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Doña Francisquita: la loca historia de una película hecha por judíos huidos de los nazis
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Doña Francisquita: la loca historia de una película hecha por judíos huidos de los nazis

La Filmoteca Nacional estrena la versión restaurada de esta comedia de 1934 realizada por un grupo de alemanes que huyeron del nazismo y montaron en Barcelona la productora Ibérica Films

Foto: Detalle del cartel de 'Doña Francisquita'
Detalle del cartel de 'Doña Francisquita'

En 1933, las cosas no andaban bien en el centro de Europa. El nazismo acababa de hacerse con el poder en Alemania y a Austria también había llegado la ola de antisemitismo que acabaría en el famoso Anschluss -anexión- entre los dos países en 1938. Los judíos veían peligrar sus puestos de trabajo –más tarde sería su propia vida- y muchos de ellos decidieron ya entonces emigrar hacia otros países. Entre ellos se encontraban David Oliver y Kurt Flatau, dedicados a la industria del cine, que pusieron sus ojos en España, donde se había instaurado la II República, para poder seguir haciendo películas. Llegaron a Barcelona y montaron Ibérica Films. Posiblemente, no podían haberle puesto un nombre más español a la productora. Su primera película también resultó de lo más castiza: 'Doña Francisquita', basada en la zarzuela de Amadeo Vives, que desde su estreno en 1923 llenaba todos los teatros. El argumento encantaba a los españoles de la época: una comedia de astracanada y enredo en el Madrid más chulapo de mediados del siglo XIX, que, curiosamente, en su versión teatral había tenido más representaciones en Barcelona que en Madrid.

Y les fue muy bien. La película se estrenó en 1934, dirigida por el también judío alemán expatriado Hans Behrendt, y contó entre su elenco con algunos de los actores más populares de entonces, como Raquel Rodrigo, una cubana de origen gallego cuya fama podía equiparse a la de una Penélope Cruz, Antonio Palacios, Manuel Vico y Matilde Vázquez, que eran bastante conocidos ya por los espectadores del teatro. Los técnicos eran todos judíos alemanes y austriacos. Pero no sólo resultó un éxito en España sino que también viajó. En Ibérica Films contaban con J.J Flesch, un judío de origen estadounidense que había sido representante de la Metro Goldwin Mayer en España y América Latina que fue quien hizo el trabajo de la distribución.

Sin embargo, pese a este éxito nacional e internacional, a partir de 1936 y con el estallido de la Guerra Civil, la película cayó en el olvido. Muchos de sus actores, como la propia Rodrigo, que apenas hizo cine en el franquismo, también. Otros se marcharon de España. La productora Ibérica Films quedó desmantelada y hasta el director Behrendt acabaría sus días en Auschwitz en 1942 apresado por los nazis en Francia durante la II Guerra Mundial. En 1953 se realizaría otra producción de Doña Francisquita, dirigida esta vez por Ladislao Vajda, y la versión de 1934 quedaría para siempre sepultada entre multitud de rollos de celuloide cada vez más llenos de polvo. Hasta ahora que ha sido restaurada digitalmente por la Filmoteca Nacional gracias a un convenio con el Teatro de la Zarzuela y que se podrá ver en diferentes pases en los meses de diciembre y en enero.

Una película de la II República

“En 1934 en el cine español, al igual que en otros cines nacionales europeos, hay una serie de relatos de enganche popular que son recuperados constantemente. Y eso es lo que hace este grupo de judíos alemanes y austriacos que llegan a España huyendo del nazismo. Lo que más les interesa es mezclarse con la población autóctona y pasar desapercibidos y la mejor manera era adaptar un texto popular de gran aceptación”, explica Josetxo Cerdán, director de la Filmoteca, sobre las peculiaridades que llevaron a la producción de este filme. También tuvo mucho que ver que el concepto del cine entonces, en los años treinta, era muy internacional. “De hecho, el concepto de cine nacional es tardío, pero en sus inicios era común la mezcla de producciones de diferentes países”, añade Cerdán. El influjo de las políticas nacionalistas también tuvo su impronta en la cinematografía, como sucedió en la UFA alemana o ya durante el franquismo con las películas que se incentivaron sobre santos y reconquistas.

placeholder Hans Behrendt
Hans Behrendt

Pero además la muestra de que la 'Doña Francisquita' de 1934 era muy de su época está en su propio argumento y en los valores que se realzaron. En sí, es una narrativa bastante comercial puesto que se trata de una historia de enredo entre tres mujeres, Francisquita, su madre y Aurora y el amor por un hombre. No obstante, como señala Cerdán, “pone en pie un conjunto de mujeres deseantes muy diferentes. Y la película entiende a las tres: Francisquita, la propia madre, que cree que el pretendiente de su hija está enamorado de ella, y Aurora, que es ‘la otra’, la cantante de vida ligera. Pero hay un entendimiento de los tres personajes, no una condena”. No existe la mujer buena y la mala. Era una película incluso con una serie de gags que rozaban la incorrección política. Era una humorada carnavalesca. El estreno llegó poco después de la aprobación de normas como el divorcio en 1932, y los cambios que se estaban produciendo en la sociedad también se empezaban a ver en la gran pantalla.

