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Corey Robin: "Estados Unidos está preparado para el socialismo"
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Corey Robin: "Estados Unidos está preparado para el socialismo"

El analista político estadounidense Corey Robin, experto en los entresijos del Partido Republicano, aventura el futuro de su país en la era ¿post? Trump y poscovid

Foto: Corey Robin. (Foto: Sasha Maslov)
Corey Robin. (Foto: Sasha Maslov)

Desde hace años, el analista político Corey Robin ha dedicado su tiempo y su cabeza al estudio del funcionamiento del Partido Republicano y de la naturaleza de las corrientes políticas más conservadoras de su país, Estados Unidos. Profesor de Ciencias Políticas en el Brooklyn College y autor de ensayos como 'La mente reaccionaria' y 'El miedo: historia de una idea política', Robin habla con El Confidencial desde su casa de Nueva York apenas seis días después de la absolución de Trump en el juicio por su segundo impeachment, un mes desde que Biden llegó a la Casa Blanca y casi dos desde que los radicales asaltaron el Capitolio en uno de los ataques a la democracia estadounidense más impactantes de los últimos años.

Un año después de que la pandemia mundial convirtiese a Estados Unidos en uno de los países más afectados por la crisis sanitaria, con la economía renqueante y la desigualdad social al desnudo, la política estadounidense se enfrenta a una encrucijada: ¿polarización o conservadurismo? ¿Cómo serán los próximos años en la que intenta seguir siendo la primera potencia mundial?

PREGUNTA. Ha terminado la era Trump. O no. ¿Qué va a pasar con esos votantes radicales que acabaron asaltando el Capitolio? ¿Hacia dónde se va a canalizar todo ese voto, todo esa disconformidad con el sistema?

RESPUESTa. Creo que lo que hemos visto en los últimos, yo diría diez o veinte años, es a un grupo de personas que no han aparecido de la nada, sino que han estado por ahí desde hace tiempo. Creo que hemos vivido dos dinámicas que están sucediendo al mismo tiempo y que sospecho que van a continuar así. Por un lado, ese grupo de gente parece que se está radicalizando cada vez más, con exigencias cada vez más extremas y en sus tácticas para conseguir lo que quieren; por el otro lado, y ésta es una dinámica que se obvia frecuentemente, es que se están convirtiendo en un grupo de gente cada vez más pequeño. Si volvemos la vista hacia los últimos mandatos electorales, desde 1992, sólo ha habido un presidente republicano que haya ganado el voto popular, es decir, la mayoría de los votos.

En los otros casos de victoria republicana, el presidente no ha ganado esa mayoría, sino porque ha ganado la mayoría del Colegio Electoral. Estas dinámicas son claras y sospecho seguiremos viendo una escalada de las exigencias de esta parte del electorado, pero también una disminución de los votantes a los que representan. Creo que es un problema grave para el Partido Republicano, porque el poder del Partido Republicano deriva de tres instituciones constitucionales que son el Colegio Electoral, el Senado -que es una institución “contra-mayoritaria”- y los tribunales. Si sus votantes se vuelven cada vez más extremistas y anticonstitucionalistas en sus tácticas y sus exigencias, ponen en peligro el último bastión del poder republicano. No sé hacia dónde irá el Partido Republicano, pero creo que se encuentra en una posición muy difícil.

P. ¿Cree que el Partido Republicano volverá a elegir a Trump, a alguien como Trump o a alguien de un perfil opuesto a Trump como candidato para las próximas elecciones?

R. Creo que es muy difícil saber a quién elegirán, no sólo porque es una predicción, sino porque si Trump vuelve a presentarse, yo creo que será el candidato porque tiene el apoyo de una mayoría, aunque pequeña, del partido, en las encuestas recientes. Tampoco hay otro nombre en el horizonte que pueda aglutinar ese apoyo. Por un lado, creo que no sería atrevido aventurar que volverán a elegir a Trump. Pero si Trump no se presenta, creo que no buscarán un perfil de ese estilo, porque Trump es una persona muy singular en muchos aspectos. Y el Partido Republicano cambia mucho dependiendo de quién es su candidato. No sé si existe alguna persona que pueda replicar el mandato de Trump. Además, y esto es algo que no ha recibido la atención que debiera, en los cuatro años en los que Trump ha estado al frente, el Partido Republicano no ha estado especialmente unido ni le ha sido posible ejecutar su programa político, salvo por la excepción de los recortes de impuestos. El Congreso no ha aprobado la mayor parte del programa legislativo de Trump y del Partido Republicano. Lo que tenemos en realidad es un Partido Republicano que no sabe muy bien cuál es su misión a nivel programático e ideológico.

