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La muerte (pop) de la Virgen: de Caravaggio a Zahara y viceversa
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La muerte (pop) de la Virgen: de Caravaggio a Zahara y viceversa

Zahara agradeció el apoyo del público tras la retirada del cartel de su concierto en Toledo por la ofensiva a la Virgen

Foto: 'La Muerte de la Virgen' y Zahara
'La Muerte de la Virgen' y Zahara

Una joven hierática con una corona contemporánea y una franja azulada sobre el pecho en la que puede leerse la palabra ‘puta’. En brazos, un infante emulando al Niño Jesús. Al fondo, un fino halo de luz que la rodea. Zahara se viste de Virgen del Siglo XXI y a algunos no les gusta.

La censura del PSOE del cartel publicitario por las presiones de Vox han provocado un hervidero de críticas en redes sociales. La ultraderecha critica la humillación de la figura santa, una ofensa a la cristiandad y una mofa para los fieles religiosos. Pero, ¿es la primera vez que una representación 'non grata' de la Virgen supone tal bombardeo de críticas, ofensas e indignaciones?

placeholder Cartel del concierto de Zahara retirado en Toledo
Cartel del concierto de Zahara retirado en Toledo

En tiempos de la Contrarreforma - surgida a partir del Concilio de Trento con la intención de atraer a la fidelidad católica contra el luteranismo protestante -, el arte supuso el mecanismo idóneo para la propagación de ideas eclesiásticas. A pesar del indivisible vínculo de las expresiones artísticas como vehículo propagandístico, la aparición de la Contrarreforma incentivó con creces el relato clerical.

placeholder Retrato de Caravaggio
Retrato de Caravaggio

Así, la pintura adoptó dicho carácter evangelizador. En un proceso de superación del manierismo y aflorando un estilo - lo que sería denominado años más tarde como Barroco - más dramático, teatral, simbólico y realista, vería la luz ‘La Muerte de la Virgen’ (1606) de Michelangelo Merisi da Caravaggio.

El abogado del Papa, Laercio Cherubini, y a propósito de condecorar la capilla de la Iglesia de Santa María de Scalla (Roma), encargó al prodigio del claroscuro retratar la Dormición de la Virgen. La Madre de Jesús no moría, solo descansaba. La propuesta, encomendada a mediados del 1601, culminó en un óleo sobre lienzo entregado cinco años más tarde entre alardeos de estupor, repulsión y espanto.

placeholder 'La Muerte de la Virgen' de Caravaggio (1606)
'La Muerte de la Virgen' de Caravaggio (1606)

El polémico pintor -acusado de homicidio en varias ocasiones- recurrió al cadáver de una prostituta aparecido en el Tíber para representar a la Virgen. La confrontación con la iconografía tradicional le costó la humillación pública y el absoluto rechazo de los carmelitas descalzos de dicha obra. Esta osadía no sorprende a los expertos en la materia. La historiadora Helen Langdon publica en su biografía de 'Caravaggio' (Edhasa, 2010) que el italiano ‘’era temido por su difícil y extraño carácter (...) alardeaba de su originalidad y se burlaba de la autoridad’’.

‘La Muerte de la Virgen’ era, cuanto menos, arriesgada. Ambientada en un entorno nocturno (contrastando con la Luz Divina) y con un foco lumínico en diagonal descansando sobre las cabezas de los asistentes a la tragedia. Los Apóstoles y María Magdalena lloran la pérdida, aunque algunas interpretaciones niegan que la mujer que reposa a las faldas de la Virgen fuera la discípula de Jesucristo. El clásico tenebrismo Caravaggesco y la representación de personajes cotidianos en esta pintura tampoco jugaron a su favor. Pero fue la dama que descansa tumbada lo que provocó el escándalo.

De mano en mano

Los rumores se apoyaban en el hinchazón de la tripa de la Virgen: la prostituta italiana debía haber muerto ahogaba en el río y, para más 'inri', el tono verdoso de los pies culminaban las sospechas. La joven mostraba un rostro desaliñado, despeinada y alejada del aura celestial atribuido a la imagen de la Virgen Santísima.

