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Y el del medio de Los Chichos se apareció en sueños: historia de la maqueta de Estopa
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Y el del medio de Los Chichos se apareció en sueños: historia de la maqueta de Estopa

La tarde tonta y caliente que cambió sus vidas y los llevó de la fábrica al pelotazo musical. En tres años pasaron de actuar para 50 personas a llenar Las Ventas

Foto: Estopa.
Estopa.

Hay días importantes para uno. Algunos se dice que cambian la vida. Y luego está lo que le ocurrió un día de abril del 1998 a dos hermanos que trabajaban en la fábrica de Novel Lahnwerk, proveedora de Seat, donde era habitual escuchar al encargado gritar: “¡Dadle estopa!”. Aquel día David Muñoz fue llamado por megafonía para responder a una llamada, la primera que recibía desde que estaba allí. Al otro lado del teléfono, dos jefazos de EMI que preguntaban por una maqueta de 37 canciones que había acabado en su despacho por una carambola.

Aunque están en plena promoción de su nuevo single y videoclip, 'Corazón sin salida', los hermanos Muñoz atienden a El Confidencial para rememorar la historia de aquella mítica grabación casera, una de las más que más recorrido ha tenido en este país. Y todo fue hecho sin querer. Pero eso ya lo cuentan ellos. Vamos, José.

“Aquel día fue la primera vez que nos llamaban por megafonía para que fuéramos a Recursos Humanos”, recuerda David, que no entendía qué ocurría porque “siempre llamaban así a los trajeaos”. “En nuestra fábrica había dos tipos de personas: los trajeaos y los del mono azul lleno de grasa, los grasientos”, aclara el cantante, que trabajaba en soporte de motor, mientras que su hermano estaba al tanto de los salpicaderos. Así fue: “De repente escucho ‘David Muñoz al teléfono’. ¿David Muñoz? Y venían los compañeros a avisarme, ‘que te han llamado’, ‘que eres un trajeao’ y se partían. Se rieron de mí, vaya. Cuando cojo el teléfono, resulta que eran Borja Aguirreche y Rafael Artero, director y jefe de A&R [cazatalentos] de la editorial de EMI”.

Querían que los hermanos fueran a las oficinas de EMI Publishing en Madrid para cantar las canciones de la cinta que les había llegado, así que tuvieron que pedir el día libre. “Me acuerdo que el encargado nos vaciló: ‘vale, pero luego me tenéis que enseñar la cartilla, que si no veo dinerete, no os dejo más’. Era buen tío, tenía compasión”, relata el cantante.

¿El primer viral de España?

Su pasado en la fábrica hace que muchos piensen que las canciones de la maqueta se fraguaron allí, pero tienen su origen cuando eran adolescentes, con 16 y 14 años. La primera guitarra que llegó a sus manos fue obra de su tío Lolo -ya fallecido-, que era luthier. Su padre les enseñó a “poner los dedos en las cuerdas, pero no las notas” ya que, cuentan entre risas, estaba convencido de que el Do era un Fa. “Al principio solo teníamos la guitarra de nuestro tío Lolo y nos turnábamos, pero luego ya pudimos comprar otra para tocar los dos”, comenta José.

Recuerdan que aún iban “al cole” cuando empezaron a componer sus primeras canciones, que no estaban “en la maqueta, en Internet, ni en ningún lado; las hicimos en casa de nuestro amigo Jordi”. Sus títulos eran 'El llanto del poeta' y 'El ballenero'. “Era como una canción con rollo ecologista, pero no sé por qué hicimos una letra sobre la relación entre el ballenero y la ballena, contando que el ballenero llora”, comenta David entre risas para que Jose remate: “Era un ballenero con sentimientos. A nuestra madre le encanta”. La famosa demo siempre se ha difundido como un todo, pero ellos nunca la concibieron como tal. “La maqueta se va haciendo, no es que llegáramos con 40 canciones de una: al principio hicimos cinco, luego seis... Fue por etapas, entre 1994 y 1999, más o menos”. Ni siquiera trataron de grabarlas siempre de la misma forma, claro, sino cuándo y dónde surgía.

