Es noticia
Vaginas, monos y pájaros: Ida Applebroog irrumpe en el Reina Sofía
  1. Cultura
arte

Vaginas, monos y pájaros: Ida Applebroog irrumpe en el Reina Sofía

La pinacoteca expone por primera vez a esta artista estadounidense famosa por su crítica al heteropatriarcado y su indagación en la identidad femenina

Foto: Exposición 'marginalias' de la artista estadounidense Ida Applebroog en el museo Reina Sofía (EFE)
Exposición 'marginalias' de la artista estadounidense Ida Applebroog en el museo Reina Sofía (EFE)

Lo más probable es que al gran público el nombre de la artista Ida Applebroog no le suene de nada. Su presentación en España es de todo menos convencional: si acude estos días al museo Reina Sofía de Madrid se va a topar con ‘Monalisa’, una instalación de madera llena de decenas de dibujos sobre su vulva. Los creó la artista después de una temporada en el infierno de la depresión a finales de los sesenta. También aparecen por ahí monos y pájaros a los que ha llamado ‘angry birds’. Y figuras humanas grotescas. Es el mundo de esta artista estadounidense que ya va para los 93 años de edad, que no ha dejado de dibujar ni un solo día y que se presenta por primera vez en nuestro país con ‘Marginalias’, una enorme muestra -de más de 200 cuadros y ocho instalaciones- en la pinacoteca madrileña.

Applebroog, de apellido real Appelbaum, nació en 1929 en el Bronx de Nueva York dentro de una familia judía ultraortodoxa. Pero su vida pronto iría por otros derroteros. Le gustaba dibujar y se apuntó al Instituto de las Artes y Ciencias Aplicadas del Estado de Nueva York. Lo combinó con trabajos en una agencia de publicidad, donde, relató, ella era la única mujer. Eran los años cincuenta: ahí estaba el universo que tan bien retrató la serie 'Mad Men'. Esa fue, a su vez, la espita para configurar el arte que ella deseaba hacer: dotar a sus cuadros e instalaciones de una perspectiva feminista acentuando la identidad femenina.

placeholder Detalle de 'Monalisa' (PAULA CORROTO)
Detalle de 'Monalisa' (PAULA CORROTO)

“Crítica de forma abierta la sociedad patriarcal, sin embargo lo plantea como un síntoma más de una disfuncionalidad global, en el que todos somos títeres”, resume Soledad Liaño, comisaria de esta exposición. “Su obra es muy personal, pero también es una artista comprometida con su tiempo”, añade a su vez el director del museo, Manuel Borja-Villel.

Depresión y feminismo

La muestra es una panorámica biográfica que aborda los momentos más estelares de esta artista. Y en toda la obra, en la que hay acuarelas, dibujos, pinturas, esculturas, libros de artista, instalaciones, se pueden observar los temas que siempre le han obsesionado: el heteropatriarcado, la falta de definición entre lo privado y lo público, la insensibilización hacia el dolor ajeno o los excesos de la medicina.

Tras su paso por el Instituto de Nueva York, Applebroog recaló en Chicago donde permaneció doce años y donde se afianzó como artista y una pionera del feminismo en el mundo del arte. Sin embargo, tras este periodo muy fértil llegarían los peores años para ella: cayó en una depresión acompañada de una crisis nerviosa y tuvo que estar ingresada en el Hospital Mercy de San Diego. En la exposición se pueden ver los dibujos que realizó en esta época a modo de terapia y que reflejan una indagación en su cuerpo -muchas veces son vaginas- y su identidad. Estos dibujos estuvieron guardados en un cajón durante varias décadas. También fue en esta época cuando cambió su apellido de casada Horowitz— por Applebroog, como parte de ese proceso de resignificación de su yo.

placeholder Parte de la obra de Ida Applebroog (Paula Corroto)
Parte de la obra de Ida Applebroog (Paula Corroto)

En los años sesenta la artista apoyó con fuerza el activismo feminista, que se convertiría en uno de los ejes fundamentales de la práctica artística de la década de 1970. De regreso a Nueva York, donde hoy todavía reside, en 1976 se asoció y participó de forma activa —junto a Mimi Shapiro, Lucy Lippard o Mary Miss, entre otras— en el colectivo feminista Heresies (posteriormente, en 1992, se uniría al Women’s Action Coalition (WAC).

Teatro, monos y pájaros

La exposición abunda en la pasión que Applebroog siente por el teatro, sobre todo por el absurdo de Beckett, ya que comparte con él esa herramienta y la del humor y la ironía. Se pueden ver los Performance Books, tres series de libros de artista publicados entre 1977 y 1981: Galileo, Dyspepsia y Blue Books, llenos de viñetas que se repiten aparentemente sin sentido.

En los ochenta y noventa al artista fue abandonando la escala más intimista para trabajar con papel y lienzos de formato mayores, como ‘Everything Is Fine’ (1990-1993), 'Variations on Emetic Fields' (1990) o 'Tattle Tales' (1992-1994), que pueden ser entendidos como obras individuales pero también como grandes instalaciones. En el primero aparecen grandes monos por toda la sala. Son piezas que Applebroog utilizó para criticar los abusos cometidos en la investigación contra el VIH y el ébola; también se pueden ver otras instalaciones como los personajes solitarios, presentados a ras del suelo en clave grotesca, con el objetivo de criticar "la sociedad enferma y disfuncional contemporánea".

placeholder Lienzos de gran formato de Applebroog (Paula Corroto)
Lienzos de gran formato de Applebroog (Paula Corroto)

En este mismo sentido es muy llamativa una pieza compuesta a partir de un conjunto de sillas y que recrean una sala de espera de un hospital. La artista denuncia con esta instalación la excesiva medicalización de nuestra sociedad.

Y, de ahí, en medio de varios lienzos de gran tamaño se llega a la última sala, en la que solo falta el piar de los pájaros. Todas las paredes están cubiertas de coloridos pájaros tomando como punto de partida una de las obras claves de la ornitología estadounidense, ‘Birds of America’, del siglo XIX. Sin embargo, no todo es belleza, puesto que hay aves que también aparecen muertas, como una muestra de la violencia con la que habitamos. Son creaciones que Applebroog comenzó a concebir en 2016 con la llegada de Donald Trump al poder por lo que se desliza una sutil crítica al periodo trumpista.

Applebroog es una gran desconocida en nuestro país, pero no así en el mundo del arte. Ha participado en las bienales más prestigiosas (como Documenta 8 y Documenta 12) y expone en los museos de arte contemporáneo más importantes. Es un buen momento para darle una oportunidad. Hasta el 27 de septiembre.

Lo más probable es que al gran público el nombre de la artista Ida Applebroog no le suene de nada. Su presentación en España es de todo menos convencional: si acude estos días al museo Reina Sofía de Madrid se va a topar con ‘Monalisa’, una instalación de madera llena de decenas de dibujos sobre su vulva. Los creó la artista después de una temporada en el infierno de la depresión a finales de los sesenta. También aparecen por ahí monos y pájaros a los que ha llamado ‘angry birds’. Y figuras humanas grotescas. Es el mundo de esta artista estadounidense que ya va para los 93 años de edad, que no ha dejado de dibujar ni un solo día y que se presenta por primera vez en nuestro país con ‘Marginalias’, una enorme muestra -de más de 200 cuadros y ocho instalaciones- en la pinacoteca madrileña.