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El asesor que pasó asqueado de la política a la literatura: "Entré en crisis en la Xunta"
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Entrevista

El asesor que pasó asqueado de la política a la literatura: "Entré en crisis en la Xunta"

En 'Infelices' Javier Peña narró la crisis existencial que le causó trabajar como escritor de discursos políticos. Ahora en 'Agnes' la industria editorial y el periodismo no salen bien parados

Foto: El escritor Javier Peña
El escritor Javier Peña

Javier Peña (A Coruña, 1979) quería ser escritor de novelas, pero durante mucho tiempo lo fue de discursos políticos. Había estudiado Periodismo como camino rápido para la literatura, pero, tras pasar por un medio deportivo, acabó enrolado en la Xunta de Galicia. Primero en la consellería de Cultura. Ahí todo fue bien. Después, en 2012, cuando “para reducir se la cargaron”, dice, pasó a Trabajo y Bienestar. Ahí se torció todo. Las verdades dieron paso a medias verdades o mentiras enteras. “Cuando dábamos los datos del paro siempre había que buscar cómo falsearlos. Siempre tienes que vender que aunque todo esté fatal, está muy bien. Es como si fueras un publicitario y tienes que vender un producto y no vas a decir, este producto es una mierda”, cuenta. Aguantó lo que pudo y lo contó en formato novela: en 2019 salió ‘Infelices’, en Blackie Books. Funcionó bien. Lo suficiente como para que ahora se publique ‘Agnes’ donde esta vez es la industria editorial (y el periodismo) los que no salen muy bien parados. Eso sí, a golpe de thriller, buen humor y retranca gallega. Que las penas siempre llegan solas.

Esta es la historia de un asesor -un escritor fantasma, como él prefiere nombrarse- que acabó asqueado de la política y con a una crisis, pero logró firmar un contrato con una empresa editorial que le salvó la vida. “Fue la puerta de salida porque la otra posibilidad era irme de allí para irme al paro y a la nada. Yo sabía que con cualquier oportunidad me iba a ir. Es muy difícil estar cinco años haciendo algo en lo que no crees y no estallar.… Y si la oportunidad es el sueño de mi vida de convertirme en escritor, imagínate”, recuerda hoy con felicidad, pero a la vez cierta amargura.

“Cuando dábamos los datos del paro siempre había que buscar cómo falsearlos. Siempre tienes que vender que aunque todo esté fatal, está muy bien"

La escritura de ‘Infelices’ fue por necesidad casi psicológica. “Era una forma de sacarme de encima la crisis existencial que tenía trabajando en la Xunta”, comenta. Casi había tirado la toalla. Tenía 40 años y varios textos sobre esos infelices que acabaron llegando a Blackie Books por insistencia de algunos amigos. El libro no disgustó -salió en noviembre de 2019- y poco después les dio otra historia que tenía guardada en el cajón desde 2017. Se trataba de ‘Agnes’, que aborda otro mundo que también conoce. Aquel en el que, como dice, “cada vez se publica más, cada vez hay más escritores, hay más competencia y hay que estar trabajando todo el tiempo para que la gente se acuerde de que estás ahí”.

placeholder 'Agnes'
'Agnes'

La novela le busca las cosquillas a esta industria de escritores efímeros -y al universo de los plumillas-, ninguno de los dos exentos de egos. Lo hace a través de una periodista treintañera que acaba de ser despedida por su jefe tras un comentario un tanto inapropiado en una cena de empresa… con algunos grados de alcohol de más. Sin embargo, tiene una posibilidad de salvarse: si consigue escribir una biografía sobre el escritor de éxito de los últimos años -con más de diez millones de ejemplares vendidos- tendrá un empleo y sueldo en la revista casi para toda la vida. El problema es que no se sabe si este escritor existe de verdad -nunca ha dado entrevistas - o es un robot. Parece surrealista, pero no es nada extraño en el mundo de los libros.

Nulo talento, mucho márketing

“Cuando escribo, escribo lo que me sale. No es que vaya a darle una leche a la política ni ahora al mundillo literario ni al periodístico por ese periodismo actual en el que te tragas todo lo que te cuentan. Más que criticar se trata de eso de “escribe de lo que sabes”. Me costaría más escribir sobre un enfermero”, avisa antes de entrar en faena. Pero sí, el tal escritor de éxito, llamado Luis Foret, tiene muchos ecos de un negocio que, como todos, también tiene que vender (y, a veces, venderse).

