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Campanella: "Oigo a treintañeros discutir sobre Marvel. El público se ha infantilizado"
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ESTRENA 'PARQUE LEZAMA' EN EL TEATRO FÍGARO

Campanella: "Oigo a treintañeros discutir sobre Marvel. El público se ha infantilizado"

El director argentino, ganador del Oscar a Mejor película extranjera por 'El secreto de sus ojos', presenta en Madrid la comedia teatral 'Parque Lezama'

Foto: Juan José Campanella estrena 'Parque Lezama'. (Efe)
Juan José Campanella estrena 'Parque Lezama'. (Efe)

Juan José Campanella (Buenos Aires, 1959) avisa: no va a hablar de política, y menos de política argentina fuera de Argentina. El 'padre' de 'El hijo de la novia' no quiere malentendidos ni que desde su país lo señalen como un valiente parapetado al amparo de más de 10.000 kilómetros de distancia. El director prefiere centrarse en su nuevo trabajo como dramaturgo, porque después de ganarlo (casi) todo con 'El secreto de sus ojos', Goya y Oscar incluidos, el oficio se hace pequeño. Campanella estrena en el Teatro Fígaro de Madrid 'Parque Lezama', una adaptación de la obra de 1985 'I'm Not Rappaport' de Herb Gadner ganadora del Tony y que se convirtió en una película en 1996, con Walter Matthau en el reparto. Lo hace apenas mes y medio después de que su última película, 'El cuento de las comadrejas', haya llevado al cine a más de 100.000 espectadores en España.

La historia de amor entre Campanella y 'I'm Not Rappaport' viene de lejos y ha sido una montaña rusa. "La vi en Broadway cuando tenía 24 años, y lo primero que hice fue ir a la tienda donde venden los libretos y me la compré. Y la empecé a traducir, porque me quedé completamente enamorado: la vi otras dos veces en ese mes y empecé a lo largo del tiempo a adaptarla para Argentina, porque la sentía muy similar a de donde yo vengo. Sabes que con el tema de la globalización hay más en común entre los que vivimos en las grandes ciudades del mundo que con gente que vive en el campo en tu propio país. Cuando llegué por primera vez a Nueva York a la escuela de cine pensé que iba a encontrarme con otro mundo, pero resulta que la obra parecía que transcurría a la vuelta de mi casa".

Sin embargo, ni Gardner primero ni su viuda después le permitieron trasladar la acción a Buenos Aires. "Al principio me costó mucho porque yo quería cambiar algunas cosas: en la obra original uno de los personajes es negro, y en Argentina, culturalmente, no tenemos. Pero es que en la obra original tampoco es algo relevante; hay un chistecito nada más y yo lo cambié por otra cosa".

"El autor no quería que se cambiara nada", prosigue, "y fue una serie de cosas fortuitas lo que me hizo conseguir los derechos: una de ellas el Oscar de ‘El secreto de sus ojos’, que me dio un poco más de peso; la otra, que la ya viuda del autor había ido a ver una adaptación de la obra en Alemania en la que un alemán estaba pintada de negro. Y se dio cuenta de que era ridículo y de que el tema racial era algo menor, porque es una obra tan universal y tan humana… La raza de los dos personajes surgió simplemente porque un día el autor iba caminando por Central Park y vio esta pareja de viejitos y lo quiso mantener", defiende.

Por fin en 2013, después de décadas de roneo, Campanella consiguió levantar su propio montaje teatral, en el que Luis Brandoni y Eduardo Blanco interpretan a dos octogenarios ideológicamente en las antípodas —uno de ellos un histórico militante del Partido Comunista, el otro pasivo respecto a la política—, que se encuentran y charlan en un banco del Parque Lezama, en Buenos Aires. "El tema principal de la obra es, para mí, el conformismo versus el compromiso. Creo que es un dilema que todos nosotros tenemos dentro, permanentemente, todos los días", reflexiona el director. Y ya lleva más de 800 representaciones y 300.000 espectadores, sólo en Argentina.

El público ya no va a ver la historia pequeña, sino que se espera a que esté a la plataforma; generalmente va a ver al cine las cosas grandes

Dice Campanella que en "el tercer acto" de su vida ha encontrado en el teatro un refugio que el cine le niega por el cambio de modelo de consumo. "El público ya no va a ver la historia pequeña de actores, sino que se espera a que esté a la plataforma; generalmente va a ver al cine las cosas grandes. Por eso yo me he guarecido en el teatro, donde 500 personas se ríen de lo mismo al mismo tiempo. La emoción se multiplica. El gran malentendido del público, y esto lo vengo diciendo desde el VHS, es que cree que la pantalla grande es sólo para el gran espectáculo. Pero es que es también para las grandes emociones: uno llora más en el cine, uno se ríe más fuerte en el cine. Le pregunto al público: “¿Cuántas veces lloraste viendo una serie? ¿Te ríes de doblarte a carcajadas cuando estás solo en casa o sólo cuando estás en el cine?”. Lo que mejor se traslada ahora a la pequeña pantalla es el espectáculo; las emociones se pierden".

