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Félix de Azúa: "Los de derechas son los últimos demócratas"
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Félix de Azúa: "Los de derechas son los últimos demócratas"

El escritor acaba de publicar su último libro de crítica artística, 'Volver la mirada', un denso y divertido repaso a algunas cimas del Arte con mayúsculas, como Goya, Degas o Kiefer

Foto: Félix de Azúa. (EFE)
Félix de Azúa. (EFE)

Mientras prepara la tercera parte de su autobiografía (“un tocho”), que tratará sobre la muerte (“con intención de ver la parte afirmativa del asunto”, nos dice), Félix de Azúa (Barcelona, 1944) promociona su último libro de crítica artística, 'Volver la mirada' (Debate), un denso y divertido repaso a algunas cimas del Arte con mayúsculas, como Goya, Degas o Kiefer. Azúa forma parte de esos intelectuales ya serenísimos a los que generalmente en las redes se desprecia por una frase un poco más rotunda de lo esperado (la de Colau, en este caso). Tiene uno la sensación de que el ruido ambiente le da un poco igual a nuestro autor, que habla con una calma y educación singulares.

PREGUNTA. ¿Con los años crees que has cambiado más de criterio estético o de criterio político?

placeholder 'Volver la mirada'. (Debate)
'Volver la mirada'. (Debate)

RESPUESTA. De criterio estético no he cambiado en absoluto. Y literariamente tampoco. La línea literaria no se ha roto en ningún momento. Con la línea política me ha pasado lo que le ha pasado a mi generación. Soy un representante -por eso puedo escribir autobiografías-, soy un buen representante de mi generación. Con mi generación me refiero a los que empezamos a tomarnos en serio la política a partir de Felipe González. Antes de Felipe González éramos, como aquí explico antes de la pintura, políticamente éramos paleolíticos, éramos todos comunistas, maoístas... Después el neolítico es Felipe González y ahí empieza una deriva para convertirnos en demócratas. Porque hay una cosa que la gente olvida, la extrema izquierda es antidemocrática, comunistas, maoístas, estalinistas y tal no son demócratas. Y hacen todo lo posible para cargarse la democracia.

La gente olvida que la extrema izquierda es antidemocrática

P. ¿Y los socialistas?

R. Los socialistas a veces lo son y a veces no. El socialismo tiene dos almas. El alma buena, que es la que a mí me gusta, es la de Felipe González. Y a partir de González empezamos mi generación a creer en la política democrática y nos hicimos demócratas. En la actualidad, como habrás observado, el partido socialista se está poniendo del lado de la pos-democracia, es un poco como en el libro: la muerte del Arte, la muerte de la democracia. Los populismos, las extremas derechas nacionalistas, que van desde los catalanes a los holandeses sin olvidar, claro, a Podemos, que son peronistas. El peronismo ahora a los chavales no les dice nada, pero a mi generación mencionarnos a Perón es mencionarnos al caudillo, es exactamente lo mismo.

P. No consideras que te has ido a la derecha sino que el mundo se ha movido...

R. Ésa es la cuestión. Lo que en este momento mucha gente cree que es la derecha en realidad es la izquierda. Porque los de derechas son los últimos demócratas que quedan. En cambio muchas de las cosas que se llaman izquierdas son, no sólo derechas, sino extrema derecha, como los peronistas de Podemos. En esa confusión espantosa es dificilísimo moverse.

placeholder Félix de Azúa. (EFE)
Félix de Azúa. (EFE)

P. Tú o Marías, que hace 30 años eráis la oposición a un Cela o un Umbral, que representaban lo español y rancio, ahora de repente sois los español y lo rancio para la gente más joven...

