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El festival secreto donde dejarse llevar suena, huele y sabe demasiado bien
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El festival secreto donde dejarse llevar suena, huele y sabe demasiado bien

Este fin de semana, el panorama 'festivalero' nacional ha colgado el cartel de 'fin de la temporada' en Formentera rodeados de lagartijas, indie, comida y cerveza

Foto: Arp Frique. (SON Estrella Galicia Posidonia)
Arp Frique. (SON Estrella Galicia Posidonia)

Cerrar la temporada de festivales en Formentera, a 26 grados en pleno octubre, es un privilegio reservado a unos pocos. En concreto, a 350 personas que el pasado fin de semana vivieron lo que es pasar 72 horas en la pequeña de las Pitiusas, rodeadas de música, gastronomía, lagartijas y dos bienes únicos: la cerveza y la posidonia oceánica.

El SON Estrella Galicia Posidonia se ha convertido ya en el cierre de la temporada ‘festivalera’. El último (y definitivo) adiós a un verano que para muchos urbanitas 24 horas antes era solo un bonito recuerdo. El hermano pequeño del mítico Sinsal vigués (celebrado en la isla de San Simón) es una propuesta sorprendente, donde, aunque parezca mentira, el eje central no es la música. De hecho, los asistentes no tenían ni idea del cartel que se iban a encontrar hasta el viernes por la tarde, momento de las acreditaciones e inicio oficial del 'festi'. Una lista de difusión de WhatsApp se convirtió en el oráculo del fin de semana (El 'Dios Posidonio', como se denominó): horarios de autobuses, puntos de encuentro, menús y posible alergias… Todo lo importante estaba en tu móvil, que además de la pulsera y el pasaporte (hecho en papel piedra), resultaron ser la llave del conocimiento.

Este es, probablemente, el festival más fotogénico e ‘instagrameable’ de la escena musical nacional. Y es que cada una de las localizaciones de los conciertos son un regalo para la vista. La primera jornada arrancó en el restaurante Es Cupiná, donde la caída del sol fue telonera de los dos artistas de la noche: la electrónica nórdica de Otha y el pontevedrés Baiuca, una propuesta muy interesante donde los sonidos electrónicos se fusionan con música tradicional gallega. Este último fue uno de los grandes descubrimientos de la tecera edición para buena parte de los asistentes, que con cerveza en mano, bailaban a ritmo de flautas, gaitas y sintetizadores.

placeholder Baiuca. (SON Estrella Galicia Posidonia)
Baiuca. (SON Estrella Galicia Posidonia)

El sábado era el día fuerte. El plan comenzaba más temprano de lo que muchos hubieran deseado. Tocaba 'turistear' y conocer un poquito más la isla. El público previamente había elegido una de las cuatro rutas propuestas, todas ellas de dificultad muy baja y apenas dos/tres kilómetros de recorrido, que terminarían en un concierto exclusivo. Elena Satien, Joana Serrat, Ivy Barkakti y Alondra Bentley pusieron banda sonora a cada uno de los 'walkabout'.

En nuestro caso, pudimos disfrutar del Parque Natural de Ses Salines. Dos horas entre la historia de las salinas y la biodiversidad natural de este ecosistema protegido, contadas por autóctonos y biólogos, donde muchos descubrimos que la posidonia oceánica, además de ser un bien protegido por la Unesco, es una planta marítima, no un alga, que mantiene los fondos fijos y otorga a la isla uno de sus principales atractivos: el turquesa de sus aguas. Tras recorrer las salinas y las dunas, nos descalzamos para pisar la arena blanca de la playa de Llevant, donde las medusas varadas en la orilla eran las baldosas amarillas que conducían al escondite musical: un banco a la sombra, rodeado de árboles y lagartijas, donde la anglomurciana Alondra Bentley y Nacho Ruiz esperaban sonrientes. "Es el festival más guay en el que he estado en mi vida", reconocía ella. Su cálida voz, junto a las dos guitarras y unos cuantos instrumentos de 'juguete' ("todos los que nos cupieron en la maleta", como más tarde admitió la pareja) convirtieron el paseo en un dulce letargo veraniego.

placeholder Alondra Bentley y Nacho Ruiz. (SON Estrella Galicia Posidonia)
Alondra Bentley y Nacho Ruiz. (SON Estrella Galicia Posidonia)

El siguiente momento musical no se produjo hasta la noche y coincidiendo con las fiestas locales. Por el escenario SON Estrella Galicia de la plaza de la iglesia pasaron el rapero Oddisse, traído directamente desde Washington DC, y el electrofuturismo tropical de Arp Frique. El 'niño bueno' del género consiguió despegar los pies del suelo a más de uno, aunque quizá no tanto como esperaba. Arp Frique, en cambio, era más interesante a la vista que al oído. La banda del holandés Niels Nieuborg tenía todos los ingredientes para conquistar, pero no supo mezclarlos bien.

Quien sí lo hizo fue Charlotte Adigéry, encargada de cerrar el domingo al mediodía la tercera edición del festival. El torbellino franco-caribeño consiguió meterse en el bolsillo a todo el Blue Bar, tanto, que fue la única artista que cantó un bis, y si la hubieran dejado, allí seguiría (y nosotros con ella) bailando, gritando y saltando a ritmo electrotropical. "Muchas gracias. He cantado con el corazón", se despedía emocionada.

Experiencia 'gourmet'

Otro de los puntos diferenciadores de este festival es que aquí no solo se bebe, también se come. Y muy bien. Cocinar para grupos numerosos siempre es complicado y si esa cifra asciende a 350 personas, es todavía un reto mayor. Dos cenas y dos comidas estaban incluidas en la entrada (240 euros el fin de semana sin contar vuelos, ferris y alojamiento). Todas ellas tipo bufé, la gastronomía local estaba aderezada con estrellas Michelin (El cocinero gallego Javier Olleros). Una deliciosa batalla donde nadie quería quedarse sin probar cada una de las propuestas culinarias que se fueron presentando a lo largo del fin de semana.

La tercera edición del SON Estrella Galicia Posidonia reafirma que este evento no es un festival al uso, sino una oportunidad para los nostálgicos de disfrutar de algunas de sus grandes pasiones: viajar, la música, la gastronomía y, cómo no, una Estrella Galicia.

Cerrar la temporada de festivales en Formentera, a 26 grados en pleno octubre, es un privilegio reservado a unos pocos. En concreto, a 350 personas que el pasado fin de semana vivieron lo que es pasar 72 horas en la pequeña de las Pitiusas, rodeadas de música, gastronomía, lagartijas y dos bienes únicos: la cerveza y la posidonia oceánica.

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