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'Il trovatore', una brutal historia de celos y venganza cierra la temporada del Real
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'Il trovatore', una brutal historia de celos y venganza cierra la temporada del Real

La pieza de Verdi a cargo de Juan Negrín, bisnieto del presidente de la II República, se estrena el 3 de julio y el sábado será retransmitida en más de 200 pantallas por toda España

Foto: 'Il trovatore'. (Foto: Javier del Real)
'Il trovatore'. (Foto: Javier del Real)

Suenan los primeros acordes de ‘Il trovatore’ y la desazón se apodera del patio de butacas del Teatro Real. El primer impacto es soberbio. Unos renacuajos escuchan atentos la historia de una gitana que es quemada en la hoguera acusada de haber embrujado al hijo del conde de Urgel. Ella, sabiéndose inocente, en su agonía exige venganza a su hija. Azucena rapta a uno de los dos hijos del conde, pero trastornada por el martirio, lanza a las llamas a su propio hijo.

Así arranca “la ópera más oscura del mundo”, como la ha bautizado Francisco Negrín, director de escena. El odio engendra odio y se vuelve más poderoso. Entre tanto personaje hechizado por los remordimientos y por la sed de venganza, el amor jamás tendrá posibilidad de subsistir. Consagrar la vida a la revancha no provoca más que dolor, angustia y aflicción.

Il Trovatore, de Verdi, llega al Teatro Real

El Teatro Real culmina la temporada 18/19 con el estreno de una claustrofóbica, turbulenta y al mismo tiempo maravillosa versión de 'Il trovatore', de Giuseppe Verdi, que se representará entre el 3 y el 25 de julio, y que el próximo sábado 6 de julio será retransmitida en directo en pantallas instaladas por todos los rincones de España, como acto principal de la quinta edición de la Semana de la Ópera (6 al 14 de julio). El bisnieto de Juan Negrín, presidente del Gobierno en la II República española, muestra una versión en la que la presencia constante del fuego se convierte en un personaje más. "El fuego simboliza el pasado, quema el presente y acaba con el futuro de los personajes", matiza.

placeholder 'Il trovatore'. (Foto: Javier del Real)
'Il trovatore'. (Foto: Javier del Real)

Acostumbrado a manejar libretos y obras desconocidas, Negrín se enfrenta a la obra más popular del compositor italiano como si de un trabajo anónimo se tratara, evita caer en la rutina y procura no distanciar al público de la historia. Aferrado al minimalismo escénico, hace que los personajes pululen por el Castillo de Castellor, por el campamento gitano, por las montañas de Vizcaya, incluso por los calabozos, apelando a la fantasía del espectador que reconoce la época y los rincones donde transcurre la historia a través del vestuario.

Esta ópera es lo más parecido a un ‘thriller’, es una historia de muerte, venganza, pero al mismo tiempo es un melodrama

“Considero que esta ópera es lo más parecido a un ‘thriller’ o un ‘filme noir’, es una historia de muerte, venganza, pero al mismo tiempo es un melodrama, una historia de amor destinada al fracaso, los personajes no pueden vivir su vida porque están enredados en el pasado, por lo que han decidido antes, por lo que ha sucedido en su familia o en su nación", confiesa Negrín.

El tenor Francesco Meli ('il trovatore'), la soprano Maria Agresta (Leonora), la mezzosoprano Ekaterina Semenchuk (Azucena) y el barítono Ludovic Tézier (conde de Luna) se meten en la piel del cuarteto protagonista bajo la batuta del maestro Maurizio Benini y arropados por los cantantes del Coro del Teatro Real, a los que Negrín ha convertido en espectros que juegan con la parca y su guadaña esperando a que llegue la hora de cortar los hilos de la vida. En los mismos papeles se alternarán con Piero Pretti, Hibla Gerzmava, Marie-Nicole Lemieux y Artur Rucinski (segundo reparto), y con Piero Pretti, Lianna Haroutounian, Marina Prudenskaya y Dimitri Platanias (tercer reparto).

placeholder 'Il trovatore'. (Foto: Javier del Real)
'Il trovatore'. (Foto: Javier del Real)

‘Il trovatore’ fue compuesta después de ‘Rigoletto’ y antes que ‘La traviata’, de hecho, algunos de sus pasajes ya adelantan el sabor del drama protagonizado por Violetta Valèry. Situada en la época del ‘bel canto’, para el maestro Benini "es el final de su juventud y el principio de su madurez, justo abre las puertas a las grandes óperas de Verdi, como 'Otelo' o 'Don Carlo”. Se trata de una ópera que requiere de los cuatro protagonistas una precisión vocal sobresaliente y para Benini son “los mejores cantantes para interpretar este repertorio, tal y como Verdi lo exigió".

El aria ‘Di quella pira’ y su do de pecho han jugado alguna mala pasada a los tenores. Más de uno se ha quedado a mitad de camino

Efectivamente, Francesco Meli y Maria Agresta emocionan con sus interpretaciones, pero si hay alguien que desgarra el alma con su voz esa es, sin duda, Ekaterina Semenchuk, que interpreta a una Azucena poseída, dominada por sentimientos contradictorios, que vive hechizada por una obsesión y a la que constantemente se le presenta el espectro de su hijo muerto en la pira. Metáfora y reflejo del dolor más grande que un ser humano pueda soportar. En la escena de la prisión, Azucena se encuentra en el límite entre la cordura y la locura, en esa delgada línea donde se funden el sueño y la vigilia. Allí alterna imágenes del horror de la muerte entre las llamas con nostálgicas escenas en sus montañas vascas con una balada conmovedora capaz de robar alguna furtiva lágrima entre la platea.

El aria ‘Di quella pira’ y su do de pecho han jugado alguna mala pasada a los tenores. Más de uno se ha quedado a mitad de camino a lo largo de la historia. Ya Enrico Carusso lo tenía claro. “Hay papeles de tenores más difíciles que este, pero apenas los hay más espectaculares”, confesó en su día. Es cierto que todo el mundo está pendiente de la nota, del do sobreagudo, pero a Matabosch no le parece la piedra angular del drama. “Donde se descubre a un tenor de verdad es en el ‘cantabile’ ‘A si ben mio’. Hay que cantar, frasear, administrar el ‘fiato’, respirar y sentar cátedra. Lo demás está bien para acabar la escena, pero los tenores que se reservan para emitir agudos insolentes en la ‘cabaletta’, por mi parte pueden quedarse en casa", concluye.

Suenan los primeros acordes de ‘Il trovatore’ y la desazón se apodera del patio de butacas del Teatro Real. El primer impacto es soberbio. Unos renacuajos escuchan atentos la historia de una gitana que es quemada en la hoguera acusada de haber embrujado al hijo del conde de Urgel. Ella, sabiéndose inocente, en su agonía exige venganza a su hija. Azucena rapta a uno de los dos hijos del conde, pero trastornada por el martirio, lanza a las llamas a su propio hijo.

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