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El secreto del capitán Nemo: ¿quién es el misterioso español de 'Veinte mil leguas'?
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150 años de la gran novela de Jules Verne

El secreto del capitán Nemo: ¿quién es el misterioso español de 'Veinte mil leguas'?

Una nueva edición en Cátedra preparada por Miguel Á. Navarrete durante más de dos décadas arroja luz sobre los hechos y misterios de una obra cumbre de la fantasía científica

Foto: Detalle de portada de 'Veinte mil leguas de viaje submarino'. (Cátedra)
Detalle de portada de 'Veinte mil leguas de viaje submarino'. (Cátedra)

Medio siglo después de la muerte del gran Julio Verne, uno de sus más célebres admiradores, el escritor estadounidense de ciencia ficción Ray Bradbury, imaginó en un artículo publicado en el 'New York Times' una entrevista ficticia con el autor francés realizada mediante una máquina del tiempo. "Si escribiera usted en la actualidad, ¿qué escribiría?", preguntaba el americano, a lo que Verne respondía: "En primer lugar, escribiría 'Veinte mil leguas de viaje submarino". "¿Otra vez?". "¡Sí, una y otra vez, y dentro de cincuenta años o dentro de cien años también!".

De las 54 novelas que escribió Verne, tal vez la muy extensa, prolija y difícil 'Veinte mil leguas de viaje submarino' no sea la más leída. Sus obsesivas descripciones sobre todo tipo de criaturas de las profundidades, tecnologías marítimas y detalladas geografías —reales o imaginarias— la tornan menos accesible que otros grandes éxitos suyos como 'La vuelta al mundo en ochenta días', 'Viaje al centro de la Tierra' o 'Los hijos del capitán Grant'. Pero al mismo tiempo, su encantamiento, sus apabullantes escenarios marinos y el poder inmortal de su protagonista, el solitario y hostil capitán Nemo, la convierten en la preferida de los 'verneólogos'. Uno de ellos, el español Miguel Á. Navarrete, ha trabajado durante más de 20 años en una edición/traducción crítica que ofrece la versión definitiva en español —publicada por Cátedra— de la novela. Y desvela uno de sus grandes misterios, el de la personalidad de un español cuyo nombre juega un papel capital en la historia: el legendario capitán Crespo.

placeholder 'Veinte mil leguas de viaje submarino'. (Cátedra)
'Veinte mil leguas de viaje submarino'. (Cátedra)

"Consulté el planisferio y, a 32º 40' de latitud norte y 167º 50' de longitud oeste, encontré un islote, descubierto en 1801 por el capitán Crespo que, en las antiguas cartas españolas se denominaba Roca de la Plata. Así pues, estábamos a mil ochocientas millas de nuestro punto de partida, y el rumbo levemente modificado del Nautilus lo llevaba hacia el sudeste". Así hacen su aparición en 'Veinte mil leguas' el capitán Crespo y el islote que llevaría su nombre. Es ardua la tarea de separar en la novela de Verne lo real y lo inventado y, durante mucho tiempo, se pensó que la figura de este marino español correspondía al segundo reino, a la pura ficción. Hasta ahora.

El sello español

"¿Cuántas aventuras conviven en 'Veinte mil leguas de viaje submarino'?", se pregunta Navarrete en su introducción. "El niño se queda boquiabierto ante el gálibo, la maquinaria y la velocidad del Nautilus, deseoso de imitar las andanzas del capitán Nemo, navegante de todos los océanos del mundo y descubridor de maravillas y tesoros sin cuento en paisajes de ensueño. El joven que relee la novela durante los largos veranos descubre un vocabulario desconocido, un lenguaje casi fantástico, el de las ciencias naturales, los abismos submarinos, la historia o la geografía, y empieza a discernir las contradicciones de un Nemo atormentado, con su lado más compasivo, pero también con el más despiadado. Y el adulto que vuelve a tomar el libro en sus manos, tantos años más tarde, sonríe con un cosquilleo cuando piensa en Jules Verne preparando con sus palabras y su sabiduría de narrador alguno de los episodios cruciales del libro: la lucha a arponazos contra el presunto narval, la angustia de morir ahogados en el mar o la excursión por los bosques casi psicodélicos de la isla de Crespo, el combate contra el pulpo gigante, el torbellino del 'maelstrom'… Todos esos momentos se resumen en una aventura: la de la fascinación que ejercen los buenos libros".

placeholder El Nautilus, ilustrado por Neville en 1885.
El Nautilus, ilustrado por Neville en 1885.

