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Cuando el poeta Marcos Ana perdió su virginidad... a los 42 años
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Cuando el poeta Marcos Ana perdió su virginidad... a los 42 años

Eduardo Mendicutti relata el encuentro desde la voz de la prostituta, ya una anciana. Una historia tierna, con mucha memoria del país y también con un poso muy agridulce

Foto: Marcos Ana, cuando todavía era Fernando, en el patio de la enfermería de la Carcel de Burgos, 1951
Marcos Ana, cuando todavía era Fernando, en el patio de la enfermería de la Carcel de Burgos, 1951

El poeta Marcos Ana (1920-2016) perdió la virginidad a los 42 años de edad, después haber estado 23 años preso en las cárceles franquistas en las que entró con 19 años. La historia es conocida y la contó él mismo en su libro de memorias ‘Decidme cómo es un árbol’, publicado en 2007 por Umbriel. Ocurrió con una joven prostituta en un hostal del centro de Madrid. Al irse, ella le metió una nota en su chaqueta que decía ‘Para que vuelvas esta noche’ y le devolvió el dinero que había pagado. Él jamás volvió. Le envió un ramo de flores por valor de 500 pesetas y otra nota: “Para mi primer amor, Isabel”. Así acabó este corto relato de amor de una noche (y de toda una vida).

Con esta historia real, el escritor Eduardo Mendicutti (Sanlúcar de Barrameda, 1948) ha concebido la novela ‘Para que vuelvas hoy’ (Tusquets) en la que cuenta aquel encuentro desde la voz de la prostituta, Isabel Peñalber, ya una anciana. Una historia tierna, con mucha memoria del país, y también con un poso muy agridulce.

placeholder El escritor Eduardo Mendicutti, en la Feria del Libro de 2018 (EFE)
El escritor Eduardo Mendicutti, en la Feria del Libro de 2018 (EFE)

“Yo había empezado otra novela, pero una amiga me envió hace un año la convocatoria de un acto homenaje del ayuntamiento a Marcos Ana cuando todavía estaba Carmena. Le iban a poner una placa en la calle Narváez donde él vivio los ultimos años. Y mi amiga me recordó esta historia que está en una página de las memorias de Marcos Ana y pensé: ¿sabemos algo de esa mujer? Porque de esa noche sabemos lo que Marcos cuenta, pero no la versión de ella. Me enteré que se llamaba Isabel Peñalber y me puse a escribir”, cuenta Mendicutti por teléfono a El Confidencial.

placeholder 'Para que vuelvas hoy', de Eduardo Mendicutti
'Para que vuelvas hoy', de Eduardo Mendicutti

Y se lo inventó todo. “La hice de Sanlúcar, le di voz, memoria, recuerdos, e hice que fuera recordándolo todo porque además las personas que hemos compartido una misma situación la solemos contar de forma distinta”, explica el escritor. Así, como si fuera un largo monólogo, esta anciana le va contando a su cuidadora, una chica joven que viene a pasar con ella las tardes, cómo fue aquella noche con Fernando Macarro -el nombre real de Marcos Ana- y los miedos y tribulaciones del hombre con aquella mujer, a la que llegó por la intercesión de un amigo con el que había salido. “Si él viviera, todo este episodio lo hubiera hablado con él antes de escribirlo”, señala Mendicutti, que llegó a conocer a Ana “porque nos encontrábamos en todas las manifestaciones de Izquierda Unida. Era un hombre muy afable, encantador”.

Me juró que nunca había matado a nadie, al menos que él supiera, porque en la guerra uno dispara desde una tronera y no sabe si mata a alguien o no


Durante toda la novela no se le juzga. “Me juró que nunca había matado a nadie, al menos que él supiera, porque en la guerra uno dispara desde una tronera y no sabe si mata a alguien o no. Yo le pedí, como se piden las cosas, que no siguiera. Y él sonrió”, recuerda en la ficción la protagonista de la conversación que tuvieron aquella noche cuando después de estar en hostal fueron a cenar a una fonda asturiana en la calle Echegaray. Apenas hay más recuerdos sobre su desempeño en la guerra y sobre los 23 años que pasó en la cárcel (Ana no salió hasta 1962 amnistiado). Solo al final la anciana se permite decir: “Aquella noche me contó cómo eran esas cárceles… Horribles, eran horribles, veintitrés años horribles en aquellas cárceles”.

Prostitución en un Madrid pobre

Pero la novela, además de contar este hecho puntual, es una historia de España desde la Guerra Civil hasta nuestros días relatada de forma íntima. A veces con humor, muchas otras con no tanto porque hay escenas que no tienen ninguna gracia. Isabel repasa su infancia en Sanlúcar, cómo a su padre le detuvieron y fue fusilado por las tropas de Franco o cómo trataban a los gays de la época, con alguna paliza si hacía falta.

