Vandellós I, el Chernóbil español: el día en que pudimos sufrir una catástrofe nuclear
Cuando hablamos de accidente nuclear, inmediatamente nuestra mente se dirige hacia lugares remotos del planeta, pero en 1989 estuvimos muy cerca de sufrir una catástrofe
Cuando hablamos de accidente nuclear, instantáneamente nuestra mente se dirige a un punto concreto en el mapa: Chernóbil. Aquel 26 de abril de 1986 lo que en principio iba a ser una simple prueba sobre el reactor número cuatro de la central terminó por convertirse en una de los mayores catástrofes del planeta, provocando el fallecimiento de 31 personas como resultado inmediato de la explosión, y se calcula que cerca de 80.000 por los efectos generados a lo largo de los años. Sin embargo, en nuestro país también rozamos la catástrofe: esto es lo que sucedió en Vandellós I.
Pasaban unos minutos de las 22:00 de la noche del 19 de octubre de 1989 cuando, de repente, en la central nuclear de Vandellós I, ubicada en el municipio de Vandellós y L'Hospitalet de L'infant (Tarragona), comenzó a surgir una importante nube de humo. Pronto, las autoridades y los servicios de emergencia comenzaron a acercarse a la zona con el objetivo de tratar de extinguir el incendio, conocedores del importante problema que podría derivarse de un descontrol en la zona. Sin embargo, la hora a la que sucedió también evitó que no cundiera el pánico entre la población, pues muchos de ellos no fueron conscientes de lo que estaba sucediendo.
Sin redes sociales ni informativos 24 horas, ni tan siquiera numerosos canales en la televisión, solo aquellos que vivían cerca de la zona y las autoridades fueron conscientes del peligro que se cernía sobre la central nuclear de Vandellós I. Un incendio de grandes dimensiones podría generar un problema de tamaño incalculable y terminar por hacer que se perdiera el control sobre la propia energía nuclear, pudiendo provocar una fuga que hubiera generado un caso similar al de Chernóbil. Por esa razón, la rápida actuación fue fundamental para tratar de solucionar lo que estaba ocurriendo.
La central había sufrido una rotura en una de las tuberías de engrase, provocando un incendio que pronto comenzó a propagarse. El principal problema radicaba en que el vertido de aceite era de tamaño considerable, provocando que tanto la acumulación de este material como el que apareció por las fugas provocadas por el incendio en los diferentes circuitos de agua de la instalación dieran lugar a peligrosas acumulaciones de líquido, unidas a las procedentes de los propios sistemas de extinción de los bomberos: esa acumulación de líquido dio lugar a que la parte baja del edificio de turbinas quedara inundada.
Esta acumulación de agua no provocó más que diversos problemas en los sistemas eléctricos de la central, a los que le siguieron los problemas lógicos de los sistemas de control de seguridad de la instalación. Los expertos eran conscientes de que, si se perdía por completo el control de estos elementos, el incendio podía dañar gravemente el reactor y provocar una catástrofe, por lo que la actuación rápida y valiente de los servicios de bomberos de Tarragona, Reus, Barcelona y Vandellós evitaron un problema de incalculable magnitud, extinguiendo el incendio tras largas horas de trabajo.
Cuando los servicios de emergencia consiguieron acabar con el incendio, llegó el momento de hacer una evaluación de lo que había sucedido. Así, el Consejo de Seguridad Nuclear emitió un informe en el que solicitó la corrección inmediata de una serie de problemas que estaba sufriendo la central para que pudiera seguir llevando a cabo su función, pero el elevado coste de estas reparaciones dio lugar a que la empresa explotadora decidiera su cierre definitivo. Reparar una central nuclear gravemente dañada, con el sobrecoste y el peligro que conllevaba, no era la mejor opción a llevar a cabo.
Por ello, en el año 1991 comenzó la primera frase para desmantelar la central nuclear de Vandellós I. Durante seis años, se realizó la descarga del reactor y la evacuación del combustible gastado, además de acondicionar residuos y llevar a cabo algunos desmontajes. Fue en el año 2003 cuando comenzó la segunda fase, considerada de latencia, en la que todas las instalaciones pasan a un estado de espera hasta que en el año 2028 se proceda a pasar al nivel tres, que es el desmantelamiento definitivo del cajón del reactor. Así es como se evitó una catástrofe nuclear en Vandellós I, un evento que puedo cambiar la historia de España.
Cuando hablamos de accidente nuclear, instantáneamente nuestra mente se dirige a un punto concreto en el mapa: Chernóbil. Aquel 26 de abril de 1986 lo que en principio iba a ser una simple prueba sobre el reactor número cuatro de la central terminó por convertirse en una de los mayores catástrofes del planeta, provocando el fallecimiento de 31 personas como resultado inmediato de la explosión, y se calcula que cerca de 80.000 por los efectos generados a lo largo de los años. Sin embargo, en nuestro país también rozamos la catástrofe: esto es lo que sucedió en Vandellós I.