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Operación B-B: cómo un amigo de Franco llenó de vascos Benidorm (y ahí siguen)
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PASAN 15.000 AL AÑO POR LA CIUDAD COSTERA

Operación B-B: cómo un amigo de Franco llenó de vascos Benidorm (y ahí siguen)

En 1964, el alcalde Pedro Zaragoza invitó a 150 matrimonios de Vizcaya a pasar en Benidorm su luna de miel y nada volvió a ser lo mismo

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La calle Santo Domingo es la más importante de Benidorm, pero nadie la conoce por su nombre. Para los ingleses y los alemanes es "tapas alley", el callejón que siempre sale en las guías de viaje por la costa. Los españoles la conocen como "la calle de los vascos" y, los vascos, son incluso más prosaicos: "Nosotros la llamamos la calle del coño", dice Clara García Larrechi, una jubilada alavesa. "Porque siempre que pasamos por allí decimos, '¡coño!, ¿pero qué haces tú por aquí?' Es imposible no encontrarse con algún conocido".

La calle Santo Domingo es una rareza, una suerte de 'chinatown' euskaldun en Benidorm. En la patria del helado y los arroces, en el pasaje se ofrecen pintxos de txaka (surimi), de hojaldre de txangurro (centollo) y tigres de todo tipo (mejillón con bechamel). Aunque a los turistas les fascina, no es una atracción, sino la zona de recreo de la mayor comunidad de la ciudad: los vascos. "Los vascos de Benidorm pasamos todos los días por 'el coño', pero todos, a potear un ratito y a saludarnos. Vamos, que si no vas por allí un día te llaman a ver si te ha pasado algo", dice Larrechi entre risas.

placeholder Algunos de los locales de la calle Santo Domingo, en Benidorm
Algunos de los locales de la calle Santo Domingo, en Benidorm

Este verano Larrechi cumple 40 años yendo todos y cada uno a Benidorm. Se casó en 1979 y, cuando llegó el verano, no supo dónde ir de vacaciones con su marido. Preguntó a los vecinos y le mandaron a la Costa Blanca: "Estamos como dios en Benidorm. Antes, cuando trabajaba en la carnicería, venía un mes al año, pero desde que me jubilé paso los tres meses del verano aquí. Ya no hace falta ni que hable con el casero al que le alquilo la casa, sabe que cuando llegue junio me presentaré aquí con mi marido", explica.

Si los ingleses se establecen en la playa de Levante y los potentados alemanes y rusos en las colinas de Poniente, los vascos están en el Casco Antiguo, justo entre las dos principales playas. "Estamos con los curritos, hombre, dónde vamos a estar. El Levante es para guiris y pijos ", dice Larrechi. Cada mañana los vascos bajan en línea recta hacia el mar y se apostan justo debajo del reloj del arena, en la playa de Poniente. "Es como nuestra playita privada, venimos siempre aquí. Ahora mismo estoy debajo de la sombrilla y veo a gente de Donostia, de Bermeo, de Beasain... estoy rodeada", continúa.

placeholder Un grupo de alaveses celebra en la playa el día de San Prudencio, patrón de Álava
Un grupo de alaveses celebra en la playa el día de San Prudencio, patrón de Álava

En Benidorm se celebran tamborradas, se hace la bajada del Celedón y es una parada obligada para los políticos vascos en campaña. Cada año pasan por la ciudad más de 14.000 vascos de las tres provincias, siempre siguiendo patrones: en junio hay más guipozcoanos, en julio y agosto de todo y septiembre es el mes de alaveses y vizcaínos. Los que viven allí, en especial los más mayores, suelen pasar 8 meses al año, de septiembre a mayo. En verano regresan a Euskadi, donde el calor aprieta menos, y ceden la casa para que hijos y nietos disfruten de la Costa Blanca.

Los políticos vascos siempre guardan una fecha en campaña para el mitin de Benidorm

Pero, ¿por qué Benidorm? "Lo primero por su clima único", dice la vizcaína Leire Bilbao, directora de turismo de Benidorm. "Hay que retroceder a los años 50 para comprender el fenómeno. Por entonces las carreteras no eran como ahora y, cuando los vascos bajaban hacia el Mediterráneo, lo hacían a través de Madrid o de Zaragoza. Si vas por Madrid uno de los destinos más directos es Benidorm, del mismo modo que Salou lo es si vas por Zaragoza, donde también hay una importante comunidad vasca".

"En realidad, los vascos hemos estado aquí desde el principio. Hay que tener en cuenta que el primer hotel de Benidorm fue el Bilbaíno, que aún hoy sigue funcionando en la playa de Levante", dice Bilbao. "Pero el incremento grande, el momento en el que empezaron a llegar vascos en masa a Benidorm, fue con aquella idea del alcalde Pedro Zaragoza Orts".

"El sol pasa el invierno en Benidorm"

He aquí uno de los movimientos más brillantes -y desconocidos- del turismo español: la operación B-B. Todo surge de la cabeza de Pedro Zaragoza, alcalde de Benidorm entre 1950 y 1967. "Zaragoza Orts es un gran visionario, un hombre que cierra los ojos e imagina el enorme potencial del turismo cuando no existía nada parecido en Europa más que Baden-Baden, que era un destino para élites. Don Pedro descubre el concepto y lo desarrolla en Benidorm", dice el etnógrafo Iñaki García Uribe, especializado en la huella vasca de la Costa Blanca.

