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Abel Ferrara: "Las películas comerciales de hoy están hechas por niños y para niños"
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FESTIVAL DE CINE DE SEVILLA

Abel Ferrara: "Las películas comerciales de hoy están hechas por niños y para niños"

El cineasta neoyorquino ha pasado por el Festival de Sevilla para presentar 'Tommaso'

Foto: Abel Ferrara en Cannes. (Reuters)
Abel Ferrara en Cannes. (Reuters)

Para Abel Ferrara, "todas las películas son un autorretrato de su director". "En mayor o menos medida. Los diálogos pueden estar ficcionados. Puedes contratar actores. Puedes meter personajes de por medio. Pueden llevar caracterización. Les puedes poner una peluca o vestir con un traje u otro, pero al final todas las películas son un autorretrato de su director, un reflejo de sus intereses". Pero una cosa es ahondar en el papel que representa la religión en la vida de Scorsese a través del análisis del trasfondo teológico de 'Silencio', por poner un ejemplo, y otra muy diferente es que el protagonista del último film de Ferrara, aunque se llame Tomasso y tenga la cara de Willem Dafoe, sea un cineasta estadounidense afincado en Roma —como Ferrara—, casado con una mujer llamada Nikki interpretada por Christina Chiriac —la mujer de Ferrara—, padre de una niña llamada Deedee interpretada por Anna —la hija de Ferrara—, exalcohólico sobrio desde hace siete años —como Ferrara— y que pelea por conseguir financiación para un proyecto inabarcable —como, adivinen, el propio Ferrara—.

placeholder Cartel de 'Tommaso'
Cartel de 'Tommaso'

En un año especialmente prolífico para un cineasta ya de por sí prolífico, Ferrara ha presentado en el Festival de Cine de Sevilla 'Tommaso', un film de recursos modestos, rodado con su familia y amigos y que pasó —algo desapercibido— por Cannes como proyección especial. En él vemos a Tommaso, es decir Dafoe, es decir Ferrara, tomar clases de italiano, cocinar orecchiette, jugar con su hija pequeña, practicar yoga y trabajar en su próximo largometraje, pero también acudir a Alcohólicos Anónimos, admitir que abandonó a los dos hijos adoptados en una relación anterior, confesar fantasías sexuales con otras mujeres aparte de Nikki y tratar de reconciliar su deseo de una vida tranquila alejada de los excesos con una pulsión natural hacia el arrebato y el desorden. En un punto intermedio y osmótico entre la autobiografía y la ficción, Ferrara ha rodado su primer largometraje no documental desde que recreó los dos últimos días de la vida de Pasolini, uno de sus directores fetiche, hace ya cinco años.

Ferrara ha rodado 'Tommaso' como forma de descompresión frente a un proyecto tan ambicioso y complejo como 'Sibera', rodado entre Italia, México y Suiza, y en el que el cineasta lleva trabajando más de cinco años. "No creo que ésta sea una película casera. Es una película pequeña, sí, pero es cine y está hecha para verse en la gran pantalla. Somos un grupo de amigos artistas a los que nos gusta hacer este tipo de películas con presupuesto casi inexistente", explica Ferrara a 'El Confidencial' en una entrevista por teléfono. El neoyorquino acaba de aterrizar en Sevilla apenas justo para la jornada de clausura del Festival. "Aunque acabo de llegar, he encontrado muchas similitudes entre Sevilla y Roma", afirma.

placeholder Otro momento de 'Tommaso'
Otro momento de 'Tommaso'

Desde que empezó a grabar imágenes a los 16 años, es decir, en 1967, el director de 'Teniente corrupto', 'The Addiction' y 'El rey de Nueva York' eligió el camino más rocoso, el de los barrancos del cine, el del 'punch' directo. Llevó al límite a Madonna en 'Juegos peligrosos' y corre la leyenda urbana de que abofeteó a Claudia Schiffer para sacarle una mínima emoción a su cara en 'Blackout (Oculto en la memoria)'. Siempre lo ha negado, horripilado. Siempre ha rodado en su entorno, sobre todo en las calles de Nueva York, mucho antes de que Nueva York fuese un plató idílico, cuando la criminalidad estaba a la alza y los servicios municipales a la baja. "Llevo muchos años haciendo y viendo cine, y pienso en Pasolini, pienso en Rossellini, en Cassavetes. Pienso en mucha gente que rodaba sus películas cerca de casa, y me parece que rodar así permite despegarse de muchas distracciones. Pero todo depende de lo que te pida la historia. En ‘Siberia’ hemos rodado en México y en los Alpes, pero porque la película lo demandaba. 'Siberia' es una película muy grande, que nos ha costado mucho tiempo sacar adelante, porque ha sido muy difícil conseguir la financiación".