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Estopa

“Las primeras las grabamos en casa del Jordi”, recuerda David, mientras que José agrega que “luego también con nuestro amigo Emilio y su primo”. Los hermanos Muñoz hablan por separado, pero como uno: la mímesis es tal que se interrumpen y continúan la frase del otro como si estuvieran en su cabeza. “También teníamos algún colega que tenía un micro y un ocho pistas, pero con dos nosotros ya tirábamos millas”, cuenta el cantante para explicar que la cadena musical que tenían su piso era su otro estudio de grabación. “Ahí se podían enchufar dos micros y con eso grabamos muchos temas. Era totalmente homemade”.

Aquellas grabaciones llegaron al público casi de casualidad. “No pensábamos en publicar ni nada: eran para disfrute nuestro entorno"

José comenta que grabar “era una necesidad, queríamos dejar las canciones plasmadas en algún lado para poderlo escucharnos luego”, mientras que su hermano bromea con que les “hacía mucha gracia escuchar cómo sonaban en el altavoz sin estar cantando tú al momento”. Eso sí, insisten, aquellas grabaciones llegaron al público casi de casualidad. “No pensábamos en publicar ni nada por el estilo: la grabamos simplemente para disfrute nuestro entorno”, continúan los hermanos, que tienen claro quienes fueron los culpables de su difusión: “La cosa se fue de madre por nuestros amigos y primos. Nosotros jamás de los jamases la hemos colgado en Internet, vendido o puesto en ningún lado”.

Cuando les comentaron lo de subir aquella grabación casera a la Red, pensaban que era cosa de “cuatro gatos” porque no tenían “ni idea del alcance que podía tener aquello”. “Dijimos: pues muy bien chaval”. José apunta que “se hizo viral sin que Internet fuera lo que es hoy en día: no había ningún tipo de herramientas para difundir masivamente, como Whatsapp, pero se hizo viral”. “Si no fue uno de los primeros virales, fue el primero”.

Del salpicadero a la Castellana

Después de ayudar en el negocio familiar -el bar La Española, de Cornellá- como camareros, pasaron a trabajar en la fábrica Novel Lahnwerk, filial de la Seat, en Martorell. Allí llevaban alguna que otra vez la guitarra, “cuando había que hacer alguna celebración, pero siempre era por la noche, porque el encargado se iba de 2 a 6 de la mañana”: “Nos quedábamos solos los chavales y la fábrica molaba mucho más ahí… Y no podemos contar más”.

Hace unos meses se viralizó un vídeo de los hermanos en 1998, cuando obtuvieron el primer premio del concurso de maquetas del barrio de Horta-Guinardó, cuando aún se presentaban como David y José. “Podemos grabar algo, porque todo va a ser reinvertido en música. Es a lo que nos queremos dedicar, que tengo los brazos llenos de quemaduras de la fábrica, y no mola, ¿sabes?”, decía David entonces.

Ahí ya interpretaron 'Luna Lunera', editada en su segundo disco 'Destrangis' (2001). En el tercer disco -'¿La calle es tuya?' (2013)- también estaba la mítica 'Pastillas de freno', toda una oda contra la alienación del trabajo rutinario que padecían, con versos como “Comienzo a fusionarme / Con un robot que pega unos chispazos de miedo / Y si se acaba el mundo ahí fuera / Me la pela” o “Pastillas de freno a toda pastilla / Salpicadero, comienza mi pesadilla / Muy pocos ceros en mi nómina ilegal / Yo como he firmao un contrato no puedo parar”.

“Fue una sorpresa espectacular ver en aquella tarima a estos dos con la guitarra. Lo hacían muy diferente”, recordaba uno de los miembros del jurado en el documental 'Regreso a La Española', grabado por el décimo aniversario del grupo. “Las letras eran fundamentales. Mi rito es una canción inédita y todavía me acuerdo pero, sobre todo, El medio de los Chichos, aquella ocurrencia de que se te aparece en sueños y te dice que en otra vida has sido un perro callejero. Cuando hablaban entre canción y canción también eran ocurrentes, tenía algo que no tenían el resto de cantautores”. Ellos mismos reconocían que “no pegaban” con el resto, que tocaban mejor y, por eso, pensaban que les “iban a fundir”. De hecho, iban tan nerviosos que en lugar de enchufar las guitarras al amplificador, enchufaron una con otra.

