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Colza, 40 años después: casi todo lo que crees saber del síndrome del aceite tóxico es falso
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Colza, 40 años después: casi todo lo que crees saber del síndrome del aceite tóxico es falso

La peor crisis de la joven democracia española se produjo dos meses después del golpe de Estado del 23-F

Foto: Las garrafas con el aceite tóxico recuperadas de los hogares de Madrid en 1981.
Las garrafas con el aceite tóxico recuperadas de los hogares de Madrid en 1981.

La peor crisis de la joven democracia española se produjo dos meses después del golpe de Estado del 23-F. Casi todo lo que creen saber sobre la crisis del aceite adulterado de colza es falso. Por ejemplo, nadie compró 'aceite de colza'. Se vendió como aceite de oliva; más barato, eso sí. Ambos son excelentes para la salud. Otra cosa es ingerir aceite industrial que ha sido antes refinado para dar el pego.

No fue tampoco la verdadera causa del brote. La empresa de San Sebastian RAPSA entregó toneladas de ese aceite no apto para el consumo humano, que acabaría llegando a varias ciudades y pueblos de España. Barcelona fue una de esas ciudades y no se registró apenas ningún caso. Aun así, no hay dudas: el síndrome tóxico lo produjo el aceite adulterado de colza de uso industrial. Puede que hayan oído hablar de otras teorías y conspiraciones: son mentira.

Además de un terrible drama, la colza fue un enigma médico... que tenía solución. Una solución que no le gustaba a nadie. Epidemiológica. Mató, no tan al azar, a mil personas y dejó 20.000 afectados con terribles secuelas. Han pasado ya 40 años. Si se acuerdan de la colza, es que estuvieron expuestos aunque no conozcan lo más esencial. Si no es así, esta es una historia que ya no se les borrará de la cabeza. A millares de personas les destrozó la vida por nada. La codicia y la estupidez se llevan por delante a familias enteras. Cambiaron muchas cosas después.

Contra el Gobierno

El estallido: cuando aún se digería el ruido de sables del Congreso, en mayo de 1981, se colapsaron todos los hospitales de Madrid en apenas dos semanas. Se debía a una una avalancha de pacientes afectados por una rara afección que no salía en ningún manual médico del mundo. Sencillamente no existía.

Lo explica Juan Casado, el pediatra que descifraría el enigma médico. He hablado en varias ocasiones con él, la última frente a las cámaras, en el mismo Hospital Niño Jesús donde transcurrió todo para un documental aún en proceso de producción exactamente la semana antes de comenzar las restricciones por el covid: "Con el primer caso no pasaba nada, se ingresaba, se vigilaba... pero a continuación llegaban más y más casos, más pacientes, más pacientes, más pacientes, de tal manera que en ese momento los servicios de urgencias se colapsaban y en el hospital la preocupación se multiplicaba porque los pacientes ingresaban y ocupaban todas las camas".

placeholder El pediatra Juan Casado explica a Julio Martín Alarcón, en marzo de 2020, cómo se descubrió el origen del síndrome
El pediatra Juan Casado explica a Julio Martín Alarcón, en marzo de 2020, cómo se descubrió el origen del síndrome

Casado decide que es necesario formar un equipo diagnóstico: "Creé un grupo de investigación de médicos jovencitos: una todavía está aquí, la doctora Gómez Mardones...; el doctor Joaquín Otero, del laboratorio; la doctora Mercedes Ibáñez, de pediatría; un fisiólogo de la Facultad de Medicina porque entonces no teníamos ordenadores para analizar y cruzar los datos... Y este pequeño grupo, que nos reuníamos todas las mañanas para revisarlo todo, nos poníamos a trabajar con estos niños". El equipo se vio obligado a saltarse las directrices de Sanidad y aplicó un método para ir descartando posibilidades y lograr dar con un diagnóstico. Tenían que averiguar qué producía aquellos extraños síntomas.

El primer caso

Antes, a finales de abril, Jaime Vaquero, de diez años, era trasladado en ambulancia desde su casa en Torrejón de Ardoz al Hospital Rey. El primer paciente documentado del síndrome no llegó con vida. Esa misma tarde dos médicos le habían enviado a casa después de que sus padres le llevaran preocupados a la consulta ya que apenas podía respirar.

