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'Rocks': hacerse mayor por narices
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'Rocks': hacerse mayor por narices

Sarah Gravron, la directora de 'Sufragistas' (2015), estrena en Filmin esta reflexión sobre hacerse mayor por necesidad con una historia que retrata las comunidades pobres de Londres

Foto: Las protagonistas de 'Rocks', de Sarah Gavron. (Filmin)
Las protagonistas de 'Rocks', de Sarah Gavron. (Filmin)

Desde la azotea del edificio en el este de Londres donde un grupo de amigas charlan, cantan y bailan, se ríen y comparten selfis. Al principio de 'Rocks', la panorámica de la ciudad parece sacada de una película de ciencia ficción. Aquellas fulgurantes torres de cristal, en efecto, no se parecen en nada al espacio urbano que a ellas les es cotidiano, compuesto de aulas multiétnicas, mercados callejeros y bloques de edificios amontonados. Y el contraste queda enfatizado en la siguiente escena de la película cuando, en una clase durante la que las chicas conversan con una docente sobre sus preferencias laborales cara al futuro, una de ellas asume con resignación que sus ambiciones convertirse en abogada son ilusorias, y que por tanto debería plantearse otras opciones profesionales. Ese arranque ejemplifica el enfoque adoptado por la británica Sarah Gavron en su tercer largometraje, que logra insuflar frescura a un género tan trillado como el drama de iniciación adolescente y que, entretanto, derrocha a la vez encanto y amargura y, sobre todo, mucha verdad.

Entre el grupo de niñas destaca Rocks (Bukky Bakray), una muchacha de origen nigeriano que al principio del metraje, al llegar a casa, se da de bruces con una nueva realidad: una nota escrita a mano la informa de que su madre, desempleada y sobrepasada por las responsabilidades, ha abandonado el hogar durante lo que prometen ser solo unos días; para Rocks y su hermano pequeño, Emmanuel, la situación no es nueva aunque, en esta ocasión, el regreso al hogar de su progenitora está más envuelto de incertidumbre que de costumbre.

placeholder Bukky Brakray, en medio del grupo protagonista de 'Rocks'. (Filmin)
Bukky Brakray, en medio del grupo protagonista de 'Rocks'. (Filmin)

A partir de ese momento, la joven emprende una odisea cotidiana durante la que intenta reunir suficiente dinero para salir adelante, esquiva a los empleados de los servicios sociales que los persiguen a ella y a su hermano por la ciudad, encuentra cobijo temporal en casa de una amiga y se ve obligada a robar, y al mismo tiempo intenta lidiar con sus responsabilidades escolares; sus amigas tratan de hacerle entender que debería enfrentarse a sus problemas y compartirlos para que otros puedan comprenderla y ayudarla, pero, como tan a menudo sucede en estos casos, Rocks inicialmente decide escapar de sus problemas. Mientras observa ese proceso de desmoronamiento, Gavron nos mantiene en todo momento al lado de su protagonista, interesada sobre todo en mostrar todo lo que la muchacha es capaz de conseguir gracias a su resolución y su ingenio y sin apenas más recursos que su precoz madurez, y en recordar lo importante que, tanto para ella como para cualquier hijo de vecino, es formar parte de una comunidad dispuesta a echar una mano.

Teniendo en cuenta el periplo de su protagonista, y la detallada exploración de vecindarios culturalmente ricos y económicamente pobres, sobre el papel ‘Rocks’ encaja en el perfil de miserabilismo social-realista tan habitual en el cine británico. Sin embargo, en la práctica es una película demasiado liviana, alegre y divertida para admitir esa etiqueta. De hecho, es una película con potencial para cautivar al público adolescente tanto como a los incondicionales de Ken Loach, básicamente porque Gavron se muestra igual de interesada en la importancia de la amistad juvenil que en las miserias del sistema, y porque las personalidades que Rocks y sus secuaces exhiben son tan distinguibles entre sí como similarmente carismáticas.

placeholder De nuevo, las protagonistas de 'Rocks'. (Filmin)
De nuevo, las protagonistas de 'Rocks'. (Filmin)

Con el fin de explicar esas cualidades, conviene recordar cómo se hizo la película. Para confeccionar su reparto, Gavron reunió a un grupo de adolescentes sin experiencia previa en el mundo de la interpretación, y durante meses trabajó con las chicas para que su realidad —sus problemas diarios, sus anécdotas, su jerga— fuera dando forma a un guion. El resultado de ese método es una historia que avanza vehiculada no a bordo de fórmulas narrativas sino de los ritmos impredecibles de la vida real, y que por tanto ofrece dosis abundantes de las alegrías y los sinsabores, las confidencias y las discusiones, los momentos de euforia lúdica y las conversaciones profundas que configuran la adolescencia, tanto la femenina como la masculina, y tanto la del lumpen de Londres como la de Tombuctú. Y, mientras lo hace, ‘Rocks’ funciona de forma particularmente seductora a modo de celebración del coraje, la sororidad y el potencial resiliente consustanciales a la juventud, y de la extraordinaria capacidad de esas cualidades para emerger incluso —o, mejor dicho, especialmente— en las circunstancias más adversas.

Foto: Charlotte Vega y Adain Bradley, en 'Wrong Turn', de Mike P. Nelson. (Selectavision)
Foto: Una imagen de 'Gomorra', de Mateo Garrone. (Karma Films)

Desde la azotea del edificio en el este de Londres donde un grupo de amigas charlan, cantan y bailan, se ríen y comparten selfis. Al principio de 'Rocks', la panorámica de la ciudad parece sacada de una película de ciencia ficción. Aquellas fulgurantes torres de cristal, en efecto, no se parecen en nada al espacio urbano que a ellas les es cotidiano, compuesto de aulas multiétnicas, mercados callejeros y bloques de edificios amontonados. Y el contraste queda enfatizado en la siguiente escena de la película cuando, en una clase durante la que las chicas conversan con una docente sobre sus preferencias laborales cara al futuro, una de ellas asume con resignación que sus ambiciones convertirse en abogada son ilusorias, y que por tanto debería plantearse otras opciones profesionales. Ese arranque ejemplifica el enfoque adoptado por la británica Sarah Gavron en su tercer largometraje, que logra insuflar frescura a un género tan trillado como el drama de iniciación adolescente y que, entretanto, derrocha a la vez encanto y amargura y, sobre todo, mucha verdad.

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