R. Dos partes que conviene clarificar. Cuando nosotros decíamos que Umbral y Cela y muchos otros eran unos castizos y unos rancios lo decíamos en términos literarios. Efectivamente había una parte de la literatura española que venía directamente de Quevedo y Tirso de Molina y que se consideraba la buena literatura. En cambio Marías o yo mismo o muchos otros habíamos leído mucha novela europea y planteábamos las cosas de otra forma. La diferencia y la separación era ésa, para nosotros Cela y Umbral eran el pasado, pero en el sentido literario. En cambio ahora eso no sucede, cuando la gente nos descalifica no lo hace porque escribamos bien o mal, sino políticamente. Pero políticamente pasa una cosa muy curiosa. Precisamente por la confusión que te decía, la religión ha tomado el lugar de la política. Y la extrema izquierda se ha convertido en una iglesia y los fieles reaccionan de modo religioso. De modo que todos aquellos que no son como ellos son fachas. Pero, claro, dentro de la palabra facha entra absolutamente todo. Eso es, por una parte, holgazanería, pereza de mirar quién es quién y, luego, ignorancia. Tengo muchos compañeros de filosofía que les da pereza leer a Heidegger y dicen, bueno, éste fue nazi. Pero, hijo mío, hay una gran diferencia entre Goebbles y Heidegger y es conveniente ver esa diferencia.

Foto: Ernst Cassirer, Martin Heidegger, Walter Benjamin y Ludwig Wittgenstein

P. Lo que me llama la atención es ese desplazamiento: de ser los que abrían España a las corrientes europeas a representar la defensa de una España unida.

R. Es muy lógico. Eso te da idea de lo que son esa gente, son de extrema derecha, no tienen por qué estudiar, diferenciar o pensar, son grandes manadas que obedecen órdenes. Tienen unos jefes que funcionan como caudillos a los que les perdonan todo. Los peronistas de Podemos se pueden comprar un chalé millonario y decirle a la guardia civil que por favor no afeen la entrada. Que es uno de los gestos más señoritiles que yo he visto en mi vida. Y sin embargo siguen creyendo que son de izquierdas. Solo la ignorancia y la pereza justifican una cosa así.

P. En el prólogo de 'Volver la mirada', defiendes el regreso a los maestros como bálsamo contra el “extremo peligro” de la actualidad. ¿Cuál es ese extremo peligro?

R. Cuando hablo de “extremo peligro” me refiero a que se están volviendo a formar los bloques nacionalistas. Lo dice Valls, el futuro alcalde de Barcelona, espero, y tiene toda la razón: el nacionalismo es guerra. La palabra nacionalismo quiere decir guerra. Ahora tienen mucho poder en lugares como Italia, pero también en Polonia o Dinamarca van tomando fuerza. Hay un punto de inflexión en que la balanza se puede volcar, y si llegan a subir o pasar de ese punto tendremos guerra. Yo creo que tendremos guerras en Europa.

Se están volviendo a formar los bloques nacionalistas; tendremos guerra en Europa

P. En el libro tomas tres momentos. El primero es el arte antes del Arte, por ejemplo el Paleolítico. Luego el arte después del Arte, que es a partir de 1970. Y la parte central es el Arte, con mayúsculas, que va del gótico a 1970.

R. La gente cuando habla de arte se refiere a todas las artes, pero esto es un error. Yo antes le ponía una mayúscula para diferenciarlo, pero ya me he cansado. En realidad lo que entendemos por Arte es un periodo relativamente breve, desde el 1300 al 1970, casi mil años. Lo último del Arte son las vanguardias. Las vanguardias son el último gran movimiento académico. El gran arte ha cumplido su función. Era una explicación por la imagen de nuestra sociedad, nuestro mundo, nuestra historia... Eso se acabó.

P. Respecto al arte a partir de 1970 tengo la sensación de que si no conoces la teoría no puedes apreciar la obra.

R. Si no has estudiando filosofía, no puedes entender nada. La parte material de la obra es prescindible. Lo que tienes que entender es la teoría que hay detrás.

P. Eso supone que el artista es sobre todo alguien con capacidad para elaborar teorías.

R. Por supuesto. Fíjate que muchos de estos artistas que naturalmente no trabajan la teoría o no pueden, siempre hablan de “mis obsesiones” o “esto me ha preocupado siempre”, como si nos importara a alguien. ¿Tú te imaginas a Tiziano diciendo que siempre le ha preocupado mucho la virgen María? Los últimos artistas, incluyendo a Joseph Beuys y gente así, era gente que sabía lo que hacía y sabía cómo se integraba lo suyo en la historia del arte. Y ahí está 'Cómo explicar arte a una liebre muerta'.

placeholder Manzoni - 'Mierda de artista'
Manzoni - 'Mierda de artista'

P. Siendo como dices muchos de estos artistas posteriores a las vanguardias ya artistas que no hacen Arte con mayúsculas, me pregunto si todos te interesan por igual.

