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'Verano del 85': dos homosexuales adolescentes, entre el deseo y la obsesión
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'Verano del 85': dos homosexuales adolescentes, entre el deseo y la obsesión

François Ozon compitió por la última Concha de Oro con esta adaptación de la novela juvenil 'Dance on my Grave' que publicó en autor británico Aidan Chambers

Foto: Benjamin Voisin y Félix Lefebvre protagonizan la última película de François Ozon. (Golem)
Benjamin Voisin y Félix Lefebvre protagonizan la última película de François Ozon. (Golem)

Ni un verano sin François Ozon. El director francés parece necesitar el rodaje como el comer. A sus cincuenta y dos años, Ozon ha mantenido en las últimas dos décadas un ritmo de un estreno anual –incluso dos–, sin desdeñar ningún género ni temática. Ozon es un director polifacético, que ha demostrado poder dominar tanto el musical ('8 mujeres', 2002), como el drama histórico ('Franz', 2016) o el procesal ('Gracias a Dios', 2018), siempre con el sello de la elegancia en la puesta en escena como marca. Ahora, Ozon ha elegido una novela juvenil como base para 'Verano del 85', una película de aprendizaje protagonizada por dos adolescentes empeñados en descubrir la vida a grandes tragos. Ozon se basa en 'Dance on my Grave', publicada en 1982 por el escritor británico Aidan Chambers.

Todos fuimos aquel adolescente que retrata Ozon en su verano, asfixiado por los sentimientos contradictorios y obsesivos propios de las primeras amistades, los primeros amores, las primeras veces. Todo es confuso y caótico y apasionado. Y duele. Como si fueses a morir por dentro. Ozon ha respondido al 'Call Me By Your Name' de Luca Guadagnino con su propia versión de ese amor estival idealizado que dura lo que un fogonazo pero cuyo estallido impregna el resto de una vida. Las costas normandas del noroeste francés de frente a las de Lombardía. El despertar sexual de un chico bien a través de un adulto frente al juego entre dos chicos, uno ligeramente mayor que el otro, como cicerone en un terreno abierto súbitamente a las experiencias nuevas, entre ellas, al deseo. Y, ahí es donde entran los equívocos, los tira y afloja, los juegos de poder.

placeholder Otro momento de 'Verano del 85', de François Ozon. (Golem)
Otro momento de 'Verano del 85', de François Ozon. (Golem)

Entremezclando el drama y el misterio, 'Verano del 85' comienza en tiempo presente (cinematográfico, no en la actualidad), con el protagonista, Alexis (Félix Lefebvre) al borde de un juicio. Al parecer, según quiere dar a entender el director, Alexis está acusado de haber matado a un amigo. A partir de ahí, a través de flashback, Alexis recuerda y Ozon cuenta la historia de ese último verano en el que Alexis conoció a David (Benjamin Voisin). Recuerda o fábula, porque es la voz en off de Alexis la que va desentrañando su relación con David, sin saber el espectador si está ante la memoria o la fabricación (y, ¿qué más da, cuando en los recuerdos se confeccionan a base de piezas más o menos fabricadas?).

Alexis cuenta cómo conoció a David, cuando este último lo vino a salvar de hundir su pequeña embarcación en medio de una tormenta. La presentación de David es la de un salvador, de una fantasía, como un héroe mitológico que rescata a Alexis de su propia zozobra. David lo lleva a su casa, lujosa y aristocrática, donde su madre (Valeria Bruni Tedeschi) acoge a Alexis como parte más de la familia. Y ya desde ese momento la cámara transmite el deseo juvenil: los cuerpos, los desnudos, la lente se acerca a la piel y al detalle, movida por el erotismo.

placeholder Otro momento de 'Verano del 85'. (Golem)
Otro momento de 'Verano del 85'. (Golem)

David se convierte enseguida en una especie de mentor para Alexis y, consciente de su papel, lo escenifica con creces, como el macarra del Hollywood clásico. Juntos montan en moto, van al parque de atracciones, reflexionan sobre la necesidad del riesgo para sentirse vivo. Y juntos, puede que se encuentren sexualmente, fuera de cámara, sin que Ozon lo explicite. Y ese vínculo cada vez más estrecho, provocará en Alexis una idealización de David. Además, el secreto de un amor homosexual hace de su vínculo algo todavía más único y frágil.

placeholder Cartel de 'Verano del 85'
Cartel de 'Verano del 85'

Ozon refleja ese complejo sentimentalismo juvenil en el que el idealismo puede llevar a la frustración y, más tarde, a la obsesión. Pero lo hace de manera desapasionada. En realidad, la otra parte no tiene la culpa de no cumplir nuestras expectativas. Quizá, no puedes echar en cara que el nivel de compromiso no sea equitativo. Alex se pregunta si, en realidad, nos inventamos a quienes amamos. El amor suele acabar transformándose en agonía.

El artefacto de Ozon, sin embargo, está lleno de trampas y amaneramientos. Ozon no consigue transmitir la calidez esperada de tal momento vital lleno de hormonas y efervescencias, y 'Verano del 85' es, más bien, una cinta fría y distante, más preocupada por mantener el misterio en torno al crimen de Alexis que realmente las emociones de los dos personajes protagonistas.

Ni un verano sin François Ozon. El director francés parece necesitar el rodaje como el comer. A sus cincuenta y dos años, Ozon ha mantenido en las últimas dos décadas un ritmo de un estreno anual –incluso dos–, sin desdeñar ningún género ni temática. Ozon es un director polifacético, que ha demostrado poder dominar tanto el musical ('8 mujeres', 2002), como el drama histórico ('Franz', 2016) o el procesal ('Gracias a Dios', 2018), siempre con el sello de la elegancia en la puesta en escena como marca. Ahora, Ozon ha elegido una novela juvenil como base para 'Verano del 85', una película de aprendizaje protagonizada por dos adolescentes empeñados en descubrir la vida a grandes tragos. Ozon se basa en 'Dance on my Grave', publicada en 1982 por el escritor británico Aidan Chambers.

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