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Antes de Ricky Gervais estuvo él: Larry David, el cómico judío que amaba a Wagner
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ESTRENO DE LA DÉCIMA TEMPORADA DE SU SHOW

Antes de Ricky Gervais estuvo él: Larry David, el cómico judío que amaba a Wagner

La décima temporada de la serie del creador de 'Seinfeld' se estrena el próximo 20 de enero

Foto: Larry David en un cartel promocional. (HBO)
Larry David en un cartel promocional. (HBO)

Cada vez que Ricky Gervais presenta unos Globos de Oro el mundo entero sufre un episodio de Alzheimer colectivo para sorprensderse, como si fuera la primera vez, de que una lengua afilada venga a escupirles en la copa de Möet Chandon a todas esas celebrities que, como presumió Linda Evangelista, no se levantan de la cama por menos de lo que usted y yo cobraremos en las próximas cien vidas laborales. ¡Qué divertido es ver cómo los ricos se matan entre ellos! Pero antes de Ricky Gervais hubo un hombre. El mago de los momentos incómodos. El paladín de la verdadera incorrección política en la que el escarnio propio no sólo supera al ajeno, sino que sirve como espejo amplificador de las vergüenzas comunes. Según la Biblia, antes del hombre fue Dios. Y, según la biblia del humor, antes de Gervais fue Larry David. Porque Larry David se puede reír de todo porque antes se rio —despiadadamente— de sí mismo.

El próximo 20 de enero se estrena la décima temporada de 'El show de Larry David' ('Curb Your Enthusiasm' en la versión original), después de un hiato de dos años y medio. David siempre ha ido un paso por delante. Primero como cabeza cocreadora de 'Seinfeld', la hermana mayor y puñetera de 'Friends', que aunque tuvo menos impacto en la cultura pop que la serie de David Crane y Marta Kauffman, estableció las bases del humor 'hípster', descreído, urbanita e hiriente. Todos los personajes eran, por muchas justificaciones que se hagan, despreciables. Eran despreciables por jetas, por avariciosos, por faltos de empatía, por histéricos, por hipocondríacos, por narcisistas. Pero, aun así, el público conectó con ellos. Y les quiso. Mucho. Tanto como para que el final convocase a 76 millones de estadounidenses frente al televisor.

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Larry David —el personaje— es un compendio de todos los defectos de los protagonistas de 'Seinfeld'. Se conduce por la vida despreciando a los demás. Y cuando tiene la ocurrencia de hacer algo bueno por los demás, el cosmos se alinea para que acabe enfangado en la vergüenza ajena más dolorosa. El público le ama porque se siente virtuoso por comparativa, pero también porque compadece su existencia miserable.

Hace 20 años se emitió el primer capítulo de 'Larry David'; desde entonces los límites del humor se han puesto en la mirilla de la opinión pública

Con el programa que lleva su nombre Larry David depuró y perfeccionó el arte de la incomodidad consigo mismo como material a modelar. Porque el estadounidense concentró en sí mismo la esencia de todo lo irritante del ser humano. Se caricaturizó a sí mismo en esta versión en la que lo real y lo ficticio son inseparables y en la que el chiste se encuentra en el nivel de arrastre de su personaje principal. 'Curb Your Enthusiasm' empezó como una 'rara avis' y su enorme éxito se ha convertido en su principal limitación. Hace 20 años se estrenó el primer capítulo de esta serie en la que David se utiliza a sí mismo como 'punching ball' y como espejo de todo lo deleznable de la sociedad occidental, eminentemente blanca, eminentemente masculina, eminentemente bien alimentada y eminentemente cínica. El vivo retrato de su protagonista.

placeholder Otro momento de 'El show de Larry David'. (HBO)
Otro momento de 'El show de Larry David'. (HBO)

Hace 20 años, Larry David no era un nombre conocido para el público mayoritario. Aunque desde principios de su carrera, en los años 80, había aparecido frente a las cámaras, en 'Seinfield' optó por el perfil bajo y se limitó a voces en off y pequeños cameos. Ponerse delante de las cámaras ha significado atraer una mayor atención —y mayor polémica— hacia sí mismo. Y en tiempos en los que las claves del juego metaficcional no quedan claras para todo el mundo puede resultar perjudicial. ¿Dónde acaba Larry David y dónde empieza su personaje? En noviembre de 2017, David participó en 'Saturday Night Live', y en su monólogo lanzó dardos como :"Siempre me han obsesionado las mujeres, y siempre me he preguntado: si yo me hubiese criado en Polonia cuando Hitler llegó al poder y me hubiesen enviado a un campo de concentración, seguiría metiéndole fichas a las mujeres del campo?" o, respecto al caso Weinstein, "me estoy dando cuenta de que empieza a haber un nuevo patrón, que es que la mayoría de depredadores sexuales son judíos".

