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Woody Allen contra Mia Farrow: el infantil, simple y maniqueo documental de HBO
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Woody Allen contra Mia Farrow: el infantil, simple y maniqueo documental de HBO

'Allen v. Farrow' está al servicio de las tesis de una parte de la familia Farrow (Mia, Dylan, Ronan). No veréis aquí contradicciones, ni periodistas o expertos críticos. Solo emoción

Foto: Fotografía cedida por HBO de su nueva serie documental donde aparecen, desde la izquierda, Ronan Farrow, Lark Previn, Woody Allen, Dylan Farrow, Fletcher Previn, Daisy Previn, Soon-Yi Previn, Moses Farrow y Mia Farrow.
Fotografía cedida por HBO de su nueva serie documental donde aparecen, desde la izquierda, Ronan Farrow, Lark Previn, Woody Allen, Dylan Farrow, Fletcher Previn, Daisy Previn, Soon-Yi Previn, Moses Farrow y Mia Farrow.

"No importa lo que pienses que sabes. Es solo la punta del iceberg". Esta fue la primera frase del tuit con el que HBO anunciaba en Estados Unidos el estreno de 'Allen v. Farrow', una serie documental de cuatro capítulos dirigida por Kirby Dick, Amy Ziering y Amy Herdy que llega este lunes 22 de febrero también a España. Como suelo pensar que sé y me equivoco, seguí el consejo del tuit y cliqué en el tráiler adjunto. Esperaba sorprenderme.

He dedicado tres años de mi existencia a leer sobre este caso: la hija adoptiva de Allen y Farrow acusó a su padre en agosto de 1992, cuando era una chiquilla de siete años, de haber abusado de ella en la casa de campo de su madre, mientras la pareja estaba en medio de una separación muy traumática. Desde diciembre de 1991, el director de cine estaba teniendo un affaire con la hija adoptiva de la actriz, Soon-Yi Previn. Tras la acusación, se desató en paralelo un juicio por la custodia de los hijos comunes (Moses, Dylan y Ronan Farrow) y una investigación policial y del departamento de atención a la infancia de Nueva York sobre los abusos sexuales a la niña. De ese tiempo leyendo hemerotecas, actas del juicio, informes psicológicos, tabloides, libros de memorias de los implicados... Surgió la parte periodística de mi ensayo 'El síndrome Woody Allen' (Debate), que va mucho más allá del caso o de esta serie documental para preguntarse qué ha ocurrido para que en nuestra sociedad Woody Allen haya pasado de inocente a culpable en la última década.

Pues lo siento. Lo adelanto: no hubo pensamiento-más-allá-del-saber, saber-más-allá-del-pensamiento o sorpresa con 'Allen v. Farrow', empezando por el eslogan comercial del tuit. Ni siquiera se trataba de un texto promocional de los cineastas o HBO: era una cita literal de Dylan Farrow, ya muy repetida antes en entrevistas y apariciones televisivas. Dediqué cuatro horas de mi vida a ver 'Allen v. Farrow' por ustedes, lectores de 'El Confidencial' y porque soy autónomo. Qué se le va a hacer. Salieron estos esbozos de conclusiones.

Documental verdadero y verdadero documental

No es lo mismo un documental verdadero, donde se usan recursos fílmicos para contar la versión "honesta" de los autores —inmersos en su ideología y perspectiva—; se contrastan las fuentes; o aparecen expertos y testimonios de todo tipo; que un verdadero documental donde se usan los recursos formales del género para dar apariencia de seriedad y emocionar con tu tesis ya establecida a priori. 'Allen v. Farrow' es un verdadero documental al servicio de las tesis de una parte de la familia Farrow (Mia, Dylan, Ronan). No veréis aquí contradicciones, ni periodistas o expertos críticos. Solo emoción. Estamos muy acostumbrados: este tipo de documentales crece como setas en las televisiones y en las plataformas. La diferencia con el que nos ocupa es que se "utiliza" no para contar la vida de Raquel Mosquera, sino para cambiar la perspectiva pública sobre algo muy serio, un caso cerrado de abusos sexuales. Recuerda, inevitable, al 'Finding Neverland' que ya facturó HBO sobre Michael Jackson.