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Corey Robin

P. ¿Hay algún nombre que pueda destacar o la sombra de Trump es demasiado alargada?

R. Actualmente la sombra de Trump ha tapado a la del resto de posibles candidatos. Pero piensa que llevamos poco menos de un mes con un Gobierno nuevo y las cosas dentro de cuatro años probablemente pinten muy diferente a cómo pintan ahora. Por ejemplo, si los republicanos pierden el Senado en las próximas elecciones a mitad de mandato, se lo pondría muy difícil a Trump para volver. Creo que sería absurdo pronosticar dónde estaremos en dos o cuatro años, porque creo que la realidad es demasiado cambiante para acertar.

P. ¿Cómo se recompone el Partido Republicano después de que seis senadores hayan votado a favor del impeachment contra su propio presidente?

R. Es interesante que siete senadores republicanos hayan apoyado ese impeachment. Puede parecer un número pequeño, pero desde una perspectiva histórica es importante que un grupo tan grande de republicanos se hayan opuesto a su propio presidente. Es muy significativo. Y creo que esta ruptura interna se va a hacer más grande. Sobre todo por lo que he dicho antes: el Partido Republicano no tiene muy clara su agenda. Y, de nuevo, el hecho de que el poder del partido provenga de las instituciones constitucionales y que una parte de su electorado sea, digamos, hostil para el constitucionalismo va a hacer que ambas cuestiones sean cada vez más difíciles de reconciliar.

P. ¿Podría volver a ocurrir algo similar al asalto al Capitolio?

R. Una vez que pasa algo, esa misma cosa puede volver a pasar. Durante muchos años he estudiado la derecha y el Partido Republicano y siempre he intentado hacer ver que es mucho más violento y anárquico de lo que la gente piensa. Y lo he dicho mucho antes de que llegara Trump. Pero incluso así, me pilló de sorpresa lo ocurrido el 6 de enero en el Capitolio. Por supuesto que puede pasar otra vez. No sería muy inteligente aventurar que no. Creo que los estadounidenses están decaídos y en shock por lo ocurrido, sobre todo tras ver las imágenes que enseñaron los demócratas durante el impeachment en el Senado. Da mucho miedo. Porque el partido que se presenta a sí mismo como la opción de ley y orden ha actuado tan anárquica y desordenadamente. Y el hecho de que Trump no haya sido inhabilitado para volver a presentarse está poniendo muy nerviosa a la gente, que no sabe muy bien qué nos depara el futuro.

"En EEUU sí que tenemos opciones extremas, pero siempre han estado diluidas dentro de los dos partidos dominantes"

P. ¿Por qué en Estados Unidos sigue habiendo dos partidos mayoritarios y ninguna opción nueva y más racical, ya sea de derechas o izquierdas, tiene opción de llegar al poder, como sí ocurre en Europa?

R. En Estados Unidos sí que tenemos opciones extremas de derecha e izquierda, pero siempre han estado diluidas dentro de los dos partidos dominantes. La razón por la que tenemos sólo dos partidos mayoritarios tiene sus raíces en el siglo XIX y es muy simple: tenemos una Ley electoral muy restrictiva y para que un partido pueda participar necesita una cantidad de trabajo hercúlea y salvar muchos obstáculos. No hay nada en la Constitución sobre un país fundado por demócratas y republicanos. Sólo que durante el siglo XIX, los estados hicieron más difícil el acceso al patio electoral para los nuevos partidos. Todo el caos social que en Europa se ha canalizado en partidos de extrema derecha y de extrema izquierda y que ha fragmentado los parlamentos, en Estados Unidos se canaliza dentro de los dos partidos mayoritarios. Y lo hace de una manera muy conflictiva muchas veces. En el New Deal, que fue la época de mayor esplendor de la socialdemocracia liberal en Estados Unidos, tenías trabajadoras comunistas militantes en el norte, normalmente de procedencia europea y ascendencia judía o italiana, y blancos sureños xenófobos en el mismo partido. Y así ha sucedido habitualmente en Estados Unidos.

