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Avispas, toros y baronesas: los ocho retos de Rodríguez Uribes en el Ministerio de Cultura
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Avispas, toros y baronesas: los ocho retos de Rodríguez Uribes en el Ministerio de Cultura

El nuevo ministro de Cultura tendrá que decidir cómo afronta la intervención de la SGAE, el préstamo de la colección Thyssen y el desarrollo de leyes incompletas

Foto: José Manuel Rodríguez Uribes (derecha), junto a su antecesor, José Guirao (EFE)
José Manuel Rodríguez Uribes (derecha), junto a su antecesor, José Guirao (EFE)

De José Manuel Rodríguez Uribes (Valencia, 1968) lo primero que se destacó tras su nombramiento como ministro de Cultura fue su formación en Filosofía del Derecho, su cercanía al profesor Gregorio Peces-Barba y ser un hombre del PSOE. Nada que ver con el ámbito de las instituciones culturales, del que sí procedía su antecesor José Guirao, pero sí mucha relación con los “valores y ética pública”, como él mismo destacó este lunes en su toma de posesión. Algo de ello sabe también alguien que fue director del gabinete del Alto Comisionado de Apoyo a las Víctimas de Terrorismo y Atención Ciudadana que dependía del Ministerio del Interior de Alfredo Pérez Rubalcaba. También ha sido siempre un firme defensor de la laicidad del Estado.

Pero la cartera de Cultura, pese a esa cosa etérea que tiene, va mucho más allá de las ideas. Uribes tendrá que fajarse con asuntos mucho más materiales y crematísticos. Dar, no dar, qué dar, cómo darlo y a quién. Guirao se despidió aludiendo a los creadores y al ministerio como facilitador de su trabajo. Uribes, al que en sus primeros minutos acompañó la ministra María Jesús Montero -Hacienda siempre cerca de Cultura- es el nuevo responsable de ese botón rojo.

1- Pacto de Cultura

Una de las primeras tareas parlamentarias será llegar a un Pacto por la Cultura con el resto de partidos con el fin de potenciar su presencia en el PIB y fomentar las creaciones en las diversas lenguas cooficiales, principalmente las cinematográficas. Al menos esta es la promesa principal del PSOE en su programa cultural. A priori no parece difícil. Se supone que la cultura es un valor defendido por todos, y la anterior comisión de Cultura del Congreso funcionó extraordinariamente bien alcanzando pactos de consenso. Ahora bien, en este momento de polarización a nadie se le escapa que puedan surgir las críticas por los “chiringuitos”, el amiguismo, la cultura de los unos y de los otros, y toda la complejidad del debate territorial. Puede parecer fácil, pero los tiempos que atravesamos no son ninguna balsa de aceite.

2- El avispero de la SGAE

El gran fuego de Guirao fue la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE). Desde el primer momento se criticaron desde el ministerio los estatutos anquilosados, los sistemas de reparto de las recaudaciones, se puso el ojo sobre el tema -todavía judicializado- de la rueda de las televisiones. Se amenazó con la intervención y finalmente esta se solicitó al juez de la Audiencia Nacional, si bien este la desestimó por “procedimiento inadecuado”.

Habrá que ver qué hace Uribes puesto que en el programa del PSOE figura también la creación de una Oficina de de Derechos de Autor

En todo este tiempo por la SGAE han pasado dos presidentes, José Ángel Hevia y la actual Pilar Jurado, ha habido asambleas extraordinarias, 150 cineastas se han pasado a la entidad de gestión DAMA, varios músicos amenazaron con crear una nueva entidad, y ha recibido varios varapalos judiciales, como el fallo de la Audiencia de Barcelona que señalaba que el pago del 10% de la taquilla era una condición “desproporcionadaa e injustificada”.

Habrá que ver qué hace Uribes con este avispero puesto que en el programa del PSOE figura también la creación de una Oficina de de Derechos de Autor que fiscalizará la actuación de las entidades de gestión. Y otro asunto con respecto a la Propiedad Intelectual, ya que tendrá que desarrollar la ley que el congreso aprobó hace un año.

3- Estatuto del Artista

El congreso aprobó en la pasada legislatura el Estatuto del Artista, fraguado en la comisión de Cultura y que contó con el respaldo de todos los grupos. Este Estatuto confiere mejores condiciones laborales para los creadores como, por ejemplo, poder cobrar la pensión y a la vez los derechos de autor. También supone mejoras en cuanto a bajas laborales, la intermitencia que tienen este tipo de trabajos etc. Es decir, una reglamentación mucho más moderna. El asunto es que son en total 75 medidas y no todas llegaron a aprobarse. Guirao sí se sacó adelante algunas -como la de la pensión- mediante decreto-ley, pero el panorama del Congreso también ha cambiado mucho desde entonces. Y volvemos al asunto de la polarización política. Lo que hace un año era un consenso, quizá hoy es un desastre.

4- La Ley de Mecenazgo

Esta ley es la perita en dulce que ofrecen todos los partidos pero que luego se queda debajo de mil papeles y no aparece nunca. Habló de ella el PP, también el PSOE en la anterior legislatura. Nunca pasó nada. Además, tampoco habla de ella nadie en firme. Es una ley que serviría para reglamentar una mejor fiscalidad para aquellos que quieran apoyar a la cultura. Una ayuda para la desgravación -de hecho, ya existen algunas figuras como el 1% cultural de las obras públicas-. Se ha solicitado con urgencia muchas veces desde los museos, pero también serviría para el cine, el teatro… Está por ver si Uribes será el ministro que la saque adelante.

