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Gregorio Morán: "Soy la única víctima significativa del 'procés"
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Gregorio Morán: "Soy la única víctima significativa del 'procés"

El periodista y escritor vuelve a la carga con un ensayo sobre su relación con Cataluña

Foto: El periodista asturiano Gregorio Morán (Enrique Villarino)
El periodista asturiano Gregorio Morán (Enrique Villarino)

Durante casi treinta años Gregorio Morán (Oviedo,1947) escribió en 'La Vanguardia' sus legendarias Sabatinas Intempestivas, columnas de temática libre siempre puntillosas y dignas de ser leídas por su contenido libre de asepsia. En julio de 2017 la censura del artículo 'Los medios del movimiento nacional' terminó con esta colaboración, retomada en 'Crónica Global' hasta el veto de su texto 'De la miseria del gremio' [el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña falló recientemente contra 'La Vanguardia' por el despido de Morán].

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Portada de 'Memoria personal de Cataluña'

De repente, una de los voces más heterodoxas y críticas del panorama catalán se ha quedado sin lugar para expresarse. Esto ha sido la chispa propicia para encender 'Memoria personal de Cataluña' (Foca), donde el antiguo militante del PCE y periodista indispensable ha recogido el episodio entrelazándolo con la Historia del Principado en los últimos decenios, con el pujolismo como pieza clave para entender la deriva actual donde, según su parecer, el pensamiento crítico ha sido fagocitado como un enfermo sin muchas perspectivas de mejora.

PREGUNTA. ¿Cómo has llegado a la situación de no tener donde escribir en Cataluña?

RESPUESTA. Creo que la pregunta debería formularse al revés. ¿Cómo es posible que escribiera en Cataluña cuando lo normal es que me hubieran cortado mucho antes? Esa es la pregunta que me hicieron hasta que me echaron.

P. Pero algo habrá pasado para llegar a un punto de no retorno.

R. La primera parte de la pregunta versa sobre porqué escribía en 'La Vanguardi'a. Manolo Vázquez Montalbán siempre decía que yo era la garantía de izquierda en un periódico de derecha, a lo que le siempre le respondía que lo suyo con 'El País' era muy similar con una diferencia, que es que a mi el Conde de Godó nunca me pidió una carta apoyándole para evitar su procesamiento, como rubricó Manolo en la famosa carta de apoyo a los dirigentes de su periódico.

P. ¿Siempre te dejaron libertad en tus sabatinas?

R. Los dos incidentes en treinta años son una chorrada, cualquiera que conozca el gremio sabe que es un lujo, un privilegio. Mi relación vino por Juan Tapia [director de 'La Vanguardia entre 1987 y 2000], uno de los pocos socialdemócratas que he conocido que siempre fueron lo mismo. Ahora abundan, pero en una época donde muchos eran maoístas o procedían de la extrema izquierda él siempre fue socialdemócrata. Fue quien me convocó a escribir en 'La Vanguardia' y así empecé en el engranaje. Uno puede cambiar poco, pero la realidad cambia muchísimo, y la entrada de nuevos directores como [José] Antich [director de 'La Vanguardia entre 2000 y 2013] y Carol [actual director] fue definitiva. Además en esta última etapa surgió el Procés.

P. Y con Màrius Carol entra el juego de las subvenciones para que el medio aparezca también en catalán y de este modo irrumpe el procesismo.

R. Él y su señora son los Bonnie and Clyde de la información en Cataluña. No puede acusar de puertas giratorias porque las suyas son fijas, entras y haces dos servicios. Su señora relaciones públicas y él director de 'La Vanguardia'. Legalmente es posible, eso y mucho más, pero éticamente no me lo parece, y periodísticamente tampoco.

P. Y luego también terminaste con Crónica Global, que es cualquier cosa menos pro Procés.

R. Sí, pero por encima del Procés está la economía, como por otra parte ahora se está demostrando. Las coartadas que tienes aquí para sobrevivir son muy pocas, tienes que poner pies en pared, apoyarte y hay determinadas cosas intocables como el Barça, 'La Vanguardia' o La Caixa.

