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Arde Constantinopla: Niká, la bronca deportiva que casi acaba con un emperador
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un verano griego y romano I

Arde Constantinopla: Niká, la bronca deportiva que casi acaba con un emperador

Una disputa entre hinchas contrarios de dos equipos de carreras de cuadrigas acabó en el año 532 por destruir la capital del imperio y puso en peligro al mismísimo Justiniano

Foto: Ilustración que recrea la escena de los miles de cadáveres en el hipódromo de Constantinopla tras la represión de la revuelta de Niká
Ilustración que recrea la escena de los miles de cadáveres en el hipódromo de Constantinopla tras la represión de la revuelta de Niká

Domingo 18 de enero de 532 d. C. Constantinopla arde y decenas de miles de insurrectos se han hecho fuertes en el hipódromo de la capital del Imperio Romano de Oriente que linda con el gran palacio donde un aterrado emperador Justiniano ha decidido escapar para salvar su vida. Hasta que toma la palabra Teodora, una ex actriz reconvertida ahora en emperatriz: "La huida es ahora, más que nunca, inconveniente, aunque nos reporte la salvación. Pues lo mismo que el hombre que ha llegado a la luz de la vida le es imposible no morir, también al que ha sido emperador le es insoportable convertirse en un prófugo. Que nunca me vea yo sin esta púrpura, ni esté viva el día en que no me llamen soberana. Y lo cierto es que si tú, emperador, deseas salvarte, no hay problema: tenemos muchas riquezas, y allí está el mar y aquí los barcos. Considera, no obstante, si, una vez a salvo, no te va a resultar más grato cambiar la salvación por la muerte. Lo que es a mí, me satisface el antiguo dicho: 'la púrpura imperial es una hermosa mortaja'".

Era el instante decisivo al que todos los dictadores se enfrentan en una rebelión y lo describe con una tensión dramática irresistible el gran historiador bizantino Procopio de Cesarea en 'Historia de las Guerras' (Gredos). ¿Salgo corriendo u ordeno a mis tropas que abran fuego? El emperador se inclinaba por la primera opción hasta que la emperatriz le infundió valor al asegurar que prefería morir antes que ceder el trono. A por ellos. Las tropas acantonadas en la ciudad de los generales Belisario y Mundos irrumpieron en el hipódromo por distintas puertas y cargaron contra los hombres, mujeres y niños allí congregados. La carnicería fue indescriptible y, al término, en el hipódromo y en las calles de la ciudad se amontonaban más de 30.000 cadáveres de una población de medio millón de personas, el equivalente a 400.000 muertos de la población actual de Londres. El régimen de Justiniano se había salvado pero, como en la Siria actual, a un coste terrible. Y toda aquella pesadilla había comenzado con una banal bronca deportiva.

placeholder Teodora y Justiniano I el Grande
Teodora y Justiniano I el Grande

Iniciamos con esta entrega 'Un verano griego y romano', una serie histórica en la que rescataremos hechos impactantes del mundo antiguo que, por diversos azares, no se hallan entre los más conocidos o recordados. Hechos que, además, al asemejarse en tantos aspectos a los tráfagos de la actualidad, la iluminan de formas inéditas mientras aprendemos -y disfrutamos- del pasado.

Verdes y Azules

Justiniano es bien conocido por recuperar a mediados del siglo VI gran parte de los territorios perdidos tras el fin del Imperio Romano de Occidente la centuria anterior en una fabulosa cabalgada conquistadora que llevaría a los ejércitos del conde Belisario al norte de África, Sicilia y la casi totalidad de la península italiana incluida la ya decadente pero aún imponente Roma, arrebatada a los ostrogodos. Fue una conquista fugaz que se desmoronaría en las décadas siguientes pero impresionante en cualquier caso cuyos inicios, sin embargo, fueron arduos, como hemos mostrado arriba, debido al empuje persa pero también a la bautizada, por ser el grito de los revoltosos, como revuelta 'Niká' ('victoria', en griego), originada en un ámbito imprevisto.

El equivalente romano del fútbol, como sabe todo aquel que ha visto 'Ben-Hur', eran las carreras de cuadrigas con sus aurigas superestrellas de sueldos siderales encuadrados en equipos seguidos fanáticamente por facciones de hinchas ultraviolentos y armados que habían ido creciendo hasta conformar organizaciones jerárquicas cuasi mafiosas que controlaban barrios enteros de las principales ciudades. Según cuenta Procopio, les gustaba lucir barbas montaraces, quinquis cabelleras y abundantes adornos horteras de joyería. Los más populares eran los Verdes y los Azules, enemigos irreconciliables -como Ultra Sur y Boixos Nois- que, debido a una serie de catastróficas desdichas, iban a acabar por unirse circunstancialmente para poner en riesgo al Imperio.

placeholder Carrera de cuádrigas en el Imperio romano
Carrera de cuádrigas en el Imperio romano

