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¿Dejar de llamarlo 'toque de queda'? "Es una manipulación del lenguaje"
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¿Dejar de llamarlo 'toque de queda'? "Es una manipulación del lenguaje"

Tras decretar el estado de alarma, Sánchez propuso sustituir la expresión militar por una nueva: "restricción de la movilidad nocturna". Para los académicos, es un eufemismo

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tras el Consejo de Ministros extraordinario del pasado domingo. (EFE)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tras el Consejo de Ministros extraordinario del pasado domingo. (EFE)

El pasado domingo, tras declarar el cuarto estado de alarma en la historia de España, Pedro Sánchez dirigió una petición lingüística a los medios de comunicación: “Creo que podemos ir acuñando todos una expresión más contemporánea, que nada tiene que ver con lo que representa el ‘toque de queda’ para generaciones con más experiencia y más vida a sus espaldas”. El presidente del Gobierno propuso un sustituto de esas tres palabras con sabor militar, ‘toque de queda’, en un “ejercicio de pedagogía” para la ciudadanía.

“Esto es una ‘restricción de movilidad nocturna’ –dijo Sánchez--, nada tiene que ver con el ‘toque de queda’, que tiene otra serie de componentes y significados en la mente de todos”. Pero el Diccionario de la Real Academia Española no atiende a las connotaciones que el presidente quiere sortear con un nuevo término. Según la definición del DRAE, un toque de queda es una “medida gubernativa que, en circunstancias excepcionales, prohíbe el tránsito o permanencia en las calles de una ciudad durante determinadas horas, generalmente nocturnas”. La expresión englobaría, en principio, la “limitación de la libertad de circulación de las personas en horario nocturno” que recoge el Real Decreto de estado de alarma.

placeholder Un operario municipal realiza labores de desinfección de madrugada en Galicia. (EFE)
Un operario municipal realiza labores de desinfección de madrugada en Galicia. (EFE)

La petición de Sánchez llegó varias semanas después de que esas tres palabras coparan las tertulias y los titulares de los medios españoles. Y la propuesta de un sustituto lingüístico que rebaje sus connotaciones bélicas es, en esencia, un eufemismo político. Así lo creen cuatro académicos de la RAE consultados por este periódico. "La expresión 'toque de queda' proviene del contexto militar", explica Manuel Gutiérrez Aragón, 'silla F', premio Herralde y también miembro de la Real Academia de las Artes de San Fernando. "Hace referencia al toque de la corneta que anunciaba a los ciudadanos que se quedaran en casa porque en la calle había peligro".

Al escritor no le convence la 'restricción de movilidad nocturna' acuñada por el presidente del Gobierno: "Entiendo que el propósito es dulcificar la expresión y eliminar ese sabor castrense, pero todo el mundo entiende qué es un toque de queda, y además es contundente. A uno le anima más a quedarse en su casa". Gutiérrez Aragón no cree que la nueva expresión cale en la ciudadanía, porque "es muy larga y suena a que tengamos que llevar un bastón o una silla de ruedas por la noche", bromea. "Los españoles somos muy dados a las discusiones bizantinas del lenguaje. Pero lo que me importa es a qué hora tengo que llegar a casa, no cómo se llame la medida".

"Políticamente, es explicable. Lingüísticamente, no tiene razón"

El académico cree que el tinte militar y contundente del 'toque de queda' podría resultar, incluso, útil para la efectividad de la medida. "Como en esos recordatorios en los teatros para que apaguemos el móvil. Algunos reproducen un tono de llamada muy estridente solo para que recordemos lo desagradable que es. Es una disuasión. Algo así podría ocurrir con las connotaciones de la expresión. 'Quédense en casa, coño', sería una versión castiza", bromea. A pesar de todo, ve como algo "positivo" que la política se preocupe por la "exactitud del lenguaje". "La 'restricción de movilidad nocturna' no me parece una expresión afortunada, pero ojalá los políticos se preocuparan por hablar mejor".

Para Luis María Ansón, académico que ocupa el 'sillón Ñ' de la RAE, "el 'toque de queda' se ha utilizado siempre, y no solo en contextos de guerra. Está perfectamente recogido por el DRAE. Tratar de desvincular una decisión como la que se ha tomado de unas connotaciones bélicas no deja de ser un eufemismo lingüístico por parte del presidente del Gobierno", opina. "Políticamente, es explicable e incluso aceptable. Pero, lingüísticamente, no tiene razón". En 1981, Jaime Milans del Bosch decretó el primer toque de queda de la democracia española durante el golpe de estado del 23-F. "Se establece el Toque de Queda desde las veintiuna a las siete horas, pudiendo circular únicamente dos personas como máximo durante el citado plazo de tiempo por la vía pública y pernoctando todos los grupos familiares en sus respectivos domicilios", rezaba el comunicado sin más especificaciones.