En aquel entonces, los allegados de los Muñoz ya se habían encargado de ir pasando la maqueta a todo el que podían. “Antes de que cayera la maqueta en EMI, mi mujer, que entonces era mi novia, se ponía mona para ir a cada discográfica con un CD y decía: "Soy la mánager". Pero no éramos na, no nos llamábamos ni Estopa”, apunta David, que cuenta que tenían en mente nombres como Los Hijos de Pablo o Eso Es.

El caso es que ella, Mari Paz, lo movió todo lo que pudo y “la maqueta llegó todas las compañías”. Pero el contacto que cambiaría todo llegó por una carambola: ella iba a clases de natación y el primo de su profesor trabajaba en las oficinas de EMI, que se encargó de moverla por allí. Y aquí les ocurrió una de esas anécdotas surrealistas propias del mundo discográfico. “Justo en BMG había un tipo que nos dijo: ‘Es un diamante en bruto, hay que pulir’. Más adelante, la gente de EMI editorial vuelve a llevar la maqueta a BMG para sacar el disco y el mismo tipo, que no vamos a decir quién es, nos dice: ‘Hostia, mola, ya ha evolucionado el diamante’. ¡Pero si era lo mismo, capullo!”, dicen entre risas. Eso sí, lo exculpan, pues “son cosas de la vida porque nadie se podía imaginar que dos tíos con este careto iban a llegar a tanta gente”.

Para ellos, la llegada a la capital fue “como ir Hollywood”. “Era la primera vez que me montaba en un avión, y encima con la guitarra… ¡Y nos creíamos algo!”, relata David mientras que José matiza: “O de las primeras, que yo fui a Mallorca en fin de curso”.

“Subimos al edificio de EMI, que estaba en el paseo de la Castellana y era super imponente. Nos atiende la secretaria y dice que esperemos un momento a Borja, el director. Estábamos flipando, la verdad, como en una nube”, continúa el cantante. Al acabar de hacer la prueba, les ofrecieron su primer contrato. “No nos lo creíamos. Cuando me preguntan qué es el éxito, tengo que decir que fue aquello es lo que más he sentido como tal. El hecho de ganar por primera vez unas pesetillas con tus canciones, ver que generaban algo, aunque suene un poco materialista”, concede el mayor de los Muñoz.

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Estopa

El cheque de adelanto era “quinientas mil pelas para los dos”. Para los más jóvenes: unos 3.000 euros al cambio, aunque algo más de 4.500 si se actualiza con el IPC. José comenta que entonces pensaban “¡si esto lo hemos hecho por hobby, no para ganar dinero!”. Para ellos, “trabajar era otra cosa y, además, sabíamos lo que costaba ganar dinero cada mes”. Aunque celebran que fue “un buen adelanto” y que “EMI lo hizo con riesgo porque no sabían nada, simplemente confiaron en nosotros”, el problema es que les “hicieron un contrato que tela”. “Un contrato de novato de los que le hacen a todo el mundo”, remacha el hermano pequeño.

Aquello era tan sospechoso que estuvieron a punto de no firmar, tal y como les pedían desde su entorno. Su padre fue a asesorarse con un abogado -“éramos unos niños”- que les dijo “que ni se nos ocurriera firmar eso, que era una hipoteca para toda la vida, que nunca nos íbamos a quitar de esa losa”. “Por suerte, las cosas luego fueron bien, se pudo renegociar y hacer bien”, aclaran.

En busca del contrato perdido

Pero no fue el único problema: “Cuando ya estábamos convencidos, tras una noche con toda la familia sin dormir porque el abogado nos puso mal cuerpo, volvemos a Madrid a firmar. Nos vamos de fiesta para celebrarlo con Rafa Artero, el que nos había fichado… ¡Y el tío pierde el contrato, el cheque y todo! Y dijimos: claaaaaarooooo, no hay cheque y no hay nada. Chamusquina total. Pensaba que ni eran de EMI ni hostias, que todo era una estafa”. Eso sí, fueron “mal pensados” y al día siguiente tenían otro contrato y cheque sobre la mesa. “Realmente, le habían roto la ventana del coche y robado todo esa misma noche”, subraya José, que celebra que “con el tiempo hemos sido muy amigos de Rafa”.

