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Val Del Omar: la segunda vida de un genio loco olvidado
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CINE E HISTORIA

Val Del Omar: la segunda vida de un genio loco olvidado

La Mostra de Cine Periférico de A Coruña ha programado una retrospectiva de la obra del granadino que dará la vuelta al mundo

Foto: José Val del Omar en su laboratorio en una imagen de archivo.
José Val del Omar en su laboratorio en una imagen de archivo.

De genio, incomprendido. José Val del Omar vivió y murió prácticamente en el anonimato y sin holgura, a pesar de haber ganado la Mención Especial del Festival de Cannes a los logros técnicos el mismo año en el que Buñuel se llevó la Palma de Oro por 'Viridiana' (1961). Hombre de vanguardia, una figura a caballo entre el poeta, el filósofo y el científico loco, cineasta experimental al que algunos encuadran como el nombre perdido de la Generación del 27 y que ha sido revalorizado en los últimos años con varias retrospectivas, entre ellas las exposiciones dedicadas a su obra en el Museo Reina Sofía, la última de mano del Niño de Elche a partir de su Auto Sacramental Invisible (1949).

Como cineasta, revolucionó la forma de aproximarse a las imágenes en una España falta de autoestima y de medios con su tríptico 'Aguaespejo granadino' (1955) -seleccionada en Berlinale-, 'Fuego en Castilla' (1960) y 'Acariño galaico' (1995), film que no acabó de montar y que mucho después de su muerte en 1982 fue reconstruido por Javier Codesal a partir de las notas que dejó el autor. Como inventor, patentó experimentos como el sonido diafónico -en la película, el sonido llegaría desde la pantalla, por un lado, y desde el fondo trasero de la sala, por otro, para mezclarse así en el patio de butacas-, la tactilvisión o el Bi-Standard -un sistema para ahorrar celuloide porque utilizaba el espacio de separación entre fotograma y fotograma-. Él a sí mismo se bautizó con el título de "cinemista", un híbrido entre cineasta y alquimista.

¿Cómo acaba un granadino nacido en la España de 1904, hijo de padres divorciados -fue un escándalo en la época-, siendo uno de los cineastas experimentales más importantes de la historia del cine y habiendo influido a iconos del género como Marie Menken o Kenneth Anger? ¿Cómo trabajaba en su laboratorio? ¿Cómo ideaba sus películas? Con motivo del programa que le ha dedicado la Mostra de Cine Periférico de A Coruña (del 28 de mayo al 6 de junio), su colaborador más estrecho y marido de su hija María José, Gonzalo Sáenz de Buruaga, ha hablado con El Confidencial de la obra del cineasta. "Val del Omar era un hombre que trabajaba de manera muy convulsa, casi como un enajenado. Lo hacía todo él mismo. Desde la idea poética o musical -el sonido en Val del Omar es muy importante- hasta la elaboración de las tecnologías y las técnicas que elaboraba para poder expresar la que quería", explica Sáenz de Buruaga.

"En ‘Aguaespejo granadino’ implementó la diafonía, por ejemplo, que es un experimento importantísimo que supera a la estereofonía. Buscaba que el espectador dialogase con lo que estaba viendo. A favor o en contra, pero que dialogase". Val del Omar quería, como Bertolt Brecht, un espectador activo. En ‘Fuego en Castilla’ desarrolló la tactilvisión, que va mucho más allá del relieve, que intentaba que el espectador pudiese palpar las imágenes, porque para Val del Omar la mirada no era suficiente. El tacto es un sentido que en Occidente está un poco olvidado, pero pensemos en los niños cómo aprenden palpándolo todo. ‘Fuego en Castilla’ es, probablemente, su película más compleja".

placeholder Reproducción del laboratorio PLAT de Val del Omar. (Archivo María José del Val y Gonzalo Sáenz de Buruaga)
Reproducción del laboratorio PLAT de Val del Omar. (Archivo María José del Val y Gonzalo Sáenz de Buruaga)

"Cuando estas vanguardias estaban naciendo, José Val del Omar viajó a Paris, en 1921, en donde es probable que pudiese conocer algunas de sus manifestaciones, ignoradas en España por la carencia de cineclubs o locales especializados. De manera que Paris debe situarse como una referencia significativa en la carrera del realizador, que se agregaba así a la importante nómina de cineastas españoles moldeados por la modernidad y el cosmopolitismo del Paris de principios de siglo, como Segundo de Chomón, Luis Buñuel, Benito Perojo, Santiago Ontañón y Joan Castanyer", cuenta Román Gubern sobre el "cinemista". El Barrio Latino le abrió la mente y la curiosidad, y el Barrio Latino, las puertas del cine, con lo que a su vuelta a España decidió, con 100.000 pesetas que le dio su abuela -una gran cantidad para la época-, rodar su primera película. "Su primer trabajo fue convencional, con actores y demás, con hilo narrativo. Pero no le gustó nada y la destruyó. No queda ni rastro".

