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Más de un año sin ingresos: guías turísticos, el gremio cultural más olvidado
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Más de un año sin ingresos: guías turísticos, el gremio cultural más olvidado

Se quedaron sin viajes y no han recibido ninguna ayuda ni por parte del Gobierno central ni de las comunidades autónomas. Porque el turismo no es sol, playa y borrachera

Foto: La guía Susana Bernal en Pisa, antes de la pandemia
La guía Susana Bernal en Pisa, antes de la pandemia

El 9 de marzo de 2020, Hugo Romero se encontraba en Sicilia como guía de un grupo de turistas de Pamplona. Se habían decidido a hacer el viaje porque, pese a algunas noticias preocupantes, la visión española sobre el coronavirus todavía no era tan aterradora. Cuando llegaron a Italia, vieron que estaba casi todo cerrado, apenas había nadie en la calle y la televisión iba contando los muertos que ya caían en las regiones del norte. La realidad se les echó encima. Esa misma noche, el gobierno italiano declaró el estado de alarma. “Busqué un vuelo enseguida y tomamos el último que salía de Palermo. Ahí supe que en los próximos meses mi trabajo habría desaparecido”, cuenta Romero a El Confidencial. Lo que no esperaba es que se fuera a quedar sin trabajo durante más de un año y, además, sin ningún tipo de ayuda económica.

Tal es la situación que viven ahora guías como Patricia Blaci, que trabajó durante 25 años haciendo tours para españoles en Venecia y a quien la mala suerte le hizo mudarse a Valencia solo diez días antes del estado de alarma. “Me quedé encerrada en una casa y en una ciudad desconocidas, sin amigos y sin recibir nada porque no había cotizado en España. Llegué con viajes ya cerrados, pero no los pude hacer. Llevo un año sobreviviendo y todavía no sé cómo he logrado llegar hasta aquí”, explica con pesadumbre.

"El 9 de marzo de 2020 tomamos el último vuelo que salía de Palermo. Supe que en los próximos meses mi trabajo habría desaparecido"

O Lola López Bravo, especialista en Escandinavia, que regresó de Laponia a Madrid el 7 de enero de 2020 y tras participar en algunos congresos, “no he vuelto a trabajar. Mientras la gente no pueda salir yo no voy a tener trabajo. Es desesperante porque no tengo ninguna ayuda, tengo un hijo…”, asegura. Y los ahorros se esfuman.

Sin bolos... como los artistas

Casos como el de López Bravo, Blaci o Romero -con más de 20 años dedicado a la profesión- son solo ejemplos de un gremio que ha caído en el olvido de todos, tanto del Gobierno central como las comunidades autónomas, que no han desarrollado ningún tipo de mecanismo que les haya podido aliviar este año, más allá de, en la mayoría de los casos, dejar de pagar la cuota de autónomos o cobrar el paro (quien tuviera). Para estos trabajadores no ha existido ERTE que valga. “Nosotros somos trabajadores autónomos o tenemos contratos a tiempo parcial o por obra o fijos discontinuos", sostiene Romero. Por eso, es difícil cuantificar las personas que se dedican a este oficio. Muchos de ellos también se dedican a la docencia, la traducción y al trabajo en las oficinas de las agencias de viaje. En términos generales, unas mil personas trabajan para touroperadores "y otras mil de autónomos y guías en empresas pequeñas", remarca este guía.

"Y este año, al no haber viajes ni nada, ha habido una desaparición casi completa de los ingresos. Tengo compañeros que con más de 40 años han vuelto a casa de sus padres. En mi caso también hago traducciones y este invierno he hecho algunas más así que eso me ha permitido mantener unos ingresos aunque muy reducidos”, comenta. “No se está haciendo nada. Yo creo que se debería crear una figura del guía turístico con epígrafes específicos, es decir, la figura profesional, con una regulación y reconocimiento. Estamos pensando en asociarnos para reivindicar nuestro trabajo”, apunta López Bravo. De hecho, ya se han movido al respecto y hay más de 500 trabajadores interesados.

"Tengo compañeros que con más de 40 años han vuelto a casa de sus padres"

Sus circunstancias son parecidas a las de los músicos y otros artistas que dependen de los bolos. Pero mientras en estos casos ha habido esfuerzos para que las salas no cerraran o se abrieran los teatros, “lo que hay que tener en cuenta es que los trabajadores son el alma de estos negocios y sin ellos… Es decir, está muy bien que la sala no cierre, pero si cuando esto termine no hay músicos porque se han tenido que buscar la vida con otros trabajos… Pues igual nosotros. Está bien las ayudas a los touroperadores, pero igual no va a haber tantos guías cuando esto acabe porque nadie quiere seguir exponiéndose a esa sensación de precariedad”, recuerda Romero.

placeholder Hugo Romero en Erice (Sicilia), antes de la pandemia
Hugo Romero en Erice (Sicilia), antes de la pandemia

Una solución para estos profesionales podría haber sido trabajar como guía local ante los cierres perimetrales, pero rápidamente desestimaron la opción: no hay hueco para tanto guía. “Aquí en Madrid ya estaban los de Madrid. Si los que trabajamos fuera también queremos hacerlo aquí… imposible. Y luego seguimos con el problema de los freetours, que se han saltado todas las restricciones y cuando no se podía ir más de seis personas, ellos estaban en la Plaza Mayor con 10-15 personas dando paseos. Es un poco indignante. Es gente que no tiene carné de guía ni habilitación ni nada”, se lamenta López Bravo.