Sin embargo, por si algo fallaba, esperaron hasta Navidad para dejar el trabajo y cobrar la paga extra. Con el dinero del paro, se fueron a grabar a la capital durante tres meses. Y ahí es donde surgió 'Estopa' (1999), producido por Sergio Castillo y compuesto exclusivamente por doce de las canciones de la maqueta -tenía 37-, que parecía más un grandes éxitos que una carta de presentación. Eso sí, decidieron poner límites para los siguientes: “Pudimos haber hecho otro disco más con la segunda parte de la maqueta, pero nos pusimos una norma: no poner más de dos canciones de la maqueta en discos sucesivos. Sería nuestro colchón”.

En esas conocieron a Tito Heredia, que ha sido su mánager hasta hoy, que coincidió con ellos por primera vez cuando ya estaban grabando en el estudio. “Yo estaba allí porque entonces llevaba a Navajita Platea”, explica a este periódico, aunque no supo de ellos hasta que les llamó la discográfica. “No había escuchado nada de ellos antes. Fuimos a escucharlo y nos pareció algo diferente. 'El del medio de Los Chichos', 'Tu calorro', 'Como Camarón'… Vimos algo fresco. Y ahí siguen manteniéndose por sus letras, que son como los buenos vinos. Si no, no llevarían 20 años”.

Pero, ¿qué clase de inspiración tenían entonces para haber sacado tantos clásicos de una tacada? “Es que era un hobby: mientras otros niños tenían otros pasatiempos, nosotros nos juntábamos con la guitarra y podíamos pasar horas, noches enteras. Éramos muy cansinos, pero porque disfrutábamos mucho cada letra y cada melodía nueva, igual que ahora”, cuenta David, aunque José reconoce que también han cambiado algunas cosas: “Ahora tenemos diferentes vivencias. Son canciones que muchas veces se hacían en la plaza, sobre todo con los colegas”.

En realidad fuimos nosotros los que nos autocensuramos con 20 años. Estas canciones no estaban hechas para ser publicadas

Viéndolo con perspectiva, explican que “cuando eres joven notas cierto placer en provocar, en escandalizar; además la gente se reía y nos llevaba a decir alguna burrada mayor”. Algunas letras se suavizaron en su paso de la maqueta al disco, algo que se ha solido achacar a una hipotética censura de la discográfica para que el disco pudiera entrar en circuitos más comerciales. Nada más lejos de la realidad. “Siempre nos han dicho eso, pero en realidad fuimos nosotros los que nos autocensuramos con 20 años. Estas canciones no estaban hechas para ser publicadas, eran canciones privadas y por eso tenían esas letras”, aclara David.

Entre los cambios, 'El del Medio de Los Chichos', cuya letra original llevaba frases como “Me ha dicho que en la otra vida / la está pasando canuta / porque no encuentra heroína” o “Me ha pedido dos favores: / una rumba pa cantarla / y un caballo de colores. / Me ha dicho que me lo chute / pa quitarme los dolores”. José explica que esta última la cambiaron “porque la podía llegar a mucha gente, como la familia de ‘el del medio de Los Chichos’”.

“Fue un ejercicio de contención porque en esa época no queríamos censurar nada, pero lo entendimos así”, agrega David, aunque José le corta para cachondearse: “Semos radicales, semos punkis”. También tuvo un pequeño cambio 'Porro a porro', luego titulada 'Poquito a poco', aunque ellos mismos se referían a la canción como “la de los canutos” en sus conciertos. Y se daban el gusto de tener recintos como Las Ventas cantando al unísono “lo reconozco fumo porros a diario / me fumo uno y es como poner la radio”.

