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Esclavos, revolución y deudas: el verdadero origen histórico de los males de Haití
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HISTORIA

Esclavos, revolución y deudas: el verdadero origen histórico de los males de Haití

En 1804, los esclavos de Haití iniciaron una revolución que expulsó a los franceses. Un caso único en la historia. Pero, ¿cómo se convirtió en el país violento e inestable de hoy?

Foto: 'Combate de Vertière', del pintor haitiano Patrick Noze.
'Combate de Vertière', del pintor haitiano Patrick Noze.

El 7 de febrero de este año, Jovenel Moïse, presidente de Haití, denunció un intento de golpe de Estado para desplazarlo del Gobierno y acabar con su vida. La oposición acusó a Moïse de intentar perpetuarse en el poder -las manifestaciones en contra de su gobierno llevaban meses en la calle- retrasando un referéndum constitucional con la excusa de la pandemia y azuzando aún más el ambiente de crispación que lleva arrastrando el país más pobre de Latinoamérica desde su nacimiento hace poco más de 200 años. No fue la última intentona, porque justo cuatro meses después, el 7 de julio, una veintena de personas prorrumpió en el Palacio Nacional de Puerto Príncipe y asesinó a tiros a Moïse, un magnicidio que ha sumido al país caribeño en el caos. Una inestabilidad política y social íntimamente relacionada con la historia colonial del país, que finalizó -oficialmente- con el levantamiento frente a las tropas de Napoleón de los esclavos de lo que entonces se conocía como Saint-Domingue, en la primera y única revolución esclava exitosa de la historia, que dio lugar a la primera república negra del mundo tras su declaración de independencia en 1804.

Pero después de un nacimiento traumático, el joven país ha tenido que enfrentarse a la violencia y la corrupción internas, además del abuso por parte de aquellos que lo esclavizaron y que hipotecaron el futuro de los ciudadanos de Haití. ¿Por qué nunca se menciona el verdadero origen histórico de los males de Haití? En el prólogo 'Toussaint L'Overture. La revolución haitiana' (Akal, 2013), Jean-Bertrand Aristide, el primer presidente elegido democráticamente en la historia de Haití -un mes antes de su investidura, un ministro del dictador Jean-Claude Duvalier dio un golpe de Estado fallido-, lamenta que Toussaint Louverture, el revolucionario que encabezó la rebelión de los esclavos, fuese demasiado amable con los esclavistas, a los que "protegió en exceso". "¿Hasta qué punto se liberó Toussaint a sí mismo no sólo de la esclavitud física, sino de la esclavitud mental con respecto al sistema colonial que combatió?", se pregunta Aristide.

placeholder Otra pintura que conmemora la revolución haitiana.
Otra pintura que conmemora la revolución haitiana.

Pero, ¿a qué se refiere Aristide? Para entenderlo, hay que retrotraerse a las últimas décadas del siglo XVIII, con una Europa incendiada por la Revolución Francesa y con la decadencia de los gobiernos de ultramar de las grandes potencias colonizadoras. Alrededor de 1790, en las colonias de las Antillas y el Índico, el gobierno francés contaba con aproximadamente 700.000 esclavos, la mayor concentración de toda la América colonizada, una cifra que suponía el 3% de la población francesa en Europa; la colonia de Saint-Domingue, en solitario, sumaba más de 450.000 de ellos.

En el libro 'Capital e ideología' (Desuto, 2019), el economista francés Thomas Piketty señala que las Antillas eran "islas de esclavos propiamente dichas". "La proporción de esclavos alcanzó el 90 por ciento de la población total de Saint-Domingue a finales de la década de 1780 (o incluso el 95 por ciento si incluimos a la población de mestizos, mulatos y negros libres)".

En este contexto nace Toussaint Louverture, hijo de Gaou-Guinou, una especie de príncipe tribal nacido en la actual Benín, raptado y llevado como esclavo, al que, ya en tierras antillanas, bautizaron como Hyppolyte. Louverture nació en la plantación de Bréda en Cap-Haitian, la segunda ciudad del país. Como muestra de la poca importancia que otorgaban a los esclavos sus dueños, la fecha de nacimiento de Louverture no está clara, y se calcula entre 1739 y 1746, según varios documentos y testimonios de la época. De pequeño era tan delgado que lo apodaron 'Fatra Batton', algo así como 'Palo Inservible', pero poco a poco fue ganando poder en la hacienda y trabajó como cochero del capataz de la finca y luego como encargado del ganado. Acabó gananando su libertad, lo que no le impidió seguir considerándose como parte de la masa esclava.

placeholder 'La batalla de Vertières', de Jean-Pierre Ulrick.
'La batalla de Vertières', de Jean-Pierre Ulrick.

Alentadas por las noticias revolucionarias que llegaban del otro lado del charco, las clases oprimidas de la isla comenzaron a removerse. En 1790, Vincent Ogé, un aristócrata mestizo inició una pequeña revuelta en la ciudad de Cap-Haitien, al norte del país, limitada a la casta de mestizos libres -una casta medianamente privilegiada-, y que no contempló los derechos de los esclavos. Pero las ansias de libertad son contagiosas y en 1971, en la región de Bois Caïman, la principal productora de azúcar de la zona, los primeros esclavos se rebelaron contra sus amos. Los franceses pensaron que podían sofocar los focos insurrectos disminuyendo la carga de trabajo de los esclavos y tuvieron la afortunada idea de... traer más esclavos a las islas. Estos últimos pensaron de manera muy diferente. "Para erradicar el problema colonial los esclavos comenzaron por reducir a cenizas las plantaciones -el instrumento del sistema esclavista- y luchar valerosamente contra los amos coloniales", explica Aristide, "El enfoque de Toussaint era menos radical. Su primera elección no incluía ni el fuego ni el rechazo a todos los blancos". Aristide critica del revolucionario es que siempre se movió en aguas templadas, respetando -e incluso salvando de algún apuro- a los amos que lo habían esclavizado. El lema de 'Louverture fue: "Quiero que en Saint-Domingue reinen la libertad y la igualdad. Trabajo para traerlas. Uníos a nosotros, hermanos, y combatid con nosotros por la misma causa".