Allen es poderoso hombre blanco rico

Y punto. Allen se presenta con recurrencia como un hombre blanco rico que consigue mucho dinero para la ciudad de Nueva York y por eso está más protegido que Al Capone en Chicago. Se destaca que tiene abogados durísimos, detectives privados, controla los medios… Uno de los testimonios partidarios del filme, Gloria Steinem, lo deja claro: "La élite hace lo que quiere sin consecuencias". Inevitable: se asociasu caso al de Michael Jackson, Bill Cosby y Polanski. La realidad: no tienen nada que ver.

Victimización de Mia Farrow

Nada vende más en nuestra sociedad que una buena víctima. Mia Farrow cumple los cánones: se la presenta como una mujer indefensa, una madre coraje contra el sistema y, en el culmen de la bondad, una activista por los desfavorecidos de la Tierra. No sé qué favor creen que le hacen los cineastas quitándole matices y, por tanto, deshumanizándola. Ni mucho menos era una mujer indefensa: tuvo a su favor al juez Wilk que valoró y sentenció el caso de la custodia con elogios hacia ella; tuvo a su favor al policía encargado de la investigación de los abusos en Connecticut, Frank Maco —aparece en el documental—; tuvo a su favor a su ex Frank Sinatra —incluso se ofreció a darle una paliza a Allen—; era millonaria de cuna porque venía de la realeza de Hollywood —hija de Maureen O'Sullivan y John Farrow—; contaba con el suficiente dinero para mantener a una familia de entonces nueve hijos —una de sus niñeras calculó sus gastos mensuales: unos 20.000 dólares al mes de 1992—. Ella también formaba parte de la élite que hace lo que quiere "sin consecuencias".

placeholder Imagen de 'Allen V. Farrow'. (HBO)
Imagen de 'Allen V. Farrow'. (HBO)

En su afán deshonesto el documental oculta que durante el juicio de la custodia la defendió Alan Dershowitz, uno de los abogados más caros y más importantes de Nueva York, que para esa fecha había librado a Claus Von Bülow de la cárcel. ¿Por qué no lo citan? ¿Quizá porque defendió a O. J. Simpson en 1995, a Jeffrey Epstein en 2008, a Harvey Weinstein en 2018 o a Donald Trump en su 'impeachment' de 2020? Incluso hablan del Síndrome de Alienación Parental. ¿Es aplicable a este caso? Vista la sentencia y al juez —Mia llamó a su hijo Thaddeus Wilk por él—, no. Pero citemos al SAP, que algo queda.

La actriz dice incluso que ¡aún tiene miedo de Woody Allen! ¡En 2021! No parece justificado: además, en los años de sus juicios se reunió con un miembro de la mafia gracias a Sinatra para que la protegieran. ¡Teniendo a la mafia y a Sinatra a tu favor no se puede tener miedo!

El audiolibro y las grabaciones telefónicas

Todas las grabaciones de Allen provienen de llamadas telefónicas grabadas rollo Villarejo, editadas y con partes inaudibles —aun así, no dice nada especial—, además de extractos del audiolibro de 'A propósito de nada', las memorias del cineasta. Nunca la compra de un audiolibro valió para tanto: apunten, futuros cineastas, 20 pavos ¡y ya tienes a Woody Allen en tu docu!

Mia Farrow lo llevó genial

Mia Farrow llevó genial, estupendo, maravilla, todo bien, enterarse de que su hija adoptiva tenía un lío con su pareja ¡a través de unas fotos eróticas!

En el documental parecería que Woody Allen pide el juicio por la custodia de sus hijos comunes con Farrow porque tenía el día tonto. Un día "de denunciar". Y, cómo no, que caracterizó a la actriz en el proceso como una madre inestable porque él es un hombre blanco rico poderoso que la pilló viendo en exceso 'La isla de las tentaciones' y ya.