El mismo hombre que en 'Larry David' había hecho chanza de ser mal judío por escuchar a Wagner y que enseñó a un niño a dibujar esvásticas y bigotes hitlerianos acabó excusándose en público después de que la Liga Anti-Difamación, una asociación cuya misión es "detener las difamaciones contra la comunidad judía", lo acusase de "ofensivo, insensible y sin gracia" y de que miles de tuiteros se le echase encima. El 'prime-time' y la fama puede convertirse en un 'boomerang' inclemente.

Antes de que HBO se convirtiese en una de las plataformas de contenidos con más suscriptores, David encontró en la productora el patio de recreo donde poder explayarse a gusto. Porque cuando tu audiencia equivale a tu público potencial, que está familiarizado con tu registro cómico, afirmar que te odias a ti mismo, pero que tu odio "no tiene nada que ver con ser judío", inventarte que has sido un niño abusado para no quedar mal en una reunión de víctimas de abusos, salir con una mujer en silla de ruedas para poder ser todo lo grosero que quiera o invitar a un pedófilo a la fiesta hebrea de Séder de Pésaj.

placeholder Larry nunca hace nada. (HBO)
Larry nunca hace nada. (HBO)

Ahora HBO cuenta con alrededor de 134 millones de suscriptores, muchos de los cuales con una sensibilidad hacia la incorrección política mucho mayor que la de generaciones anteriores. La temperatura a este respecto ha cambiado mucho en las últimas dos décadas y críticos como Phil Harrison de 'The Guardian' —que lo tildó de "un Benny Hill de cuarta categoría"— o Johanna Schneller, del 'Toronto Star' —que lo acusó de estar "fuera de lugar"—, criticaron negativamente la novena temporada de la serie por cuestiones ideológicas. Porque hay que recordar que ésta llegó seis años después de que David aparcase la serie. "No es lo mismo irreverencia que ignorancia. En los seis años de hiato del programa, el mundo ha cambiado. Echarle las culpas a la corrección política ya no es divertido", resumió Schneller.

De Larry David bebieron De ella bebieron 'The Office', 'Extras', 'Louie' e, incluso, '¿Qué fue de Jorge Sanz?'

Además, en estos años el cambio entre lo que se puede o no se puede decir públicamnte ha dado un giro radical. En un entorno público en el que las maneras de políticos y representantes de la sociedad civil se comunicaban encorsetados en normas de protocolo rígidas e incuestionables, los versos sueltos eran... versos sueltos. En una época en la que Donald Trump, Eduardo Inda o Fran Rivera, como ejemplo de diferentes grados mediáticos, son la regla, la subversión de David, Gervais o Chris Rock deja de surtir efecto.

placeholder Otro cartel de 'Larry David'
Otro cartel de 'Larry David'

'Larry David', además, fue una propuesta visual fresquísima en su momento: cámara en mano, factura barata y casi documental, diálogos improvisados y una mezcla de personajes ficticios y actores que se interpretaban a sí mismos, o más bien a la hipérbole de sus personajes públicos. De ella bebieron 'The Office', 'Extras', 'Louie' e, incluso, '¿Qué fue de Jorge Sanz?', la versión patria del héroe televisivo caído en desgracia. Todas ellas relatan el descenso a los infiernos del hombre blanco heterosexual, de un statu quo que podía permitirse reíse de sí mismo y, por ende, de los demás, de las incoherencias y los sinsentidos de los códigos culturales.

Dice el propio David que lo último que quiere es cerrar una serie como hizo con 'Seinfeld', dos capítulos finales de los que reniega vehemente. Habrá que ver si con esta décima temporada David ha encontrado su lugar en un tiempo que, en cierta manera, rechaza todo lo que representa. Si consigue hacer su magia sin cohibirse y acartonarse. Porque parece que ahora es el turno de cómicos como Pamela Adlon con 'Better Things' o Aziz Ansari con 'Master of None' para hacerse con el discurso crítico y corrosivo contra usted, contra mí y contra el absurdo de la vida.

Cada vez que Ricky Gervais presenta unos Globos de Oro el mundo entero sufre un episodio de Alzheimer colectivo para sorprensderse, como si fuera la primera vez, de que una lengua afilada venga a escupirles en la copa de Möet Chandon a todas esas celebrities que, como presumió Linda Evangelista, no se levantan de la cama por menos de lo que usted y yo cobraremos en las próximas cien vidas laborales. ¡Qué divertido es ver cómo los ricos se matan entre ellos! Pero antes de Ricky Gervais hubo un hombre. El mago de los momentos incómodos. El paladín de la verdadera incorrección política en la que el escarnio propio no sólo supera al ajeno, sino que sirve como espejo amplificador de las vergüenzas comunes. Según la Biblia, antes del hombre fue Dios. Y, según la biblia del humor, antes de Gervais fue Larry David. Porque Larry David se puede reír de todo porque antes se rio —despiadadamente— de sí mismo.

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