La música que no había en tiendas

En aquella ocasión andaba por allí Lichis, cerebro de La Cabra Mecánica, que también aprovechó un puente para dar las instrucciones para liarse un porro. Aunque el grupo madrileño era anterior, su música apenas había llegado a los Muñoz cuando grabaron sus primeros discos, por lo que no tuvo el peso que podría pensarse. Además, el propio Lichis lo recordaba hace unos años en JotDown: “La gente esperaba que sucediera conmigo lo que sucedió tres años después con Estopa. Todo el mundo pensaba que íbamos a vender dos millones o tres millones de discos y no llegamos siquiera a disco de oro”.

“En aquel momento, lo que habíamos escuchado de La Cabra Mecánica no tenía rumbas y no los habíamos escuchado demasiado”, dice David, mientras que José, que sí los había oído algo más, se pone a tararear 'Reina de la mantequilla'. “El primero que escuché bien fue 'Vestidos de domingo (2001), que fue posterior y sí que nos influyó para los siguientes discos, porque me parece uno de los mejores discos que he escuchado en mi vida”, asegura el cantante.

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Estopa

El abanico de influencias de Estopa era más amplio de lo que se podía pensar, y hacía que hubiera un poco de todo -“muchas eran provocativas, pero otras más poéticas, otras más rumbitas”-, pues era “una mezcla de gente muy interesante”. Ahí los hermanos empiezan a citar todo lo que les chiflaba entonces: Joaquín Sabina, Javier Krahe, Kiko Veneno, Albert Pla, Los Calis, Pata Negra, Peret, Los Juncos, Los Chunguitos o, evidentemente, Los Chichos.

“El boom de aquellos grupos fue en los 80”, explican los hermanos, que lamentan que “a finales de los 90 ya estaba un poco apagado y se había vuelto algo marginal, aunque con las Olimpiadas del 92, gracias a Los Manolos y Peret hubo un repunte de rumba catalana”. En cualquier caso, David lamenta que “la música del mainstream siempre ha acabado apagando los movimientos más rumberos”.

“Cuando nosotros salimos no éramos gitanos, tampoco teníamos malas pintas, ni cantábamos flamenco, sino rumba. No me mola decirle rumba paya porque no somos gitanos, pero tampoco payos”, continúa el cantante, que subraya que les “gustaba dar cierta importancia y carácter literario a la rumba, dotarla de mensajes que podían estar en otros tipos de música, como puede ser el rap o cualquier música de autor”.

Cuando nosotros salimos no éramos gitanos, tampoco teníamos malas pintas, ni cantábamos flamenco, sino rumba

¿Qué tenían para tener más éxito que cualquier otro grupo que les influenciara? “No lo sabemos”, admiten, aunque sacan pecho sobre sus canciones, que no son “de fiesta, facilonas, repetitivas”, sino con “letras muy largas, muy rápidas”. “Se podrían incluso rapear con algún arreglo de hip hop. No somos los mejores rapers del mundo, así que no la haremos, que todo el mundo que intenta hacer un rap la caga, directamente. Doctores tiene la Iglesia”. Eso sí, alguna pequeña incursión han hecho en canciones como 'Estopa' ('Estopa', 1998) o ' Ké Pasa?!' ('Destrangis', 2001).

Entre los adolescentes que empiezan a tocar, las referencias suelen ser de música anglosajona, algo que ellos solo tomaban en pequeñas dosis. No lo hacían “por reivindicar determinados géneros, sino porque era lo que habíamos mamado”, aseguran, pues “tuvimos nuestra adolescencia punki, nuestra pubertad de cantautor y nuestra infancia chichera”. “Y por ignorancia: porque no sabíamos ni sabemos inglés”, se cachondean.

Declarados incondicionales de La Polla Records, llegaron a versionar El Congreso de Los Ratones. “Nos cayó en nuestras manos con 13 años y aún estamos con ellos. Me pones cualquier canción y me las sé todas”, dice David. También tienen su historia con Cicatriz. Goar Iñurrieta, único miembro vivo de los vitorianos, fue el guitarra de su primera gira. Ahí hasta se animaban a versionarlos por unos segundos: “Escupe al alcalde / Escupe al ministro / Escupe a la estupa / que va en su ritmo”.