No fue así. Los meses que transcurrieron desde el descubrimiento de las fotos pornográficas —diciembre de 1991— hasta la acusación de abusos —5 de agosto de 1992— fueron un infierno para Mia, algo totalmente comprensible después de la deslealtad terrible de Allen y Soon-Yi. Estaba muy medicada, confundida y dolida y vivía en un 'Gran Hermano' de medios y prensa amarilla, entre discusiones y decepciones continuas… Algunos ejemplos provenientes de actas judiciales y testimonios que recojo en mi libro: amenazó con suicidarse; colocó una nota en el baño de Allen durante una de las visitas a los niños en julio de 1992 ("¡Acosador de niños en un cumpleaños! Sugestionó y abusó de una hermana. Ahora está centrado en su hermana pequeña. Familia repugnada"); afirmó en una llamada con la hermana de Allen que le quitaría a su hija como "él me quitó la mía"; o, quizá la más estrambótica, devolvió a Allen una postal de San Valentín con un corazón y una foto de su familia donde había clavado un puñal a la altura de su pecho y agujas en los de los niños. El mango del puñal estaba recubierto por una foto de Soon-Yi.

placeholder '60 minutes'. (CBS)
'60 minutes'. (CBS)

Nada de esto se cita en la serie.

4 de agosto de 1992

El día del supuesto incidente de los abusos se despacha —y eso que disponen de cuatro horazas— con testimonios de la familia Farrow y allegados. No aparece Moses Farrow, que dio una versión tremenda en su blog, ni las niñeras presentes... Ese día está perfectamente documentado y nota mental prefiero creer en la Justicia que en este documental. Del vídeo que Mia graba con el testimonio de su hija durante los días siguientes no se avisa ni que se detenía y se arrancaba según la madre decidiese a lo largo de sus varias sesiones; ni que una niña de siete años grabada por una madre —una madre a la que veía tremendamente afectada por las acciones de su padre— puede ser perfectamente influenciable. Se obvia también que dicho video no fue admitido en el juicio de custodia y que uno de los testimonios del documental, Stephen Herman, el doctor que Mia subió al estrado para su defensa, afirmó allí que había sido "desafortunado" que hubiese sido Mia quien lo grabase y no un experto. Esta decisión, concluyó entonces, "complicó las cosas".

La metodología psicológica

La metodología del centro Yale-Haven, un lugar prestigiosísimo, para el estudio del abuso sexual infantil también es puesto —de nuevo— en duda porque exoneró a Allen y concluyó que la niña o bien inventó la historia al vivir en un hogar completamente desestructurado, o bien fue entrenada por su madre, o bien una combinación de ambas —el doctor Leventhal, firmante, apostaba por la tercera aunque no tenía pruebas del entrenamiento de Farrow—. Se critica la destrucción de las notas de los expertos: no es habitual pero, según Allen en sus memorias, también el FBI lo hace para proteger a menores.

Para desacreditar el informe que niega todo, citan presiones de "las altas esferas"

Tampoco les vale la conclusión del Departamento de Atención a la Infancia de Nueva York, que cerró el caso con una carta fechada el 7 de octubre de 1993: "No existen pruebas creíbles de que el niño indicado en este informe haya sido objeto de abusos sexuales o maltratado. Esta denuncia, por tanto, se considera infundada". Para desacreditar este informe, hablan de presiones de "las altas esferas" o el despido de un trabajador social clave en su elaboración. Desde la separación con Mia, Soon-Yi y Allen han adoptado sin problemas a dos niñas, hoy jóvenes, que le adoran. Seguid sus instagrams, si os atrevéis.

En esta encrucijada que se han montado ellos mismos, los cineastas incluso colocan un testimonio que afirma, como hizo recientemente nuestra ministra de Igualdad, "los niños nunca mienten" (sic). Con la glorificación y mistificación del niño como fuente de verdad y bondad plenamente instalada en nuestra sociedad ("busca el niño que hay en ti") basta con quitar a los infantes su capacidad de mentir para dar lustre a tu documental —o a tu ministerio— y tener a tu público de pie, aplaudiendo.

El poli de Connecticut

Frank Maco, policía de Connecticut y testimonio esencial en la serie, dice que no fue a juicio "por no dañar a la niña", de acuerdo con Mia Farrow. Cito a Stephen Gillers, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York y experto en ética procesal: "No declaras a un hombre culpable y después dices que no lo vas a procesar, dejándolo solo para que se defienda en la prensa. En mi opinión, es una violación de los derechos constitucionales del señor Allen".

¿Cómo se puede responsabilizar a una niña de no procesar a un pederasta?