A Ferrara siempre se le ha considerado un artista maldito. No sólo por lo directo y 'edgy' de su forma de expresarse, en la que los tacos se van encadenando con las palabras biensonantes. Sino por sus películas controvertidas y descarnadas, tomentosas, extáticas, con desnudos, sangre, violencia y personajes a la deriva. Fue adicto a la heroína durante catorce años. Hace siete que está sobrio. Doce que se convirtió al budismo. Cinco desde que se mudó a Roma. "Mudarme a Roma me ha cambiado como cineasta", admite. "He vivido en muchos sitios y todos me han cambiado la perspectiva y la forma de hacer cine. Yo ya había hecho dos películas en Roma, y no es lo mismo la roma de hace quince años que la de ahora. He vivido en Nueva York y no es lo mismo si vives en Union Square o en Lower Manhattan. Claro que te cambia, porque ruedas cosas que están cerca de ti, de tu casa, porque eso resulta más genuino y te ayuda mejor a expresarte".

placeholder Willem Dafoe y Anna Ferrara en 'Tommaso'.
Willem Dafoe y Anna Ferrara en 'Tommaso'.

Para el cine híper comercial de multinacional no tiene concesiones. "El problema es que son películas hechas por niños y para niños. A mí me gustan otro tipo de historias que conmuevan, que no sean puro y simple entretenimiento y que hablen en cierta manera de la realidad, de algo cercano, y que estén enfocadas a un público adulto", arremete.

En la cara de Dafoe en Tommaso es muy fácil ver al propio Ferrara, con ese pelo voluminoso y las arrugas hendiendo la piel. Mucho menos complaciente y amanerado, el de Ferrara se podría considerar un ejercicio similar al de 'Dolor y Gloria', de una forma más cruda, sin escudarse en el pasado y utilizando a su propia familia como actrices. "A Willem Dafoe lo he escogido porque hemos trabajado juntos ya seis veces y es una persona que entiende el material, que entiende la historia y lo que le estoy pidiendo", defiende.

Hacer cine nunca ha sido más democrático

Ferrara no cree a los agoreros que anuncian la muerte del cine. Primero porque "hacer cine nunca ha sido más democrático". "Joder, ahora cualquier persona puede generar imágenes. No es sólo que las nuevas generaciones hayan crecido expuestas constantemente al audiovisual, sino que cualquier persona puede coger un teléfono y grabar. Yo mismo he grabado algunos de los planos con el teléfono móvil". Y segundo porque "la necesidad de contar historias es inherente al ser humano". "Vayámonos hasta el hombre de las cavernas. El hombre prehistórico sale a cazar. Mata al animal. ‘Cocina’ la pieza. Se la come. Y luego llega un momento en el que se pone alrededor del fuego y cuenta la historia de cómo cazó a aquel animal. Y luego lo pinta. Todo al final va de eso. Es un instinto natural y eso no va a cambiar. La música, el cine, la literatura, el arte va de eso, de contar historias".

Tampoco se deja llevar por el pesimismo de quienes predican el fin de la libertad de expresión en el arte. De quienes anuncian el advenimiento de una corriente conservadora y moralista que ha impuesto la censura y la autocensura en el trabajo de los autores. "Yo creo que la libertad se la genera uno mismo. Cada uno, ya no como artista, sino como individuo, elige el nivel de libertad que está dispuesto a asumir".

Para Abel Ferrara, "todas las películas son un autorretrato de su director". "En mayor o menos medida. Los diálogos pueden estar ficcionados. Puedes contratar actores. Puedes meter personajes de por medio. Pueden llevar caracterización. Les puedes poner una peluca o vestir con un traje u otro, pero al final todas las películas son un autorretrato de su director, un reflejo de sus intereses". Pero una cosa es ahondar en el papel que representa la religión en la vida de Scorsese a través del análisis del trasfondo teológico de 'Silencio', por poner un ejemplo, y otra muy diferente es que el protagonista del último film de Ferrara, aunque se llame Tomasso y tenga la cara de Willem Dafoe, sea un cineasta estadounidense afincado en Roma —como Ferrara—, casado con una mujer llamada Nikki interpretada por Christina Chiriac —la mujer de Ferrara—, padre de una niña llamada Deedee interpretada por Anna —la hija de Ferrara—, exalcohólico sobrio desde hace siete años —como Ferrara— y que pelea por conseguir financiación para un proyecto inabarcable —como, adivinen, el propio Ferrara—.

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