Un día más tarde, toda la familia, los padres y sus hermanos eran ingresados. En el Niño Jesús, Juan Casado y su equipo no tenían un diagnóstico. Ni ellos ni nadie. Entonces, Sanidad, tras practicar una autopsia a uno de los fallecidos adultos en el Hospital Rey, se encuentra una bacteria 'Pneumoniae'. La Dirección General a cargo de Luis Valenciano concluye que el brote se debe a la 'Pneumoiae' que provoca una neumonía atípica –no hay titulares con la palabra colza del momento porque no se sabía–.

Sanidad pide a los hospitales que tomen medidas anticontagio, ya que se piensa que se transmite por el aire

Se instruye entonces a los hospitales para tomar medidas anticontagio -ya que se transmite por el aire- y se prepara la distribución además de los antibióticos necesarios que atacan la bacteria. Se mantendría esa versión durante un mes y medio a pesar de no explicar bien los síntomas ni su comportamiento.

Diagnóstico erróneo

Pero el diagnóstico no cuadraba bien con esa bacteria. Lo afirma Casado: "Nuestro grupo siguió dándole vueltas y vueltas y analizando los datos. Había aspectos que no nos encajaban… Básicamente, era una enfermedad que sucedía de una vez a una sola familia, sin periodo por tanto de incubación, como sucede con las enfermedades infecciosas. Con una gripe o con cualquier otra epidemia infecciosa aparece un caso, se contagia a otro y tarda un tiempo de incubación que depende del microbio; pero aquí no, enfermaban todos a la vez. Esto era muy extraño para una enfermedad infecciosa".

Es Antonio Muro, sin embargo, el director del Hospital Rey, el primero en enfrentarse a la solución del Gobierno. Convoca una rueda de prensa y afirma que no es una bacteria 'Pneumoniae', sino una intoxicación alimentaria. Le destituyen inmediatamente. Muro se acerca a la solución, pero posteriormente sería el padre de las teorías de la conspiración que negaron que el aceite fuera el causante.

Se extendieron tremendamente por una razón que llegará al final de este artículo. Los estudios y pruebas realizados en los años siguientes corroborarían, en cambio, que el aceite de colza adulterado, tal y como descubrió Juan Casado, fue el causante.

Juan Casado, del Niño Jesús, decide saltarse las directrices del Gobierno para hacer ensayos clínicos

Mientras, en el Niño Jesús, Casado decide hacer un ensayo clínico sobre la marcha para descartar posibilidades saltándose las directrices del Gobierno. Sencillamente no se fía del diagnóstico y cuando Sanidad comunica que el tratamiento es el antibiótico específico para la bacteria 'Ucoplasma Pneumoniae', divide a los pacientes en tres grupos: a uno le dan el antibiótico que dice Sanidad que trata la enfermedad, a otro un antibiótico distinto que ataca a otras bacterias y, por último, el grupo de control.

placeholder Diagnóstico de Colza. Objetivo Semanal. Foto: RTVE.
Diagnóstico de Colza. Objetivo Semanal. Foto: RTVE.

Si los pacientes del primer grupo mejoran y los demás no, Sanidad tenía razón, si es el segundo sería otra bacteria. Lo que ocurre es que ninguno lo hace, confirmando las sospechas que compartían muchos médicos ya en ese momento: si el antibiótico no funciona es porque no es una bacteria, ni tampoco un virus, porque no se comporta como tal.

Una afección caprichosa

Inicialmente, la fase aguda consistía en una insuficiencia respiratoria grave que podía causar la muerte. Los pulmones se encharcaban con eosinófilos. Según Casado, "hubo un momento que no sólo pensábamos que no se trataba de una enfermedad infecciosa, sino que muy pronto en los análisis vimos que subían el número de eosinófilos en la sangre, que se elevan cuando hay una situación de alergia o de intoxicaciones. Además los niños tenían exantema, sarpullido, les picaba. Son características que indican una intoxicación, una alergia y no una infección".

