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Nicolas Winding Refn, el hombre que timó a Amazon para destruir el sistema
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ENTREVISTA

Nicolas Winding Refn, el hombre que timó a Amazon para destruir el sistema

El cineasta danés que se la coló a la gran multinacional es uno de los invitados estrella del BCN Film Festival que tiene lugar del 15 al 23 de abril en Barcelona

Foto: Nicolas Winding Refn en una foto de archivo. (Reuters)
Nicolas Winding Refn en una foto de archivo. (Reuters)

Dice Nicolas Winding Refn que el éxito de un cineasta reside en despertar en el espectador emociones extremas. Ya sea un odio visceral o una fascinación devota, ambas opciones representan el triunfo. Según su propio baremo, Winding Refn es el director de más éxito del cine actual. Su última serie, 'Too Old To Die Young', condensa en 10 capítulos todas las señas de identidad de su arte. La gran mayoría preferiría arrancarse las uñas con tenazas a enfrentarse a las 13 horas de silencios infinitos, frases átonas y encuadres hipnóticos e hiperestilizados. Los sadomasoquistas besamos el suelo que pisa. El director danés, que estrenará en mayo o junio —todavía no hay fecha concreta— su 'Valhalla Rising' (2009), inédita en España, es una de las estrellas invitadas del BCN Film Fest, que se celebra del 15 al 23 de abril en Barcelona. Dentro de su filmografía, en 'Valhalla Rising' se sitúa el punto de inflexión de su manera de entender el cine, entre el realismo sucio de la trilogía 'Pusher' y el esteticismo inmersivo y perverso de la última década, sublimado en ese gran accidente que es 'Too Old To Die Young'.

Empecemos por el final, que es una manera elocuente de conocer qué tipo de cineasta y persona es Winding Refn. Los Ángeles. Puticlubs. Música electrónica, con los bajos percutantes y repetitivos. Policías que follan con cocainómanas. Policías que follan con menores. Policías a los que un narco les vuela la cabeza. Montañas de cocaína. Luces de neón. Letanías recurrentes sobre Pelé y el partido México-Brasil del Mundial del 70. Paneos largos. Más silencios incómodos que diálogos. Los capítulos cuatro y cinco se proyectaron fuera de competición en el Festival de Cannes de 2019 frente a una crítica, cómo no, polarizada. Y una pregunta sobrevolando las cabezas: ¿cómo ha conseguido Winding Refn engañar a Amazon para que le produzca esta marcianada de millones de dólares?

El director suelta una risa —nórdica— satisfecha. "La única razón por la que ‘Too Old To Die Young’ existe es porque, en su momento, Amazon Studios estaban tan contentos conmigo y con ‘The Neon Demon’ —ellos distribuyeron la película en Estados Unidos— que me dijeron: ‘Haz lo que quieras, nosotros te lo pagamos". Tanto que, al parecer, uno de los jefazos proyectaba las películas de Winding Refn como videoarte en las paredes de su casa. "Amazon me dio un cheque en blanco y yo les conté la idea que tenía de hacer esta serie y me dijeron: ‘¡Genial, lo hacemos!’. Y, entonces…, se olvidaron de mí".

Fue en el momento de acabar de rodar y montar la serie —recordemos, 13 horas, 10 capítulos— cuando se volvió a reunir con varios directivos de Amazon que, más o menos, le preguntaron: ¿serie, qué serie? ¿De qué serie me está hablando? ¡Suélteme el brazo, señora! "Fue una época en la que el estudio había contratado a uno, despedido a otro, contratado al de más allá. El nuevo directivo que acababa de llegar, se dio cuenta de que era demasiado tarde para frenar el proyecto del que se habían olvidado y que yo ya había acabado. Y, cuando fueron a la sala de visionado, se acojonaron. Pero mucho". Los ojos de Winding Refn brillan de regusto.

placeholder Milles Teller en 'Too Old To Die Young'.
Milles Teller en 'Too Old To Die Young'.

"Se dieron cuenta de que no podían cambiarlo, ¡estaba hecho!", prosigue. "Así que me dijeron: ‘Lo enterraremos entre todo nuestro contenido’. Y yo les dije: ‘En la época digital, ¿cómo vas a enterrar algo? En el segundo que está en internet está a la distancia de un clic. Pero ellos tenían esa idea antigua de que podían hacer desaparecer mi serie. Pero no han podido hacerlo, obviamente. También te digo que nunca van a volver a hacer una serie así. Nunca lo permitirían. Y eso me da mucha satisfacción, el saber que, dentro de este sistema capitalista e inmoral e inhumano y sin alma, existe este diamante, y siempre existirá. Para mí es una satisfacción increíble. Me siento como cuando Suicide sacó su primer disco [‘Suicide’, 1977], sabiendo al final del día que aquello siempre iba a existir, que nunca iba a desaparecer".