R. Me interesan horrores las vanguardias y los primeros postmodernos... Lo que no me interesa nada son los que viven a partir de ahí de subvenciones y de hacer inventos.

P. Ah, vale, porque por el libro parece que celebras todo eso, como cuando hablas de la obra 'Merde d´artiste' (mierda de artista). Ésa obra en concreto sí la valoras.

R. Esas obras todavía están dentro de la historia del Arte, son las últimas vanguardias.

P. ¿Damien Hirst qué te parece?

R. Comercio.

P. Entonces la pregunta que te haría un profano es cómo distingues, entre dos cosas que parecen chorradas, cuál es la obra de arte y cuál la chorrada.

R. Pues hay que estudiar.

P. Yo veo a mucha gente joven a los que le gusta todo, cualquier cosa, yo creo que por darse aires de modernos. Algo tiene que ser mejor o peor, o las lavadoras tuneadas, o las vacas de metal o el pan dentro del pan...

R. Eso Arthur Danto lo decía muy claro: cuando todo es arte, nada es arte.

El mundo de lo que hoy llamamos arte, entre comillas, es una continuación comercial, turística de lo que había sido el Arte

P. En cualquier caso, ¿cómo consiguen que sea negocio ser artista?

R. Te estás metiendo en otro capítulo que requiere otra hora de conversación. El mundo de lo que hoy llamamos arte, que habría que poner entre comillas, es una continuación comercial, turística de lo que había sido el Arte, y por supuesto no tiene nada que ver con lo que había sido el Arte. Pero la explotación de la actividad artística sigue siendo una explotación perfectamente rentable y ocupa el lugar del turismo, el ocio, los entretenimientos, los espectáculos y eso tiene un mercado estupendo.

P. Pero es un mercado institucional.

R. La empresa suele ser un museo, una galería de arte... El 80% del arte actual está subvencionado. Pueden ser salas de ayuntamiento, de diputación, de la “nacionalidad”, etc. Que trabajen por su cuenta los artistas es muy difícil porque eso no se vende.

P. A eso voy.

R. No lo compra nadie. Eso tiene que estar necesariamente subvencionado. Y por tanto es un arte estatal.

P. ¿Conoces 'Vida de Manolo'?

R. Sí, de Pla.

P. Vivió las vanguardias mano a mano con Picasso y en un momento del libro el tal Manolo reconoce que con el tiempo ha de admitir que no hay nada como lo clásico. A mí me pasa algo así. Que estas cositas de la mierda de artista, habitación con luces que se encienden y se apagan, la canción de Cage 4.33 que es todo silencio... ese tipo de cositas son simpáticas con 30 años, pero al final vas creciendo y ves los cuadros de Andrew Wyeth, por ejemplo, y te dices: esto es arte de verdad. Te pregunto sobre esa evolución, si la has experimentado.

R. El arte es esto -lo clásico- y al final hay una última academia que son las vanguardias y las post vanguardias. Insisto, a partir de las vanguardias sólo son interesantes gracias a la teoría, es la teoría la que los aguanta. Piensa que yo he sido 30 años catedrático de filosofía del arte, estoy completamente empapado de filosofía del arte. Entonces, claro, me interesa todo esto. Danto es mi maestro y escribió ese libro llamado 'Arte después de la muerte del arte'. Todas esas invenciones posteriores me han interesado siempre desde el punto de vista teórico; pero, vamos, no me pondría una en casa.

placeholder El 'Guernica' de Picasso en el Museo Reina Sofía de Madrid. (EFE)
El 'Guernica' de Picasso en el Museo Reina Sofía de Madrid. (EFE)

P. ¿Hoy no tiene sentido un artista que quiera pintar, figurativamente?

R. Sigue habiendo pintores a la antigua, pero yo prefiero que tengan algún tipo de subversión interna, como Eduardo Arroyo. Ahora, el Arte con mayúsculas es del romanticismo para atrás, hasta el gótico.

P. Cuando hablas de teorías, en realidad yo veo muchas ocurrencias. Por ejemplo, la obra de Wei Wei hecha con mochilas de estudiantes, en homenaje a unos chavales que murieron en un terremoto. Vale. Pero no hay nada más detrás.

R. ¡Nada, no hay nada más!

P. Entonces me tengo que posicionar con la parte más garrula que dice: Esto son chorradas. No hay una gran reflexión, es una cosita.