Hay determinadas cosas intocables como el Barça, 'La Vanguardia' o La Caixa

P. Ahora sí puedes meterte con Montserrat y no pasa nada.

R. Sí, porque se lo han ganado a pulso.

P. La Caixa, el Barça, La Vanguardia y antes, no hace tanto, Jordi Pujol.

R. Efectivamente, Pujol. Soy la única víctima, aunque no está en mi manera de ser el victimario, significativa del Procés, y lo soy por la evidencia. Y por el silencio. En los medios hubo actitudes personales honrosas, pero no podía salir nada. Cuando me echaron cogí lo otro porque no había nada más.

P. Ahora mismo quien no está en uno de los dos fanatismos queda silenciado.

R. Eso es evidente. Existe una equidistancia real y otra ficticia. La ficticia es no me quiero meter, ninguno de los dos tiene razón. A ver, unos tienen más razón que otros, es obvio. Hay una equidistancia no quimérica, sino real, consistente en denunciar esto, que los medios de comunicación del movimiento son subvencionados por la Generalitat.

P. Y eso no es ser valiente, es cumplir tu función como periodista.

R. ¡Usted les da caña a todos! ¡Qué bobería! No doy caña a nadie. Escribo primero lo que veo, segundo lo que pienso y tercero lo que me dejan. El contexto te obliga a la autocensura y a veces no puedes ir más lejos, porque te das cuenta para que sociedad estás escribiendo.

placeholder Gregorio Morán (Natalia Fernández)
Gregorio Morán (Natalia Fernández)

P. Es una paradoja. La cuestión del lenguaje es esencial en el Procés.

R. Todo es lenguaje.

P. Todo es lenguaje. Ellos configuran lenguaje y no se autocensuran, pero quien critica sí debe hacerlo.

R. Esa fórmula, que venía del gran período estalinista, es la siguiente. Si yo digo que ERC, que en las elecciones tuvo un gran éxito, o Puigdemont es un fantasma de la ópera promocionado debo añadir que Ciudadanos no tiene razón y que, además, el PP es malísimo.

P. Debes generar un contrapeso para salvarte.

R. Eso es. El enemigo siempre es muy malo. Me acuerdo de una conferencia en Vic sobre la situación en Cataluña cuando aún se podía ir a hablar de estas cosas. En esa charla explicaba las singularidades de la situación en Cataluña, que ellos percibían, pero no analizaban. Mi mujer, entre el público, escuchó que unos oyentes decían que estaba muy bien lo que conté, pero que de los otros no decía nada. Esto resume la cuestión.

P. Es la futbolización.

R. Nos convertimos todos en hinchas. Si uno propio rompe la pierna al otro todo está bien, pero si es el otro ardemos. Dicen que Rajoy es el culpable del Procés, pero como mucho hizo de bombero achicando, no fue un pirómano. Me acuerdo de unos artículos de Ramoneda de cuando votaba a la CUP, bien, eso fue antes, ahora es sanchista. Uno de los personajes más curiosos de la masa intelectual catalana, una de las más ágrafas que conozco.

Dicen que Rajoy es el culpable del Procés, pero como mucho hizo de bombero achicando, no fue un pirómano

P. En el libro más o menos sentencias que esta intelectualidad ha devenido una especie de voz de su amo.

R. A ver, a mi a veces me preguntan si soy periodista o escritor, como si una anulara a la otra, y no es así. Un intelectual de aquí es Antoni Puigverd, el poeta, que es más profesor de instituto. Si esto son las clases intelectuales digamos que son más consumidoras de cultura, que es importante tenerlas, cuidarlas y alimentarlas. Es lo mismo que decir que la sociedad cultural es la misma que la civil. Nos tiramos años hablando de la sociedad civil catalana y resulta que llegó el Caso Palau y nos dimos cuenta que existían unos golfos que se cambiaban cromos a nuestra costa y estafaban a la Hacienda pública y a la ciudadanía.

P. Desde el pujolismo se ha procedido a licuar todo el pasado ajeno a esta clase dirigente e intelectual. Por ejemplo, el legado obrero barcelonés ha desaparecido del mapa.