P. ¿Cuáles han sido las flaquezas y las virtudes del sistema estadounidense que han quedado al descubierto con la pandemia?

R. Creo que la conclusión más importante, clara y dramática que ha emergido a causa de la pandemia es que Estados Unidos es un país radicalmente desigual. El hecho de que la población pobre, la población negra, la población mestiza tiene más posibilidades de enfermar y de morirse. Algo muy obvio en el caso de Nueva York, donde resido, pero también en todo un país en el que la raza y el nivel de ingresos son indicadores fundamentales para determinar la salud o la enfermedad de una persona. También ha quedado patente lo nefasto que es nuestro sistema de salud.

Ahora mismo aquí es muy complicado conseguir la vacuna: han creado una red de páginas web muy compleja y que requiere de una cantidad extraordinaria de tiempo -me ha tocado hacerlo recientemente para conseguir la vacuna para mis padres-, para algo que es necesario y que debería ser fácil. Pero nuestro sistema sanitario es un desastre. Y lo que también se ha revelado es la importancia capital de un determinado tipo de trabajadores para la economía. Antes de la pandemia, la gente pensaba que los que realmente levantaban la economía eran los trabajadores del sector financiero o Bill Gates y compañía, pero ha quedado claro que los trabajadores realmente fundamentales son los profesores, las enfermeras, los trabajadores sanitarios, en general. Y muchos de ellos son mujeres o inmigrantes o negros o mestizos. Y no se les reconocía. Y, al menos, la pandemia ha revelado esta falta de reconocimiento que tenían.

P. ¿Las crisis provocan un viraje hacia políticas más conservadoras?

R. No creo que las crisis provoquen que la gente tienda al conservadurismo. Creo que evolucionan de distintas maneras. Durante la Gran Depresión Estados Unidos vivió un viraje a la izquierda. En otros momentos ha virado a la derecha. Piensa que cuando en la época George Bush, tras el 11S, fueron capaces de dirigir el país de una forma drástica hacia la derecha. Y no sólo en un mandato, sino que consiguió un segundo mandato. Donald Trump no ha sido capaz de hacer lo mismo. No sólo ha perdido las elecciones, sino que en su último año de Gobierno ha lanzado paquetes masivos de ayudas y estímulo para la economía impensables con Bush. El Gobierno ha regalado dinero a los ciudadanos, algo que no hubiese sido concebible antes. Creo muy firmemente que una crisis no dicta la tendencia hacia la que se dirige un país.

P. ¿Qué opina del análisis que se popularizó tras la elección de Trump, que apuntaba a que el republicano había ganado gracias al voto blanco y rural?

R. El único indicador fiable de que una persona vote a un partido u otro es que formen parte de ese partido. La gente vota a su partido. Y el Partido Republicano no es de la gente pobre y blanca del sur, sino el de la gente rica y blanca. Y si bien es verdad que el Partido Demócrata no ha conseguido acaparar la mayoría del voto blanco desde los años sesenta, no hay pruebas de que el secreto del éxito del Partido Republicano sea el voto de la gente blanca y pobre. Trump no ha mejorado sus datos de 2020 frente a 2016 en el caladero del voto blanco, sino que ha conseguido más votantes del perfil hombre latino, hombre negro y hombre asiático. Creo que el análisis de que los blancos pobres son los principales votantes de Trump es muy simplista. No se analizan los factores reales por los que la gente se identifica o no con el Partido Republicano, en la masa o en los grupos marginales.

"Hasta la pandemia, el desempleo estaba en su punto más bajo en 50 años"

P. ¿Pudo influir el voto aspiracional? ¿Que los votantes quisiesen identificarse con un hombre rico y aparentemente exitoso como Trump?