Mucho tiempo ha pasado para que el danés haya podido llegar a esta posición superlativa dentro de la industria para poder manipular a un gigante como Amazon y no amanecer con una cabeza de caballo. Hace 18 años, su situación era muy distinta: acababa de estrenar 'Fear X' (2003) y el batacazo fue tal que se endeudó hasta las cejas y se vio obligado a hacer dos secuelas de 'Pusher' para pagar a sus acreedores. "Creo que es importante fracasar al menos una vez para entender el éxito. Como cuando dicen que tienes que sentir dolor para comprender lo que es el amor. Creo que ocurre lo mismo con la creatividad. Lo que yo viví fue el fracaso absoluto. Entiendo que si no hubiese fracasado, si no hubiese entrado en bancarrota, si no hubiese tenido que devolver un millón de euros de entonces y si no hubiese tenido que hacer ‘Push 2’ y ‘Push 3’ en contra de lo que quería, probablemente no estaría aquí hablando contigo hoy. Creo que todo ocurre por algo. Que cuando hablamos de creatividad no existe la solución perfecta. Creo que lo único que vale es convertir tus debilidades en tus fortalezas".

placeholder Nicolas Winding Refn en Cannes 2019. (Reuters)
Nicolas Winding Refn en Cannes 2019. (Reuters)

Al revisionar la trilogía 'Push', el espectador se encuentra con el mismo director, pero con dos narrativas, estilos e intereses diferentes. Cuando vuelve a verlas, ¿qué siente Winding Refn? ¿Se reconoce a sí mismo? "Cuando hice 'Pusher' yo era muy joven [26 años]", explica. "Pienso que cuando empecé a hacer cine me obsesionaba la autenticidad, capturar la realidad. Como dicen en inglés, capturar un rayo, capturar el momento de algo que es real. Esto fue antes de la aparición de los 'realities', que cambiaron la percepción de la gente sobre lo que es la realidad", admite. Para mí, la actitud de atrapar la realidad era tan importante que hasta las drogas que aparecían en la película tenían que ser reales".

"Después de hacer tres películas intentando capturar la realidad, al final me di cuenta de que estos intentos no podrían ser tan aproximados a la realidad como lo es un telediario. Así que decidí cambiar de marcha y centrarme en lo que es 'irreal", razona. "La idea de que, desde un punto de vista narrativo, no lo que es 'de verdad', sino lo que yo quiero ver en esa “verdad”, en términos de deseo más que en términos lógicos, como si fuese pornografía. El subconsciente por encima de la lógica, basculando entre uno y otra de una forma muy extrema. Hice ‘Bronson’, que estaba a medio camino, pero desde ‘Valhalla Rising’ en adelante puedes ver cómo esa obsesión con lo irreal me ha estado seduciendo hasta ahora".

placeholder Elle Fanning y Winding Refn en el set de 'The Neon Demon'.
Elle Fanning y Winding Refn en el set de 'The Neon Demon'.

A este cambio de enfoque le han ayudado los mejores directores de fotografía, como Natasha Braier y Darius Khondji. Sin embargo, y a diferencia de la mayoría de los grandes cineastas, no suele repetir con ellos. ¿Diferencias creativas? ¿Choque de egos? "Cuando trabajas con un director de fotografía creas un mundo visual que resulta de una investigación sobre a lo que tiene que parecerse una película o una serie. Por eso me interesa más colaborar con diferentes visiones para que interfieran con la mía, porque así sé que entonces lo que hagamos siempre será diferente", se explica. "Y no me intereso en lo que quiero ver, si no en hasta donde puedo llegar. Por eso también trabajo con diferentes guionistas, para investigar el material y para investigar hasta dónde puede dar de sí. Lo que sí que he mantenido es al montador de casi todas mis películas, Matthew Newman: los dos venimos de una narrativa más tradicional, pero cada vez nos hemos ido hacia una experiencia más inmersiva, y creo que el cine, como una forma de arte que es, es más efectivo cuando es una experiencia inmersiva que cuando es una lista de datos informativos".