R. En Cataluña es más interesante lo que no se estudia que lo que sí se estudia. Por ejemplo, habría que exhumar la gran crisis de la 'Enciclopedia Catalana' en la época de Pujol. Cómo se hizo, cómo se limó, cómo se echó a la gente, cómo se empezó a instituir un canon de la cultureta. Pujol es un profesional de la política, no tiene tiempo para leer. Para eso están los gabinetes. Ni Kennedy ni Obama leían.

P. A eso vamos, a unos mecanismos muy definidos del discurso que se quería generar.

R. Era cómo introducir el catalanismo, el catolicismo en la visión catalana de Montserrat y que fuera al alcance de cualquiera. La vulgarización de la cultura en el caso pujoliano fue un éxito total. Esa división que hacen los alemanes entre alta cultura y cultura media aquí se liquidó. Llega un momento en que Josep María Castellet, que representaba la alta cultura, se convierte en un plumilla que cambia su nombre, empieza a hablar catalán cuando nunca lo hacía y deviene un abanderado de la cultureta, siendo muy consciente de todo, como si dijera eso de si hay que hacerlo se hace, sin problemas.

P. Dices que oía más que leía.

R. Eso es muy típico. El tertuliano nace en Madrid. Estos son sucedáneos. La más importante tertulia en Madrid era en el café Gijón. Aquí era en La Puñalada, en la parte alta de paseo de Gracia. Se decía que claro, iba Josep Pla, iba Francesc Pujols, el dirigente filósofo. No, no. Iba Domingo Valls i Taberner. Las fuerzas vivas y una señora que les proporcionaba las necesidades acuciantes.

P. Y esa tertulia queda anulada en el imaginario histórico.

R. Por supuesto. Cualquiera que viera La Puñalada se quedaría apuñalado. Era de una simpleza, de una vulgaridad, de un grisáceo. La primera vez que fui me quedé turulato. Era un bar sin nada. Lo único con historia eran los camareros.

placeholder Gregorio Morán. (Enrique Villarino)
Gregorio Morán. (Enrique Villarino)

P. Lo que dices define muy bien la imagen pujolista de cultura, te habían contado algo y era otra cosa, ergo se folcloriza.

R. Pujol se gastó una pasta con el Premio Nobel para Cataluña.

P. ¿Con Salvador Espriu?

R. No, con Espriu no, era demasiado puro. Fue con Baltasar Porcel. Se hicieron muchas inversiones en esto, cuando es una estupidez. Decían que sólo se daba a los Estados, una mentira, porque a Fréderic Mistral le dieron uno compartido con Echegaray. ¿Para qué sirve la cultura? La cultura es instrumental. Hay casos fascinantes de la cultureta, como Salvador Giner, gran amigo mío y un jeta histórico.

P. Salvador Giner, que está en la gran foto de la victoria cultural del pujolismo, cuando Artur Mas vuelve de Madrid con el rechazo del Pacto Fiscal y lo esperan los intelectuales como el actual director de TV3, Vicent Sanchis, Ventura Pons, Rubert de Ventós, Salvador Cardús y otros.

R. Casi todos procedentes del PSUC. A Giner le mandé una carta cuando era director del Institut d’Estudis Catalans preguntándole cómo era posible que un hombre como él avalara la obligación de sancionar a las tiendas por tener los rótulos en castellano, en bable o en chino mandarín. Y me respondió de modo genial para ver la medida intelectual de la gente diciéndome que en su caso sólo fueron dos.

P. Hace poco alguien denunció un negocio porque una empleada le había hablado en castellano.

R. Hubo un artículo de Quim Monzó, de madre granadina, protestando indignado porque un camarero no le sabía responder a un tallat, un cortado en castellano. Luego está el charnego agradecido, la fórmula Vázquez Montalbán y Francisco Candel. Manolo no lo quería tocar ni en broma, de hecho había muchos temas que no quería tocar, también por la presión de su mujer.

P. ¿Dónde colocarías a Juan Marsé en este paradigma?

R. Es otra galaxia, del Guinardó, como nosotros. Nunca se ha plegado, ha estado en su mundo, ha sobrevivido tendiendo puentes hacia fuera, pero siendo consciente que este mundo no era su mundo y que con el catalán había terminado en el momento Gil de Biedma o Ferrater, águilas en comparación los escritores actuales.