R. Estoy muy contento con lo que me estás diciendo. Hay una cosa que hablamos los mayores entre nosotros porque hay unas últimas generaciones que están cambiando mucho y que tienen las ideas mas claras. Hay gente como tú que de repente vuelve a tener interés en cosas que habían sido tachadas de rancias

P. ¿Eso te parece bien?

R. Me da muchísima esperanza.

P. Hablando de ataques o escepticismo, hay un texto en el libro sobre el libelo que escribió Antonio Saura contra el 'Guernica', aunque es más un ataque contra la recepción y multiplicación de sentido del Guernica...

R. Saura reaccionaba violentamente contra el aprovechamiento político que se hizo de la pintura de Picasso. El 'Guernica' toda persona seria se da cuenta de que es un cromo hecho a toda velocidad porque se lo encarga la República y lo tiene que terminar. Lo que le puso furioso a Saura fue el aprovechamiento que hicieron los políticos de ese cuadro. Se convirtió en una estampita, lo ponían en la pared con chinchetas al lado de la foto del Che Guevara. Y yo le puse ese prólogo que aparece en este libro para orientar a la gente de por qué el 'Guernica' no es un buen Picasso; es un Picasso malo.

Es una batalla perdida pero hay que orientar a la gente de por qué el 'Guernica' no es un buen Picasso; es un Picasso malo

P. Es una batalla perdida, ésa.

R. Completamente. Como te decía antes, porque el arte se ha convertido en una empresa turística, y el 'Guernica' es la 'Gioconda' española y todos irán a verlo y pagarán su entrada. Estupendo. Pero hay que darse cuenta de que Saura tenía muy buen ojo.

P. El ensayo sobre el “sacrificio mecánico” me ha parecido muy potente. ¿Cómo es esta idea?

R. La idea es en realidad de Ferlosio, de una discusión que mantuvo con García Calvo. Las muertes en carretera son un caso típico de sacrificio teológico moderno. Un sacrificio que está tan asumido que ni siquiera es evidente. En nuestro mundo estrictamente técnico y agresivo se necesita un sacrificio de gran cantidad. Bueno, pues ahí están los 1.000 muertos en accidentes de tráfico cada año aquí, y muchos más en todo el mundo. Nadie se ha manifestado nunca contra los 1.000 muertos en coche. Nunca.

P. Se consideran inevitables.

R. Exactamente, porque es un sacrificio al dios Progreso. Es lo que hay que hacer para tener coche.

P. Finalmente, otra idea muy llamativa de tu libro, casi propia de un Houellebecq, es que las mujeres consiguieron libertad económica y autonomía personal a cambio de convertirse en “mercancía sexual absoluta”.

R. No creo que en este momento haya una mercancía con un mercado más extenso que la sexualidad femenina. Hay más paginas en la prensa dedicadas a la sexualidad femenina que a nada. Dudo mucho que una agencia de publicidad pudiera subsistir si no fuera explotando sexualmente a las mujeres. O dicho de una manera todavía más concentrada: el sexo se ha convertido en una obsesión, tanto para la derecha como para la izquierda.

P. ¿No está luchando precisamente contra eso el feminismo?

R. Es la máxima mercancía y nadie se atreve contra esa mercancía. Empezando por la propias feministas que jamás se meterán con ese asunto como jamás se meterán con la explotación de las mujeres en el Islam. No han dicho ni una palabra, nunca. Porque es demasiado peligroso. Entonces se conforman con trivialidades como el lenguaje inclusivo, porque las que llevan el movimiento están ya colocadas, son jefas de departamento, catedráticas, políticas o periodistas.

Mientras prepara la tercera parte de su autobiografía (“un tocho”), que tratará sobre la muerte (“con intención de ver la parte afirmativa del asunto”, nos dice), Félix de Azúa (Barcelona, 1944) promociona su último libro de crítica artística, 'Volver la mirada' (Debate), un denso y divertido repaso a algunas cimas del Arte con mayúsculas, como Goya, Degas o Kiefer. Azúa forma parte de esos intelectuales ya serenísimos a los que generalmente en las redes se desprecia por una frase un poco más rotunda de lo esperado (la de Colau, en este caso). Tiene uno la sensación de que el ruido ambiente le da un poco igual a nuestro autor, que habla con una calma y educación singulares.

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