José, que también menciona a Siniestro Total o Extremoduro, da reconocimiento a todos estos grupos porque fueron los que les ayudaron “a tener un sentido crítico y, también, a no caer en el ñoñismo: hay muchas formas de decir te quiero y teníamos muy clara cuál era la que no queríamos”. Así fue como fijaron su propio camino para “hacer esas canciones que nos gustaría escuchar, pero no encontrábamos exactamente en la tienda: había rock, había rumba y había rap, pero no estaba junto”.

“Lo sentimos, no ponemos a Estopa”

Estopa puso en o más alto -tanto en ventas como en reconocimiento- unos ritmos que llevaban tiempo siendo marginales, cuando no despreciados. El periodista Javier M. Alcaraz recordaba en su blog que Estopa “estaban en todas partes” y que llegó a ver carteles en bares de Madrid en los que se cubrían ante la avalancha de peticiones: “Lo sentimos, no ponemos ninguna canción de Estopa. No las pidáis”.

Pero los primeros meses del disco homónimo no fueron tan fáciles como podría parecer y entraron al mainstream casi de carambola. En la primera entrevista que les hizo El País bastaron tres líneas para comentar que Estopa “podría poner la banda sonora a la última fuga de El Vaquilla”. Y, por las letras de algunas canciones, los Muñoz pusieron el freno a que se dijera que eran drogadictos, porque el estigma ya estaba en el aire: "Hablamos de eso porque está en el barrio, pero no nos gusta que nos identifiquen tan claramente con la droga, también hay soledad y muchos sentimientos en las canciones".

No nos gusta que nos identifiquen tan claramente con la droga, también hay soledad y muchos sentimientos en las canciones

Un tiempo después, en febrero de 2001, la revista estadounidense Billboard les dedicó un reportaje al bombazo que pegó Estopa, que estaban a punto de desembarcar en América Latina. “Su autenticidad callejera, el ‘sucio realismo’ de sus letras y el boca a boca suelen ser mencionados para explicar el fenómeno”, relacionaban antes de tirarse a la piscina: “Coja un tren o un autobús en España y cualquier persona, desde un niño de cinco años a una abuela, estará tarareando una canción de Estopa”.

La radiofórmula tampoco les tragaba del todo. Al menos, hasta que empezaron a vender. El entonces director de marketing de Ariola BMG, Gonzalo López, explicaba en Billboard que las canciones que “hablan de fumar marihuana o que tienen títulos como 'La raja de tu falda' pueden tener connotaciones negativas para la radio comercial”. “La radio más conocida de España, Los 40 Principales, no puso sus canciones hasta que no vendieron 400.000 copias”, apuntaba para contraponer que sí tuvieron mejor encaje en Cadena Dial, más abierta a su estilo.

“BMG nos dijo que el debut había ido muy bien y que había que sacar otro en 2001”, rememora David, que subraya que “era bastante rápido, porque hicimos una gira de unos 120 conciertos”. “No había mucho tiempo para componer y grabar, pero nos pusimos las pilas en pleno tour y compusimos 'Destrangis'”, añade. Además, se metieron en aquella paliza de conciertos sin apenas tener experiencia. “Habíamos dado pocos conciertos, pero siempre los dos solos o con algo de percusión, pero sin ningún bajo, guitarra eléctrica o batería. Cuando empezamos a grabar el primer disco nos dimos cuenta de que tocar con batería mola”, sonríe David, que menciona las actuaciones en La Española, el bar de sus padres, y algunos otros garitos cercanos, aunque en 1999 también participaron en la gira Artistas en Ruta.

“Pensábamos que ya todo venía dado”

En tres años pasaron de actuar para 50 personas a llenar Las Ventas, pero los Muñoz aseguran que la escalada de fama fue más natural de lo que pueda parecer. “Cada venía más gente a los conciertos y la gente nos paraba por la calle. Entonces no había móviles con cámara y no te pedían tantas fotos, pero no teníamos miedo a salir a la calle y firmar autógrafos”, rememora José. Por cierto, al poco de sacar el disco, un chaval que les pidió una firma, pero no tenían ninguna definida e hicieron un garabato. Al rato, apareció con él tatuado.

