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'Sergio' el film de EEUU que reivindica a la ONU en los tiempos de la cólera de Trump
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Estreno en Netflix

'Sergio' el film de EEUU que reivindica a la ONU en los tiempos de la cólera de Trump

En esta época de crisis entre EEUU y la ONU, Netflix estrena un filme que recupera la figura del diplomático Sergio Vieira de Mello, asesinado en Bagdad en 2003

Foto: Walter Moura como el diplomático Sergio Vieira de Mello y Ana de Armas como la economista Carolina Larriera en 'Sergio'
Walter Moura como el diplomático Sergio Vieira de Mello y Ana de Armas como la economista Carolina Larriera en 'Sergio'

Hubo un tiempo en el que EEUU y la Organización de Naciones Unidas (ONU) no se llevaban tan mal. Fue no hace tanto y en circunstancias tan peliagudas como la invasión de Irak en 2003. Por aquel entonces, el presidente George W. Bush confiaba en un diplomático brasileño, Sergio Vieira de Mello, que había sido enviado como Alto Comisionado por los Derechos Humanos al país árabe para controlar los pasos de los estadounidenses invasores. Eran los tiempos de Kofi Annan. Tiempos en los que todavía se creía en una diplomacia internacional aunque su labor quedara muchas veces en papel mojado.

Hoy, por el contrario, hay un presidente norteamericano, Donald Trump, que cancela la financiación de EEUU a organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS), que pertenece a la ONU. Un presidente que repliega sus fronteras y acusa a la ONU de ser pro China. Paradójicamente, es justo en este momento cuando Netflix estrena ‘Sergio’, película basada en la vida de este diplomático y que es toda una reivindicación del papel diplomático de la ONU, la organización creada en 1945 para favorecer la cooperación entre países y evitar conflictos como el de la II Guerra Mundial. Una bofetada en toda la cara de Trump y los nacionalistas.

Justo cuando EEUU cancela la financiación a organismos como la OMS esta película es toda una bofetada en la cara de Trump


La película, que fue premiada en el último Festival de Sundance, sigue los pasos de Vieira de Mello en su ascenso en las Naciones Unidas y, sobre todo, durante sus últimos días en Bagdad, donde el 19 de agosto de 2003 sería asesinado por un camión bomba que habían puesto los seguidores de Abu Musab al Zarqaui, lugarteniente de Bin Laden. El diplomático es presentado como un hombre atractivo, simpático, empático, preocupado por la situación de las poblaciones más empobrecidas y en conflicto. Detrás de la camará está Greg Barker, quien conoce bien la historia puesto que 2009 ya realizó el documental ‘Sergio’ -también se puede ver ahora en Netflix- a partir del libro de Samantha Power y que cuenta con testimonios de diplomáticos de la ONU y líderes de la época como Tony Blair, Condolezza Rice, quien fuera la secretaria de Estado de Bush, Paul Bremer, el director del plan de reconstrucción de Irak nombrado por Bush, y los militares que intentaron salvar la vida del diplomático cuando este se hallaba bajo los escombros del hotel Canal en Bagdad.

Romance y política

De hecho, aunque la cinta de ficción y el documental aborden la misma biografía y aparezcan los mismos personajes, hay divergencias en el tono y en el enfoque. En los dos casos se recorre la historia de Vieira de Mello, hijo de diplomático, estudiante en la Sorbonna -fue uno de los que lanzó adoquines en mayo del 68- y exitoso negociador de la ONU en casos como el de Timor Oriental, donde consiguió que el país obtuviera su independencia a finales de los años noventa frente a Indonesia. Sin embargo, la película, protagonizada por Walter Moura -el Pablo Escobar de ‘Narcos’- y la española Ana de Armas, se abre más al romance que mantuvo con la economista Carolina Larrieta a quien conoció en Timor y le siguió hasta Irak. De hecho, buena parte del filme son los encuentros y desencuentros románticos entre ambos, lo que le resta la fuerza que sí consigue mantener el documental.

