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'Doctor Zhivago', la novela que se convirtió en un arma de la CIA contra la URSS
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'Doctor Zhivago', la novela que se convirtió en un arma de la CIA contra la URSS

Esta es la rocambolesca historia sobre cómo el manuscrito de Boris Pasternak fue censurado y reintroducido en la URSS a través de ejemplares que repartió la CIA en la expo de Bruselas de 1958

Foto: Fotograma de la película 'Doctor Zhivago'
Fotograma de la película 'Doctor Zhivago'

Al principio era solo la historia de amor de Yuri y Lara. Pero, como siempre, los principios poco tienen que ver con los finales y el romance acabó en desastre, que sí suele ser algo más habitual. Boris Pasternak (Moscú 1890-1960), el gran poeta soviético, había ideado en 1940 'Doctor Zhivago', la novela que le consagraría como escritor. Un romance entre un médico y una enfermera que, además, serviría para contar los últimos años de la URSS, la I Guerra Mundial y la Revolución. La tuvo terminada en 1955, pero entonces llegó la tragedia: el Departamento de Cultura del Comité Central no veía con buenos ojos la historia -demasiado antisoviética- y decidió prohibirla. Ese fue el momento en el que dio comienzo la otra historia, tan loca, tan llena de requiebros, espías incluidos, como ese amor imposible con el que alguna vez soñaron Yuri y Lara.

La autora norteamericana Lara Prescott acaba de publicar en España 'Los secretos que guardamos' (Seix Barral) en la que ficciona la historia real de cómo 'Doctor Zhivago', tras ser censurada, se convirtió en un arma política de la CIA contra la URSS en los años cincuenta, una de las décadas más intensas de la Guerra Fría. Cómo una novela, destinada a elevar a los altares a su autor, fue elegida por los estadounidenses para inocular en el pueblo soviético que algo no funcionaba bien en su país. “Eso fue lo que más me sorprendió, que se prohibiera en la URSS y que se utilizara como arma. Me di cuenta de que Pasternak escribía sobre individuos que a lo mejor estaban de acuerdo con la Revolución pero algunos no y que tenían opiniones diferentes. Y había ese miedo al pensamiento individual. Ahí vi que había una historia”, comenta Prescott a El Confidencial.

placeholder 'Los secretos que guardamos'
'Los secretos que guardamos'

La idea de Prescott se inició en 2014, cuando la CIA desclasificó los documentos que daban cuenta de la misión que llevó a cabo para publicar 'Doctor Zhivago' de forma subrepticia en la URSS. Son estos papeles secretos los que narran cómo se sucedieron unos acontecimientos que son, en sí mismos, una novela de espías. Toda esta historia es pura metaliteratura en la que confluyen todos los géneros literarios posibles. Sólo falta una máquina del tiempo.

En los cincuenta Pasternak se las prometía felices. Su obra se publicaba sin problemas. Era leído y aplaudido. Era uno más de la Revolución. Tenía una dacha en Peredelkino, a pocos kilómetros al sur de Moscú, como otros tantos escritores e intelectuales. Se las había ofrecido el propio Stalin poco antes de que se impusieran un régimen del terror que fue censurando a aquellos autores que se atrevían, mínimamente, a hacer alguna crítica al Estado. Escritores como Varlam Shalamov, Marina Tsvetaieva, Boris Pilniak o Aleksandr Solzhenitsyn, que acabaron en el Gulag. A Pasternak le tocaría en 1955, aunque con algo más de suerte. 'Doctor Zhivago' no se publicaría, pero el escritor mantendría la vida. El mundo también les estaba mirando y el escritor no era ningún desconocido.

El loco Feltrinelli

Este podría haber sido el final, pero por aquel entonces había un editor comunista italiano con un olfato bastante fino para la captar novelas que sufrieran la censura: Giangiacomo Feltrinelli. Así, en 1956 encargó a Sergio D’Angelo, su scout -aquellos que se encargan de buscar buenos manuscritos y tendencias literarias- para que se reuniera con Pasternak y le comprara el manuscrito de 'Doctor Zhivago'. Ambos se vieron en la dacha de Peredelkino y el scout se llevó el manuscrito que sacó de la URSS envuelto en su pijama en la maleta. Esta historia la contaría el propio D’Angelo muchos años después en 'Il caso Pasternak', publicado en 2006. La traducción al italiano llegaría en noviembre de 1957 y enseguida se convertiría en un éxito editorial con más de 150.000 copias vendidas. No mucho después aparecería en francés y en inglés consiguiendo una gran aceptación en todas las lenguas.

placeholder Lara Prescott (Trevor Paulhus)
Lara Prescott (Trevor Paulhus)

La expo de 1958, espías, curas y monjas

Con el libro ya publicado en italiano es cuando la CIA entra en acción. Esta es una de las partes que más desarrolla Prescott en su novela con todas aquellas mecanógrafas escribiendo los papeles en los que se detallaba la misión encubierta en los cuarteles de Langley, en Washington D.C. Mujeres que hoy no sabemos quiénes fueron, pero a las que la escritora pone nombre e historias. “Había estado leyendo muchos documentos desclasificados y no hacía más que pensar en esas mecanógrafas que eran las que conocían los secretos, incluso los nombres que hoy están tachados. Muchas veces eran mujeres sobrecualificadas para este trabajo. Eso me llevó aprender más sobre las mujeres espías que surgían de este mundo de secretarias”, comenta Prescott. De hecho, en la novela la misión la llevan a cabo dos mujeres espías.