Ocurrió en los primeros días de 532 cuando las autoridades de Constantinopla se disponían a ahorcar a siete ultras de las cuadrigas por sus desmanes. Dos cuerdas se rompieron y un 'verde' y otro 'azul' huyeron para encontrar refugio en una iglesia cercana. Poco después volvieron las carreras y la muchedumbre aprovechó la presencia del emperador para pedirle, como era costumbre, el perdón para aquellos dos tipos. Justiniano se negó y, en respuesta, los Verdes y Azules desencadenaron una revuelta masiva. ¡Niká! Empezaban así tres días de muerte y destrucción en el que las demandas que habían empezado reclamando la liberación de los prisioneros acabaron por pedir la cabeza del emperador.

Las demandas empezaron reclamando la liberación de los prisioneros y acabaron por pedir la cabeza del emperador

El historiador irlandés Peter Heather es elocuente acerca de la gravedad de lo ocurrido en su esencial libro 'La restauración de Roma' (Crítica, 2013): "Los incendios destruyeron la iglesia del Gran Palacio, Hagia Sofía, la iglesia vecina más pequeña. Hagia Irene, la Casa del Senado, muchos de los edificios externos del palacio y varias de las galerías ceremoniales del centro de la ciudad. Una vez más, un hipotético tumulto equivalente en Londres hubiera destruido las Casas del Parlamento, la Abadía de Westminster y casi la totalidad de Whitehall hasta la Caballería Real británica y el Arco del Almirantazgo. Sería casi imposible, por lo tanto, sobreestimar el nivel de disidencia y destrucción puesto de manifiesto en la insurrección".

Masacre en el Hipódromo

Así fue como se consumó la masacre del hipódromo de Constantinopla, una de las maravillas arquitectónicas de su tiempo con capacidad para casi 50.000 personas que devino en gigantesco cementerio a cielo descubierto. La represión no terminó allí. Los dos cabecillas de la revuelta Pompeyo e Hipacio -este último fue aclamado como emperador por la multitud probablemente sin quererlo- fueron detenidos, ejecutados y arrojados al mar mientras sus bienes -y los de otros muchos senadores- serían confiscados, aunque años más tarde, en un poco habitual gesto de magnanimidad, fueron devueltos a sus familiares. Ambos eran sobrinos de Anastasio, el emperador anterior, y Justiniano había cometido el error de expulsarlos de palacio en el momento álgido de la revuelta regalándole así dos líderes a la multitud.

placeholder Reconstrucción virtual del Hipódromo de Constantinopla y del complejo palaciego anexo
Reconstrucción virtual del Hipódromo de Constantinopla y del complejo palaciego anexo

¿Cómo contextualizar la revuelta 'Niká'? ¿Es posible explicar los victoriosos años de conquista posterior de Justiniano cuando sus soldados se expandieron como una mancha de aceite por África y Europa por el hambre de éxitos de un emperador entre la espada y la pared, necesitado de éxitos tras las refriegas con Persia y después de ver su capital reducida a cenizas por la rebelión? Tal es la hipótesis que defiende el historiador Peter Heather: "Al final de aquella terrible semana Niká de enero de 532, el régimen había perdido casi todo su capital político y todo evidente consenso respecto a su gobierno. Se había sostenido sobre una punta de lanza pero esta se balanceaba. Es precisamente en ese contexto donde hemos de valorar la política de conquista occidental que en muchas de las obras históricas modernas se considera el lema central del régimen y dudar de que, según estas opiniones, el objetivo principal de Justiniano había sido siempre emprender guerras de conquista en Occidente".

Y así, una vez más, ayer como hoy, un imperialismo exterior agresivo se impuso como huida hacia adelante para un líder político abrumando por infernales retos internos.

Domingo 18 de enero de 532 d. C. Constantinopla arde y decenas de miles de insurrectos se han hecho fuertes en el hipódromo de la capital del Imperio Romano de Oriente que linda con el gran palacio donde un aterrado emperador Justiniano ha decidido escapar para salvar su vida. Hasta que toma la palabra Teodora, una ex actriz reconvertida ahora en emperatriz: "La huida es ahora, más que nunca, inconveniente, aunque nos reporte la salvación. Pues lo mismo que el hombre que ha llegado a la luz de la vida le es imposible no morir, también al que ha sido emperador le es insoportable convertirse en un prófugo. Que nunca me vea yo sin esta púrpura, ni esté viva el día en que no me llamen soberana. Y lo cierto es que si tú, emperador, deseas salvarte, no hay problema: tenemos muchas riquezas, y allí está el mar y aquí los barcos. Considera, no obstante, si, una vez a salvo, no te va a resultar más grato cambiar la salvación por la muerte. Lo que es a mí, me satisface el antiguo dicho: 'la púrpura imperial es una hermosa mortaja'".