También, en los últimos años y salvo por una infidelidad con Bangkok en 'Sólo Dios perdona' (2013), Winding Refn ha sido leal a Los Ángeles como escenario de sus trabajos. Una ciudad tan sugerente como cruel, donde van a morir los sueños y los actores con alma de superestrellas acaban en la cuneta haciendo de 'impersonators' de quienes algún día soñaron ser. Bulevares donde las tetas de plástico, las carillas y los injertos capilares comparten espacio con vagabundos y locos. De inicio, la pesadilla para cualquier danés pulcro, elegante y sobrio —siempre lleva las mismas gafas de pasta negra y su vestuario tiende a la monocromía—. "La primera vez que vine a Los Ángeles me horrorizó. No me gustó quedarme allí. Pero luego descubrí otra faceta de Los Ángeles que propició el romance perfecto. Ahora me encanta Los Ángeles, y eso que ni siquiera conduzco y eso que si vives allí dependes totalmente del coche. La realidad es que no existe un lugar como Los Ángeles en todo el mundo. Nueva York es como Londres, Londres es como Copenhague o Roma. La infraestructura es la misma. Pero Los Ángeles, para mí, es como un paisaje alienígena y me resulta muy inspirador para mis películas".

Para el cineasta lo más importante es no traicionar su visión, no dejarse influir por las opiniones externas, no ceder en ningún caso a presiones. "Puedes ser listo, puedes manipular o hacer lo que quieras, pero no pueden quitarte tu visión. Si haces las cosas a tu manera, nadie puede criticarte, porque lo que cualquier persona pueda opinar de ti se vuelve irrelevante. A veces tu película tardará 10 años en redescubrirse, pero será como el buen vino".

placeholder Winding Refn, el burgués terrible. (Reuters)
Winding Refn, el burgués terrible. (Reuters)

El nuevo mundo de las plataformas es, quizás, el cementerio de contenidos adonde el arte va a morir. O no. Porque no olvidemos que Charlie Kaufman ha levantado su última película gracias a Netflix o que John Wilson ha financiado su primera serie gracias a HBO. Pero la realidad es que el mundo es cada vez más hostil para los creadores del estilo de Winding Refn, autores caros y con poca taquilla. 'The Neon Demon' (2016), si no recuerdo mal, recaudó en España poco más de 6.000 euros. "El dilema constante al que se enfrenta un cineasta es determinar el potencial financiero de lo que hace para maximizar el beneficio. La industria ha cambiado respecto a quién financia qué, ahora estamos a merced de un puñado de compañías tecnológicas que tienen una agenda diferente a la de la gente que levantó los estudios o de los distribuidores independientes que están más interesados en el cine como forma de expresión artística. El algoritmo de las compañías de 'streaming' está basado en un modelo de negocio muy diferente a lo que había antes. El principal objetivo es el consumo: consume más y consume más rápido. Y la vida en muchas partes del mundo es tan cómoda ahora que tenemos el tiempo para consumir más y para consumir más rápido".

Para el cineasta, este consumismo ni es bueno ni sano ni satisfactorio. "Creo que el arte tiene una mayor capacidad transformadora si no se digiere de esa manera rápida y desnortada. Creo que el éxito en el arte, que normalmente se mide por parámetros económicos, reside en realidad en la capacidad de polarizar al público. Que alguien ame o que alguien odie una película es, para mí, irrelevante. Lo importante es que esas dos personas puedan discutir sobre ella, porque eso quiere decir que ha penetrado en ellos y les ha infectado, lo que es el principal objetivo del arte, que es el arma más poderosa del mundo. Sin arte no avanzaríamos como sociedad, no nos inspiraría, no habría intercambio. Cuanto más nos alejemos de ese modo de consumo rápido, será mejor para nosotros. Nuestra obligación es rebelarnos y destruir el sistema". Destruyamos, pues.

Dice Nicolas Winding Refn que el éxito de un cineasta reside en despertar en el espectador emociones extremas. Ya sea un odio visceral o una fascinación devota, ambas opciones representan el triunfo. Según su propio baremo, Winding Refn es el director de más éxito del cine actual. Su última serie, 'Too Old To Die Young', condensa en 10 capítulos todas las señas de identidad de su arte. La gran mayoría preferiría arrancarse las uñas con tenazas a enfrentarse a las 13 horas de silencios infinitos, frases átonas y encuadres hipnóticos e hiperestilizados. Los sadomasoquistas besamos el suelo que pisa. El director danés, que estrenará en mayo o junio —todavía no hay fecha concreta— su 'Valhalla Rising' (2009), inédita en España, es una de las estrellas invitadas del BCN Film Fest, que se celebra del 15 al 23 de abril en Barcelona. Dentro de su filmografía, en 'Valhalla Rising' se sitúa el punto de inflexión de su manera de entender el cine, entre el realismo sucio de la trilogía 'Pusher' y el esteticismo inmersivo y perverso de la última década, sublimado en ese gran accidente que es 'Too Old To Die Young'.

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