De vuelta a la realidad, lo cierto es que la CIA contaba por aquel entonces con la División Rusia Soviética en la que trabajaban licenciados en Filología y Humanidades -una salida laboral bastante interesante para estas carreras- encargados de analizar qué libros podrían convertirse en un arma ideológica contra otro país. Y rápidamente se dieron cuenta de que 'Doctor Zhivago' podría ser uno de ellos. Una historia de amor, sí, pero también algo más.

placeholder El escritor Borís Pasternak, a la izquierda (EFE)
El escritor Borís Pasternak, a la izquierda (EFE)

Aquí entra una parte que le gustaría a John Le Carré. La idea era introducir a toda costa el manuscrito en ruso en la URSS para que los rusos pudieran leerlo y que se enteraran de que uno de sus autores favoritos estaba censurado. Golpe en la línea de flotación. La Unión Soviética además acababa de lanzar en octubre de 1957 el Sputnik 1, la guerra espacial estaba en su apogeo y los estadounidenses no se podían permitir que los rusos les adelantaran a miles de kilómetros de la Tierra.

La situación perfecta llegó con la Expo universal de Bruselas de 1958. La CIA consiguió imprimir 365 ejemplares en ruso del manuscrito original a través de una editorial holandesa. Estos ejemplares se repartieron en el pabellón del Vaticano a artistas soviéticos que habían sido invitados a la expo. Lo hicieron los propios espías disfrazados de curas y monjas. Suena rocambolesco pero así es como llegaron los ejemplares a la URSS y comenzaron a correr de mano en mano. Y ya nadie pudo pararlo. 'Dr Zhivago' ya había roto el Telón de Acero.

Jruschov: “Nos equivocamos”

En 1958 la Academia Sueca entregó el Premio Nobel de Literatura a Pasternak, que sin embargo lo rechazó por presiones políticas -lo recogería su hijo en 1989. En los dos años que le quedaban de vida, el escritor se dedicó a seguir cuidando del jardín de su dacha y escribiendo cartas a los fans de su novela (que no eran pocos).

No ocurrió lo mismo con Olga Vsevolodna Ivinskaya, su amante, su agente, su mecanógrafa, su defensora, la mujer que lo abandonó todo cuando tenía 23 años para irse con el escritor, que tenía 56. Olga era también la Lara de Yuri, la musa cuando todavía se les llamaba así. Y la que fue llevada dos veces al Gulag acusada de haber sido la responsable de que el manuscrito escapara de la URSS. Prescott también narra estos episodios en su novela: “Ella sufrió muchísimo más que él. Él tenía protección porque era uno de los escritores vivos más famosos y lo que querían era hacerle daño a través de Olga. Yo quería hablar de ella no solo como la musa, sino como la mujer en su totalidad”.

Pocos años después, en 1964 y cuando ya no era el primer secretario del Partido Comunista, Nikita Jruschov, que había ordenado la censura de la novela, comentó tras leerla que se habían equivocado y que en la historia “no había nada antisoviético”. Pese a ello, la novela no fue publicada en la URSS hasta 1988.

La censura en EEUU

El caso de 'Doctor Zhivago' está circunscrito a una época muy concreta en Occidente, sin embargo, como dice Prescott, esto no significa que hoy en día no exista la censura de novelas. De hecho, ella señala a su propio país, EEUU, en el que “tenemos libros que están prohibidos en parte por la Iglesia y ciertas bibliotecas, porque piensan que igual podrían enturbiar la mente de un niño”.

Hoy vemos algunos libros censurados por la retórica de este Gobierno de Trump. Son libros que hablan sobre sexo, LGTBI, raza…

Según comenta esta escritora, aunque no haya una censura gubernamental directa, “hemos visto que algunos libros han quedado censurados por asociaciones durante la presidencia de Donald Trump a las que les influye la retórica de este Gobierno. Son libros que hablan sobre sexo, LGTBI, raza…El tema que más se está viendo atacado es el de la diversidad de las personas. No es por orden del Gobierno ni nada de eso, sino que es algo que se va filtrando desde el Gobierno hacia la cultura”. No obstante, para Prescott lo más peligroso es “la autocensura que va en aumento. Si la gente tiene opiniones múltiples acerca de un tema les da miedo a exponerlo por miedo a que les acosen por las redes sociales. Y esto puede afectar a la manera en la que escribimos”.

En los años cincuenta, Pasternak fue políticamente censurado; ahora también sabemos que hay otras censuras.

Al principio era solo la historia de amor de Yuri y Lara. Pero, como siempre, los principios poco tienen que ver con los finales y el romance acabó en desastre, que sí suele ser algo más habitual. Boris Pasternak (Moscú 1890-1960), el gran poeta soviético, había ideado en 1940 'Doctor Zhivago', la novela que le consagraría como escritor. Un romance entre un médico y una enfermera que, además, serviría para contar los últimos años de la URSS, la I Guerra Mundial y la Revolución. La tuvo terminada en 1955, pero entonces llegó la tragedia: el Departamento de Cultura del Comité Central no veía con buenos ojos la historia -demasiado antisoviética- y decidió prohibirla. Ese fue el momento en el que dio comienzo la otra historia, tan loca, tan llena de requiebros, espías incluidos, como ese amor imposible con el que alguna vez soñaron Yuri y Lara.

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