5- La colección de Carmen Thyssen

Esta es otra de las historias de nunca acabar desde hace casi dos décadas. La colección de Carmen Thyssen, en total 429 lienzos y que no tiene nada que ver con la que el Estado compró al barón Thyssen en 1993 por 350 millones de dólares, es propiedad de la baronesa. Pero en 2002 firmó un préstamo gratuito de esta colección al Estado, que se encarga de asegurarlos y mantenerlos -con un coste que supera los 400 millones de euros.

El pasado mes de diciembre se prorrogó de nuevo hasta el 31 de marzo el préstamo de la colección de Carmen Thyssen al Estado

Desde hace tiempo, el Gobierno y la baronesa han ido prorrogando este préstamo ya que Thyssen ha amagado en alguna ocasión con llevársela a algún museo fuera de España, aunque nunca se ha concretado ningún precio ni ninguna acción al respecto. Las últimas negociaciones con Guirao han ido de la mano de Carmen Calvo ya que ambas mujeres guardan una gran relación desde que Calvo fuera ministra de Cultura. El pasado mes de diciembre se prorrogó de nuevo hasta el 31 de marzo. Ahora será Uribes quien se tenga que sentar con la baronesa -lo cual Calvo tampoco perderá de vista- para ver qué ocurre con los lienzos.

6 - La ley del INAEM

El INAEM (Instituto Nacional de las Artes Escénicas y Musicales) es un buque trasatlántico con aspecto de institución ochentera. Y, de hecho, es lo que es. Asume el Centro Dramático Nacional, la Compañía Nacional de Teatro Clásico, la Compañía Nacional de Danza, el Ballet Nacional, la Orquesta y Coro Nacional, la Joven Orquesta y el Teatro de la Zarzuela. Un mamotreto al que se le busca una mayor flexibilidad desde hace tiempo. Para las contrataciones, para la disposición de las ayudas, para su presupuesto. En diciembre de 2018 se puso en marcha la primera piedra para sacar adelante una ley integral propia que le diera una mayor autonomía -como tiene el Museo del Prado. No se pasó del primer papel, ya que no le dio tiempo a realizar todo el recorrido parlamentario. Será una de esas acciones legislativas que Guirao ha señalado que quedaron en marcha y que el nuevo ministro tendrá que completar. No se sabe qué ocurrirá con la actual directora del INAEM, Amaya de Miguel.

7- Fondos fílmicos, patrimonio industrial, libros

De momento, se desconoce si Beatriz Navas se quedará al frente del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA). Poco después de su toma de posesión se desbloqueó el sistema para otorgar las ayudas (era algo que se había negociado ya en la etapa del PP), pero Navas manifestó la necesidad de mejorar algunas cuestiones como los fondos para proteger el patrimonio fílmico. Para ello eran necesarios los presupuestos, pero al caerse no hubo partida para este asunto.

Otro tema tiene que ver con el patrimonio. Guirao siempre se había mostrado cercano a la recuperación del patrimonio histórico e industrial habrá que ver si se amplía la Ley del Patrimonio Histórico Español, para que queden protegidos edificios que hoy están a la intemperie jurídica.

El nuevo ministro ha manifestado que no es aficionado a las corridas de toros y que estas no le producen ninguna satisfacción

La industria editorial siempre ha tenido un mayor cariz privado, pero Guirao recuperó la Dirección General del Libro para darle una mayor impronta a este sector. Hubo polémica en el departamento, principalmente con los sellos de calidad para las librerías, y Olvido García Valdés acabó dimitiendo. No se sabe si también habrá esta Dirección General. Tampoco qué ocurrirá con el Plan para el Fomento de la Lectura y con las ayudas a las bibliotecas. Al final todo dependerá una vez más de los Presupuestos Generales del Estado, y ahí son otros actores los que se la juegan.

8- ¿Y los toros?

El nuevo ministro ha manifestado que no es aficionado a las corridas de toros y que estas no le producen ninguna satisfacción. Pero, al mismo tiempo, tampoco ha sugerido su prohibición en ningún momento, sino su respeto. La misma posición que tuvo su antecesor. Por tanto, de momento, no hay ningún horizonte para que haya prohibiciones en esta materia.

De José Manuel Rodríguez Uribes (Valencia, 1968) lo primero que se destacó tras su nombramiento como ministro de Cultura fue su formación en Filosofía del Derecho, su cercanía al profesor Gregorio Peces-Barba y ser un hombre del PSOE. Nada que ver con el ámbito de las instituciones culturales, del que sí procedía su antecesor José Guirao, pero sí mucha relación con los “valores y ética pública”, como él mismo destacó este lunes en su toma de posesión. Algo de ello sabe también alguien que fue director del gabinete del Alto Comisionado de Apoyo a las Víctimas de Terrorismo y Atención Ciudadana que dependía del Ministerio del Interior de Alfredo Pérez Rubalcaba. También ha sido siempre un firme defensor de la laicidad del Estado.

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