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'Un mundo normal': la resurrección del 'enfant terrible' Achero Mañas
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'Un mundo normal': la resurrección del 'enfant terrible' Achero Mañas

El director madrileño regresa tras 10 años de silencio con una dramedia familiar en la que Ernesto Alterio y Gala Amyach destilan verdad como padre e hija

Foto: Ernesto Alterio protagoniza 'Un mundo normal', el regreso de Achero Mañas. (DeAPlaneta)
Ernesto Alterio protagoniza 'Un mundo normal', el regreso de Achero Mañas. (DeAPlaneta)

De la vida y de la muerte. Los funerales son, en cierto modo, la celebración de la vida. Y a Ernesto (Ernesto Alterio) le toca acudir a funeral tras funeral. Al funeral de la pareja —acaba de separarse de la madre de su hija Cloe (Gala Amyach), interpretada por Ruth Díaz—, de su carrera como director teatral —se niega a plegarse a las demandas de series inocuas— y al de su madre (Magüi Mira), a la que prometió entregar su cuerpo sin vida al mar. Por eso decide embarcarse con su hija y el cadáver de su madre en un 'road trip' celebratorio del amor, de la familia, del arte y, en fin, de la vida, que como dice el protagonista, parafraseando a Oscar Wilde, es como una obra de teatro, solo que con un reparto deplorable.

Achero Mañas fue a principios del milenio el 'enfant terrible' del cine español, con su genial 'El Bola'. Después de una década desaparecido de las carteleras, el director madrileño ha regresado con una película pequeña e intimista, tan vitalista como reflexiva, una comedia existencial en la que Alterio funciona como una especie de 'alter ego' que sirve para verbalizar sus opiniones sobre un mundo que penaliza la diferencia y que busca la homogeneidad y el confort. Precisamente, el protagonista se niega a participar de una industria en la que prima la productividad sobre el arte, donde las series de televisión fagocitan e inutilizan el talento y la espontaneidad, pero a la que acabará sucumbiendo para poder sobrevivir. La integridad artística, al final, es el privilegio de quienes no sienten hambre.

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En 'Hurra', Ben Brooks escribe sobre dos hermanos que viajan por España con las cenizas de su madre, un viaje que sirve tanto para despedir su recuerdo como para unirse como familia y conocerse. Aquí, Ernesto y su hija —la hija de Mañas en la vida real, que se estrena en su primer papel con una naturalidad y una ternura que son prueba de la confianza con el director y de un talento natural— viajan por el Levante con una furgoneta con el cuerpo de la abuela como un último acto de libertad extraordinaria en un momento en el que debe elegir si dejar de lado sus sueños y ambiciones y plegarse a una adultez hasta entonces evitada.

Alterio representa la anormalidad, entendida como un espíritu juvenil, soñador y excéntrico, mientras su hija, estudiante de Derecho, aporta la responsabilidad y la madurez a la pareja. 'Un mundo normal' no inventa nada nuevo, pero sí que consigue transmitir el optimismo de una 'feel good movie' sin caer en el subrayado ni la sonrisa amable fácil. Y, sobre todo, sus actores demuestran un mimo por un proyecto sin excesivas pretensiones, pero con mucha franqueza.

placeholder Gala Amyach y Ernesto Alterio, en 'Un mundo normal'. (DeAPlaneta)
Gala Amyach y Ernesto Alterio, en 'Un mundo normal'. (DeAPlaneta)

Hay una cierta nostalgia en el personaje de Alterio, y en la película, en general, que es probablemente un trasvase de la añoranza del director por otros tiempos en los que el cine de autor todavía daba nombres y taquilla —'El Bola' fue un éxito de crítica y público— y en los que la televisión y los móviles —hay una cruzada particularmente virulenta contra ambos— no pervertían la capacidad de mirar el mundo circundante. 'Un mundo normal' es un alegato en favor de la bohemia, de la insurrección, de la heterogeneidad: Ernesto se define a sí mismo como un forajido que huye de la ley, pero también de las responsabilidades, hasta ahora.

placeholder Cartel de 'Un mundo normal'.
Cartel de 'Un mundo normal'.

'Un mundo normal' recuerda a muchas otras películas, pero consigue ofrecer, a pesar de los lugares comunes, lo genuino de quien habla sin artificios, a través de los pequeños gestos de la cotidianidad. La atención a la paternidad de Ernesto con Cloe, de Achero con Mañas, es el vehículo para que los personajes no solo acaben conociendo a quien tienen al lado, sino para conocerse a sí mismo y encontrar la razón de la existencia. "No hay ninguna razón por la que el hombre sea necesario en este mundo, salvo la puramente biológica, que no sea reproducirse, tener hijos", advierte el personaje de Alterio antes de darse cuenta de las múltiples razones que tiene para vivir. 'Un mundo normal' es el regreso de un cineasta de lo pequeño, de lo familiar, que confía también en el sentido del humor. Porque al final lo sano es reírse de todo, incluso de la muerte.

De la vida y de la muerte. Los funerales son, en cierto modo, la celebración de la vida. Y a Ernesto (Ernesto Alterio) le toca acudir a funeral tras funeral. Al funeral de la pareja —acaba de separarse de la madre de su hija Cloe (Gala Amyach), interpretada por Ruth Díaz—, de su carrera como director teatral —se niega a plegarse a las demandas de series inocuas— y al de su madre (Magüi Mira), a la que prometió entregar su cuerpo sin vida al mar. Por eso decide embarcarse con su hija y el cadáver de su madre en un 'road trip' celebratorio del amor, de la familia, del arte y, en fin, de la vida, que como dice el protagonista, parafraseando a Oscar Wilde, es como una obra de teatro, solo que con un reparto deplorable.

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