“A ningún pueblo le gusta ser invadido. Yo no soportaría que hubiera tanques de otro país en Río”, afirmó Sergio en su misión en Irak frente a EEUU


Pese a ello sí se insiste en reivindicar un papel diplomático que en la actualidad se encuentra en horas bajas, sobre todo desde EEUU, que no confía en los actores internacionales. Por eso hay varias escenas de la negociación de Sergio - así era conocido, sin el apellido, lo que prueba su carisma- con los líderes indonesios y los independentistas de Timor, en los que ante la cerrazón de unos y otros cuando dicen que no se puede hacer nada contesta, “sí, siempre se puede hacer algo por llegar a un acuerdo”. O cómo cuando aterriza en Irak, en la que piensa que va a ser su última misión de tan solo cuatro meses para retirarse después con Carolina a Río de Janeiro, sostiene que su labor es ayudar al pueblo iraquí y controlar a los estadounidenses porque “a ningún pueblo le gusta ser invadido. Yo no soportaría que hubiera tanques de otro país en Río”.

Precisamente, dos escenas casi calcadas de película y documental muestran a un Vieira de Mello visiblemente enfadado -es la única vez en la que no aparece sonriendo- indicándole a un periodista que tanto él como Kofi Annan y la ONU son “absolutamente independientes” y no son la cortina de humo de los EEUU para que estos hagan y deshagan en Irak. Hay un momento en el que Paul Bremer y Sergio debaten sobre la cárcel de Abu Ghraib donde fueron torturados tantos presos iraquíes en unas imágenes que horrorizaron al mundo y el diplomático no duda en explicarle al norteamericano, que parece no entenderlo muy bien, que no se debería reabrir esa prisión. “¿Por qué?”, dice Bremer. “Por simbolismo, pensad un poco”, contesta Sergio. Eso es la diplomacia.

El final de la diplomacia

La película pasa de soslayo por el atentado. El documental, sin embargo, se recrea. No obstante, una y otro cuentan la verdad. Sergio había decidido restar protección estadounidense a la ONU puesto que no quería que se relacionara al organismo con EEUU. Los terroristas lo aprovechan para introducir un camión bomba que estalla justo debajo del despacho del diplomático. Todo salta por los aires y Sergio queda cubierto por ladrillos, vigas y tabiques junto a otro compañero. Milagrosamente sobrevive al impacto, lo que da tiempo a que entren dos militares estadounidenses para intentar sacarlo de ahí.

Esta es la historia de un idealista en tiempos en los que hay quien prefiere el enfrentamiento antes que la colaboración


En esta parte quizá la película sea menos crítica que el documental, ya que en este último se incide en cómo no había ningún equipo de salvamento en un caso así. Los militares se encuentran con que tienen que ir quitando los ladrillos con sus manos y solo tienen un bolso para subirlos desde abajo. Curiosamente, uno de ellos pide que recen todos juntos, pero Sergio le contesta que no es momento para ponerse a rezar y que Dios no va a aparecer por ninguna parte. El militar todavía se encontraba molesto años después por esta respuesta del diplomático.

El final es conocido. Una última imagen muestra a Vieira de Mello dirigiéndose a nuevos trabajadores de la ONU, una organización en la que trabajó durante 34 años, haciéndoles ver el valor de la negociación y el acuerdo. Tras su muerte cambiaron muchas cosas en Irak y también en las relaciones diplomáticas. Esta es la historia de un idealista en tiempos en los que hay quien prefiere el enfrentamiento antes que la colaboración. Y no parece que esté dando muy buenos resultados.

Hubo un tiempo en el que EEUU y la Organización de Naciones Unidas (ONU) no se llevaban tan mal. Fue no hace tanto y en circunstancias tan peliagudas como la invasión de Irak en 2003. Por aquel entonces, el presidente George W. Bush confiaba en un diplomático brasileño, Sergio Vieira de Mello, que había sido enviado como Alto Comisionado por los Derechos Humanos al país árabe para controlar los pasos de los estadounidenses invasores. Eran los tiempos de Kofi Annan. Tiempos en los que todavía se creía en una diplomacia internacional aunque su labor quedara muchas veces en papel mojado.

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