Una respuesta inmune a un cuerpo extraño. Pensaron en alergias y se echaron al monte. Concretamente, recopilaron las fichas con los casos del año anterior para cotejar por ejemplo si había habido un aumento significativo de posibles alergias. No arrojó ninguna evidencia.

No siempre enfermaban los vecinos de un mismo edificio, por lo que descartaron algo contagioso

Por otra parte, comprendieron una característica de la enfermedad: no todos los miembros de un mismo edificio enfermaban, lo que les hizo descartar algo contagioso. Peor aún, ni siquiera era una constante en la misma familia. Daría quebraderos de cabeza. Pero había dos patrones que se repetían siempre: los menores de 1 año no enfermaban nunca y a su vez todos los pacientes correspondían a unos barrios concretos de Madrid en el extrarradio, no del centro. Carabanchel, Torrejón de Ardoz, Leganés...

placeholder Una de las plantas donde se refinó el aceite adulterado.
Una de las plantas donde se refinó el aceite adulterado.

Para entonces, Antonio Muro ya había comenzado su investigación sobre una sospecha alimentaria y, tras una serie de ensayos, comenzó a pensar que se había originado en unos tomates procedentes de Roquetas de Mar. No se trataba, sin embargo, de un estudio epidemiológico en toda regla, porque para empezar le habían echado del hospital. Sí es cierto que en las primeras semanas, cuando el gobierno defendía la tesis de la Neumonía Atípica se adelantó previendo dónde y cuándo enfermarían más pacientes. En realidad, había dado con una clave que era el vector, pero no con el causante.

El ministro y el 'bichito'

Mientras, la población se crispó ante la incertidumbre y la ausencia de respuestas. Mucha gente seguía enfermando, unos cuantos morían y no parecía que se supiera realmente por qué, a pesar de las tesis del gobierno. No ayudó el ministro de Sanidad, Jesús Sancho Rof, que declaró a la prensa -se dice que fue en Televisión, lo que es seguro es que sus declaraciones las publicó El País-. que lo de la Neumonía Atípica era por “un bichito que se cae al suelo y se mata” -El País--. Una de las frases más recordadas de la historia de la democracia.

placeholder El ministro de Sanidad entonces, Jesús Sancho Rof al la dcha.
El ministro de Sanidad entonces, Jesús Sancho Rof al la dcha.

Al ridículo espantoso le siguió el descrédito, porque además su remedio no funcionaba. Sanidad se estaba ya transfiriendo a las CCAA -Cataluña la obtuvo ese mismo año- y la Seguridad Social cambiaría a partir del drama. No existían aún los centros de salud.

Los daños eran terribles: un niño de 14 años se suicidó en el hospital debido al sufrimiento

Se llegó a mediados de junio, dos meses desde el estallido. Además de los que fallecían, el resto de afectados pasaban de la primera fase aguda a una intermedia en donde el principal problema era la piel y sobre todo el sistema nervioso. Daños muy graves. Juan Casado recuerda que muchos querían morir. En concreto, un niño de 14 años que intentaba suicidarse a menudo por los dolores, las deformaciones y el sufrimiento. Lo impedían cuando podían:

"Me acuerdo de un niño de 14 años que tuvo una enfermedad aguda muy grave, con insuficiencia respiratoria, que necesitó oxígeno, que con el oxígeno no era suficiente y hubo que intubarlo. O sea poner un tubo desde la nariz hasta la tráquea para que un respirador pudiera hacer el trabajo que sus pulmones no podían. Tenía una gran depresión. Se quería morir. Llevaba ya muchas semanas y se quería morir y varias veces se intentó quitar el tubo, casi no con las manos porque no podía, el tubo que le permite vivir el tubo que le da oxígeno y hacía movimiento para desentubarse y se desentubó un par de veces y hubo que intubarle. Después murió."

Con los datos que tenían, siguieron el método epidemiológico. Habia dos detalles esenciales, los menores no enfermaban y todos vivían en los mismos barrios. Indicaba claramente algo alimentario que se vendía allí y que no comían los bebés como conservas, pero era demasiado amplio.