"Después, como Don Quijote, se fue a Las Alpujarras a pensar en su obra y en sí mismo, y de allí sale renovado y comienza a acercarse a los círculos culturales de Madrid", prosigue Sáenz de Buruaga. "En el año 28 publicó en la revista ‘La pantalla’ sus primeras investigaciones sobre los aspectos técnicos del cine que eran totalmente originales. Ideó la pantalla cóncava, el sonido diafónico -en vez de estereofónico- y el zoom, al que llamaba ‘objetivo de ángulo variable’. Inventó el zoom a finales de los años 20. El invento del zoom fue el resultado de una concepción humanista, más que técnica, porque como buen granadino estaba fascinado por la Alhambra y quería acercar a la gente del Albaicín, que ahora es un barrio turístico, pero que en aquel momento era una zona paupérrima, donde vivía la gente más pobre de una ciudad pobre como Granada. Con su cámara quiso acercarlos al palacio nazarí. Y ahí inventó, en el año 30 ó 31, el ‘objetivo de ángulo variable’. En el año 34, en el documental ‘Fiestas profanas/ fiestas cristianas’, hay una escena en un molino del Campo de Cartagena donde lo utiliza al tiempo que los molinos mueven las aspas".

placeholder El antiguo laboratorio PLAT de Val del Omar.
El antiguo laboratorio PLAT de Val del Omar.

Val del Omar intentó introducir estas invenciones en la industria española, pero nadie vio las posibilidades de su tecnología y nadie apostó por ella. Pasaba los días encerrado en su laboratorio, pero era su hija María José, que trabajó en las producciones de Samuel Bronston en España, la que se encargó de la estabilidad económica y material de su padre, cuyos trabajos apenas generaban ingresos. "Todas sus iniciativas fracasaban. Su laboratorio, también. Cuando él se marchó de la Escuela Oficial de Cine donó su laboratorio a la Escuela, y el director lo tiró como si fuese basura", lamenta Sáenz de Buruaga. Consiguió montar otro laboratorio más tarde, el PLAT (Picto-Lumínica-Audio-Táctil) en la madrileña calle Isla de Arosa. donde siguió experimentando.

"A empresarios cinematográficos de la categoría de Benito Perojo les ofreció algunas de sus inventos, como el Bi-Standard -que básicamente consistía en la redistribución de la imagen y el sonido en la cinta de 35 mm para el ahorro de material y proceso de revelado-, pero sólo les interesaba saber si aquello se utilizaba o no en Francia. 'No, no, esto lo he patentado yo, en Francia todavía no está', les decía", recuerda Sáenz de Buruaga. '“Si no está en Francia cómo lo vamos a hacer aquí', le contestaban, siempre con esos complejos de inferioridad o, más bien, con esa inferioridad sin complejos. Nadie se atrevía a innovar. La influencia de la Iglesia en España ha sido nefasta y frustrante. Todo el mundo que ha querido hacer algo en España ha tenido que sortear a la Iglesia y a un Estado muy influido por la Iglesia. Para algunos, nacer en España fue una maldición. En España hay dos tipos de exiliados: los exteriores y los interiores. Y Val del Omar fue un exiliado interior".

A pesar del ostracismo que sufrió en España, Val del Omar siempre estuvo conectado con el folclore y el rito. En sus películas hay una búsqueda de la identidad española (o las identidades) a través de los símbolos. Vírgenes, santos y cruces; la Alhambra, los primeros turistas que llegaban a España en el deshielo tardofranquista. "Val del Omar no renegó de sus raíces, sino que fue un gran investigador del folclore. Él admiraba mucho a García Lorca. Pero no sólo a Federico, sino también y sobre todo a Francisco. Pero también del Siglo de Oro español. Y estaba muy influenciado por El Greco, Zurbarán… y San Juan de la Cruz, como poeta místico heterodoxo. Precisamente de ese misticismo nació la ‘mecamística’", que fue como llamó él al intento de llegar más allá del alma humana a través de su tecnología y las imágenes que ésta registraba y reproducía.

Val del Omar murió en agosto de1982 sin el reconocimiento merecido. "Después de haber llevado, con Manuel B. Cossío, Luis Cernuda, Rafael Dieste y otros muchos poetas e intelectuales de las Misiones Pedagógicas de la II República, el Museo, Ambulante por los pueblos de España; después de desarrollar,durante más de medio siglo las más, importantes investigaciones audiovisuales que se. han hecho en España (y una dé las primeras del mundo); después de haber,cantado, incesantemente, al agua de Granada, al fuego de Castilla, al barro de Galicia, al aire de Iberia, mi padre, José Val del Omar, ha mordido el polvo y el caos de Madrid", escribió su hija el obituario de 'El País'.

De genio, incomprendido. José Val del Omar vivió y murió prácticamente en el anonimato y sin holgura, a pesar de haber ganado la Mención Especial del Festival de Cannes a los logros técnicos el mismo año en el que Buñuel se llevó la Palma de Oro por 'Viridiana' (1961). Hombre de vanguardia, una figura a caballo entre el poeta, el filósofo y el científico loco, cineasta experimental al que algunos encuadran como el nombre perdido de la Generación del 27 y que ha sido revalorizado en los últimos años con varias retrospectivas, entre ellas las exposiciones dedicadas a su obra en el Museo Reina Sofía, la última de mano del Niño de Elche a partir de su Auto Sacramental Invisible (1949).

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