Todo esto ocurrió mientras el Caribe estaba en llamas con las guerras entre España, Francia e Inglaterra encendiéndose cada dos por tres y con propuestas para la abolición de la esclavitud recorriendo Europa. La principal fuente económica de los colonizadores era la producción esclavista y Saint-Domingue era conocida como 'La perla de las Antillas', porque producía casi la mitad del café y el azúcar consumido por Europa y las Américas -además de algodón, índigo y ganado-, lo que generaba aproximadamente 2/5 del comercio exterior francés, "una proporción rara vez igualada en ningún imperio colonial", según el ensayo ' The Modern Caribbean' (1989).

Napoleón, que según Aristide dijo "No descansaré hasta haberles bajado los humos a todos los negros de las colonias", tuvo que envainársela, ya que al final la masa enfurecida se hizo con el control de las plantaciones y logró derrotar a un ejército profesional que acabó mermado por los esclavos insurrectos. "El caso de Haití es emblemático, no sólo porque se trata de la primera abolición de la esclavitud en la era moderna, tras una victoriosa revuelta de esclavos, y la primera independencia obtenida de una potencia europea por parte de una población negra, sino también porque este episodio derivó en una gigantesca deuda pública que contribuyó a lastrar el desarrollo de Haití en los dos siglos siguientes", apunta Piketty. El nuevo Estado haitiano tuvo que compensar a los amos esclavistas por las tierras liberadas, por lo que hubieron de pedir préstamos abusivos a bancos privados franceses para hacer frente a los pagos.

placeholder Retrato de Toussaint Louverture pintado por Alexandre-François-Louis, conde de Girardin, 1804-1805.
Retrato de Toussaint Louverture pintado por Alexandre-François-Louis, conde de Girardin, 1804-1805.

"Si Francia terminó reconociendo la independencia del país en 1825 y puso fin a sus amenazas de invadir la isla fue únicamente porque Carlos X había logrado que el gobierno haitiano aceptase contraer con Francia una deuda de 150 millones de francos de oro, con la finalidad de compensar a los dueños de esclavos por la pérdida de sus propiedades. El gobierno de Puerto Príncipe no tenía otra opción, dada la evidente superioridad militar de Francia, el embargo impuesto por la flota francesa a la espera de llegar a un acuerdo y el riesgo real de ocupación de la isla", escribe Piketty. En una entrevista con 'El País', Piketty recuerda que "en 1825 Francia hizo pagar a Haití el 300% de su PIB, con intereses enormes, por el precio de su libertad, y Haití lo arrastró hasta los años cincuenta del siglo XX", lo que serían hoy alrededor de 42 millones de dólares, muy poco para cualquier economía europea, pero mucho para un Estado con un PIB de 14,33 millones de dólares, unos 12 millones de euros (el PIB de España es de 1.393 billones de dólares).

La revolución -cuyo momento álgido fue la batalla de Vertières en 1803- acabó con Louverture encerrado en el Fuerte de Joux, al este de Francia, donde murió; con un bloqueo comercial -las economías europeas no quisieron comerciar con el pueblo insurrecto-, con lo que el país tuvo que volver a una economía de supervivencia, y con una deuda abismal que obligaron a pagar en cinco años. A su paupérrima situación económica hubo que añadir una sucesión de líderes autoritarios y megalómanos y un sinfín de intentos de golpe de Estado: el sucesor de Louuverture, Jean Jacques Dessalines, se hizo proclamar emperador en 1804 con el nombre de Jacques I, pero murió asesinado en 1806 por sus colaboradores, entre los que se encontraba Henri Christophe, que se coronó como Henri I, y que se suicidó con una bala de oro, lo que volvió a inflamar una revolución que linchó a su hijo, el delfín Víctor Enrique.

A partir de ahí, los gobiernos que se sucedieron fueron los de "presidentes vitalicios" -eufemismo de dictadores-, hasta la llegada al poder de Aristide, un sacerdote salesiano reconvertido en político que abrió un periodo de estabilidad y desarrollo económico que derivó posteriormente en el control de juntas militares, más golpes de Estado (en 2004, contra Aristide) y crisis económicas que no parecen tener fin.

El 7 de febrero de este año, Jovenel Moïse, presidente de Haití, denunció un intento de golpe de Estado para desplazarlo del Gobierno y acabar con su vida. La oposición acusó a Moïse de intentar perpetuarse en el poder -las manifestaciones en contra de su gobierno llevaban meses en la calle- retrasando un referéndum constitucional con la excusa de la pandemia y azuzando aún más el ambiente de crispación que lleva arrastrando el país más pobre de Latinoamérica desde su nacimiento hace poco más de 200 años. No fue la última intentona, porque justo cuatro meses después, el 7 de julio, una veintena de personas prorrumpió en el Palacio Nacional de Puerto Príncipe y asesinó a tiros a Moïse, un magnicidio que ha sumido al país caribeño en el caos. Una inestabilidad política y social íntimamente relacionada con la historia colonial del país, que finalizó -oficialmente- con el levantamiento frente a las tropas de Napoleón de los esclavos de lo que entonces se conocía como Saint-Domingue, en la primera y única revolución esclava exitosa de la historia, que dio lugar a la primera república negra del mundo tras su declaración de independencia en 1804.

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