¿Quién mató a Ötzi? Los últimos días del hombre de hielo asesinado hace 5274 años
El director Felix Randau recrea en una película lo que pudo ocurrirle a la momia humana más antigua de Europa, descubierta en 1991
El cadáver se encontró semienterrado en la nieve, inclinado hacia delante. Cuando Erika y Helmut Simon se toparon con él un 19 de septiembre de 1991 durante una excursión por la cordillera de los Alpes de Ötztal —entre Austria e Italia—, al principio creyeron que se trataba de algún alpinista desaparecido. "Era un verano muy caluroso. En el descenso desde el pico Fineilspitze, tomamos un atajo y luego, a 30 metros del sendero, mi esposo se detuvo de repente y dijo: 'Mira qué hay allí'. Del hielo sobresalía la parte posterior de la cabeza, los hombros y la espalda, como si estuviese con la tripa pegada a las rodillas. Estaba desnudo. Pensamos que se trataba de un escalador o un guía de esquí muerto. En el siguiente refugio de montaña le preguntamos al ventero si echaba de menos a alguien. 'Allí abajo hay un hombre muerto'", recordó Erika en una entrevista al 'Frankfurter Allgemeine Zeitung' en 2011.
El equipo de rescate no tuvo demasiado cuidado al intentar extraer el cadáver de la superficie helada: el martillo neumático arrancó parte del músculo de la cadera izquierda, la mochila que cargaba acabó rasgada y un arco de madera roto en dos trozos. Pero cuando las autoridades trasladaron los restos a un laboratorio de Innsbruck para identificar al fallecido, el arqueólogo Konrad Spindler se dio cuenta de que aquello no era un excursionista. Junto a las pertenencias del hombre había un hacha de cobre de más de 60 centímetros de largo... y 4000 años de antigüedad. El cobre había empezado a utilizarse en el Neolítico, la era de transición entre las herramientas de piedra y las de metal, cuando la recolección y la caza empezó a dar paso a la agricultura.
El cadáver resultó ser el de un hombre que había muerto alrededor del año 3255 a.C., una datación que lo convertía en la momia humana más antigua de Europa. Y en un análisis posterior con rayos X los investigadores descubrieron en la espalda, clavado, un triángulo de metal. El hombre había muerto probablemente desangrado después de que una flecha le seccionase la arteria subclavia. Y también presentaba un fuerte traumatismo en la cabeza. ¡Al hombre neolítico lo habían asesinado! "Hace aproximadamente año y medio un experto en análisis de perfiles humanos nos dijo que todo indicaba a que la muerte a la que había sucumbido Ötzi [así decidieron llamar a la momia] había sido una muerte por venganza", desvela Felix Randau, director de 'Ötzi: el hombre del hielo', la película que recrea los últimos momentos de este —probablemente— líder tribal neolítico y que se estrena en España el 25 de enero.
Según los estudios del Museo Arqueológico del Tirol del Sur, donde se conserva el cuerpo, "unos días antes de su muerte se vio envuelto en un combate cuerpo a cuerpo en el que sufrió una herida en su mano derecha. Los indicios apuntan a que a Ötzi lo persiguieron y le atacaron una o varias personas". Los botánicos que analizaron el polen y las hojas de arce encontrados en el macuto del hombre estiman que murió a principios de verano y el examen de las osteonas (capas del hueso) del fémur apunta a que tenía alrededor de 45 años [bastante teniendo en cuenta la esperanza de vida de la época]. En el momento de su muerte medía aproximadamente 1'60m y pesaba 50 kilos. El genoma de Ötzi está prácticamente decodificado: su haplogrupo (grupo genético) es muy raro en la Europa actual y se encuentra casi exclusivamente en la población de Cerdeña y Córcega, que estuvieron aisladas durante periodos largos. Ötzi tenía predisposición genética a sufrir enfermedades vasculares, que se manifestaron en forma de arterioesclerosis. Probablemente fuese intolerante a la lactosa y su grupo sanguíneo fuese 0 positivo.
El examen de las osteonas (capas del hueso) del fémur apunta a que tenía alrededor de 45 años
"Absolutamente todo lo que aparece en la película, cualquier pieza de vestimenta, cualquier cuchillo, cualquier vasija —incluso los peinados—, todo está documentado", defiende el director. "Se sabe con bastante exactitud cómo murió y cuáles fueron sus últimos momentos. Se sabe que fue abatido por un disparo de flecha y que su muerte duró aproximadamente un minuto y medio porque la flecha rasgó una arteria subclavia y se desangró rápidamente", explica Randau. "Tenemos muchos hechos documentados que en la película hemos rellenado con ficción, porque obviamente esto no es un documental, pero la construimos de tal forma que es es probable que las cosas hubiesen sucedido como las presentamos".
Incluso, Randau se ha atrevido a rodar en la lengua —ahora muerta— que se hablaba hace cinco milenios en la zona del Tirol: "Escribí los diálogos en alemán y luego, con ayuda de un filólogo experto en rético, los adapté como en una especie de traducción a lo que se supone que fue el rético arcaico y, de esa manera, reconstruimos un idioma ficticio basado en el idioma real".
