Una novela negra sobre un encierro se convierte en el gran bestseller de Alemania
'Mi dulce niña' es la historia de un secuestro que ha calado bien en tiempos de confinamientos y restricciones de la libertad
El 23 de agosto de 2006, una chica de 17 años, muy delgada, con la piel blanquecina y ojos hundidos se plantaba delante de la policía de Deutsch Wagram, un municipio al noroeste de Viena para decirles: “Soy Natascha Kampusch, nacida el 17 de febrero de 1988”. Se acababa así uno de los secuestros más largos de la historia de Austria, 3.096 días en total, desde que Kampusch, que solo tenía ocho años, fuera secuestrada por Wolfgang Přiklopil con una furgoneta blanca cuando iba al colegio. Como en las peores películas de los sábados por la tarde.
Dos años después, en abril de 2008, se daba a conocer otro caso de encierro que sacudiría a la sociedad austriaca y al mundo en general: Josef Fritzl había encerrado a su hija Elizabeth durante 24 años en el sótano de su casa y había tenido con ella siete hijos, dos de ellos gemelos. Solo la enfermedad de la hija mayor pudo sacar a la luz la espeluznante historia de Fritzl, al que enseguida los medios denominaron el monstruo de Amstetten, la localidad en la que sucedieron los hechos entre Viena y Linz.
El caso Kampusch y el caso Fritzl inspiran la novela negra más exitosa en Alemania en este último año, 'Mi dulce niña'
Ambos casos reales se encuentran detrás de la novela negra más exitosa en Alemania en este último año, 'Mi dulce niña', según ha señalado en varias entrevistas su autora, Romy Haussman nacida en la antigua RDA en 1981. Más de 200.000 ejemplares vendidos, 16 traducciones y los derechos vendidos a la televisión. Una novela debut que es la historia de un secuestro y de un encierro que ha calado bien en tiempos de confinamientos y restricciones de la libertad. De hecho, la novela, que se publicó por primera vez en 2019, iba muy bien a finales del año pasado, pero fue en marzo de este 2020 cuando se plantó en el número uno de los bestsellers de la revista Der Spiegel. Para finales ya ha ganado varios premios de novela criminal en su país como el Cologne Crime Award. Y ya se puede leer en español publicada por Alianza de Novelas.
Novela negra muy popular
El género negro en Alemania es extraordinariamente popular y alcanza tanto a lectores más exigentes como a los que se sienten cómodos con la narrativa más comercial. Todos los periódicos tienen una sección dedicada al ‘Krimi’, desde los más prestigiosos como Die Zeit a los considerados más sensacionalistas como ‘Bild’. El caso de ‘Mi dulce niña’ se balancea bien entre ambos, y podría formar parte tanto de las recomendaciones del club de lectura de la versión alemana de Oprah Winfrey como de Der Spiegel. Una montaña rusa adictiva.
La historia comienza con una nota de periódico que informa de la desaparición de una chica de 23 años. Después aparecen informaciones a retazos que adentran al lector en un espacio cerrado, con las ventanas tapiadas y un circuito por donde transcurre el aire. Una atmósfera opresiva que recuerda también a la película ‘La habitación’ (2015) que protagonizaba Brie Larson y cuyas primeras imágenes mostraban a una mujer y un niño en una casa. Cuando se ampliaba la imagen, esta resultaba mucho más terrorífica: ni siquiera era una casa sino un miserable cuartucho.
La novela formar parte de las recomendaciones del club de lectura de la versión alemana de Oprah Winfrey y de 'Der Spiegel'
Como en la película, no obstante, la novela se revela pesadillesca cuando la secuestrada consigue escapar de aquella cabaña en la que su secuestrador la ha retenido durante cuatro meses junto a dos niños de los que se desconoce si son o no sus hijos y el parentesco que tienen con el criminal. Es el momento en el que chocan la nueva normalidad con la vieja normalidad y la anormalidad, quizá algo que hayan podido entender los lectores.
“Cuando leí sobre el caso Fritzl y Natascha Kampusch me costaba asimilar que en nuestro mundo moderno fuera posible secuestrar a alguien, encerrarlo y aislarlo del mundo exterior durante años. Natascha Kampusch, sobre todo, me resultaba fascinante. Esa joven estupenda pasó años encerrada y aun así siguió siendo reflexiva y lista”, ha comentado Hausmann.