Turismo cultural, no de borrachera

Aparte de su situación precarizada por la pandemia, a estos trabajadores también les ha dolido que durante todo este tiempo siempre que se hablara de turismo y volver a abrir las fronteras en el imaginario colectivo -y en el político- estuviera el sol, la playa, los guiris tostados por el sol y las cañas de cerveza. “En España tenemos un patrimonio que es muy superior al de otros países europeos, pero tradicionalmente cuando hablamos del turismo pensamos enseguida en eso de la borrachera. Y no es así. Además, hay que tener en cuenta el papel que ha jugado el tour cultural organizado en la sociedad española”, defiende Romero que durante años ha trabajado con asociaciones de la tercera edad “y nuestro trabajo tiene un papel esencial para enseñar otros modos de vida, lugares y culturas a personas que a lo mejor habían llegado a los 60, 70 años sin ir nunca al extranjero”.

placeholder La imagen clásica del turismo en España. Aquí en Girona esta semana santa. (EFE)
La imagen clásica del turismo en España. Aquí en Girona esta semana santa. (EFE)

Lo ven ahora cuando está a punto de expirar el estado de alarma con imágenes centradas en playas y terrazas. “En este país se confunde mucho el turismo de sol y playa con la actividad que hacemos nosotros. Cuando se llenen los hoteles de sol y playa va a dar trabajo al sector de los hoteles y la restauración, pero a nosotros como guías… Es gente que viene a tomar el sol, que me parece muy bien, pero a nosotros no nos afecta”, sostiene López Bravo.

“En España tenemos gran patrimonio, pero cuando hablamos del turismo pensamos enseguida en eso de la borrachera"

Esa es una de las críticas. La otra tiene que ver con los que siempre están demonizando al turismo. Los que, dicen, escriben las pintadas de “turistas go home” o solo pasan por su mente las empresas de apartamentos vacacionales. Aquellos a quienes irritan las riadas de japoneses tras un paraguas. “A mucha gente que le molesta eso luego se va de vacaciones a alguna parte también. En esa crítica hay algo de postura privilegiada, porque mucha gente que lo desprecia tiene una posición… Habla idiomas, se puede permitir viajar solo sin necesidad de un guía y de que le reserven los hoteles y restaurantes, pero hay mucha gente que no se puede ir al extranjero de esa manera”, manifiesta Romero.

placeholder Concentración de guías turísticos en Sevilla el año pasado. (EFE)
Concentración de guías turísticos en Sevilla el año pasado. (EFE)

José Ramón García, que lleva más de 20 años trabajando con grupos de hispanoparlantes en Escocia, donde tiene su empresa ‘Excursiones por Escocia’, reconoce que no tiene nada que ver cómo se trata al turismo cultural en Reino Unido y en España. “Son mundos completamente diferentes. Allí en algunas ocasiones hay cuatro piedras, pero te ponen un centro de visitantes, un centro de interpretación, un parking y es otra cosa. Y el Scottish National Trust, el departamento de Turismo escocés, es una institución. Y vas a unas ruinas en medio del monte y un día a la semana te encuentras a un señor con su kilt recogiendo los papelitos que pueda haber y que esté todo limpio. Comparado con España le sacan mucho partido a todo”, explica. Aquí seguimos hablando de cañas… y de que son cuatro piedras que no sirven para nada.

El pasaporte covid, imprescindible

Pese a que en los últimos días se percibe cierto entusiasmo porque todo vuelva a la cuasi normalidad, el gremio de los guías turísticos no ve el futuro con demasiado optimismo. Después del olvido de todo este año, más bien con ninguno. Lo fían todo a la vacunación, aunque lamentan que no hayan sido incluidos en los grupos de riesgo. “Y yo sin estar vacunada no voy a poder irme con ningún grupo de viaje”, se queja Blaci. En su caso, además, reconocen que el llamado pasaporte covid es imprescindible. “A medida que una persona esté vacunada debe poder viajar”, recalca Romero.

Lo fían todo a la vacunación, aunque lamentan que no hayan sido incluidos en los grupos de riesgo

También creen que en los planes de recuperación deberían ser tratados más como cultura y menos como un sector industrial. “Me parece muy bien que haya ayudas para hoteles y restaurantes de la costa, pero si por ejemplo hay un bono cultural sería esencial que una visita guiada o un recorrido histórico forme parte de las actividades que puede cubrir ese bono”, propone este guía.

Mientras tanto, López Bravo se resigna a dar este verano por perdido: “Si empieza a viajar la gente mayor cuando ya esté vacunada…, pero creo que queda todavía mucho hasta que la gente empiece a viajar en grupo… Igual hay algo más de libertad que el año pasado dentro del país, pero poco más”. Romero, por su parte, quiere ver algo de luz al final del túnel: “Si no hay variantes extrañas, en algún momento de este verano empezaremos a ver un cambio y a finales de este año el cambio será más contundente”. Todos lo estamos deseando.

El 9 de marzo de 2020, Hugo Romero se encontraba en Sicilia como guía de un grupo de turistas de Pamplona. Se habían decidido a hacer el viaje porque, pese a algunas noticias preocupantes, la visión española sobre el coronavirus todavía no era tan aterradora. Cuando llegaron a Italia, vieron que estaba casi todo cerrado, apenas había nadie en la calle y la televisión iba contando los muertos que ya caían en las regiones del norte. La realidad se les echó encima. Esa misma noche, el gobierno italiano declaró el estado de alarma. “Busqué un vuelo enseguida y tomamos el último que salía de Palermo. Ahí supe que en los próximos meses mi trabajo habría desaparecido”, cuenta Romero a El Confidencial. Lo que no esperaba es que se fuera a quedar sin trabajo durante más de un año y, además, sin ningún tipo de ayuda económica.

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