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El Drogas: "Podemos es una cataplasma de tranquilidad"
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FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN

El Drogas: "Podemos es una cataplasma de tranquilidad"

Villarreal se sorprende del lujo del hotel que sirve como centro de operaciones del Festival de San Sebastián, donde ha venido a presentar un documental sobre su vida, rodado por Natxo Leuza

Foto: El Drogas, en un momento del documental. (Golem)
El Drogas, en un momento del documental. (Golem)

De alguien que responde al apodo del Drogas se espera, como mínimo, que llegue a la entrevista arrastrando la lengua y los pies, o con la mirada vidriosa de los que están aquí pero no están aquí. Pero Enrique Villarreal se sienta tranquilamente al sol en la terraza del Hotel María Cristina, con el ritmo de un marido responsable, un padre atento, un abuelo venerable.

Ataviado con un pañuelo tan colorido como su mascarilla, rastas con gomas fosforitas, unas gafas de cristal amarillo y una camiseta con un lema LGTBI+, Villarreal se sorprende del lujo del hotel que sirve como centro de operaciones del Festival de San Sebastián, donde ha venido a presentar un documental sobre su vida, rodado por Natxo Leuza.

Miembro fundador de Barricada, grupo icónico del rock radical vasco a pesar de sus orígenes navarros, el Drogas habla lento y cercano, con una tranquilidad pasmosa, sobre sus libros infantiles —sí, el Drogas escribe libros infantiles— y de poesía, sobre su 'socia' Mamen, sus dos hijos y sus dos nietos, y sobre su carrera musical, que tuvo que reinventarse en 2011, cuando sus compañeros de Barricada decidieron expulsarlo después de casi 30 años de historia conjunta. Más que de su música, Villarreal está orgulloso de una trayectoria en la que las reivindicaciones sociales y políticas han sido el centro de su escritura. Desde la elección del nombre del grupo, que alude a los parapetos de las revueltas obreras y estudiantiles en épocas oscuras de la historia de España.

"Nosotros veníamos de la escuela de Leño, a llenar el hueco que había dejado, y teníamos pinta de barriobajeros, íbamos sin afeitar… y les dábamos miedo a los de Madrid", recuerda.

"Técnicamente éramos un desastre tocando: a veces tocábamos con grupos de heavy, que dominaban los instrumentos de la hostia y salían con el pelo cardado y vestidos de leopardo, y llegábamos nosotros detrás, los que no teníamos ni puñetera idea, y arrasabas. Precisamente porque había una conexión en las letras. Christina Rosenvinge dice que nos tenían miedo, pero éramos bastante más blanditos que ella, que ha estado con los Sonic Youth, que sónicamente es terrorismo puro".

España es como una habitación que necesita abrirse para ventilar. Aquí hay que abrir las cunetas de una vez

A finales de los setenta y principios de los ochenta España vivió el auge del rock radical vasco y el cine quinqui, ambos reivindicaciones de los suburbios y de la clase obrera.

"Películas como ‘27 horas’, ‘Navajeros’, ‘El vaquilla’. Coinciden mucho con la mayoría de paradas de la policía, que te registraban para buscarte sustancias psicotrópicas. Era la realidad de la época y por eso hay ese ‘boom’ de las historias de barrio. El barrio, para la gran mayoría de medios, no existía. Y por los movimientos obreros, que se han intentado desactivar haciendo como que no existen. Todo eso ha dado como resultado el punto en el que estamos, cuando se ha perdido esa conciencia de clase, de vecindad, de solidaridad. Hoy, la manifestación del sur de Madrid es un reflejo de aquello", reflexiona.

placeholder El Drogas, durante uno de sus conciertos. (Golem)
El Drogas, durante uno de sus conciertos. (Golem)

A Villarreal le apena que aquella conciencia de clase, de vecindad, de solidaridad se haya perdido. "La relación de los grupos con la calle era absoluta", afirma. "Y eso se veía reflejado en cualquier ciudad del país: íbamos a Vallecas o a cualquier barrio de la zona sur de Madrid o de Bilbao captaban lo que queríamos decir de manera bastante rápida. Eran experiencias comunes a muchos lugares".

