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Grabaciones caseras y rimas marxistas: los inicios de Pablo Hasél en el rap
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Grabaciones caseras y rimas marxistas: los inicios de Pablo Hasél en el rap

Su encarcelamiento ha dado la vuelta al mundo, pero más allá de las rimas por las que ha sido condenado su trayectoria musical ha sido una completa desconocida

Foto: El rapero Pablo Hasél durante su detención en la Universidad de Lleida. (Reuters)
El rapero Pablo Hasél durante su detención en la Universidad de Lleida. (Reuters)

La historia de Pablo Hasél comienza en 2005. Fue cuando Pablo Rivadulla (Lleida, 1988) decidió usar ese nombre para su carta de presentación como rapero con la maqueta 'Esto no es el paraíso', que seguramente sin saberlo formaba ya parte de la que sería una tendencia de género en los próximos años: el rap político. Su encarcelamiento ha dado la vuelta al mundo, lanzado a miles de personas a la calle y abierto debates de todo tipo, pero más allá de las rimas por las que ha sido condenado su trayectoria musical ha sido una completa desconocida.

Los grupos más punteros del rap en España, como Violadores del Verso, SFDK o La Excepción, habían tenido cierto carácter reivindicativo, alejados de frivolidades como en las que había podido derivar la corriente más comercial del género. Eso sí, nunca se habían definido ideológicamente de forma expresa. Frente a ello, esta nueva hornada se definía abiertamente como anticapitalista, comunista, marxista-leninista o, explicado de forma más geográfica, a la izquierda de Izquierda Unida y el Partido Comunista de España, salvo algunas excepciones.

“En el rap hay dos formas o estilos: una es el 'vacileo' y otra la reivindicación. Todos los raperos han hecho denuncia social en algún momento, pero aquí dieron un paso más allá y se metieron en política”, explica Francisco Reyes, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y autor de 'Graffiti, breakdance y rap: el hip hop en España', la primera tesis doctoral que se hizo sobre esta cultura, allá en 2003.

Foto: Detención de Pablo Hasél. (EFE)

“No es algo que me llame mucho la atención. Me parece bien el rap como denuncia social, pero en el rap político tienes que estar a favor de todo lo que te cuenta el rapero”, continúa este especialista en el género y director del programa de 'Ritmo Urbano', en La 2: “Por ejemplo, yo he vivido el horror del terrorismo, pero hay gente de veintipocos años que ha nacido después y le puede hacer gracia ciertas referencias que a mí no”. “En cualquier caso, estoy en contra de que cualquier persona vaya a la cárcel por decir lo que piensa”, aclara para recordar que “toda la comunidad del rap le esté apoyando porque al final le puede pasar a cualquiera”.

Reyes pone como ejemplo un clásico entre los clásicos del rap en castellano: 'Trae ese ron', de Kase.O (Violadores del Verso). “Sacó esa canción en 2001 y, si la hiciera ahora mismo, iba también a la cárcel. Eso era hace 20 años y no pasaba nada, igual que no pasaba nada en su momento con Kortatu o Negu Gorriak”, comenta este profesor, que explica que se han unido dos factores: “La ley se ha endurecido y ha salido un tipo de raperos que basan casi toda su discografía en la lucha política”.

Precisamente, esas son algunas de las bandas con las que habían crecido los integrantes de Los Chikos del Maíz, la banda de rap político con más repercusión hasta la fecha. Toni Mejías, miembro y fundador de este grupo, comenta que ellos no solo escuchaban rap político, “también rock radical vasco”: “Hemos bebido mucho de ese estilo y se refleja en nuestras letras, además de que nos gustaba el tema político, tanto en lecturas como en cine”. Eso sí, defiende que “desde el inicio el rap en castellano era antifascista”: “La primera gran banda, CPV, estaba muy marcada políticamente. Se nutría del hip hop americano, aunque luego hubo un tiempo con otro tipo de estilos más festivos, pero ya existía”.

Rap en tiempos de burbuja inmobiliaria

Como en todas las demás, es imposible entender esta escena sin entender el contexto en el que tuvo lugar: el prólogo de la crisis económica de 2008. “Lo hicimos en una época de 'boom' inmobiliario, cuando parecía que todo iba sobre ruedas, pero luego se vio la realidad del capitalismo y empezaron a surgir más grupos”, expone el rapero sobre este punto. Hace unos años, en una entrevista con este periódico en 2014, el propio Hasél comentaba que “el rap nació como música no controlada por el sistema, otra cosa es que la industria supiera de su poder e invirtiera millones en hacerla esclava suya”. De cualquier modo, se mostraba esperanzado en que el género recuperara esa “esencia”: “Aunque no se hayan leído a Lenin, los raperos pueden ver lo que pasa en las calles. El rap anticapitalista ha concienciado a muchos jóvenes y así seguirá siendo, le guste al poder o no. Si quieren ejercer la censura, saldrán muchos más”.

