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Otro de los caídos del 20-N: ¿quién mató a Buenaventura Durruti?
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el protagonista de 'Lluvia de agosto'

Otro de los caídos del 20-N: ¿quién mató a Buenaventura Durruti?

Hace 84 años murieron José Antonio Primo de Rivera y Buenaventura Durruti, en plena guerra civil. Una novela de Francisco Álvarez cuenta la vida de este último

Foto: Funeral de Buenaventura Durruti (Wikimedia Commons)
Funeral de Buenaventura Durruti (Wikimedia Commons)

El 20 de noviembre de 1936, hace justo 84 años, cuando murió en el hotel Ritz de Madrid, todos los bienes de Buenaventura Durruti se reducían a una muda de ropa interior, un par de pistolas, unos prismáticos y unas gafas de sol. El aterrizaje de su cadáver en Barcelona apenas dos días después hizo que la ciudad colapsara. Más de cien mil personas sañieron a las calles bajo la lluvia para despedir al héroe mientras cantaban el himno anarquista 'Hijos del pueblo'. La comitiva fúnebre tenía que disolverse después de los discursos, pero la masa de gente no se movía de su sitio, fue imposible llegar al cementerio y, en el último momento, el sepelio tuvo que aplazarse al día siguiente. Cuando horas después al fin las personas que estaban allí regresaron a sus casas, millares de coronas quedaron abandonadas en los charcos.

Foto: Póster de la CNT de 1936
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'Lluvia de agosto'

Al mecánico, miliciano y líder anarquista leonés José Buenaventura Durruti le había alcanzado en el pecho una bala de firma desconocida en la Ciudad Universitaria de la capital, entonces sometida a un durísimo asedio por los soldados de Franco que se habían alzado apenas tres meses antes contra el gobierno republicano iniciando así la guerra civil. ¿De qué color era aquella bala? ¿Azul falangista? ¿Rojo comunista? ¿Negro anarquista? El enigma acerca de quien mató a Durruti, si el enemigo, si algún agente de Stalin para quien los anarquistas eran tan odiosos o más que los fascistas, o si sus propios compañeros libertarios recelosos de una hipotética militarización de su columna, nunca ha sido resuelto.

¿Y si la bala se la disparó el propio Durruti? "Como novelista estoy obligado a guardar silencio para no devaluar la apuesta que planteo en ‘Lluvia de agosto’. Si me preguntas como periodista, aunque no se trate de hechos contrastados, yo dejaría caer que los indicios apuntan a que pudo tratarse de un disparo accidental. En cualquier caso, han pasado ochenta años y creo que ya nunca se llegará a saber". Esto comentaba Francisco Álvarez (Gijón, 1970) periodista y escritor que publicó 'Lluvia de agosto' (Hoja de Lata), una novela que recrea la vida, e intenta clarificar la oscura muerte, del anarquista. En sus páginas una periodista francesa persigue la pista de Durruti medio siglo después de aquel 20 de noviembre de 1936. El mismo día, por cierto, en que era ejecutado en Alicante el fundador de Falange José Antonio Primo de Rivera.

Entierro de Buenaventura Durruti

España bajo la bandera negra

Durruti es un personaje con una carga histórica, épica y romántica enorme. Organizó huelgas, atracó bancos, pasó por el exilio, la cárcel y la deportación, protagonizó algunos de los mítines sindicales más apasionantes de la España de aquellos años, estuvo perseguido por la justicia de varios países europeos y americanos, fue una figura decisiva en la defensa de Barcelona al estallar la guerra, encabezó un proceso de colectivización de tierras sin precedentes en Aragón y murió a una edad temprana y en circunstancias que nunca fueron aclaradas. Su historia corre pareja a la de los años gloriosos del anarquismo español.

La Idea prendió entre millones de braceros andaluces y obreros catalanes. En ningún país del mundo ondeó con tanta fuerza la bandera negra

Cuando en octubre de 1868 el ingeniero italiano Giuseppe Fanelli llegó a Madrid enviado por Bakunin con la intención de reunirse en un café con un pequeño grupo de tipógrafos de ideas avanzadas, nada permitía presagiar que el credo anarquista que acarreaba consigo -declamado por cierto en un italiano que nadie de aquel grupo comprendía pero al que bastaba la irresistible retórica de su autor- iba a hacerlo suyo apenas una década después la inmensa mayoría de los trabajadores españoles. La Idea prendió entre braceros andaluces y obreros españoles y, en 1936, en vísperas de la guerra civil, enrolaba en las filas de la CNT, el sindicato anarcosindicalista español, a casi un millón de afiliados. En ningún país del mundo ondeó con tanta fuerza la bandera negra. ¿Cómo contar en apenas 300 páginas de ficción tamaña aventura?