'Veinte mil leguas de viaje submarino' vio la luz por primera vez completa... ¡en España! En una extraña peripecia cuyas razones se desconocen, la novela fue publicada en Francia por el egregio editor de Verne, Pierre-Jules Hetzel, en dos partes, en 1869 y 1870 respectivamente. Pero ya en 1869, el español Vicente Guimerá publicaba una traducción completa de la obra en nuestro país en una edición muy limitada del impresor Tomás Rey y Cía. No era la única relación de la novela con España. En su interminable viaje, el Nautilus alcanzó la ría de Vigo, se sumergió en sus profundidades y extrajo de sus tesoros toda la riqueza que el capitán Nemo necesitaba para financiar sus excéntricas aventuras. El último de los protagonismos hispanos del libro lo ejerce el ya citado capitán Crespo.

En su interminable viaje, el Nautilus alcanzó la ría de Vigo, se sumergió en sus profundidades y extrajo sus tesoros

Recuerden. Durante la persecución de un gigantesco y extraño animal marino con un cuerno que a la postre resultará ser un narval, el profesor Aronnax, su acompañante Conseil y el arponero canadiense Ned Land caen al agua desde el buque 'Abraham Lincoln', y se refugian en lo que parece una isla pero que finalmente se desvelará como el submarino del capitán Nemo, científico, aventurero y eremita en guerra contra el mundo moderno con quien surcarán las profundidades como invitados/prisioneros desde la Polinesia al Mediterráneo. Una mañana, Nemo los invita a una peculiar cacería submarina en el Pacífico. ¿El lugar? La isla de Crespo.

placeholder Cacería submarina en la isla de Crespo ilustrada por Neville en 1885.
Cacería submarina en la isla de Crespo ilustrada por Neville en 1885.

Hay que decir ya que la isla de Crespo no existe y que Verne también creía imaginario al marinero español que la habría descubierto tras encontrar su nombre de manera mítica y fantasmal en una serie de dudosas anotaciones en cartografías y diccionarios marítimos. Pero se equivocaba: la isla de Crespo no existe pero Francisco Joaquín de las Llagas Sánchez Crespo sí existió, como demuestra Navarrete en un rico epílogo a esta nueva edición al corroborar su existencia en diversos documentos de la época. Nació en 1754 en Priego de Córdoba y, huérfano desde temprana edad, llegó a convertirse en piloto de la Real Armada Española en 1775 y alférez de Navío en 1810. Y, en una de sus múltiples travesías, creyó ver una isla... que no estaba allí.

Concluye Miguel Á. Navarrete: "El genio de Verne hizo que existiera y que perdurase en la literatura una isla que navíos de muy diversos pabellones intentaron hallar durante varios siglos, no demasiado alejada de las costas de Japón. A sabiendas de que le ofrecía un escenario más próximo a la leyenda que a la realidad geográfica, nos hizo visitar sus bosques submarinos en una serie de episodios que tenían y continúan teniendo para el lector mucho de ensoñación, similar a la que vivieron tantos marinos, como D. Francisco Sánchez Crespo, que creyeron vislumbrar los contornos de unas islas mitológicas y cargadas de riquezas allí donde no existía más que la inmensidad del gran Océano".

Medio siglo después de la muerte del gran Julio Verne, uno de sus más célebres admiradores, el escritor estadounidense de ciencia ficción Ray Bradbury, imaginó en un artículo publicado en el 'New York Times' una entrevista ficticia con el autor francés realizada mediante una máquina del tiempo. "Si escribiera usted en la actualidad, ¿qué escribiría?", preguntaba el americano, a lo que Verne respondía: "En primer lugar, escribiría 'Veinte mil leguas de viaje submarino". "¿Otra vez?". "¡Sí, una y otra vez, y dentro de cincuenta años o dentro de cien años también!".

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