Tanto el director de fotografía como el escenógrafo eran personas con mucha experiencia. Y eso hace que esta película sea muy interesante

Otro de los aspectos relevantes, y que más la diferencia de la versión de 1953, es el técnico. Como explica Valeria Camporesi, historiadora de cine y profesora de la Universidad Autónoma de Madrid, “tanto el director de fotografía como el escenógrafo eran personas con mucha experiencia. Y eso es lo que hace que esta película sea muy interesante. Dentro del panorama del cine español de la época, gracias a la fotografía, sí que era una película destacable y moderna”. En el mismo año se había estrenado 'La verbena de la paloma', de Benito Perojo, que también contaba con un elenco muy internacional y cosmopolita, pero como recalca Camporesi “en esta cinta es más importante el montaje. En Doña Francisquita lo que cuenta es la dirección de fotografía”.

Con la Guerra Civil y la llegada del franquismo buena parte de este cine se acabó. Para muchos actores fue el final y se exiliaron, aunque como reivindica Cerdán, “en los años 40 y 50 hay algo que el régimen no pudo erradicar y fue el cine de clase popular, los relatos que apelan a todas esas tradiciones del teatro, la zarzuela y que el régimen identificaba con la chusma republicana y que quería cambiar, pero no pudieron porque a la gente le seguía gustando. El humor y la astracanada en España siempre han funcionado muy bien”.

“No hay política de recuperación"

Esta película ha sido restaurada digitalmente gracias al impulso del Teatro de la Zarzuela que quería utilizar imágenes para el montaje que se estrenó hace unos meses. La cinta había sido parcialmente restaurada hacía unos años, pero el resultado no fue bueno. Ahora lo que se ha hecho es un escaneado de la película y una limpieza de la imagen, pero desde la Filmoteca Cerdán señala que se intentará pasar al formato fílmico “porque tiene mayor durabilidad”.

No es habitual la restauración de películas antiguas y, de hecho, uno de los déficits que existen ahora en el Ministerio de Cultura tiene que ver con los presupuestos para los fondos fílmicos, que no han podido verse aumentados, y que fueron una de las primeras reivindicaciones de la actual directora de Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales (ICAA), Beatriz Navas. “Deberíamos poder restaurar más títulos con más continuidad. Y no solo cine comercial. Los fondos de la Filmoteca son inmensos. Acabamos de digitalizar todo el fondo de Pasionaria que estaba en Super 8 y que se caía a trozos… Y todo eso requiere de inversión grande, pero ahora no tenemos los presupuestos que nos permitan hacer más ese trabajo”, sostiene Cerdán.

Por su parte, Camporesi también señala que actualmente “hay muy pocos recursos para la conservación del patrimonio cinematográfico y hay que aplaudir cuando esto ocurre. Pero es la excepción. Tampoco hay en este momento un equipo apoyado como debería en términos de recursos dedicado a esto”. El riesgo que se corre es que “podemos perder películas. No hay una política de recuperación. Y aunque se pudiera conservar el material, el celuloide en su condición, no tiene sentido tener esa bobina en un depósito. La restauración en cine es volver a poner en contacto la película con el público”. Al menos de momento sí se podrá ver esta Doña Francisquita, una muestra de lo que era el cine español hace 85 años.

En 1933, las cosas no andaban bien en el centro de Europa. El nazismo acababa de hacerse con el poder en Alemania y a Austria también había llegado la ola de antisemitismo que acabaría en el famoso Anschluss -anexión- entre los dos países en 1938. Los judíos veían peligrar sus puestos de trabajo –más tarde sería su propia vida- y muchos de ellos decidieron ya entonces emigrar hacia otros países. Entre ellos se encontraban David Oliver y Kurt Flatau, dedicados a la industria del cine, que pusieron sus ojos en España, donde se había instaurado la II República, para poder seguir haciendo películas. Llegaron a Barcelona y montaron Ibérica Films. Posiblemente, no podían haberle puesto un nombre más español a la productora. Su primera película también resultó de lo más castiza: 'Doña Francisquita', basada en la zarzuela de Amadeo Vives, que desde su estreno en 1923 llenaba todos los teatros. El argumento encantaba a los españoles de la época: una comedia de astracanada y enredo en el Madrid más chulapo de mediados del siglo XIX, que, curiosamente, en su versión teatral había tenido más representaciones en Barcelona que en Madrid.

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