Las acusaciones sobre las letras de Hasél llegaron al poco de que se hiciera hueco en la escena. En octubre de 2011 fue detenido en su domicilio en Lleida, que fue registrado durante tres horas, requisando algunos enseres como libros u ordenadores. Después, fue trasladado a la Audiencia Nacional, acusado de un delito de enaltecimiento del terrorismo por la canción 'Democracia su puta madre', dedicada al que fue secretario general del Partido Comunista de España Reconstituido (PCEr), Manuel Pérez Martínez, encarcelado desde 2009 y al que el rapero le considera un “preso político” por “únicamente ser comunista, ya que no había “pegado un tiro en su vida”, dijo en la citada entrevista.

placeholder Concentración para protestar por la decisión de la Audiencia Nacional de encarcelar al rapero. (EFE)
Concentración para protestar por la decisión de la Audiencia Nacional de encarcelar al rapero. (EFE)

“No es lo mismo atacar a un político rico a costa de nuestra precariedad o miseria que a un inmigrante inocente. Tampoco es equiparable apoyar la lucha armada contra las injusticias que apoyar la violencia del Estado que las perpetúa”, aseguraba Hasél, que defendía que “su libertad es nuestra cárcel” y que “no es posible el término medio porque mientras estén arriba habrá explotación e injusticias.”

Víctor Encabo, colaborador del medio de comunicación especializado en hip-hop 'El V Elemento', considera que esta escena de rimas políticas “fue como el punk del rap en España" y comenta la paradoja habitual en este tipo de procesos judiciales, que dan publicidad a canciones que habrían escuchado unos cuantos miles de personas –Hasél tiene cerca de 50.000 suscriptores en YouTube, el principal canal en el que distribuye su música– y ahora han llegado a millones. “Si no fuera por eso, nadie conocería ni a Hasél ni a Valtonyc porque, por muy amenazante que fueran las canciones, eran malas, objetivamente”, asevera Encabo.

“No viene a cuento hablar de si son buenos raperos”

Hasél tampoco mostraba mucha preocupación por cuidar la producción de sus canciones, generalmente grabadas de forma casera y sin mucho retoque, como él mismo reconocía. Una actividad que, eso sí, es prolífica. “Sin tener muchos medios, grababan mucho y Hasél siempre ha sido más de soltar canciones sueltas que de trabajos más largos. Le preocupaba mucho más el mensaje que la calidad de ese mensaje: prefería decir algo explícito y mal grabado que repensarlo y decirlo de otra forma”, cuenta este periodista especialzado. “No te lleva a ningún sitio ni entra bien en la base. Si no fuera por estos procesos, Hasél no sería nadie”. Eso sí, esto último es un análisis meramente musical que no entra en otro tipo de valoraciones. “Mucha gente dice que lo defiende pero dice que no lo escucha o que son malos para desmarcarse, pero eso sobra: no viene a cuento hablar de si lo escuchas o son buenos, aunque es cierto que casi nadie los escuchaba”, estima.

Arma X, LaTecnika, Ciniko, Día Sexto… Son algunos de los nombres que surgieron en esta ola, pero solo unos arrasaron. Los raperos Nega y Toni Mejías, que ya habían publicado ya varios trabajos tanto en solitario como con otros grupos, habían publicado varias maquetas como Los Chikos del Maíz. Su primer trabajo discográfico, 'Pasión de Talibanes' (BOA, 2011), fue uno de esos que marcan época y dio un golpe sobre la mesa que pocos esperaban. En aquel LP debut, que se llevó el premio al mejor álbum de hip hop en los premios UFI (Unión Fonográfica Independiente), colaboraba el propio Hasél con unos párrafos en 'Los hijos de Iván Drago'.