Y lamenta el panorama político actual. "Tenemos un puñado de diputados de ultraderecha, otro puñado de la extrema derecha y otro de la derecha casi extrema. Y Podemos es el cataplasma de la tranquilidad. Pues ya ves tú el panorama que tenemos en este país. Me alegro de que hoy se movilice toda la zona sur de Madrid para criticar lo que se les quiere imponer".

Leer para aprender a escribir. Escuchar música para aprender a componer. Y sigo haciéndolo, porque, cuando arrancas, el camino es infinito

En 2009, Barricada publicó el disco 'La tierra está sorda', un trabajo conceptual sobre las víctimas de la Guerra Civil con temas convertidos en verdaderos himnos. Sensibilizado con la Ley de la memoria histórica, Villarreal pide una mayor contundencia de la legislación. "Todo esto ha llevado demasiado tiempo. Me entra muy mala leche. España es como una habitación que necesita abrirse para ventilar. Aquí hay que abrir las cunetas de una vez. Revisar sentencias judiciales y reconocer el dolor causado. A los hombres y también a aquellas mujeres a las que, por ejemplo, se las obligó a mendigar después de haber matado a sus maridos, se las desterró de sus poblaciones y sus pocas pertenencias robadas. Creo que la Ley de la memoria histórica debería de ir más rápido. Creo también que el prior del Monasterio del Valle de los Caídos, con lo de la exhumación de Franco, tendría que estar encarcelado desde hace mucho tiempo".

placeholder Otro momento del documental. (Golem)
Otro momento del documental. (Golem)

Su expulsión de Barricada es el tema sensible que apenas se atreve a tocar de soslayo el documental 'El Drogas'. Poco más que una reflexión sobre volver a empezar con una banda nueva y su no relación con Javier Hernández, 'Boni', también cofundador del grupo, a quien le diagnosticaron recientemente cáncer de laringe y que ha perdido la voz. Después de casi 10 años sin verse y hablarse, en un concierto de Rosendoel año pasado volvieron a encontrarse en los camerinos y se fundieron en un largo y lacrimógeno abrazo.

En su documental también habla, sin entrar mucho, en el consumo de estupefacientes que le dio el sobrenombre, en la dificultad de desengancharse y en la adicción de su pareja. Pero sin demasiados detalles. También le aleja del cliché de la estrella de rock la fidelidad a su socia durante décadas en un ambiente en el que las 'groupies' pululan por doquier.

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Cartel de 'El Drogas'.

"Yo no sé si he sido agraciado o no, pero lo que sí sé es que todo lo que he hecho ha sido trabajar y componer. Leer para aprender a escribir. Escuchar música para aprender a componer. Y sigo haciéndolo, porque, cuando arrancas, el camino es infinito. A mí me han hablado hombres y mujeres en estéreo y yo no… yo. Lo que es verdad es que lo que observo es un mundo de testosterona. Yo, como no tengo ni cuerpo ni medida para ser testosterónico, he sido más racional".

Hoy puede disfrutar de su familia, un lujo que no tuvo durante la época más activa del grupo, obligado a pasar largas temporadas lejos de casa.

"La farándula y la familia son incompatibles. Da igual música o teatro. A no ser que vayas en una caravana con toda la familia y les des tú las clases. Yo he podido compatibilizar la paternidad y la música gracias a mi socia, que ha sido la que ha estado ahí siempre. Mi caso es el caso de la mayoría… de hombres. Conozco a alguna mujer cuyo socio o compañero es el que se encarga. Pero ellas son las que van a las reuniones del colegio y a tal y cual. Pero cuando yo estaba en casa preparaba todos los desayunos, cambiaba pañales. Me jode haberme perdido los primeros pasos, pero luego les he visto correr. Me gustaría preguntarle a Christina Rosenvinge cómo lo ha hecho ella", admite.

Un hombre tranquilo, familiar y cálido, el Drogas es, posiblemente, la antítesis de la imagen habitual de una estrella del rock. Quizás al final sí se pueda ser una estrella de rock y un tipo normal.

De alguien que responde al apodo del Drogas se espera, como mínimo, que llegue a la entrevista arrastrando la lengua y los pies, o con la mirada vidriosa de los que están aquí pero no están aquí. Pero Enrique Villarreal se sienta tranquilamente al sol en la terraza del Hotel María Cristina, con el ritmo de un marido responsable, un padre atento, un abuelo venerable.

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