placeholder Un momento de 'Parque Lezama'. (SMedia)
Un momento de 'Parque Lezama'. (SMedia)

Tanto le ha gustado el teatro que ha decidido mandar construir uno en Buenos Aires. "Me dio en medio de una locura. No sé si es una cosa romántica, porque mis colegas dicen que es una idea muy estúpida. Pero digamos romántico, que suena más lindo. Es un teatro grande, de 700 butacas, construido en pleno centro de Buenos Aires, en un terreno baldío. Quería un espacio para escribir cosas con buenos diálogos y buenos actores, que son cosas que el cine restringe cada vez más".

En el cine es imposible ahora tener el tiempo para generar el boca a boca. Eso se ha perdido

Porque, según él, el espacio para las películas pequeñas, más intimistas y reflexivas, mengua como un charco de agua en el desierto. Se queja, además, de que el ritmo de consumo se ha acelerado tanto que no da tiempo a que las películas encuentren su público. Mientras que una obra de teatro es un éxito si llena 500 butacas cada noche, una película se ve obligada a llenar tres centenares de salas con varios cientos de butacas cinco veces al día. Si no lo hace, la quitarán de la cartelera y no volveremos a saber de ella. "En el cine es imposible ahora tener el tiempo para generar el boca a boca. Eso se ha perdido. La gente no se acordará, pero cuando se estrenó ‘El hijo de la novia’ aquí no fue un éxito inmediato. Tardó como seis semanas en empezar a correrse la voz. Hoy esa posibilidad no existe. Esas cinco o seis semanas no te las da nadie. Y eso va a favor de las películas que tienen una campaña de lanzamiento de esas que te encuentras hasta al Rey león en tu inodoro".

placeholder Otro momento de 'Parque Lezama'. (SMedia)
Otro momento de 'Parque Lezama'. (SMedia)

Para el argentino el principal problema del cine actual viene de Hollywood y de su desconexión con la realidad. "Estados Unidos no es lo que te muestra el Universo Marvel. Tiene más que ver con ‘Tres anuncios a las afueras’, te lo aseguro. El cine independiente estadounidense está en la misma situación que el cine español y el argentino. El problema es Hollywood, que se dedica a vender un buen producto hecho por gente con muchísimo talento, cada vez se limita más a los dibujos animados o a la animación realista o con gente que vuela. Hasta las comedias han dejado de reflejar la vida tal cual es: antes Lubitsch o Billy Wilder hacían comedias con un drama que te tocaba la fibra. Ahora se ha abandonado toda pretensión de reflejar la realidad del momento y lo hacen sin ninguna culpa y con alegría".

"No quiero sonar pedante, pero empiezo a sonar como un viejo", se excusa. Campanella intenta explicarse por qué el público mayoritario apoya en taquilla casi exclusivamente y en todo el mundo un cine que tradicionalmente se había considerado infantil o juvenil, como el de los superhéroes o las adaptaciones Disney. "A mí me encantan los superhéroes. Crecí con el Hombre Araña, Superman y el Príncipe Valiente. Son mis tres héroes. Pero cuando yo oigo a gente de 30 años que fue a la facultad, que tiene másters culturales, en un bar, discutiendo en serio sobre el Universo Marvel, te juro que pienso que algo pasó y que yo ya no pertenezco a este mundo.Porque siempre tuve claro, aun cuando era pequeño, que los superhéroes eran para divertirme. Amo al Hombre Araña y me meto al cine a verlo para divertirme, pero no me voy a poner a hablar de él como de la mitología griega. Creo que el público se ha infantilizado y mucho".

Juan José Campanella (Buenos Aires, 1959) avisa: no va a hablar de política, y menos de política argentina fuera de Argentina. El 'padre' de 'El hijo de la novia' no quiere malentendidos ni que desde su país lo señalen como un valiente parapetado al amparo de más de 10.000 kilómetros de distancia. El director prefiere centrarse en su nuevo trabajo como dramaturgo, porque después de ganarlo (casi) todo con 'El secreto de sus ojos', Goya y Oscar incluidos, el oficio se hace pequeño. Campanella estrena en el Teatro Fígaro de Madrid 'Parque Lezama', una adaptación de la obra de 1985 'I'm Not Rappaport' de Herb Gadner ganadora del Tony y que se convirtió en una película en 1996, con Walter Matthau en el reparto. Lo hace apenas mes y medio después de que su última película, 'El cuento de las comadrejas', haya llevado al cine a más de 100.000 espectadores en España.

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