Tras el rechazo, la pintura pasaría a manos del Duque de Mantua, Vicencio Gonzaga, gracias al interés del reconocido artista flamenco, Peter Paul Rubens. El artista, capaz de percibir las cualidades técnicas de la obra, apostó por la adquisición para decorar el palacio del ducado.

'La Muerte de la Virgen' permanece en el Museo Louvre de París

Años más tarde, y tras una prolongada serie de catastróficas desdichas en cuanto a los dueños del cuadro -la ruina del ducado de Mantua y la ejecución de su siguiente posesor, Carlos I de Inglaterra-, la obra fue adquirida por Luis XIV de Francia, pasando tiempo después a la colección permanente del Louvre de París.

En ‘El Enigma de Caravaggio’ (Alba, 2013) de Peter Robb, propone otras interpretaciones en cuanto a la vulgarización de la imagen cristiana. El australiano defiende un error de traducción en los archivos de la época y establece que el rechazo de la obra se produjo por otros motivos: el hinchazón de la tripa no representaba a una mujer ahogada sino embarazada. La Virgen María preñada después de haber dado a luz a Jesús. Casi peor.

placeholder 'La Conversión de San Pablo' de Caravaggio (1601), localizado en la Iglesia Santa Maria del Popolo, en Roma
'La Conversión de San Pablo' de Caravaggio (1601), localizado en la Iglesia Santa Maria del Popolo, en Roma

Reproches, ofensas y polémicas

Si hay algo en lo que coinciden todos los biógrafos del italiano es en las trifulcas y persecuciones en las que se vio inverso. Fue acusado de asesinato, huido durante meses y un rebelde contra la autoridad. 'La Muerte de la Virgen' no fue la única creación controversial del peculiar arista.

La obra ‘La Conversión de San Pablo’ (1601) ya había generado polémica con anterioridad por situar a un caballo en la posición central de la obra, dejando así al Apóstol rendido sobre el suelo. La muerte del autor - en Porto Ecole, un pueblo costero italiano, y a causa de una infección bacteriana- supuso el olvido temporal del artista.

Langdon recalca que, entre sus contemporáneos ‘’había sido un personaje extraño, de trato difícil y temido por muchos, pero creador de un naturalismo mágico que cautivaba todas las miradas’’. Ya en el siglo XIX, el crítico John Ruskin no dudó en catalogar a Caravaggio como un retrato de lo vulgar y especializado en describir ‘’el horror, la fealdad y la suciedad del pecado’’.

La Virgen mantiene su espíritu sacro en las artes y la expresión creativa es mermada sin tapujos

La ofensa de la Iglesia agravó el declive de su reputación. En vista queda que la representación de la Virgen a los márgenes de la tradición ha sido un simbolismo condenado repetidas veces. Caravaggio desató la ira por recurrir al físico de una prostituta y Zahara escribe ‘puta’ sobre la banda que recae sobre su pecho. Ambas obras tienen tonalidades oscuras y un fino halo divino sobre sus cabezas.

La aconfesionalidad de un Estado no le exime de la ofensa: cuatro siglos después, la Virgen mantiene su espíritu sacro en las artes y la expresión creativa es mermada sin tapujos. De las mejores cosas que saben hacer los artistas destaca la de hacer lo que les dé la gana. Caravaggio hubo de esperar siglos para ser reconocido. Zahara, por el contrario, fue avalada por multitud de artistas y personajes de la industria musical tan solo un día después de la retirada del cartel del concierto.

Una joven hierática con una corona contemporánea y una franja azulada sobre el pecho en la que puede leerse la palabra ‘puta’. En brazos, un infante emulando al Niño Jesús. Al fondo, un fino halo de luz que la rodea. Zahara se viste de Virgen del Siglo XXI y a algunos no les gusta.

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