Teoría de la conspiración

Muro había descartado el aceite por observación, es decir, tras haberse llevado algunas botellas de pacientes suyos en el Rey y analizarlas. Se fijó después en unos tomates, por el intinerario que seguían en los mercadillos y barrios. No era correcto. Muro había acertado con el mercadillo, pero no con el producto.

La única forma de averiguarlo era con otro ensayo. La madre de todos los que se realizaron por la Colza, que diseñó Casado justo después de la revelación más sorprendente de todo el proceso diagnóstico. Sabían ya que era el aceite porque al final enfermó un bebé. ¿Qué es lo que le diferenciaba del resto? Resultó que Tabuenca, director interino del Niño Jesús, averiguó que su madre mojaba el biberón en aceite -Estudio Tabuenca-. Si ningún niño enfermaba y el único que lo había hecho era por algo inusual es que se trataba del aceite. Había que probarlo.

placeholder Antonio Muro, director del Hospital Rey de Madrid cuando comenzó el brote.
Antonio Muro, director del Hospital Rey de Madrid cuando comenzó el brote.

Para ello Casado estableció una detallada encuesta que distribuyó a los niños del Niño Jesús. A todos. En dos grupos, los afectados y los que no. Era la forma de averiguar si los niños afectados por la rara enfermedad señalaban los mismos productos -el aceite-. frente a los que no. Dio resultado.

Es más, incluso específicamente unas garrafas de cinco litros con tapón rojo que se vendían en el mismo mercadillo ambulante que recorría esos barrios de Madrid: lo que explicaba el patrón geográfico -Estudio Casado-. Tenía la ventaja de que los niños eran más fiables en ese aspecto que los adultos, que podían mentir sobre el tipo de aceite que compraban. No tardaron en salir en prensa calificativos como "mercadillo para pobres" o "Aceite de garrafa barato".

Con el resultado en la mano compraron las garrafas en los mercadillos y Tabuenca solicitó que se analizaran. El azar quiso que recayera en el director de los laboratorios de Aduanas de Majadahonda, una figura fundamental en el drama porque había sido precisamente él quien había introducido el agente adulterante en 1973 para distinguirlo del destinado al consumo.

El origen: cuatro meses antes

Volvamos atrás. Diciembre de 1980, Madrid. España aún no está en la CEE y existen cuotas de importación que vigila la Dirección General de Aduanas. Ese mes no pasa desapercibido que la empresa Refino de Aceites de Pescado S.A. de San Sebastián ha quintuplicado sus cuotas de aceite desnaturalizado de colza para uso industrial que proviene de Francia -sentencia Juicio Colza-.

placeholder Sede de RAELCA la empresa de los hermanos Ferrero.
Sede de RAELCA la empresa de los hermanos Ferrero.

Se envía entonces a un inspector para recabar datos. Su labor consiste en certificar que realmente se está produciendo ese aumento en la importación, que está reflejado en libros de contabilidad y que se pagan las tasas correspondientes.

La Dirección General de Aduanas no tiene otra competencia. Tras hablar con Bengoechea comprueba que todo está en orden y se marcha. Pero nada está en orden: RAPSA declara el aceite para uso industrial, pero lo está vendiendo ilegalmente a su vez a una serie de empresarios y distribuidores, entre ellos a los Ferrero.

Hubo dos inspecciones con anterioridad al brote en las empresas que causaron la intoxicación

El aceite industrial ha sido adulterado a propósito por las autoridades precisamente para que no pasara al consumo humano. En concreto, el director de los laboratorios Manuel Hernández Bolaños introdujo las anilidas. El mismo hombre que cuando le enviaron las muestras confirmó horrorizado que se estaba consumiendo y ayudó Casado y Tabuenca para convencer al ministro.

Un país en pañales

Rebobinemos otra vez: Madrid , febrero de 1981. Una inspectora del ministerio de Agricultura se persona en la empresa de los hermanos Ferrero. Se les pone una multa porque no se están reutilizando los bidones y porque tienen la licencia de venta caducada, pero no se les prohíbe comerciar, sino que les imponen regularizar la situación.