Creo que era parte del encanto de Trump en 2016: era un hombre rico que conocía la fórmula para hacer fortuna y que podía compartir esos conocimientos con la ciudadanía. Pero la realidad es que, hasta la pandemia, el desempleo estaba en su punto más bajo en 50 años. El desempleo de los latinos y de los afroamericanos estaba en descenso. Económicamente, le estaba empezando a ir bien a mucha gente… hasta la pandemia. No es una cuestión aspiracional, sino que bajo la administración Trump a mucha gente le ha ido mejor.

P. ¿Por qué el perfil presidencial ha vuelto a ser eminentemente masculino, blanco y mayor? ¿Por qué el Partido Demócrata no quiere aprovechar perfiles como el de Alexandra Ocassio Cortez?

R. Hay que recordar el motivo principal por el que Biden ganó las primarias. Cuando se presentó parecía que nadie quería a un hombre blanco y mayor como líder. Pero el motivo fue que había un candidato muy claro en el ala más a la izquierda del partido y ninguno de los otros candidatos parecían poder ganarle. Hubo votaciones en Iowa, New Hampshire y Nevada, y Sanders las ganó todas o casi todas. Elizabeth Warren no pudo pararlo, Pete Buttigieg no pudo pararlo, Amy Kobluchar tampoco… Creo que había cierta desesperación para desactivar a Sanders y ahí fue cuando Biden entró en juego. Creo que fue una reacción. En otro caso no habría ganado Biden.

P. ¿Por qué se le teme tanto a Sandres?

Hay dos razones para que el partido le tenga miedo a Sanders: que la élite del partido demócrata es gente que se formó en la época Obama y que piensa que tienen la fórmula para salir elegido y esa fórmula no pasa por el Medicare para todos o universidad gratuita. Además, también tenían miedo de perder contra Donald Trump y necesitaban a alguien que le pudiera hacer frente en el espectro del votante de más edad, que tiende a ser más moderado y cauteloso. El programa de Sanders ha sido bastante aplaudido, pero las élites y los votantes estaban obsesionados con parar a Trump. Creo que el Partido Demócrata se encuentra en una encrucijada, porque hay una base importante que empuja cada vez más a la izquierda y a la que representa gente como Alexandra Ocassio Cortez y muchos otros congresistas y senadores. Y luego tienes a gente como Joe Biden. Lo que determinará lo fuerte que está la izquierda, que ha sido la cuestión más interesante en la política americana en los últimos cuatro años, desde que Sanders apareció en escena, ocurrirá en los próximos años y hay que estar atentos.

P. Estados Unidos ha temido siempre la palabra "socialismo". Eso está cambiando. ¿Empieza a haber espacio para el socialismo en la ciudadanía estadounidense?

Creo que, definitivamente, hay un lugar para el socialismo en Estados Unidos en los próximos años, lo llamemos como lo llamemos. Estados Unidos está preparado para el socialismo. El programa del Partido Republicano respecto a la desregularización, las bajadas de impuestos y recortes en los servicios públicos está siendo deslegitimado. Incluso los republicanos, cuando han gobernado, no lo han hecho siempre de acuerdo a esos pilares. Los paquetes de estímulos que ha aprobado Donald Trump, con el paro disparado, cosas que en Europa se dan por sentado pero que en Estados Unidos no, han sido muy aplaudidos. En los 90, la gente no quería recibir ayudas del Estado, era asistencia social, era algo malo, pero ahora ya no se ve así.

Desde hace años, el analista político Corey Robin ha dedicado su tiempo y su cabeza al estudio del funcionamiento del Partido Republicano y de la naturaleza de las corrientes políticas más conservadoras de su país, Estados Unidos. Profesor de Ciencias Políticas en el Brooklyn College y autor de ensayos como 'La mente reaccionaria' y 'El miedo: historia de una idea política', Robin habla con El Confidencial desde su casa de Nueva York apenas seis días después de la absolución de Trump en el juicio por su segundo impeachment, un mes desde que Biden llegó a la Casa Blanca y casi dos desde que los radicales asaltaron el Capitolio en uno de los ataques a la democracia estadounidense más impactantes de los últimos años.

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