Isabel unifica en su personaje a muchas de las chicas que abandonaron los pueblos andaluces, manchegos y gallegos para, ya a partir de los años cincuenta, marchar a Madrid y a otras grandes ciudades para buscarse la vida. Muchas entraron a servir en casas, otras como Isabel buscaron la vía rápida de la prostitución. “Solía haber una tragedia, alguien que las engaña, las deja embarazada… En este caso es que era pobre y era mujer. Dos tragedias que en esos años tenían difícil salida, y ella hace una elección. Nadie la fuerza, elige eso. Desde la óptica de hoy puede ser todo lo discutible que tú quieras, pero hay que ponerse en la situación de una mujer que es pobre y que necesita ganarse la vida lo más rápidamente posible”, comenta el escritor que también reconoce que “la prostitución entonces era distinta. No había explotación, no había trata de blancas como ahora. No existía esa prostitución organizada por grandes mafias. Hay que comprenderlo desde las circunstancias de ese momento”.

Desde la óptica de hoy puede ser todo lo discutible que tú quieras, pero hay que ponerse en la situación de una mujer que es pobre y que necesita ganarse la vida lo más rápidamente posible


El personaje de Isabel está dibujado con tiralíneas a partir de las prostitutas que Mendicutti conoció cuando era estudiante en Madrid. “Vivía en un hostal que tenía dos pisos, en uno estábamos los estudiantes, y en otro las prostitutas. Y había una chica muy joven que era exactamente como yo describo a Isabel. Probablemente es la mujer con la que yo más me he reído en mi vida. También he conocido alguna otra situación peor de alguna prostituta”, comenta. Una de esas situaciones, el asesinato de una de las chicas, lo cuenta en la propia novela. Nunca fue una vida fácil, afirma el autor.

Personajes tiernos

Con todo, como suele suceder en las novelas de Mendicutti, desde la primera 'Una mala noche la tiene cualquiera' a 'Malandar', sus personajes, ya están en la peor de las miserias, siempre se salvan para el lector. Siempre tienen un punto en el que resultan tiernos, entrañables, cómicos. “Yo es que me resisto a dejarlos hechos polvo. Hay que hacer todo lo posible por salvar a los personajes. Esos toques de humor… La óptica muchas veces es del lado de los personajes más desfavorecidos, pero no soy capaz de dejarlos sin puertas para sobrevivir”, explica.

No es bueno que con toda esta especie de normalización se olvide el pasado. Hay que mantener viva la historia y lo que se ha sufrido y lo que se ha ganado y lo que hay que defender


En muchas ocasiones, estos personajes desfavorecidos en sus novelas suelen ser mujeres y gays. Además de Isabel y otras prostitutas que aparecen en la historia, todas ellas chicas muy pobres que podían jugarse la vida con cada cliente, el escritor recuerda las palizas que se llevaron muchos hombres gay. Por eso cree que “no es bueno que con toda esta especie de normalización se olvide el pasado. Hay que mantener viva la historia y lo que se ha sufrido y lo que se ha ganado y lo que hay que defender todavía”. En la novela uno de los personajes es un hombre al que llaman La Peineta, “un gay típico de su época”, y otro es Moisés, el nieto de la anciana, “que ha nacido ahora, pero que se encuentra con una agresión homófoba, señal de que las cosas no han cambiado del todo, aunque lo parezcan”.

La llegada de Vox

Por este motivo, a Mendicutti la llegada de Vox y sus discursos “me tienen muy inquieto porque están intentando que se asimilen sin pensar de verdad en lo que están proponiendo. Son políticas devastadoras para la igualdad, el equilibrio social, los derechos de la mujer, gays.... Si eso no se respeta la sociedad no está sana, y parece que están intentando imponer una sociedad enferma. Me inquieta y a veces me irrita mucho”.

Vox me tiene muy inquieto porque están intentando que se asimile sin pensar de verdad en lo que están proponiendo. Son políticas devastadoras para la igualdad


De ahí la necesidad, para este escritor, de seguir recordándolo todo, como hace él en esta novela. “Hay gente empeñada en taparlo con la excusa de que hay que pasar página. Lo que yo creo es que se está intentando borrar la memoria y eso no puede ser. Otra cosa es que se estimule la comprensión, se estimule el diálogo, el respeto mutuo, pero no a base de borrar esa parte de la memoria que no nos interesa”, zanja.

Isabel, octogenaria, hilvana los recuerdos de forma fragmentada. Habla mucho de Fernando (Marcos Ana), de otros hombres que se enamoraron de ella, pero sobre todo su discurso es la fotografía de un país que, aunque a veces se divertía, visto desde hoy parece que oliera a naftalina. Un país, en definitiva, antiguo.

El poeta Marcos Ana (1920-2016) perdió la virginidad a los 42 años de edad, después haber estado 23 años preso en las cárceles franquistas en las que entró con 19 años. La historia es conocida y la contó él mismo en su libro de memorias ‘Decidme cómo es un árbol’, publicado en 2007 por Umbriel. Ocurrió con una joven prostituta en un hostal del centro de Madrid. Al irse, ella le metió una nota en su chaqueta que decía ‘Para que vuelvas esta noche’ y le devolvió el dinero que había pagado. Él jamás volvió. Le envió un ramo de flores por valor de 500 pesetas y otra nota: “Para mi primer amor, Isabel”. Así acabó este corto relato de amor de una noche (y de toda una vida).

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