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Anne Lister es 'Gentleman Jack': bollera, pistolera y nuevo icono pop homosexual
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Anne Lister es 'Gentleman Jack': bollera, pistolera y nuevo icono pop homosexual

Una extraordinaria serie de HBO y la publicación de sus diarios en español reivindican la figura de la "primera lesbiana moderna"

Foto: Suranne Jones interpreta a Anne Lister en 'Gentleman Jack'. (HBO)
Suranne Jones interpreta a Anne Lister en 'Gentleman Jack'. (HBO)

Anne Lister era plenamente consciente de que no podía pasear por las calles de York sin ser inadvertida. "Algunos hombres y mujeres declararon que yo era un hombre", reconoce sin acritud ninguna, como algo tan netamente descriptivo como el prospecto de una caja de aspirinas. Fue la “primera lesbiana moderna” en una época —el principio del siglo XIX— en la que el horizonte de las relaciones entre mujeres llegaba, como muy lejos, a la "amistad romántica". Pero Lister no se escondió: "A una mujer como la Srta. Kitson debía haberla invitado a mucho más que a beber vino", dejó escrito en sus diarios.

placeholder Portada de 'Caballero Jack'
Portada de 'Caballero Jack'

Supo que le gustaban las mujeres desde los 13 años. La primera fue Eliza Raine, que acabó internada en un sanatorio cuando rompieron. Después fue Marianne Belcombe, que acabó abandonándola por un viudo mayor que ella, y que se convirtió en su gran desengaño amoroso. Con Ann Walker, una heredera de Halifax bien posicionada, se casó de manera simbólica a los 43 años en la Holy Trinity Church de Goodramgate, en York.

La hija mayor del capitán Jeremy Lister, veterano de la Guerra de la Independencia de Estados Unidos, aceptó “desde la infancia” su atracción por las mujeres, sin plantearse su sexualidad como una tara, sino como una particularidad. "Me imaginaba a mí misma con ropas de hombre y con un pene, si bien nada más". El pelo corto como "la cimera de un casco" y traje de montar, una "pistola de caballería (precio: 16 chelines y 6 peniques)" y pintas de cerveza, Lister fue una rara avis en la Inglaterra de corsé y miriñaque, más de siglo y medio antes de que la ley de delitos sexuales descriminalizase las conductas masculinas homosexuales.

La BBC le ha dedicado una serie en colaboración con HBO bajo el título de 'Gentleman Jack'

Hoy, más de dos siglos después de su nacimiento, Anne Lister ya no es que no se esconda, sino que la cadena de televisión más importante de su Inglaterra natal ha reivindicado su historia en una extraordinaria serie de televisión de BBCque puede verse en HBO y basada en los diarios que escribió entre 1806 y 1840. Cuatro millones de palabras. Veinticuatro volúmenes y dos cuadernillos. Noches de insomnio y calentura. La Srta. Kilson. Y la Srta. Browne. Y la Srta. MacLean. Y la Srta. Raine. Y la Srta. Belcombe. Primero una mirada. Luego las manos se rozan. "Nos metimos en la cama. Parecía desear un beso. Fue más que eso lo que hice". Sin embargo, Lister escribió los pasajes más comprometedores para la moral de la época en un código secreto que ella misma elaboró a base de "elementos del alfabeto griego antiguo, del zodiaco, signos matemáticos, números y signos de puntuación".

placeholder Otro momento de 'Gentleman Jack'. (BBC/HBO)
Otro momento de 'Gentleman Jack'. (BBC/HBO)

A través de 'Caballero Jack. Los diarios de Anne Lister' (Ménades, 2019), esta terrateniente sesuda, amante sentimental, conquistadora, viajera, escaladora —fue la primera mujer en coronar el Monte Perdido en Los Pirineos—, extravagante, libre no sólo analiza y registra sus pulsiones y deseos más íntimos, sino que permite al lector fortuito —nunca pensó que nadie aparte de ella leería sus escritos— sumergirse en las rutinas de la clase alta inglesa de provincias: las horas del té, los cotilleos sobre el señor C, de quien dicen que mató a su primera esposa, la lectura de los sermones, los paseos a caballo, la instrucción de griego, aritmética y álgebra.