Por lo demás, no hay nada que remarcar. La funcionaria no tiene tampoco la labor de comprobar lo que contiene la nave y se marcha. En el interior está el aceite de colza desnaturalizado para uso industrial que RAPSA, la empresa de San Sebastián de los hermanos Bengoechea les ha vendido a los Ferrero de RAEL. Existe en España una carencia en cuanto a controles de calidad y venta ambulante notoria que facilitaría la desgracia irreparable de millares de españoles.

Los estafadores refinaban el aceite de uso industrial que pasaba al consumo humano

Son los Ferrero quienes se encargan de refinarlo en diversas plantas -una esencial, la de ITH en Sevilla o la de Danesa Bau en Madrid-. Lo hacen para restituir de alguna forma las cualidades organolépticas, es decir la textura, viscosidad... la apariencia que haga pasar el aceite industrial por uno de mesa de oliva. Incluso devuelven una partida a Rapsa que está demasiado estropeada como para poder ser procesada de nuevo y dar el pego.

placeholder El intercambio de garrafas propuesto por el gobierno.
El intercambio de garrafas propuesto por el gobierno.

Es un gran negocio porque en ese momento no hay apenas producción de aceite de oliva para satisfacer a toda la demanda,además ellos los venden en garrafas de cinco litros con un distintivo tapón rojo que al incauto consumidor le sale mucho más barato. Ellos pagan mucho menos por el aceite desnaturalizado que provee Rapsa de San Sebastián. Pero los Ferrero desconocen que ese aceite pueda tener efectos tan letales.

El enigma del refino

Otros empresarios de la misma trama de RAPSA están a su vez estafando en otros puntos de España y no se ha producido un brote. Obviamente saben que no puede ser bueno para la salud, pero no tan devastador. Los Ferrero distribuyen sobre todo a Madrid y a las dos castillas que es donde se concentran los casos. Incluso les venden unas garrafas al convento de monjas cercano a su pueblo en Segovia. Es un detalle importante. El resto se distribuye en los mercadillos o con venta ambulante.

De nuevo en junio de 1981, Casado y Tabuenca van a ver al subsecretario de Sanidad Luis Hardinguey con los datos del laboratorio de Majadahonda y la evidencia del estudio que indica que es el aceite de los mercadillos y la venta ambulante. Es entones, según Casado, cuando no hacen caso a su descubrimiento y se encara con él: "O sale esta noche en el Telediario a explicar a la población que dejen de comprar aceite de garrafa o mañana yo mismo doy una rueda de prensa en el hospital para que todo el mundo sepa que el Ministerio de Sanidad está ocultando la causa de que los hospitales lleven un mes y medio colapsados”.

Con los datos que había recabado, Juan Casado fue a Sanidad y amenazó al gobierno para dar la noticia

La amenaza surte efecto y unas horas más tarde en televisión se emite un comunicado de Sanidad en el que se abandona por primera vez la teoría de la Neumonía Atípica y se señala a las garrafas de aceite de cinco litros. Posteriormente se ofrecerá un canje a los ciudadanos para eliminar de la circulación el tóxico asesino.

Demasiado tarde

Se trayta de que cambie el aceite de garrafa por verdadero aceite de oliva. Hay picaresca también: muchos vecinos llevarán garrafas de aceite de girasol para obtener mayor valor con las de oliva. Lamentablemente contaminarán las muestras de los análisis posteriores. En junio, por primera vez desde que se inicia la pesadilla, bajan los ingresos hasta que desaparecen. Quedan los afectados con tremendas secuelas y pocas alternativas de tratamiento.

Casado había dado con la solución, pero estaba incompleta. Con los años se siguen haciendo estudios que demuestran la absoluta correlación entre el consumo de aceite de Colza y el síndrome tóxico, pero también se afina más y se llega a la conclusión de los afectados por el Síndrome Tóxico habían consumido una partida concreta del aceite de los Ferrero. La que se había refinado en la planta ITH de Sevilla.

placeholder Varios afectados por el Síndrome Tóxico se manifiestan en Madrid.
Varios afectados por el Síndrome Tóxico se manifiestan en Madrid.