P. ¿Se puede relacionar ser una voz crítica con ejercer un exilio interno?

R. Sí, y es terrible lo que voy a decir, pero eso lo aprendimos en el Franquismo cuando decían eso de que si no te gusta España vete. Esa frase la escuché hasta la saciedad, a mi lo que no me gustaba era el franquismo, a lo que me decían que era España. Ahora le llaman resiliencia, una bobería. Ahora recuerdo a Juan Gil-Albert, con quien mantuve correspondencia. Sobrevivirá a la época, conforme vaya el tiempo pasando se superará su condición gay porque era un escritor excepcional con una prosa fuera de lo común. Si hay algo en la cultura española, no digamos ya en la catalana, donde hasta Carles Riba fue rechazado, es que la derrota de la República y el exilio supuso una doble derrota. Hace poco Ida Vitale preguntó sobre José Bergamín y nadie sabía quién era.

P. Somos un país con pasmosa facilidad para olvidar nuestro legado. ¿Encontraremos libros de Ferlosio dentro de aquí diez años? Tanto en Cataluña como en España somos maestros en generar olvido rápido.

R. Son la misma sociedad con ligeras variantes y los defectos son como los virus, lo que más se contagia.

P. ¿Han generado estos años del Procés una fractura cultural entre Cataluña y España?

R. No lo creo. Todo es político. El problema son las frustraciones del post-Pujolismo, afectando a los dos millones de habitantes de Cataluña que consideran mejor vivir solos porque claro, ¿qué haría Europa sin nosotros? El filósofo de moda es Francesc Pujols, ese que dijo aquello de por ser catalanes tendremos todo gratis cuando viajemos.

Jordi Pujol era el profeta. Daba dinero a todos, a sus hijos en primer lugar. Y luego, cuando se fue, otros siguieron la senda

P. ¿Hasta que punto el aburrimiento ha sido clave para activar a esos dos millones hacia postulados independentistas? Creo que lo dices en el libro, pues de este modo llenan un hueco.

R. Antes se encargaba Jordi Pujol, el profeta era él. Daba dinero a todos, a sus hijos en primer lugar. Y luego, cuando se fue, otros siguieron la senda, como Ernest Maragall, artífice del Estatut de 2006 con esa frase de esto no lo van a tragar en Madrid. No puse lo de Companys en 1934, pero cuando proclamó el Estado Catalán dentro de la República Federal Española dijo a su ayudante eso de “Ahora nadie dirá que no soy catalanista.” Es absurda la machada. No tiene sentido levantarse contra un Estado para que los adversarios no digan ciertas cosas. En fin.

P. Y curiosamente el Procés ha eclipsado lo social, cuando Cataluña tiene gran tradición en este aspecto.

R. Eso empezó antes. Pujol absorbió el colectivo de la izquierda. Compró a Josep Benet, que terminó siendo un funcionario colocado, como el actual Síndic de Greuges, Rafael Ribó, o a Jordi Borja, metidísimo en el movimiento vecinal de los setenta. Es terrible, porque en definitiva porque todos son radicales funcionarios, es acojonante. Marx, antes de irse a Londres, tuvo la tentación de ser profesor en Alemania. Aquí no. Cambiar de discurso aquí es normal, como Salvador Giner, o Rubert de Ventós con su no soy Nacionalista, soy Catalanista.

P. Antes teníamos gigantes y ahora enanos, pero el cambio de chaqueta no pasa de moda, como el paso de Comuns a ERC de Joan Josep Nuet y Elisenda Alamany.

R. Sí. ¿Qué me garantiza el futuro? Eso es clave.

P. Hoy en el metro una señora decía a otra que no entendía las quejas catalanas sobre Vox porque aquí también tenemos señores con banderas que no dicen nada. Su amiga, cauta, le ha dicho calla, calla, que no ens escoltin.