"Yo he intentado", comentaba Francisco Álvarez, "acercarme al personaje en un juego de equilibrios: con el distanciamiento propio del periodista, la ilusión del novelista primerizo y la simpatía personal que me suscita Durruti. He puesto mucho empeño en tratar de evitar el tono panfletario y hagiográfico, condicionado en buena medida por mi ética periodística y por el hecho de que como lector no me gustan las novelas en las que todo es blanco o negro, sin tonalidades grises. He tratado de reflejar honestamente las luces y las sombras del personaje, para que cada lector o lectora haga su propio juicio y saque sus propias conclusiones".

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El cadáver de Durruti


El corto verano de la anarquía

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'El corto verano de la anarquía'

Escribía Enzensberger en 'El corto verano de la anarquía', recordando unas palabras de Ehrenburg, que nadie se atrevería a novelar la vida de Durruti porque "se parece demasiado a una novela de aventuras". El escritor alemán se limitaba así en aquel extraño y fascinante libro, a reunir toda clase de fuentes y materiales dispersos sobre la vida del anarquista. Con todo, otros obras sí se atrevieron después a levantar una ficción: ‘La justicia de Los Errantes’, del alicantino Jorge Díaz; ‘El hombre que mató a Durruti’, del madrileño Pedro de Paz, o ‘Apache’, del chileno Antonio Gil.

Álvarez, por su parte, admite que "novelar sobre la figura de Durruti tiene sus riesgos, pero también ofrece muchas oportunidades, por esa biografía novelesca y cinematográfica que nos dejó en sus cuarenta años de vida breve, pero intensa, frenética… He tratado de ser fiel a los hechos, las fechas y los personajes hasta donde he podido, es muy difícil distinguir entre realidad y leyenda en todo lo que ya hay escrito sobre aquella época y aquellas gentes. Y es cierto que en algún caso me he distanciado intencionadamente de la realidad, porque a fin de cuentas se trata de una novela".

Antes de convertirse en un héroe militar de la lucha antifascista española durante la guerra civil, Durruti atracó bancos y cometió atentados, como el asesinato del cardenal Juan Soldevilla en Zaragoza. Corrían los años 20, los años de plomo del pistolerismo en Barcelona en los que sicarios de la patronal y sindicalistas armados se tiroteaban por las calles de la ciudad. ¿Cómo interpretar, en un presente felizmente inmunizado contra la violencia, hechos que hoy serían calificados sin titubeos de "terroristas"?

Juan García Oliver, compañero de Durruti y Ascaso en Los Solidarios, dijo que ellos eran 'los mejores terroristas de la clase trabajadora'

El autor de 'Lluvia de agosto' recuerda que "Juan García Oliver, compañero de Durruti y Ascaso en el grupo de acción anarquista Los Solidarios, admitió sin tapujos que ellos eran 'los reyes de la pistola obrera de Barcelona, los mejores terroristas de la clase trabajadora'. Y quien hizo esa afirmación llegó a ser ministro de Justicia en el Gobierno de la República durante los primeros meses de la guerra civil, porque pasaban cosas insólitas en aquella España. Hay que situar esa violencia en su contexto: los grupos paramilitares del Sindicato Libre, financiados por una parte de la patronal, estaban matando como moscas a obreros, sindicalistas, abogados defensores de anarcosindicalistas, había ejecuciones extrajudiciales amparadas por la Ley de Fugas… La violencia se prodigaba en ambas direcciones, y se justificaba por la violencia del contrario. En ese escenario es muy difícil determinar si fue antes el huevo o la gallina".

Concluye Álvarez: "Sí, atracar bancos a punta de pistola, como hicieron Los Solidarios en la oficina gijonesa del Banco de España en 1923, sin duda es un acto violento, pero yo pienso que la violencia tiene muchas formas. También es violencia que un banco desahucie a una familia de su hogar o que una compañía energética deje que una mujer de 81 años muera en su casa por cortarle el suministro eléctrico".

El 20 de noviembre de 1936, hace justo 84 años, cuando murió en el hotel Ritz de Madrid, todos los bienes de Buenaventura Durruti se reducían a una muda de ropa interior, un par de pistolas, unos prismáticos y unas gafas de sol. El aterrizaje de su cadáver en Barcelona apenas dos días después hizo que la ciudad colapsara. Más de cien mil personas sañieron a las calles bajo la lluvia para despedir al héroe mientras cantaban el himno anarquista 'Hijos del pueblo'. La comitiva fúnebre tenía que disolverse después de los discursos, pero la masa de gente no se movía de su sitio, fue imposible llegar al cementerio y, en el último momento, el sepelio tuvo que aplazarse al día siguiente. Cuando horas después al fin las personas que estaban allí regresaron a sus casas, millares de coronas quedaron abandonadas en los charcos.

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