Es más, cuando Casado y Tabuenca fueron a ver al subsecretario era ya demasiado tarde: en realidad se había consumido todo el aceite de esa partida. La de Danesa Bau no produjo en cambio casos y su salida al mercado coincidió con el hallazgo de Casado. La prueba definitiva llegó más tarde, cuando años después se registraron los primeros y únicos afectados desde 1981: dos monjas del convento de Segovia. Lo habían almacenado y consumido un año después: pero la fecha de la compra era abril de 1981, porque estaba registrado en sus libros. Coincidía con la distribución de la partida de ITH: la puntilla al caso.

Años más tarde, en Virginia, EEUU, se reproducen los casos y el CDC de Atlanta revisa el caso español

Cuando comenzaban los macrojuicios de la Casa de Campo, ocurrió sin embargo algo en EEUU. Un brote con síntomas prácticamente idénticos a los de la Colza. En el CDC de Atlanta se acordaron del caso de España cinco años antes -habían enviado equipos de estudio- y sacaron de nuevo los datos que disponían.

Para entonces, la tecnología de laboratorio había mejorado bastante y se pudieron hacer análisis más precisos. Concluyeron que un agente químico los DPAP-L también presentes en el brote de EEUU, había sido los causantes del síndrome. Correspondían concretamente a la partida de el aceite de los Ferrero refinado en la planta ITH de Sevilla, no a las demás, corroborando toda la evidencia epidemiológica.

Palabra de ciencia

No se podía reproducir en humanos y en cobayas no se obtuvieron resultados: las muestras tampoco eran excelentes. Es decir, toda la evidencia apuntaba abrumadoramente a la serie de hallazgos de Casado, los del CDC y los de decenas de estudios que se publicaron después. Sin embargo, el hecho de que no se pudiera reproducir ni afirmar categóricamente qué agente químico lo había causado mantuvo las tesis de los conspiracionistas, que dudaron de la versión del aceite.

Se buscó a un cabeza de turco de la administración para que el estado se hiciera cargo de las indemnizaciones

El hallazgo del CDC no se registró España como para exculpar al único miembro de la administración que fue condenado por el caso de la Colza en los juicios de 1995 contra las autoridades. El artífice de incluir la anilidas para evitar precisamente el consumo humano, fue hallado culpable de negligencia al interpretar el Tribunal que había puesto en peligro al los ciudadanos por introducir un químico letal para diferenciarlo, ya que "era previsible que los estafadores acabaran desviandólo al consumo humano..." Se teoriza que fue una transformación de las anilidadas lo que produjo el agente tóxico.

La absurda conspiración

El trasfondo residía también en el problema de las indemnizaciones: para que el estado fuera subsidiario, puesto que los Ferrero, Bengoechea y demás miembros de la trama no tenían tanto dinero, hacía falta un cabeza de turco. El hombre que ayudó a Casado a convencer al ministro de que era el aceite, cargó con la culpa. Las indemnizaciones fueron mezquinas y escasas.

Además, para poder acceder a ellas era necesario firmar un papel antes del juicio en el que los afectados afirmaban haber consumido aceite de Colza. De lo contrario no se podía reclamar. Una figura para protegerse y que en cambio dio la vuelta a la tortilla: muchas personas y entre ellos destacados médicos y especialistas seguidores de Muro consideraron que se debía a una forma de tapar la verdad.

Así camparon durante años las teorías alternativas que no eran capaz de explicar por qué toda la evidencia científica señalaba al aceite, ni por qué los tomates eran una mera conjetura. El maldito aceite desnaturalizado de Colza, que en España se vende ahora como de Canola. Es excelente, sólo que sin un cambio de nombre no venderían ni una botella en todo el país.

*JULIO MARTÍN ALARCÓN es guionista de una serie de TV y un documental sobre el caso de Colza que produce Vertice 360º .

La peor crisis de la joven democracia española se produjo dos meses después del golpe de Estado del 23-F. Casi todo lo que creen saber sobre la crisis del aceite adulterado de colza es falso. Por ejemplo, nadie compró 'aceite de colza'. Se vendió como aceite de oliva; más barato, eso sí. Ambos son excelentes para la salud. Otra cosa es ingerir aceite industrial que ha sido antes refinado para dar el pego.