En 'Ötzi: el hombre del hielo', Randau comienza recreando el hipotético día a día del hombre neolítico: apenas unas pocas chozas de madera a los pies de las montañas, pieles de animales secándose colgadas de las vigas, que también funcionan como aislante del frío. El hombre sale a cazar con su arco y sus flechas. Su mujer, los niños y otras pequeñas familias se quedan aguardando su vuelta. Ötzi sube a la montaña, apunta y dispara, y con el animal cargado sobre los hombres regresa al asentamiento. Pero el poblado está arrasado. A partir de aquí, el film de Randau se convierte en un western de venganza y la cámara sigue al protagonista (Jürgen Vogel) en su búsqueda de los culpables a través de los bosques y de las montañas nevadas, hasta llegar a la zona del Fineilspitze.
'Ötzi: el hombre del hielo' se convierte en un western de venganza a través de los bosques y las montañas nevadas
¿Es el hombre violento por naturaleza? ¿Demuestra el asesinato de Ötzi que el hombre antiguo era más propenso a la guerra y que la civilización nos ha hecho menos agresivos? El psicólogo y lingüista de la Universidad de Harvard Steven Pinker expuso en su libro 'Los ángeles que llevamos dentro' (Paidos, 2018) que la especie humana es cada vez menos violenta y más altruista. Costumbres como los sacrificios humanos o las ejecuciones por tortura están prohibidas y la crueldad contra las mujeres, los niños y los animales cada vez menor, según Pinker, gracias al proceso de civilización. Sin embargo, el analista político John Arquilla advierte de que "las muertes de civiles en combate han aumentado gradualmente. Alrededor de un millón de los 10 millones de muertos de la Primera Guerra Mundial fueron civiles, mientras que en la Segunda Guerra Mundial fueron más de la mitad de las víctimas totales y en los conflictos en el Congo de las últimas décadas ascendió al 90%". El filósofo británico John Gray arguye también que el concepto "violencia" tiene una fuerte carga moral y que habría que determinar si, por ejemplo las hambrunas o enfermedades o violaciones durante los conflictos bélicos, o las migraciones de los refugiados, que pueden no causar una muerte inmediata, podrían encajar en las estadísticas de lo que consideramos violencia.
"Yo creo que en términos de violencia no se han producido muchos cambios desde entonces. Puede que la violencia hoy esté más concentrada, delimitada o refrenada, pero en cualquier momento puede haber un estallido", argumenta Randau. "Puede surgir otro brote de tremenda brutalidad. Como ejemplo, la Guerra de Yugoslavia hace 20 años, cuando en nadie pensaba que en Europa pudiese ocurrir algo así otra vez. A todos nos gustaría pensar que el ser humano ha mejorado, que es menos violento, pero creo que no es así".
Las guerras se pueden desencadenar por causas que son en realidad ridículas y carentes de valor
Porque la película de Randau esconde un mensaje pacifista que se desvela en el momento en el que el espectador descubre qué es lo que esconde la pequeña caja que desencadena —en la ficción— el enfrentamiento entre Ötzi y sus asesinos. "Es una muestra de lo que puede llegar a provocar un objeto sin ningún valor ni importancia. Hemos visto en tantas ocasiones que las guerras se pueden desencadenar por causas que son en realidad ridículas y carentes de valor. Pensemos en las Cruzadas: no se produjeron por territorios o cuestiones financieras, sino por fetiches. En el fondo, todas las acciones violentas se mueven en torno a un fetiche, que en un momento pueden tener un valor determinado para algunas personas pero que con la perspectiva de la distancia pierden absolutamente su valor", reflexiona.
El rodaje de 'Ötzi: el hombre del hielo' duró tan sólo 35 días y se desarrolló en localizaciones naturales de Tirol del Sur, en Italia. Pero para el director, lo más complicado fue encontrar parajes vírgenes sin contaminar por la civilización. "Esto lo único que demuestra es que en estos últimos milenios el ser humano se ha esforzado por modificar su entorno natural, lo que no tiene que ser necesariamente negativo, siempre y cuando esa modificación no sea masiva, insostenible y destructiva", defiende Randau."Toda la problemática y la preocupación sobre el medioambiente que nos parece tan moderna no lo es; pensemos en la época de los romanos, en la que Europa era un bosque inmenso que ellos talaron para construir sus galeras. Creo, eso sí, que ese proceso se intensifica cuando el ser humano deja de ser nómada y se asienta y empieza a transformar el entorno en el que vive".
El cadáver se encontró semienterrado en la nieve, inclinado hacia delante. Cuando Erika y Helmut Simon se toparon con él un 19 de septiembre de 1991 durante una excursión por la cordillera de los Alpes de Ötztal —entre Austria e Italia—, al principio creyeron que se trataba de algún alpinista desaparecido. "Era un verano muy caluroso. En el descenso desde el pico Fineilspitze, tomamos un atajo y luego, a 30 metros del sendero, mi esposo se detuvo de repente y dijo: 'Mira qué hay allí'. Del hielo sobresalía la parte posterior de la cabeza, los hombros y la espalda, como si estuviese con la tripa pegada a las rodillas. Estaba desnudo. Pensamos que se trataba de un escalador o un guía de esquí muerto. En el siguiente refugio de montaña le preguntamos al ventero si echaba de menos a alguien. 'Allí abajo hay un hombre muerto'", recordó Erika en una entrevista al 'Frankfurter Allgemeine Zeitung' en 2011.