Zaragoza es bien conocido por algunas anécdotas, como que definió el urbanismo de la ciudad, basado en los rascacielos, poniendo en vertical un paquete de tabaco sobre un mapa, o por su polémica decisión de permitir los bikinis en 1953, cuando la iglesia católica apretaba tanto que aquello casi le cuesta la excomunión. "Pedro es un revolucionario, y sobre todo un hombre bueno, pero no podemos olvidar que era un facha", dice García Uribe. "Que tampoco debe ser considerado un insulto porque era lo que había por entonces, los que no estaban a favor de Franco ya estaban exiliados o muertos, pero hay que decir que esa cercanía al régimen le sirvió para hacerse amigo de Franco, lo que redundó en el beneficio de Benidorm", dice el etnólogo.

En efecto, cada vez que Zaragoza chocaba con alguna autoridad local, ya fuera el gobernador civil de Alicante o el Arzobispado, el alcalde escribía un telegrama urgente a Franco, se subía en su Vespa y conducía ocho horas hasta El Pardo. "Franco le escuchaba, levantaba un teléfono y zanjaba el problema. Sin Franco no habría habido Benidorm", afirma García Uribe. "Luego Franco le iría a visitar con la familia varias veces a Benidorm, tenían muy buena relación".

Franco levantaba el teléfono y le solucionaba cualquier problema a Pedro Zaragoza

A comienzos de los años 60, cuando los rascacielos iban construyéndose y las turistas lucían bikini en la playa, Zaragoza comprendió que buena parte del turismo de Benidorm debía ser nacional. Además de las grandes campañas publicitarias que desplegó en Madrid y Valencia, el alcalde se fijó en los vascos, que estaban implantados pero su presencía no crecía. "Y diseña la operación B-B, que era una subvención del viaje de bodas a un montón de parejas recién casadas de Bilbao", dice el etnógrafo vasco.

placeholder La Vuelta a España, a su paso por Benidorm en 1964 (TVE)
La Vuelta a España, a su paso por Benidorm en 1964 (TVE)

Pedro Zaragoza, con la colaboración del ayuntamiento del Bilbao y la Caja de Ahorros Vizcaína, invitará a 150 parejas a pasar 12 días en Benidorm. El 2 de mayo de 1964 varios autobuses partieron hacia la costa, parando en Burgos, Madrid y Albacete camino a Benidorm. Allí les recibió Zaragoza con fuegos artificiales y una mastodóntica cena que incluía caviar, algo que la mayoría ni sabía qué era. "Muchos era la primera vez que estaban en un hotel, que salían de Euskadi... imagínate", dice García Uribe. Zaragoza también aprovechó, hay constancia en el NO-DO, para recordar que la Vuelta a España, que pasaba por la ciudad esos días, es un invento bilbaíno. Aquella noche hubo ovaciones cerradas para el alcalde.

placeholder Muchos matrimonios aún conservan las tarjetas de embarque hacia Benidorm
Muchos matrimonios aún conservan las tarjetas de embarque hacia Benidorm

"Pero lo más importante es que la mayoría de las parejas ni siquiera habían dormido juntas", continúa el etnógrafo. "Llegaban a la habitación del hotel, tan bonita, y les habían dejado una cestita con unos patucos de bebé... ¿qué iban a hacer? ¡Muchos tuvieron sexo por primera vez ese día, mirando al mar! Pues ese es el nivel de relación de Benidorm con los vascos: muchos han sido concebidos allí".

placeholder Algunas de las primeras parejas de la operación B-B
Algunas de las primeras parejas de la operación B-B

Zaragoza, además, les invitó a varios eventos y les dio descuentos para comprar en los supermercados. Había conseguido las vacaciones soñadas de una generación de vizcaínos en solo doce días: "Aquellos matrimonios regresaron a Bilbao encantados, hablando maravillas de Benidorm, y al año siguiente fue más gente, y más gente... hasta hoy, que vas por allí y es como pasear por Bilbao", dice García Uribe.

El idilio con el alcalde empujó a los vascos a apoyarle cuando le quisieron quitar de enmedio: "A mediados de los 60, cuando Benidorm ya tenía una proyección internacional y era una máquina de hacer dinero, algunas familias de la derecha valenciana quisieron sacar a Zaragoza del poder para ponerse ellos", dice García Uribe. "Hicieron pintadas por toda la ciudad que decían 'Zaragoza, fascista, márchate ya'... ¿Y sabes quién fue uno de los tres detenidos por aquello? No te lo vas a creer: Eduardo Zaplana, que acabaría siendo alcalde de Benidorm años después, además de muchos otros cargos".

De la relación de Zaragoza, Benidorm y los vascos da fe esta carta de Iñaki García de la Dehesa, hijo de uno de los matrimonios de la operación B-B:

En 1989, con motivo de los 25 años del primer viaje a Benidorm, un grupo hostelero invitó a los matrimonios a pasar unos días en la ciudad. Pedro Zaragoza estuvo con ellos, los invitó a comer en su casa y les enseñó sus árboles limoneros. También un par de barricas de vino, obsequio de Franco y Carmen Polo. Este grupo de matrimonios, a su vez, invitó a Zaragoza a pasar unos días en Vizcaya. Aceptó. Estuvieron en el ayuntamiento y comiendo juntos en Balmaseda.

La calle Santo Domingo es la más importante de Benidorm, pero nadie la conoce por su nombre. Para los ingleses y los alemanes es "tapas alley", el callejón que siempre sale en las guías de viaje por la costa. Los españoles la conocen como "la calle de los vascos" y, los vascos, son incluso más prosaicos: "Nosotros la llamamos la calle del coño", dice Clara García Larrechi, una jubilada alavesa. "Porque siempre que pasamos por allí decimos, '¡coño!, ¿pero qué haces tú por aquí?' Es imposible no encontrarse con algún conocido".

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