R. Eso es fenomenal. ¿Lo decía en catalán?

P. Sí.

R. Es esto. Tiene razón absoluta la señora, es un torpedo en la línea de flotación ideológica. Mira, he recortado una genialidad de los análisis electorales hecha en Barcelona. Dice lo siguiente, sobre Ciudadanos: su estrategia ha pasado por denunciar los insultos muchas veces, minoritarios, que ha recibido y que hábilmente ha resaltado como resultado de la defensa de las posiciones constitucionalistas. Es un párrafo impagable, alucinante, porque además el tipo dice que lo que piensa. Que Arrimadas viene a provocar.

Es importante inventar un enemigo, porque al enemigo hay que inventarlo y difundirlo, eso el Franquismo supo hacerlo muy bien

P. A priori en una democracia uno puede hablar donde quiera.

R. Sí, pero según el articulista no. Porque van a provocar. Es de hincha deportivo. Increíble.

P. No sé si tiene sentido hablar de intelectualidad si se quiere generar un pensamiento monocromo.

R. Esto es como en los taxis. Pido que bajen la radio. La apagan. Una vez con el Barça gritaban mucho y dije si podía bajarlo y el conductor me preguntó si era del Espanyol. No, me da igual el fútbol, simplemente no me lío a mamporros.

P. Y la obra más perfecta de esto es la creación de un maniqueísmo irrompible.

R. Sin duda, pero fíjate, es importante inventar un enemigo, porque al enemigo hay que inventarlo y difundirlo, eso el franquismo supo hacerlo muy bien. La otra es que la memoria no sirve para nada.

P. La época es cortoplacista.

R. Sí, pero nunca sirvió para nada. El pujolismo existe a partir de Convergència, lo anterior es barbarie. Se ha hecho una labor de poda.

P. Ayer algunos decían que ERC había sacado el mejor resultado de su historia, pero era falso, porque en la República sacó más. ¿No existe esa ERC?

R. ¿Dónde está el listón? Es interesante, porque es lo que decía, un método para olvidar.

La monotonía de la lectura matinal de la prensa en papel me genera sopor

P. En este tema del cortoplacismo hablas de cómo el peligro de lo emocional, como de la guerra relámpago, es que si no consigues tus objetivos rápido luego tus vergüenzas salen a relucir sin tapujo alguno.

R. Pero salen a relucir y la gente siempre encuentra una fórmula para decir que el rey va desnudo, no ellos. La capacidad para quitarse el muerto de encima es infinita. No hubo ningún alemán que no guardara en su casa a un judío, a partir de 1945, claro. Dicen no estar de acuerdo con las violencias del Procés, pero algunas sí coinciden, pero… Ves el caso de Euskadi, que conozco bien, y es lo mismo. Se cometieron excesos. También lo recuerdo de mi experiencia en el PCE. Si tenías una reunión breve con Carrillo se decía eso de hemos cometido errores, y siempre estaba tentado de que me dijera uno. Nunca entraban en detalles, porque entonces se llegaba al meollo.

P. ¿Estamos en un bucle del que nunca saldremos?

R. Nunca, además los fuegos cruzados de la vivencia de la política también ayudan. El desprecio que todos tienen hacia la ciudadanía es tan absoluto que puede existir Torra, que me recuerda a esos subsecretarios del franquismo, de la época de Solís Ruiz, un mundo singular, que tenía su chispa, siempre con el 'y tú más' en la boca. Vale, pues nada.

P. Si generas políticos mediocres tendrás una sociedad mediocre.

R. Sí, es algo terrible, también en la literatura y el periodismo. La monotonía de la lectura matinal de la prensa en papel me genera sopor, me echaría una siesta antes de comer, me agoto, se me cruzan las líneas.

Durante casi treinta años Gregorio Morán (Oviedo,1947) escribió en 'La Vanguardia' sus legendarias Sabatinas Intempestivas, columnas de temática libre siempre puntillosas y dignas de ser leídas por su contenido libre de asepsia. En julio de 2017 la censura del artículo 'Los medios del movimiento nacional' terminó con esta colaboración, retomada en 'Crónica Global' hasta el veto de su texto 'De la miseria del gremio' [el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña falló recientemente contra 'La Vanguardia' por el despido de Morán].

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