¿Calaría en 2020 una nueva formulación, que elimine los ecos de la corneta y el tambor de la guerra? Ansón considera que la última palabra la tendrá "el pueblo". La Academia recoge las expresiones consolidadas, pero no legisla. Ni siquiera en "ejercicios de pedagogía" como el que propone Sánchez. "Veremos qué decide el pueblo sobre esta propuesta. El lenguaje lo hace la gente y los académicos no decidimos lo que se usa y lo que no". El periodista y escritor alude al ejemplo de los anglicismos. En 1946, Ramón Menéndez Pidal propuso 'castellanizar' los deportes que llegaban a España con nombres anglosajones. Balonmano para 'handball'. Baloncesto para 'basketball'. Y balompié para 'football'. "Todo el mundo dice baloncesto, pero absolutamente nadie dice balompié. Por las razones que sean, quizá fonéticas, el pueblo decidió que al 'football' se le llamaría 'fútbol'. Lo que Menéndez Pidal ideó caló por su sentido común. Y en el sentido común se fundamenta la construcción del lenguaje".

"Manipulación del lenguaje"

El proceso al que alude Ansón, el de la creación de la lengua y de significados, es algo que siempre ha interesado a la política. Es lo que apunta Félix de Azúa, filósofo y escritor que ocupa el 'sillón H' de la RAE. Se remite al 'LTI. La lengua del Tercer Reich: apuntes de un filólogo', de Víctor Klempeler. Este filólogo y profesor de literatura en la Universidad de Dresde estudió el impacto de la propaganda política nazi en el idioma alemán (una 'neolengua' al estilo de lo narrado por George Orwell en '1984'). Las expresiones teatrales de los discursos de Hitler o de Goebbels, la distorsión del lenguaje y la gesta de toda una colección de símbolos al servicio de una ideología.

"El gobierno de 'progreso' está persuadido de que los técnicos en publicidad son los mejores consejeros políticos. Cree con una fe de carbonero en el marketing. Y esto es así porque sabe que lo que vende no tiene ningún fundamento moral o intelectual. Son productos comerciales y de consumo. Una posición ultracapitalista muy propia de un gobierno 'progresista'", opina De Azúa sobre la sugerencia lingüística de Sánchez, que considera "una manipulación del lenguaje". En esta línea se pronuncia también Álvaro Pombo, escritor y 'silla J' de la Real Academia. "No hay que aceptar el eufemismo de la 'restricción de movilidad nocturna'. Hay que decir toque de queda. Los políticos usan mal el español. La expresión que sugiere no me gusta, me parece cursi. 'Toque de queda' es una expresión de origen militar, sí, pero no importa. Es bonita y noble".

Las consecuencias del eufemismo

Los cuatro académicos coinciden en que "toque de queda" es una expresión válida, y que evitar su uso responde a otros intereses que no son los de la exactitud y economía del lenguaje. Nada nuevo en el discurso político. "Desaceleración económica" en lugar de crisis. "Apoyo financiero" en lugar de rescate. "Crecimiento negativo" en lugar de recesión. En tiempos convulsos, suelen proliferar las piruetas y el contorsionismo en el discurso político. Es lo que estudia la filóloga Nuria Barranco Flores en su trabajo 'El eufemismo léxico del discurso político y sus efectos cognitivos'.

placeholder Rueda de prensa del Comité de gestión técnica para hacer frente al coronavirus, con representantes de las Fuerzas Armadas, la Guardia Civil y la Policía Nacional. (EFE)
Rueda de prensa del Comité de gestión técnica para hacer frente al coronavirus, con representantes de las Fuerzas Armadas, la Guardia Civil y la Policía Nacional. (EFE)

"El fenómeno eufemístico consiste, en esencia, en una reconceptualización de la realidad vitanda que se manifiesta a través de recursos lingüísticos variados y que permite comunicar de manera atenuada el concepto o realidad interdicta", recoge Barranco en su artículo. A la larga, evitar la expresión 'toque de queda' por su reminiscencia militar no supondría únicamente usar otras palabras, sino una nueva comprensión de qué significa no poder circular libremente por la calle a ciertas horas. Para muchos, una circunstancia que vivirán por primera vez. Como las metáforas, los eufemismos permiten 'reubicar' los conceptos en un discurso. Aludir a una realidad sin nombrarla del todo, arropándola en otro contexto lingüístico para camuflarla. En este caso, despojando al "toque de queda" de su origen militar. Y a esta pandemia, a las muertes y a la crisis global, de cualquier paralelismo con la guerra.

El pasado domingo, tras declarar el cuarto estado de alarma en la historia de España, Pedro Sánchez dirigió una petición lingüística a los medios de comunicación: “Creo que podemos ir acuñando todos una expresión más contemporánea, que nada tiene que ver con lo que representa el ‘toque de queda’ para generaciones con más experiencia y más vida a sus espaldas”. El presidente del Gobierno propuso un sustituto de esas tres palabras con sabor militar, ‘toque de queda’, en un “ejercicio de pedagogía” para la ciudadanía.

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