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¿Cura, guapo y mártir de la Guerra Civil? En realidad era un miliciano comunista
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¿Cura, guapo y mártir de la Guerra Civil? En realidad era un miliciano comunista

La BBC estrena un documental dirigido por Mario Aranguren sobre la historia del miliciano al que se confundió con un sacerdote asesinado por los republicanos en la Guerra Civil

Foto: La supuesta imagen del padre Martín Martínez Pascual.
La supuesta imagen del padre Martín Martínez Pascual.

Alto, guapo, con el pelo ensortijado y una barba tupida. Hoy podría haber sido portada de un catálogo de productos para hípsteres, pero acabó siendo la imagen de estampitas y postales católicas y beatificado en 1995 por ser una víctima represaliada por el bando republicano en los inicios de la Guerra Civil. Sin embargo, toda esta parafernalia religiosa estaba asentada en una equivocación. El hombre apuesto de la foto no era Martín Martínez Pascual, el cura del pueblo aragonés de Valdealgorfa (Teruel) que mataron durante el conflicto, sino un miliciano que combatía junto a las fuerzas republicanas. El barbudo a cuya imagen se rezó, se adoró e incluso besó durante décadas —razones había para esto último— poco tenía que ver con la Iglesia católica ni con el bando franquista: probablemente era un comunista alemán y judío, además y estaba en el bando contrario.

Esta historia salió a la luz hace ya algunos años en los periódicos 'The New York Times', 'El Periódico de Catalunya' o El Confidencial, pero la BBC acaba de estrenar ahora, contando la confusión, un corto documental, 'The Handsome Priest', encargado a Mario Aranguren y que cuenta con varios testimonios, desde familiares de Martínez Pascual que creyeron que la identidad del hombre de la foto era el cura asesinado hasta los investigadores y periodistas que tras rastrear los orígenes de la imagen descartaron que el adonis fuera el sacerdote represaliado.

Un error de datación

La equivocación parte de un error de datación en la foto. Esta había sido tomada por el fotógrafo alemán Hans Gutmann, que cambió su nombre por el de Juan Guzmán y que durante meses acompañó a las tropas republicanas por Aragón. El archivo de este fotógrafo había sido adquirido en 1986 por la agencia EFE y, como señala Aranguren, “probablemente cuando las etiquetó se equivocó. Él tenía varios rollos de negativos donde ponía varias cosas, como ‘paseo militar por Huesca’, ‘toma de Siétamo’, etc., pero eran papelitos para el rollo entero, no para cada foto. Al vender su colección a EFE, lo debió reorganizar todo y ahí se equivocó”.

Juan Guzmán probablemente cuando etiquetó las fotos al reorganizarlas y vendérselas a EFE, se equivocó

La foto del supuesto Martínez Guzmán estaba en estos rollos y traía consigo el siguiente pie: “Agosto de 1936. Sacerdote capturado por las tropas republicanas, instantes antes de ser fusilado”. En ese momento nació el mártir, que venía acompañado de una imagen poderosísima. Había una víctima y además era guapísima. De portada. Hasta el historiador Santiago Mata la incluyó en la cubierta de su libro ‘Holocausto católico. Los mártires de la Guerra Civil’, publicado por La Esfera de los Libros en 2013.

Sin embargo, esta teoría empezó a chirriar al poco tiempo. Tal y como se cuenta en el documental, “que se intenta alejar del tono típico del documental histórico de la Guerra Civil introduciendo más humor, intriga y suspense”, según apostilla Aranguren, pronto se descubrió que el rollo entero de Guzmán desvelaba una serie de fotos tomadas en el pueblo oscense de Siétamo un mes más tarde del asesinato, en septiembre de 1936. Y las imágenes cuadraban con la localización en la que figuraba Martínez Pascual. Por tanto, era bastante extraño que el hombre atractivo hubiera sido asesinado en Valdealgorfa y un mes después estuviera vivo a varios kilómetros de distancia.

Por tanto, si el hombre de la foto no podía ser Martínez Pascual, el cura represaliado, ¿quién era aquel hombre?

La maleta de un médico inglés

El misterio acabó con la aparición de otra maleta llena de fotos en 2013. Según cuenta en el documental Raquel Castellà, comisaria artística del Museo de Historia de Catalunya, se trata de las 1.650 imágenes que tomó Alec Wainman, un joven médico inglés que se incorporó al servicio médico británico que acompañaba al bando republicano y que allá donde iba siempre llevaba su Leica.

Wainman se movió por el frente aragonés haciendo fotos y tras la guerra se marchó a Canadá. Tiempo después, recibió una oferta desde Inglaterra para publicar sus imágenes. Entró en contacto con el editor, pero la fatalidad hizo que ambos comenzaran a tener síntomas de alzhéimer y las fotos quedaron en el olvido apiñadas en una maleta.

Tuvieron que pasar décadas hasta que su hijo, John Wainman, buscara estas fotos y las encontrara. Algunas están tomadas en Pompenillo, un pueblo de Huesca que durante la guerra fue primera línea del frente. Están datadas entre el 22 y el 23 de septiembre de 1936. Y allí, entre médicos británicos y milicianos republicanos, apoyado en el dintel de una puerta, se encuentra este chico guapo de barba y pelo un tanto revueltos.

En 2013, apareció otra maleta con fotos donde aparece este hombre apoyado en una puerta. La foto se hizo un mes después del asesinato del cura

En el documental, el periodista Ernest Alós, que ha investigado bastante el caso, señala que “viste el mismo uniforme que la columna Trueba del Barrio. Así que lo más probable es que fuera un miliciano. Este grupo lo formaban militantes catalanes del partido comunista y del partido socialista junto a voluntarios alemanes y británicos, comunistas exiliados, la mayoría judíos”.

Hay otras teorías. Aranguren resalta que, en realidad, “no se sabe la identidad del hombre de la foto. Yo creo que fue un judío miliciano, pero el hijo del fotógrafo Wainman piensa que sí podía ser un cura alemán, laico, y que por algún motivo se vistió de miliciano”.

Al final de este corto, al que se le ha imprimido un estilo “de peli de misterio entre Berlanga y Wes Anderson”, dice Aranguren, la sobrina del verdadero Martínez Pascual, Josefina Bañolas, señala un cuadro con la imagen de su tío. No hubiera pasado el filtro para chico de portada.

Alto, guapo, con el pelo ensortijado y una barba tupida. Hoy podría haber sido portada de un catálogo de productos para hípsteres, pero acabó siendo la imagen de estampitas y postales católicas y beatificado en 1995 por ser una víctima represaliada por el bando republicano en los inicios de la Guerra Civil. Sin embargo, toda esta parafernalia religiosa estaba asentada en una equivocación. El hombre apuesto de la foto no era Martín Martínez Pascual, el cura del pueblo aragonés de Valdealgorfa (Teruel) que mataron durante el conflicto, sino un miliciano que combatía junto a las fuerzas republicanas. El barbudo a cuya imagen se rezó, se adoró e incluso besó durante décadas —razones había para esto último— poco tenía que ver con la Iglesia católica ni con el bando franquista: probablemente era un comunista alemán y judío, además y estaba en el bando contrario.

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