“La idea es que Luis Foret es un escritor malísimo, pero es un producto de márketing. Tal y como escribe su primera novela, que son cartas, o pequeños relatos autobiográficos ya me dirás qué novela sale de ahí que además luego reescribe otra chica”, confirma Peña sobre cierto modus operandi. “Ya sabemos, el éxito no está acompañado de la calidad. Hoy en día el éxito tiene sobre todo que ver con cómo seas capaz de vender el producto. Las editoriales, el mundo del consumo actual…”, añade. ¿Y Twitter? “Claro, las redes sociales son un gran ejemplo de eso. Agnes está muy jodida porque dice, yo cuelgo reportajes buenísimos y solo tengo 30 seguidores, y mi madre, que solo pone tonterías tiene 5000. Esto pasa”, refrenda.

placeholder Javier Peña
Javier Peña

Además, el escritor ha creado a un tipo que es de todo menos simpático (pero, desde luego, no irreconocible). Escritor mujeriego, con mujer e hija y mil relaciones por las ciudades que pisa. Como los personajes de Philip Roth, pero en español. “Él absorbe sus ideas y las cuenta y se hace rico a costa de las mujeres. Creo que Foret es el símbolo de algo odioso del mundo actual. Una persona que es mejor tener lejos”, recalca antes de que se entienda mal.

Egos, mesías, políticos

La historia, por supuesto, da para toda una reflexión sobre el ego, que él ha visto en política, la literatura y el periodismo, aunque cree que es el mundo de la política el que vence por goleada. “Es que ya no es solo que haya egos, es que son casos de mesianismo, que parece que no estás trabajando con una persona, sino con el elegido”, sostiene.

"En política no es ya solo que haya egos, es que son casos de mesianismo, que parece que no estás trabajando con una persona, sino con el elegido"

Le sirve para explicar también por qué en los últimos años han tomado tanta relevancia asesores políticos convertidos en estrellas del rock. En los que hacen y deshacen. En los que, sin ellos, el político de turno apenas existiría. Efectivamente, archiconocidos como Iván Redondo y Miguel Ángel Rodríguez, que, como Peña describe, poco tienen que ver con él, que “estaba en un zulito ahí en la Xunta y nadie me conocía. Era como Quasimodo metido en la cueva y escribiendo discursos. Hay asesores de dos categorías, pero los que hacen más trabajo del día a día son esos que están ahí encerrados”.

placeholder 'Infelices', la primera novela de Javier Peña
'Infelices', la primera novela de Javier Peña

Redondo y Rodríguez son el producto de la creación de otro producto. “Tienen demasiada presencia porque son los manejantes de un producto. Lo importante ya no son las políticas que se hacen sino la imagen que se da de esas políticas. Un político, de cualquier partido, no hará nada bueno por la sociedad si no es bueno para su imagen inmediatamente. Es un problema que tenemos y por eso todas las políticas son cortoplacistas”, asegura. Aunque fuera desde un pequeño cuarto, ha conocido ciertas entretelas. “Lo importante es el aplauso ahora aunque dentro de tres años eso sea una mierda… porque ¿quién se va a acordar dentro de tres años?”, mantiene. Bienvenidos a primero de manipulación política.

"Un político, de cualquier partido, no hará nada bueno por la sociedad si no es bueno para su imagen inmediatamente"

Todas estas cosas, tanto en ‘Infelices’ como en ‘Agnes’, Peña las cuenta con muchísimo humor. Son novelas con gatillo fácil para la risa. El escritor afirma que no lo busca a propósito ni están extraídas de libros ni de autores. “El tipo de bromas que hace Agnes las podría hacer yo tomando unas cañas. Creo que es un humor muy gallego, un humor para protegernos del mundo. Yo me río de todo y del primero que me río es de mí”, cuenta quien sobrevivió cinco años contando mentiras y mirando para otro lado como tabla de salvación. Ahora también las cuenta mientras trabaja de lleno en el mundillo de la literatura como profesor de escritura creativa y al frente de la Residencia Literaria Cidade da Cultura, pero con una salvedad importante: en todos sus trabajos, que ahora sí firma con su nombre, hay una enorme etiqueta en la que pone “ficción”.

Javier Peña (A Coruña, 1979) quería ser escritor de novelas, pero durante mucho tiempo lo fue de discursos políticos. Había estudiado Periodismo como camino rápido para la literatura, pero, tras pasar por un medio deportivo, acabó enrolado en la Xunta de Galicia. Primero en la consellería de Cultura. Ahí todo fue bien. Después, en 2012, cuando “para reducir se la cargaron”, dice, pasó a Trabajo y Bienestar. Ahí se torció todo. Las verdades dieron paso a medias verdades o mentiras enteras. “Cuando dábamos los datos del paro siempre había que buscar cómo falsearlos. Siempre tienes que vender que aunque todo esté fatal, está muy bien. Es como si fueras un publicitario y tienes que vender un producto y no vas a decir, este producto es una mierda”, cuenta. Aguantó lo que pudo y lo contó en formato novela: en 2019 salió ‘Infelices’, en Blackie Books. Funcionó bien. Lo suficiente como para que ahora se publique ‘Agnes’ donde esta vez es la industria editorial (y el periodismo) los que no salen muy bien parados. Eso sí, a golpe de thriller, buen humor y retranca gallega. Que las penas siempre llegan solas.

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