La Lista Negra: estas canciones no podrían sonar hoy
La discusión sobre el odio y la violencia en las manifestaciones artísticas está plagada de espinas. ¿Es suficiente con invocar la libertad de expresión? Entramos en el barro
"Inmigrantes y maricones no tienen sentido para mí. Vienen a nuestro país y creen que harán lo que les plazca, como empezar un mini-Irán o propagar una puta enfermedad”. En cuatro versos, Axl Rose abrazó un discurso homófobo y racista sin titubear. La canción, ‘One in a million’, pertenece a ‘GNR Lies’, el segundo álbum de estudio de Guns N’ Roses. En 1987, la letra provocó un revuelo de críticas.
Rose se disculpó públicamente. Pero, en una entrevista para ‘Rolling Stone’, amparó sus ataques bajo el paraguas de la libertad de expresión: “¿Por qué la gente de color puede llamarse 'nigger', pero cuando un hombre blanco lo hace de repente es una gran ofensa? No me gustan las ataduras de ningún tipo. No me gusta que me digan lo que puedo o no puedo decir”. El año pasado, la reedición de ‘Appetite for destruction’, que incluyó las canciones más célebres de Guns N’ Roses, dejó fuera ‘One in a million’ por su alto contenido racista y homófobo.
Entramos en el barro. La discusión sobre el odio y la violencia en las manifestaciones artísticas está plagada de espinas. ¿Es suficiente con invocar la libertad de expresión? ¿La justicia debería castigar estos discursos en la letra de una canción? ¿Dónde se enmarca el debate, en la convivencia social o en la legalidad? Y lo que es más importante: el significado que esconden las obras de ficción es frágil. El artista puede mentir, esconderse o diluir su discurso. Los versos de Axl Rose rezuman odio explícito, pero no son pocos los ejemplos de mensajes ocultos, gamberros o irónicos. ¿Quiénes serán los exégetas elegidos para interpretar?
“Probablemente, hay un sector de la sociedad que ve con peores ojos este tipo de expresiones y trata de imponer su criterio. Creo que sería imposible hacer ‘La vida de Brian’ ahora”, declara Ignacio González Vega, portavoz de Jueces por la Democracia, a El Confidencial. El organismo advirtió hace unos meses de que la creación de tipos penales como el enaltecimiento al terrorismo, el delito de odio o la humillación de las víctimas puede hacernos caer en el riesgo de “la moda del impulso penal”, y buscar respuesta en la ley a lo que, en realidad, forma parte del debate social.
Parte de la sociedad ve con peores ojos estas expresiones y trata de imponer su criterio; sería imposible hacer ‘La vida de Brian’ hoy
“Cuando nos movemos en el territorio de la ficción, hay que ser cautelosos”, advierte González. “Es difícil establecer los mismos criterios que cuando se hacen afirmaciones en la realidad. Debe permanecer la libertad de expresión, como ocurre en Estados Unidos y otros países. Como dice el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, eso implica que se pueda ofender a una parte de la sociedad”.
González asegura que, a través de la ficción, la ofensa puede tener cabida en el debate social. “No son discursos de odio exactamente. La creación literaria nos pueden gustar o no, pero no tiene que ser criminalizada por ello”, remata el portavoz.
Un tema intocable
En España, existe un ejemplo curioso. Una canción que catapultó a Loquillo en los 80 y, pocas décadas después, tuvo que dejar de interpretarse en directo. Saben de qué les hablo. “Por favor, sólo quiero matarla, a punta de navaja, besándola una vez más”. ‘La mataré’, compuesta por Sabino Méndez, “fue la causante de que la banda ascendiera al estrellato”, según Loquillo. Hoy, se ha convertido en un tema intocable.
“Lo curioso es que en el 87 fuera interpretada como una denuncia a la violencia de género y, en los 90, algunos la consideraran una apología de la violencia de género”, explica Sabino Méndez a El Confidencial. La idea de escribirla, cuenta el compositor, nació en los conciertos de pueblos pequeños. Algunas mujeres aseguraban que les gustaría pasar la noche con los artistas cuando llegaban allí, pero que si sus parejas se enteraran, “las matarían”.
“La primera persona fue un recurso narrativo para denunciar esa situación. Ahora somos tan catetos que no somos capaces de comprenderlo. Es como si fuéramos a ver ‘Hamlet’ y en el momento del asesinato del rey, llamáramos a la policía. Es bastante cómico”, lamenta Méndez. El letrista y compositor de Loquillo alude a un “fariseísmo de las redes sociales”, unas críticas que se disolverán con los tiempos.
“Quiero verla bailar entre los muertos, la cintura morena que me volvió loco. Llevo un velo de sangre en la mirada y un deseo en el alma: que jamás la encuentre”. ‘La mataré’ pivotó entre la denuncia y la apología en cuestión de años: "El motivo por el que se malinterpretan muchas de las obras artísticas complejas de hace décadas se debe probablemente a que hemos dejado de formar buenos lectores. Una obra artística compleja de hace veinte años podía tener entre cien mil y trescientos mil caracteres. Un tuit actual no pasa de dos centenares. Nos acostumbrado al simplismo rudimentario en los argumentos de lectura y no estamos preparados para descifrar la complejidad. Tendríamos que exigir un poco más de amabilidad para con los autores en lugar de tanta caza de brujas puritana".