¿Cómo se puede responsabilizar a una niña de no procesar a un pederasta? ¿Quizá no tenía pruebas ni para llegar a la puerta del juzgado? El juez Wilk, encargado de sentenciar la custodia de los niños Allen-Farrow y a favor de Farrow, llegó a afirmar que "nunca sabremos la verdad (del abuso)", mantra de tanta gente —muy enfadada— en Twitter. "Si se acostó con la hija adulta de su pareja, ¡sabe dios!": os sonará ese tipo de letanías de redes sociales. Cito a Dorothy Rabinowitz, premio Pulitzer por sus columnas en The Wall Street Journal y experta en falsas acusaciones de abuso sexual a niños: "Todo el mundo debería coincidir en que afirmar, como hizo el juez Wilk, que “nunca sabremos la verdad” es una aberración. Por supuesto que sabemos, dentro de lo humanamente posible, que lo que alegaba Dylan nunca sucedió. El empeño por mantener este caso abierto está en línea con una tendencia algo fanática: la de pensar que si un menor dice que algo ha sucedido (aunque en este caso dudo que la niña lo dijera en ningún momento), es que ha sucedido. (...) En principio, aunque sea algo absurdo, te sorprendería el número de personas que a lo largo de estos años me han asegurado, convencidos: “Por supuesto que lo hizo”. Gente de confianza, conocidos, personas normales, brillantes, sanas... “¿Y cómo lo sabes?”. “Lo sé"".

Por cierto, Dylan Farrow podría llevar a Allen al juzgado hoy mismo. El delito no ha prescrito. Lo hará cuando ella cumpla 48 años.

Las pobres víctimas de las ficciones de Allen

Paremos un momento para la comedia, que cuatro horas dan para mucho. Y con humor del mejor: el involuntario. Para rellenar aparece en el metraje esa pobre gente que "ya no soporta ver las películas de Allen". Sufrí por ellos, cerveza en mano: crisol de imbecilidades dolientes. Y, cómo no, hay señalamiento a los actores que se colocaron a favor del director o que no sabían lo suficiente para opinar: entre ellos Javier Bardem y Penélope Cruz. No cerremos documental-turba sin señalar, a los moderados incluidos.

¿Quién es la víctima real de todo esto?

La serie cierra con Dylan Farrow revelando la terrible carga que tiene encima porque, "por su culpa", se cerró el caso. No tengo duda de que ella es la víctima de todo esto: marcada por una separación tormentosa y una acusación de abusos sexuales y, además, responsabilizada de que un pederasta ande libre haciendo películas. Se mire por donde se mire, esta es la historia de desintegración violenta de una familia por culpa de unos progenitores enfangados en sí mismos y de una pobre niña sobre la que cayó una losa de dolor personal.

Se mire por donde se mire, esta es la historia de desintegración violenta de una familia

En cambio, para los cineastas de HBO solo son humanos los Farrow. Los Allen son sombras, siluetas en VHS. Duele que, dentro de su humanidad apabullante y sus cuatro horas, la serie documental no encontrase un segundo para contarnos por qué tres hijos de Mia Farrow se suicidaron o para entrevistar a su hermano, John, actualmente en prisión por —este sí— abusar de dos menores.

El pasado 21 de febrero el cineasta Robert B. Weide, director de 'Larry David' y amigo de Allen, reveló un mail de la productora de este filme, Amy Herdy, fechado en 2013, donde solicitaba el testimonio de una persona para su documental 'The Hunting Ground' sobre abusos sexuales en los campus norteamericanos. "No somos periodistas", escribió la cineasta, "esta es una película que se sitúa en el lado de las víctimas. No habrá preguntas insensibles, ni necesitaremos la versión del perpetrador". En un mundo donde se premian visiones únicas de la realidad, la emocionalidad apabullante, el infantilismo, la glorificación del niño, las simplificaciones o los maniqueísmos, recomiendo a HBO un eslogan para 'Allen v. Farrow' aún mejor que la cita de Dylan Farrow: "No necesitamos otras versiones".

"No importa lo que pienses que sabes. Es solo la punta del iceberg". Esta fue la primera frase del tuit con el que HBO anunciaba en Estados Unidos el estreno de 'Allen v. Farrow', una serie documental de cuatro capítulos dirigida por Kirby Dick, Amy Ziering y Amy Herdy que llega este lunes 22 de febrero también a España. Como suelo pensar que sé y me equivoco, seguí el consejo del tuit y cliqué en el tráiler adjunto. Esperaba sorprenderme.

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