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Muere Jean-Paul Belmondo a los 88 años
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Muere Jean-Paul Belmondo a los 88 años

El actor Jean-Paul Belmondo, uno de los más conocidos del cine francés, murió este lunes a los 88 años

Foto: Muere Jean-Paul Belmondo a los 88 años. (EFE)
Muere Jean-Paul Belmondo a los 88 años. (EFE)

"Podría decirse que en la vida he hecho todo lo que he querido". Con Jean-Paul Belmondo se va una parte fundamental del celuloide, pero también un exponente y un modelo del seductor galo, "el hombre más feo del cine francés" lo llamaban. Se va después de una vida larga (88 años) y una carrera indiscutible del que llegó en plena revolución del séptimo arte y del que ayudó, de la mano de directores como Jean-Luc Godard ('Al final de la escapada', 1960; 'Pierrot Le Fou', 1965) y Jean-Pierre Melville, a construir una nueva forma de narrar con imágenes. Con Alain Delon, la cara bonita del cine europeo de los sesenta, uno de los últimos supervivientes de su generación, configuró el imaginario de aquel cine joven, desenfadado y sin artificios, tremendamente efervescente, llamado Nouvelle Vague.

El actor ha muerto este lunes, casi veinte años después del accidente cerebrovascular que sufrió en 2001. Se ha apagado "tranquilamente", ha anunciado su abogado, Michel Godest, quien con voz emocionada comunicó la noticia en el canal televisivo BFMTV y señaló que su muerte era "una pérdida para toda Francia". Bébel, como le apodaron los franceses, tan dados a los sobrenombres, rodó en su medio siglo de carrera como actor de cine, teatro y televisión más de ochenta títulos, desde películas de arte y ensayo hasta taquillazos internacionales como 'Casino Royale' en el 67.

placeholder Muere Jean-Paul Belmondo a los 88 años. (Reuters)
Muere Jean-Paul Belmondo a los 88 años. (Reuters)

Criado en una familia de artistas -su padre, Paul Belmondo, era escultor y su madre, Sarah Rainaud-Richard, pintora- poca opción le quedaba para salirse del camino, aunque su abuelo, del que heredó el apellido, había sido un herrero piamontés. Nacido en Neuilly-sur-Seine en 1933, muy cerca de París, y ya a mediados de los 50, con poco más de 20 ños, empezó a trabajar en películas con más o menos fortuna. Cuentan que no fue un gran estudiante, demasiado inquieto para concentrarse en un libro de texto. En vez de estudiar, prefirió dedicarle tiempo a los deportes, en particular al boxeo: de ahí la nariz rota y achatada, que se convertiría en su característica más reconocible. Pero, con 16 años, una enfermedad pulmonar le mandó a tratarse al campo, a Auvernia, donde decidió darle una oportunidad al teatro.

También estudió en el Conservatorio, donde coincidió con otros nombres que más tarde lo acompañarían en el glosario de indispensables del cine francés, como Jean Rochefort o Bruno Cremer. Poco a poco, de papel pequeño en papel pequeño, Belmondo se fue labrando una reputación. Hasta que en su camino se cruzó el inefable Godard: con 'Charlotte et son Jules' (1960), director y actor comienzan un romance profesional que dará como fruto los títulos más icónicos de Belmondo. Ese mismo año, 'Al final de la escapada' (A bout de souffle, 1960) supone el salto a la fama internacional del actor, que más tarde trabajó con varios de los grandes directores de la Nouvelle Vague francesa, como François Truffaut, Louis Malle o Claude Chabrol en los años 60. 'La sirena del Mississippi', 'Une femme est une femme' o 'El ladrón de París' fueron algunos de sus filmes más destacados de esa época. Poco a poco se fue especializando en papeles de seductor y aventurero caradura, incluso de gánster, aprovechando su físico de exboxeador y su sonrisa contagiosa, en filmes como 'El Magnífico', 'Borsalino', 'El Profesional', 'El hombre de Río' o 'El clan de los marselleses'.

Foto: Jean-Paul Belmondo. (Reuters)

En estas películas destacó realizando sus propias escenas de acción, sin dobles, lo que realzó aún más el espíritu aventurero. A partir del año 2000, sus apariciones en la pantalla se van espaciando. Más después del accidente cerebrovascular de 2001. Tampoco se prodigó mucho en estos últimos años en actos públicos: en 2011 recibió la Palma de honor del Festival de Cannes. En 2013, el Festival Lumière de Lyon le dedica otro homenaje y entre el público le aplaude el mismísimo Quentin Tarantino. En 2016, el Festival de Venecia le otorgó el León de oro a toda su carrera. La última vez que trabajó frente a la cámara fue en 2009, en un corto de apenas 8 minutos: 'Allons-y! Alonzo!'. "Llevaba tiempo sintiéndose cansado", ha reconocido Godest. Cansado de una vida en la que no ha dejado nada pendiente.

"Podría decirse que en la vida he hecho todo lo que he querido". Con Jean-Paul Belmondo se va una parte fundamental del celuloide, pero también un exponente y un modelo del seductor galo, "el hombre más feo del cine francés" lo llamaban. Se va después de una vida larga (88 años) y una carrera indiscutible del que llegó en plena revolución del séptimo arte y del que ayudó, de la mano de directores como Jean-Luc Godard ('Al final de la escapada', 1960; 'Pierrot Le Fou', 1965) y Jean-Pierre Melville, a construir una nueva forma de narrar con imágenes. Con Alain Delon, la cara bonita del cine europeo de los sesenta, uno de los últimos supervivientes de su generación, configuró el imaginario de aquel cine joven, desenfadado y sin artificios, tremendamente efervescente, llamado Nouvelle Vague.