Coetánea de Jane Austen —más o menos— pero en las antípodas del pensamiento conservador de matrimonio, descendencia y amojamamiento, Lister demuestra en sus diarios una reflexividad que transforma la descripción de las tareas más tediosas —hacer la colada, pagar facturas— en costumbrismo georgiano. "Catorce de nosotros nos sentamos a excepción del Sr. Oakshot. Una mesa en L. En nuestra parte, tres aves asadas en el comienzo delante del Sr. Oakshot, que había conseguido sopa de carne y un buen pan y un trozo de salmón de Londres. Lenguados en la parte baja cerca de las aves (todo en el centro). Fricasé de coliflor muy grande. Mollejas con vino blanco. Ambos muy buenos. Pichones guisados. Patatas cocidas. Pata de ternera cocida, o más bien, una gran codillo y, después, agachadiza, pastel, tortilla dulce, etc. Luego, queso, Gruyère (suizo, blanco, y algo como el Cheshire). Luego un postre de uva verde de Fontainebleau, las peras más excelentes, manzanas de buenísimo aspecto, nueces, frutos secos, etc. Realmente, una magnífica cena", describe.

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Un fotograma de 'Gentleman Jack'. (BBC/HBO)

Su historia eclipsa la Historia: de pasada, restándole importancia, asistimos proclamaciones —Jorge IV— y muertes reales: "Apenas habíamos llegado a Northgate esta mañana antes de que Fanny trajera la triste noticia de la Princesa Charlotte de Gales, fallecida el jueves unas horas después haber traído al lecho un niño nacido muerto". Pero, de nuevo, los pasajes más rompedores son los que relatan sus escarceos amorosos y sus disquisiciones sobre su sexualidad: "Amo, y solo amo, al bello sexo [en referencia a la mujer], y así amada por ellas a mi vez, mi corazón se rebela ante cualquier otro amor que no sea el suyo", clarifica.

Murió en 1840 en las montañas Kutaisi (Georgia) a causa de unas fiebres

Su extravagancia —según las convenciones de la época, claro— la llevó hasta sus máximas consecuencias al morir en las montañas Kutaisi (Georgia) a causa de unas fiebres. Era 1840. Su esposa acabó también internada en un sanatorio mental y la familia de Lister, que se avergonzaba de la forma de vida 'indecente', descuidó y ocultó los diarios, que hasta los años 80 no fueron redescubiertos y decodificados. Y Lister revive ahora casi dos siglos después como emblema involuntario de los derechos de los homosexuales y como producto pop. "El amor no se dignó en abandonar las ruinas asoladas, y el tiempo le ha dado sombra con tanta dulzura que mi corazón todavía pervive en su imperecedero viejo lugar, sin consideración por sus alcobas quebradas, salvo cuando alguna ráfaga repentina sopla a través, y es perturbado el chirriante el recuerdo. Pero, ¡ay!, basta. El corazón conoce su propia amargura, y es suficiente".

Anne Lister era plenamente consciente de que no podía pasear por las calles de York sin ser inadvertida. "Algunos hombres y mujeres declararon que yo era un hombre", reconoce sin acritud ninguna, como algo tan netamente descriptivo como el prospecto de una caja de aspirinas. Fue la “primera lesbiana moderna” en una época —el principio del siglo XIX— en la que el horizonte de las relaciones entre mujeres llegaba, como muy lejos, a la "amistad romántica". Pero Lister no se escondió: "A una mujer como la Srta. Kitson debía haberla invitado a mucho más que a beber vino", dejó escrito en sus diarios.

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