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El monstruo acecha en un libro: los mejores cuentos de terror según Hitchcock
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El monstruo acecha en un libro: los mejores cuentos de terror según Hitchcock

Blackie Books reedita 'Cuentos que mi madre nunca me contó', una antología de terror y suspense en la que Hitchcock contó con relatos de Dahl, Bradbury, Matheson y más

Foto: Alfred Hitchcock en una foto promocional.
Alfred Hitchcock en una foto promocional.

Recuerdo entrar en el despacho de mis padres. Cientos de manuales de medicina, de reumatología y psiquiatría. Los tebeos de Mafalda. Literatura hispana, extranjeros, novela negra. Y en un rincón, al lado de los volúmenes de ciencia ficción y la colección de vhs de 'Cosmos' de Carl Sagan, una esquinita dedicada al terror y la parapsicología. Creo recordar un tomo titulado 'Misterios de lo oculto', con historietas de fantasmas y de crímenes irresolutos. Y un tomo morado de Mundo Actual de Ediciones, resobeteado por mis manos y salpicado de manchas de tomate, como la escena de un crimen, de tantos macarrones gratinados a los que acompañó 'Relatos que me asustaron' de tapa dura, mi primer contacto con Alfred Hitchcock. Cuentos cortos de terror y suspense, firmados por autores más o menos populares, que mezclan el costumbrismo con un giro final fantástico que dejan al lector con el libro sujeto por dedos temblorosos.

No recuerdo si antes de aquellos cuentos hube visto 'Psicosis' o 'Vértigo' o 'La ventana indiscreta'. Lo que sí quedó grabado en mi hipotálamo fue aquella fiesta de cumpleaños, imaginada por John Burke, en el que un grupo de niños juegan "al asesinato" con "dos uvas peladas" como si fueran ojos, "un guante de goma relleno de trapos" representando una mano, "un manojo de hilaza" asemejando un mechón de pelo. Un juego que, pueden adelantar, sale mal. Su final terrorífico, insospechado, indeleble. Ahora, cuarenta años después de su muerte, Hitchcock regresa a través de la reedición en español de otra de sus recopilaciones de cuentos de terror, 'Cuentos que mi madre nunca me contó' (Blackie Books, 2020), píldoras sencillas y ocurrentes que vuelven a sostenerse en esa mezcla de la cotidianidad más banal y el horror más atávico y que recogen las historias de plumas del calibre de Ray Bradbury, Richard Matheson y Roald Dahl, entre otras.

placeholder Portada de 'Cuentos que mi madre nunca me contó'
Portada de 'Cuentos que mi madre nunca me contó'

Decía Truffaut de Hitchcock que el inglés tenía "horror a lo corriente". Que el 'maestro del suspense' es también el de lo anormal, por eso no es de extrañar que la sensibilidad hitchcockiana entronque con la perversidad de Dahl, el pesimismo de Bradbury o la fantasía de Matheson. 'Cuentos que mi madre nunca me contó' se publicó originalmente en Estados Unidos en 1963. Hitchcock los describe como "cuentos para gustos refinados, para aquellas personas que han dejado atrás el sencillo placer del golpe contundente, el grito en la noche o el veneno en el decantador de oporto". Sin embargo, para un lector actual, al que la explicitud de la industria audiovisual ha acostumbrado al terror, al horror y a la repulsión, esta recopilación es un divertimento 'pulp' que recuerda a una infancia en la que el arte de contar historias de miedo era un don más que preciado.

Veinte relatos que van desde el análisis antropológico hasta el cuento de fantasmas, entre ellos uno, el que cierra esta edición, que resulta fácilmente relacionable con la situación que ha vivido el mundo este 2020. 'El muchacho que predecía terremotos', que Margaret St. Clair escribió en 1950 pero que podría adaptarse a una actualidad en busca de faros y pastores que predigan un futuro de esperanza... a toda costa. St. Clair imaginó a un joven cuyo talento era el de la adivinación, pero con un límite de cuarenta y ocho horas hacia el futuro. La televisión lo convierte en una estrella, una especie de oráculo que comienza vaticinando resultados de elecciones y tornados y en el que millones de espectadores depositan no la necesidad de conocimiento, sino la fe. ¿Quién querría saber con antelación una tragedia propia? ¿Y una gran tragedia colectiva? ¿Quién que hubiese previsto este 2020 catastrófico habría querido dilatar preventivamente la angustia de tanta muerte e infelicidad?

placeholder Alfred Hitchcock con unos pájaros.
Alfred Hitchcock con unos pájaros.

Muy distinto es el título que abre la selección, 'El viento', de Bradbury, una historia en que lo cotidiano y lo fantástico se retan hasta derrotarse. Publicada por primera vez en 1950, Bradbury dota a un elemento tan cotidiano como el viento una cualidad amenazante, incluso mortal. A partir de una conversación telefónica, el autor de 'Fahrenheit 451' construye el suspense, en el que un hombre intenta convencer a su amigo de que ha descubierto la naturaleza maligna del viento y ha descubierto cómo vencerlo, mientras que su amigo intenta razonar con él utilizando el sentido común. La imaginación contra la realidad, la ciencia contra la fantasía.

Se confesó Hitchcock como "un adicto a las historias que tiñen con una pincelada de terror las emociones del lector, que turban su sensibilidad con horrores angustiosos o le aceleran el pulso mediante el suspense". Si su cine está repleto de pulsiones trágicas, los relatos elegidos en este volumen -entre los que destacan también 'Nuestros amigos los pájaros', de Philip MacDonald; 'Los hijos de Noé', de Matheson, y 'Adiós papá', de Joe Gores- también desembocan en fatalidad cuando el hombre see deja arrastrar por el lado oscuro de su naturaleza. El cuento, casi siempre ignorado, y ya sin apenas lugar en la prensa escrita, donde hasta el siglo pasado se encontraba su hábitat, pocos espacios tiene ahora para llegar a manos del lector. Y menos aún si no hay un prócer que los apadrine. Por eso la reedición de 'Cuentos que mi madre nunca me contó' es una anomalía para nostálgicos, pero también un túnel del tiempo que desemboca directamente en aquellas noches bajo la sábana alumbrada por la luz de una linterna, a aquellos días de terror inocente en el que el monstruo moraba dentro de un libro y no fuera de casa.

Recuerdo entrar en el despacho de mis padres. Cientos de manuales de medicina, de reumatología y psiquiatría. Los tebeos de Mafalda. Literatura hispana, extranjeros, novela negra. Y en un rincón, al lado de los volúmenes de ciencia ficción y la colección de vhs de 'Cosmos' de Carl Sagan, una esquinita dedicada al terror y la parapsicología. Creo recordar un tomo titulado 'Misterios de lo oculto', con historietas de fantasmas y de crímenes irresolutos. Y un tomo morado de Mundo Actual de Ediciones, resobeteado por mis manos y salpicado de manchas de tomate, como la escena de un crimen, de tantos macarrones gratinados a los que acompañó 'Relatos que me asustaron' de tapa dura, mi primer contacto con Alfred Hitchcock. Cuentos cortos de terror y suspense, firmados por autores más o menos populares, que mezclan el costumbrismo con un giro final fantástico que dejan al lector con el libro sujeto por dedos temblorosos.

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