A diferencia de otras canciones, ‘La mataré’ provocó una gran polémica y censura social, pero ningún proceso judicial. Méndez cree que, en casos extremos, las acciones legales están justificadas para marcar una frontera: “Para las canciones que amenazan o piden la muerte de gente, por ejemplo. Aunque sería interesante que la ley estuviese muy al día. Igual hay discursos que podrían ser castigados con multas o trabajos para la comunidad, pero no con penas de cárcel”.
¿Cuándo actúa la ley?
No existe un lugar consensuado para la frontera penal a la que Méndez se refiere. Según Jueces por la Democracia, los tipos de enaltecimiento al terrorismo, humillación a las víctimas o delitos de odio son “flexibles y pueden dar lugar a interpretaciones contradictorias”. Este es el caso de las querellas contra Soziedad Alkohólika en la década de los 2000, años antes de las condenas a los raperos Pablo Hasel y Valtonyc por sus letras.
La Asociación Víctimas del Terrorismo acusó al grupo de rock vasco de enaltecimiento del terrorismo de ETA en varias de sus canciones. El juez Baltasar Garzón admitió la denuncia, pero la archivó poco después: “Se puede estar, y este instructor lo está, en contra de esos contenidos, pero no puede esa discrepancia ideológica llegar a criminalizar lo que es ejercicio del derecho de libertades de expresión”.
Dos años después, Fernando Grande-Marlaska ordenó la tramitación de la causa en la Audiencia Nacional. La banda negó los cargos de los que se les acusaba y, finalmente, fueron absueltos porque las letras no constituían delito. “Soziedad Alkohólika declaró que no era su intención enaltecer el terrorismo, porque aquello de por sí es un delito grave. Pero por muy gamberra que quiera ser la letra, subjetivamente lleva una carga de violencia que nadie puede negar”, opina Joan Caballero, experto en delitos de odio, grupos ultra y sus manifestaciones culturales.
“Sus letras no lanzan mensajes de intolerancia. Se pudo demostrar que el grupo siempre estuvo en contra del terrorismo. Su discurso es más bien contracultural, en la línea del rock radical vasco, que fue la versión antisistema de la Movida Madrileña. Eso sí: su música puede ser consumida en entornos que promueven la intolerancia”, razona Caballero.
S.A. declaró que no quería enaltecer el terrorismo; pero por muy gamberra que sea una letra, puede llevar una carga de violencia
Este investigador cree que la música puede influir de manera decisiva en la radicalización de los jóvenes. “Los integrantes de S.A. defienden que sus letras son sátiras e ironías, pero la carga violenta está y en los ambientes de algunos grupos violentos se escuchan y se corean. Es un fenómeno complejo: las canciones pueden reforzar un mensaje”.
“La música en sí misma no es peligrosa, un libro tampoco. Pero cuando se consumen unas canciones concretas, mantienes una admiración hacia un discurso que no tiene por qué ser de odio, pero sí violento… Como ‘quememos las calles’, o cosas así. Eso no es ilegal. Yo no hablo de prohibir, pero sí de alertar a padres y profesionales para que sepan lo que escuchan los jóvenes”, concluye el experto.
El debate es paradójico. Para proteger la libertad de expresión, unos defienden el uso de la ley. Otros, sacar del Código Penal lo que consideran una discusión social legítima y en evolución, como la sensibilidad del público. Sin respuestas, concluimos con diez canciones que, quizá, hoy no podrían publicarse.
'La mataré' - Loquillo
“Por favor, sólo quiero matarla, a punta de navaja, besándola una vez más”. 1987.
'Nos vimos en Berlín' - Soziedad Alkohólika
"¿Ahora quién, quién es el asesino, quién mata sin razón? ¿Ahora quién utiliza las torturas? Ahora tú, judío cabrón". 1990.
'Síndrome del norte' - Soziedad Alkohólika
"Al llegar hasta el coche, dejas las llaves caer. No sea que haya un bulto raro que te haga volar como a Carrero". 1993.
'Hoy voy a asesinarte' - Siniestro Total
"Hoy voy a asesinarte, nena, te quiero pero no aguanto más. Voy a asesinarte, nena, no me volverás a engañar".1982.
'Sí, sí' - Los Ronaldos
"Tendría que besarte, desnudarte, pegarte y luego violarte, hasta que digas sí". 1987.
'La solución final' - La Polla Records
"La solución es una cámara de gas con los políticos adentro. Ahí están de puta madre. Y con cuatro clavos en la tapa, que no salgan". 1996.
'Corazón de tiza' - Radio Futura
"Y si te vuelvo a ver pintar un corazón de tiza en la pared, te voy a dar una paliza". 1990.
'One in a million' - Guns N' Roses
"Inmigrantes y maricones no tienen sentido para mí. Vienen a nuestro país y creen que harán lo que les plazca, como empezar un mini-Irán o propagar una puta enfermedad”. 1987.
'Los días de la semana' - Miliki, Gaby, Fofó
"Lunes antes de almorzar, una niña fue a jugar. Pero no pudo jugar porque tenía que planchar". En la versión original, 1971.
'Algo contigo' - Chico Novarro
"Necesito controlar tu vida, saber quién te besa y quién te abriga". 1976.
"Inmigrantes y maricones no tienen sentido para mí. Vienen a nuestro país y creen que harán lo que les plazca, como empezar un mini-Irán o propagar una puta enfermedad”. En cuatro versos, Axl Rose abrazó un discurso homófobo y racista sin titubear. La canción, ‘One in a million’, pertenece a ‘GNR Lies’, el segundo álbum de estudio de Guns N’ Roses. En 1987, la letra provocó un revuelo de críticas.