtual, sino que es fundamental. Antes era el tema de la fábrica, si ves la sala de la arquitectura se ven las semejanzas entre la cosa más reformista de Cerdá y la cosa superutópica de La flor de Mayo, pero el tema es fábrica-vivienda-lugar de enseñanza, todo muy ordenado y con una separación público-privado. Eso ha desaparecido. El espacio ciudadano sigue ahí, pero las formas de entender la ciudad son totalmente distintas. Hay otro elemento y es que el texto es importante, pero no tanto la revista. Los críticos no tienen esa importancia… porque hay mucho ruido. Ahí sí que va a haber un cambio.

"Estamos en un cambio de paradigma. Y añadiría un cuarto elemento [a la ciudad, galería y crítica] que es el ciberespacio. Es fundamental"

P. Hay carteles de Durruti, de las misiones pedagógicas. ¿Hay un punto de vista ideológico a la hora de reorganizar las colecciones?

R. Carl Einstein escribe cartas a Miró y, cuando está en plena guerra, empieza a dudar de si el sueño es suficiente para cambiar el mundo. Yo espero que esto no sea ideológico en el sentido literal porque no lo es… A veces me preguntan si soy director, escritor, y si hay algo que me gusta es lo de comisario, porque eso es lo bueno de trabajar con obras de arte. Tú tienes una idea que es múltiple. Desde lecturas de periódicos, libros… Pero llegas a las obras de arte y te contestan. Tienes que ver los planos originales y cómo acaban luego. Cuando hablaban de Stendhal era porque tú te puedes pasar seis horas viendo un Caravaggio, un Picasso, pero no te las puedes pasar viendo una imagen del ciberespacio. Ese elemento físico es la diferencia entre un museo y no. Por eso, se puede decir que un museo tiene una visión más progresista, más crítica, pero nunca es ideologizada ni hace apología de nada. De hecho, los artistas lo que hacen es cuestionarlo todo y a sí mismos.

Como 'La Guerra de las Galaxias', el episodio IV de la reordenación de la colección permanente del Museo Reina Sofía también se abre con cine: las famosas imágenes de los obreros saliendo de una fábrica grabadas por los Lumière a finales del XIX. Pero después no se va a mundos extraños, sino que se queda ahí, en la ciudad, en el nuevo movimiento obrero y todas las modificaciones que el final del XIX y los inicios del XX (hasta los años 30) trajeron consigo en la sociedad y, por tanto, en el mundo artístico. En total son más de 400 obras surgidas (y reordenadas) a partir de los tres grandes pilares que supusieron una transformación brutal hace más de 100 años: la gente empezó a vivir en las urbes y no el campo, los artistas empezaron a exponer en salas por primera vez y los críticos culturales alcanzaron una magnitud desconocida hasta la fecha. El episodio IV es el verdadero inicio de la modernidad y el mundo que nos ha acompañado hasta hace muy poco.