Si Kase O cantaba aquello de “ya te dejaré una cinta”, el cambio de época también lo expresaba Toni Mejías de Los Chikos del Maíz cuando lo cambiaba por “ya te pasaré un enlace”, ya que este movimiento no estuvo ya acotado a un lugar determinado, sino que la clave estaba en la afinidad ideológica y la conectividad que permitían las redes sociales. “Internet nos hizo un gran favor de distribución y sin eso no sabemos si Los Chikos del Maíz habría llegado a tanto”, cuenta Mejías, integrante del grupo: “Al principio llevábamos nuestra maqueta a festivales y la repartíamos entre el público, pero sin internet no tendría sentido el éxito de un grupo como el nuestro y otros que han venido después. Nos sirvió para conectar con muchísima gente".

Encabo, de El V Elemento, contextualiza el disco: “Fue un disco que en plena crisis económica hizo que mucha gente se refugiara ya no tanto en el rap combativo sino que vieran que ellos eran quienes denunciaban a los culpables de la crisis. Ellos aportaron ese plus de calidad porque rapeaban bien”. También considera que fue clave que atrajeran “gente de todo tipo, no solo raperos, porque también iban a festivales punk como Aupa Lumbreiras”.

"Apenas se llevaba con nadie de la escena"

Por otro lado, recuerda que las relaciones entre estos raperos se fueron deteriorando: “Pablo Hasél apenas se llevaba con nadie de la propia escena de rap político”. Además, hubo unos cuantos 'beef' –el nombre que reciben los piques entre raperos- en la propia escena, “aunque luego se han mostrado apoyo en sus respectivos procesos judiciales”. “Es estar a la que salta, pero el ego también forma parte del rap”, subraya. “Hasél siempre ha sido muy crítico con el acercamiento de Los Chikos del Maíz a Podemos, porque él va más allá; por ejemplo, ni va a votar”, cuenta Encabo, que subraya que “a nivel político han tenido mucho rifirrafe”: “Lo que siempre pasa en la izquierda, pero en el rap”.

Mejías, integrante de la banda, define esto como “el eterno de la izquierda, que por pequeñas diferencias acabamos perdiéndonos, aunque no sé si alguna vez hubo una escena realmente cohesionada", aunque también lo achaca a los egos y batallas propias de este ambiente. De todos modos, tampoco considera que haya habido “una gran división”. “Cada uno hace su camino con un objetivo similar y tampoco creo que haya que dramatizar, porque en la derecha y la extrema derecha también hay divisiones, como se está viendo ahora”, apostilla.

Foto: Los Chikos del Maíz. (Alba Gusando)

Si bien Hasél aparecía en la sección de rap de La Tuerka y actuó en una gala del programa en Madrid en 2012, aquello no tardó en torcerse. En especial, cuando Iglesias empezó a aparecer por tertulias televisivas y al poco fundó Podemos. En expresión del rapero, “otro partido del sistema que no pretende acabar con este y que ya tiene un programa que es una burla y que hasta el PSOE de hace años superaba”.

Hace unos días se viralizó un vídeo manipulado una entrevista a Pablo Iglesias en 2014, en la que parecía decir que quería que se juzgara a Hasél. Aunque no dice tal cosa, sí daba muestra de como estaba la situación. Hasél había preguntado: “Si pudieras cargarte a Juan Carlos de Borbón, Amancio Ortega o Aznar, ¿a quién te cargarías?". “A ninguno. No quiero matar a nadie y desprecio profundamente a los que convierten la política en una cuestión de odio personal y su excitación narcisista en algo que tenga que ver con la política (...) Lo peor que puede hacer alguien de izquierdas es convertirse en la caricatura que construyen los enemigos de la izquierda”, respondió el hoy vicepresidente del Gobierno.

Ni Felipe VI ha sido la última canción que ha publicado antes de entrar en prisión, donde en la intro carga de nuevo contra la posición del Gobierno de PSOE y Unidas Podemos sobre su caso: “Especial dedicación al tan mal llamado Gobierno progresista que ha perpetuado la represión y que cuando las calles se han llenado por la libertad de expresión, poniéndose nerviosos, han vuelto a prometer hacer algo, volviendo a quedar en humo”.

La historia de Pablo Hasél comienza en 2005. Fue cuando Pablo Rivadulla (Lleida, 1988) decidió usar ese nombre para su carta de presentación como rapero con la maqueta 'Esto no es el paraíso', que seguramente sin saberlo formaba ya parte de la que sería una tendencia de género en los próximos años: el rap político. Su encarcelamiento ha dado la vuelta al mundo, lanzado a miles de personas a la calle y abierto debates de todo tipo, pero más allá de las rimas por las que ha sido condenado su trayectoria musical ha sido una completa desconocida.

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