“Para Hannah y el niño, la cabaña había sido la normalidad, su normalidad. Y nadie suele cuestionarse nunca su propia normalidad”
De hecho, la novela se recrea en ocasiones en cómo salir al mundo real después de haber estado mucho tiempo encerrado y si solo has confiado en quien te tenía allí metido. “Para Hannah y el niño, la cabaña había sido la normalidad, su normalidad. Y nadie suele cuestionarse nunca su propia normalidad”, escribe Hausmann. Hasta que te la quitan, que es cuando empieza lo malo.
El papel de los medios
La autora escribe guiones para la televisión como freelance, lo cual le hizo plantearse abandonar la escritura: demasiado trabajo “y mientras escribes no cobras”, ha afirmado. Su trabajo de guionista también se nota en la novela, que en ocasiones parece ser un guión serializado. Las escenas se dividen según el punto de vista de cada protagonista y abundan los diálogos, muy por encima de una descripción y de una narración. También sabe jugar con la atención del lector y cuela un cliffhanger cada vez que termina un breve capítulo. De forma poco sutil consigue que enseguida saltemos al siguiente, como si se tratara del botón de la plataforma audiovisual de turno. La fórmula no por vieja funciona menos si se hace bien. Y aquí está dominada.
Hausmann cuela también un cierto posicionamiento sobre los medios de comunicación y su relación con los sucesos. Una vez más, desfavorable para el periodismo. La secuestrada es tachada en diferentes informaciones de juerguista, alocada…un silogismo mental que deviene en que lo siguiente es que es normal que a una la secuestren. Es bastante extraño, pero también funciona. No son pocos los casos en los que se ha dado esta información después de la desaparición de una chica joven. “He leído que comíais en cuencos para perros y que estábais atados con una correa”, le dice ya en libertad una amiga a la secuestrada. “No, también usábamos cubiertos”, contesta esta.
Un personaje particular de la novela es el padre de la secuestrada. Principalmente porque desde el inicio entabla una relación muy cercana con un periódico, al que le da información mientras torpedea a la policía encargada de la investigación. Su fin es que el caso no pierda relevancia entre los medios para que así, insiste, se siga buscando a su hija, pese a que la policía le recrimina constantemente que esas filtraciones ayudan a quien haya cometido el delito. Hay bastantes casos reales en los que se ha dado también esta circunstancia y hay padres se han convertido en personajes tan mediáticos como sus propias hijas desaparecidas. Y es, precisamente por esto, por lo que muchos de estos sucesos se convierten en grandes historias mediáticas.
Hay padres que se han convertido en personajes mediáticos. Por eso muchos de estos sucesos se convierten en grandes historias para los medios
“Los medios nunca se cansan de nuestra historia. Y es posible que siga siendo así durante una larga temporada. Hasta el próximo crimen más espectacular de la última década. Así nos califican, de hecho. He recibido solicitudes de entrevistas e incluso una oferta para una película. Nuestros papeles los interpretarían actores de primera categoría y, desde luego, nos programarían en prime time”, se puede leer en la novela.
De lo que no se han cansado tampoco en Alemania es de esta novela. Ocurre como con ‘Tatort’ (El lugar del crimen), una serie policíaca que sigue en activo desde 1970 en la televisión pública. Esto no lo ha conseguido ni ‘Cuéntame’ en España. Una muestra del tirón de lo criminal en los países de lengua alemana. No solo los casos reales.
El 23 de agosto de 2006, una chica de 17 años, muy delgada, con la piel blanquecina y ojos hundidos se plantaba delante de la policía de Deutsch Wagram, un municipio al noroeste de Viena para decirles: “Soy Natascha Kampusch, nacida el 17 de febrero de 1988”. Se acababa así uno de los secuestros más largos de la historia de Austria, 3.096 días en total, desde que Kampusch, que solo tenía ocho años, fuera secuestrada por Wolfgang Přiklopil con una furgoneta blanca cuando iba al colegio. Como en las peores películas de los sábados por la tarde.