David señala que “la sensación fue de tal triunfo el día que firmamos que ya pensábamos que todo venía ya dado, que la carrera de los artistas era así”. De hecho, tardaron en valorar lo excepcional de aquel bombazo: “Cuando tocamos en Las Ventas ni siquiera nos sorprendimos. Ya lo sabíamos, era un poco: ¿no hemos firmado un contrato? ¿dónde tocan los cantantes? Pues en Las Ventas. Luego nos dimos cuenta de que éramos unos afortunados y que tuvimos la suerte del inspector Gadget, de la inconsciencia”.

Luego nos dimos cuenta de que éramos unos afortunados y que tuvimos la suerte del inspector Gadget, de la inconsciencia

Si algo se suele recalcar sobre Estopa, es que la fama no se les haya subido a la cabeza y sigan siendo los mismos que actuaban en bares. Algo que habla por ellos pero, posiblemente, también diga bastante del resto. ¿Cómo se consigue ser el disco debut más vendido de la historia de España sin fliparse? Responde José: “Quizá fue por eso mismo: la época más delicada, el cambio de ser unos perfectos desconocidos a llenar los sitios, le echábamos la culpa a la suerte y a que eso funcionaba así, y no a nuestro talento”.

El encargado de guitarra y coros también cree que “ha ayudado mucho el tomarlo todo con calma: sacar disco, hacer gira y un tiempo de descanso; sin pensar que había que aprovechar el momento porque era ‘nuestro momento’ y que no sabíamos qué iba a pasar luego”. De hecho, creen que “eso hubiera sido pan para hoy, pero habríamos cansado a la gente y de esta forma te pillan luego con ganas. Además, no te cansas y salen cosas interesantes: no hacer discos como si fueran churros, sino pensarlos y elaborarlos”.

¿Una reedición de la maqueta?

La maqueta siempre ha sido un emblema para los seguidores de Estopa y, ahora, con el 20 aniversario del grupo, hay muchos fans que le piden que rescaten las canciones que aún no ha sido editadas. Una de ellas es 'Mi cama', que la tocaron en el directo que hicieron en Instagram al inicio del confinamiento. “Mi cama que no se llama mi cama, pero bueno. Como nosotros no habíamos puesto la maqueta en Internet, las canciones ni las habíamos titulado, aunque tenían un título para nosotros. La gente le puso 'Mi cama', pero el título es 'La cosa está mu mala'”, comenta David entre risas.

También publicaron una reedición del primer disco, acompañado de las maquetas que se hicieron antes de grabarlo, “pero no las canciones inéditas, no quisimos sacar temas como 'Princesa', porque quién sabe si en un futuro hacemos una precuela”. Con el paso del tiempo, ya quedan pocos temas inéditos, pero sus seguidores siguen pidiendo que se rescaten de algún modo. Ahí quedan también 'Incendio', 'Me pierdo en tu foto', 'Sentir diferente', 'Follarte' o 'Feliz', que supera con creces el millón de escuchas en YouTube, donde se puede escuchar la maqueta al completo.

¿Hay posibilidad de rescate? Prefieren no mojarse, pero dejan la puerta abierta “ahora que están tan de moda las precuelas”, porque canciones como 'Miriam' son muy válidas y siempre estarán ahí. Eso sí, son letras muy duras compuestas en otra época y habría que explicar que esos éramos nosotros hace 25 años, no ahora”.

Hay días importantes para uno. Algunos se dice que cambian la vida. Y luego está lo que le ocurrió un día de abril del 1998 a dos hermanos que trabajaban en la fábrica de Novel Lahnwerk, proveedora de Seat, donde era habitual escuchar al encargado gritar: “¡Dadle estopa!”. Aquel día David Muñoz fue llamado por megafonía para responder a una llamada, la primera que recibía desde que estaba allí. Al otro lado del teléfono, dos jefazos de EMI que preguntaban por una maqueta de 37 canciones que había acabado en su despacho por una carambola.

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