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Nick Cave: antología de un vaquero melancólico y genial
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Nick Cave: antología de un vaquero melancólico y genial

La editorial Libros del Kultrum ha publicado 'Nick Cave. La obra lírica completa (1978-2019)', una recopilación de sus letras y poemas por primera vez en español

Foto: Nick Cave en la première de '20,000 Days on Earth' en 2014 en Londres. (Reuters)
Nick Cave en la première de '20,000 Days on Earth' en 2014 en Londres. (Reuters)

No hay una asociación inmediata y lógica entre la figura enjuta y larga, de casi un metro noventa, y el sonido cavernario y hondo de la voz de Nick Cave. Cave hizo honor a su apellido con una sima como garganta que nació, probablemente, de la orografía de la Australia rural y profunda. Warracknabeat es un punto minúsculo en el mapa de Victoria, una región de pastos que linda al norte con la planicie arenosa y semidesértica de Nueva Gales del Sur. A ese territorio de frontera, al oeste del Oeste, le debe Cave su perfil de vaquero, de botas que han pateado el páramo, tan desolado como su frontispicio. Su efigie oscura, casi siniestra, pertenece a un imaginario más salvaje y desolado que el del gótico americano, que es la australiana, la marginal, que describe en sus canciones de amores violentos, leyendas ancestrales y sucesos ominosos de instinto y venganza.

Canciones de desamor, dolor y tragedia, que a sus sesenta y tres años son la materialización de una vida con reveses, como la muerte accidental en 2015 de su hijo Arthur, tema central de su último álbum de estudio, 'Ghosteen', publicado en 2019. "Mamá oso sostiene el mando a distancia/ Papá oso, simplemente, flota/ Y bebé oso, se ha ido a la luna en un bote, en un bote/ Estoy hablando de amor ahora / Y de cómo se apagan las luces del amor". Cuarenta años de carrera musical, media docena de libros -novelas y poemarios, el último 'Stranger Than Kindness', publicado este 2020- , incursiones en el cine como actor y guionista, le avalan como una de las figuras de la cultura popular más mayoritarias y de nicho, al mismo tiempo.

placeholder Portada de 'Nick Cave. Obra lírica completa'
Portada de 'Nick Cave. Obra lírica completa'

"No se me ocurre ningún otro letrista cuyos versos tengan la virtud de transportarte a lugares tan lejanos, ni recuerdo haber dado jamás con otro trovador que hurgue con semejante hondura en nuestras entrañas", escribe el novelista Andrew O'Hagan en el prefacio de 'Nick Cave. Obra lírica completa (1978-2019)', una recopilación de todos sus poemas y canciones traducida por primera vez al español gracias a la editorial Libros del Kultrum, especializada en la unión de la literatura y los grandes personajes de la industria musical.

Erotografomanía. Eros, amor. Grafo, escribir. Manía, obsesión. Asegura Cave que sufre la enfermedad de las cartas de amor. Cuenta que comparte patología con un amigo suyo al que identifica como "G." para mantener su anonimato, que llegó a escribirle 7.000 cartas de amor en cinco años a su mujer, hechos que confesó exhausto y avergonzado a un Cave que no ha dejado de escribir en más de cuatro décadas. Esa pulsión literaria, desgarrada y visceral, le llegó al australiano con 19 años, con la muerte de su padre, profesor de Literatura. "Era tieso cual servidor", lo describió en una conferencia ante estudiantes de Literatura en 1999, que viene recogida en la antología. " Mi difunto padre era profesor de Literatura inglesa en la escuela secundaria a la que asistí en Australia, donde siempre brilla el sol, y yo pensaba: "Realmente, poco importa lo que sea que haga con mi vida, mientras no termine como mi padre".

Pero a raíz de su muerte, recuerda Cave, la única manera de llenar el vacío fue escribiendo. La lírica de Cave destaca por su musicalidad, por sus encabalgamientos, por la hibridación entre la crónica de sucesos y la mística del embrujo. En ella, se subliman los recuerdos y se evoca lo inalcanzable; se pelea contra el paso del tiempo y la putrefacción de los cuerpos, las ideas y los deseos; se comprende el arrebato, la locura y la fatalidad, casi desde un determinismo establecido por una figura divina. Él reescribe lo que un ser superior escribe. El chico que "prendió fuego al catafalco gótico de la tumba del papa y se retorció por el suelo al tiempo que ardía" pasó en su madurez a defender que "la transubstanciación de Dios a través de la canción de amor" es su principal motivación como artista.

De sus primeros poemas, de 'Prayers on Fire', el disco debut en 1981 de su primer grupo, The Birthday Party, a 'Ghosteen', pasando por su obra en solitario y con The Bad Seeds, la antología recoge y traduce al castellano las letras, pero también interpreta el estilo y el fondo de la escritura de Cave. El australiano, en su reflexión sobre su gusto por la oscuridad y la tragedia, mienta las palabras de Federico García Lorca en 'Juego y teoría del duende': una plausible explicación sobre la extraña tristeza que anida en el corazón de ciertas obras de arte es que todo lo que tiene sonidos oscuros tiene duende, ese misterioso poder que todos sienten pero que el filósofo no puede explicar".

placeholder GRAF770. BARCELONA, 31 05 2018.- El cantante australiano Nick Cave durante su actuación en la segunda jornada del Primavera Sound que tiene lugar en el recinto del Fòrum de Barcelona.EFE Alejandro García
GRAF770. BARCELONA, 31 05 2018.- El cantante australiano Nick Cave durante su actuación en la segunda jornada del Primavera Sound que tiene lugar en el recinto del Fòrum de Barcelona.EFE Alejandro García

El simbolismo de William Blake y el sadismo del Antiguo Testamento, todo aderezado con una sensación de fatalidad ineludible y de una pesadumbre existencial de cocción a fuego lento, que nada tiene que ver con la inmediatez de la tristeza. "El escritor que se niega a explorar las regiones más oscuras del corazón jamás podrá escribir convincentemente sobre el poder del encantamiento, de la magia y la alegría del amor", aduce. La mayoría de sus canciones "hunden sus raíces en experiencia personal directa y fueron concedidas por un sinfín de razones que provienen de complicadas gestaciones y partos difíciles y dolorosos". Cave pertenece a esa pasta autoral que también gastan y gastaron compañeros como Tom Waits, Bob Dylan, Neil Young, Van Morrison y Leonard Cohen, pero con la particularidad marginal de las antípodas, de lo rural dentro de lo rural, del desierto dentro del desierto. Larga vida y larga melancolía al vaquero lánguido.

No hay una asociación inmediata y lógica entre la figura enjuta y larga, de casi un metro noventa, y el sonido cavernario y hondo de la voz de Nick Cave. Cave hizo honor a su apellido con una sima como garganta que nació, probablemente, de la orografía de la Australia rural y profunda. Warracknabeat es un punto minúsculo en el mapa de Victoria, una región de pastos que linda al norte con la planicie arenosa y semidesértica de Nueva Gales del Sur. A ese territorio de frontera, al oeste del Oeste, le debe Cave su perfil de vaquero, de botas que han pateado el páramo, tan desolado como su frontispicio. Su efigie oscura, casi siniestra, pertenece a un imaginario más salvaje y desolado que el del gótico americano, que es la australiana, la marginal, que describe en sus canciones de amores violentos, leyendas ancestrales y sucesos ominosos de instinto y venganza.

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