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José Manuel Zapata lleva al Teatro Real su revolución musical
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un artista feliz

José Manuel Zapata lleva al Teatro Real su revolución musical

El18 de diciembre regresa a Madrid una de las voces más elegidas y prometedoras del panorama musical español

Foto: Zapata
Zapata

Llegó al Olimpo de los dioses de la música y, después de contemplarlo, decidió marcharse. Recorrió, con sedas, tules y brocados, las tablas sagradas de los principales teatros de ópera del mundo, desde Nueva York hasta Viena, y se bajó del escenario porque quería dar un paso más, aquel que lo sacaría del Olimpo. Se llama José Manuel Zapata (Granada, 1973) y esta semana, el 18 de diciembre, regresa al Teatro Real, uno de esos lugares reservado a los dioses de la ópera, para presentar aquello por lo que decidió reinventarse como tenor, una de las voces más elegidas y prometedoras del panorama musical español.

Zapata decidió torcer el camino por el que iba para ensancharlo y, en un mundo tan selecto como el de la música clásica, optó por una fórmula irreverente que, desde muchos años antes, ya le había deslumbrado en Nueva York: el actor norteamericano Danny Kaye, habitual de los musicales, se puso al frente de la prestigiosa Orquesta Filarmónica de Nueva York y creó un espectáculo impactante de música, buena música, y humor, un humor desternillante. ¿Qué ocurre cuando se mezcla la solemnidad y el humor? El primer prejuicio que debemos quitarnos de la cabeza es el que, inconscientemente, nos hace asociar la solemnidad con la seriedad y el rigor, de la misma forma que vinculamos el humor a la frivolidad, a la levedad.

-¿Usted se definiría como un transgresor?

-Yo me defino como un artista que, al final, lo que ha intentado es ser feliz con su trabajo. ¿Eso es transgresión? No, eso es que quiero ser feliz y hago aquello que me hace feliz. De todas formas, que quede clara una cosa: yo no he creado este espectáculo para gente ajena al mundo de la música clásica, sino todo lo contrario. De hecho, muchos de los guiños que hacemos son claves que entiende y maneja ese público fiel de la música clásica.

Música y humor

La idea aquella de un espectáculo musical y humorístico que le había marcado en Nueva York la retuvo en la cabeza José Manuel Zapata durante años y años, mientras escalaba peldaños en el exclusivo universo de la ópera, hasta que un día se decidió y se reunió con las dos personas que le podían ayudar a darle forma a aquella obsesión: Paco Mir, uno de los componente de Tricicle, y Juan Francisco Padilla, socio de Zapata, además de músico, como él, y antiguos amigos. Ahí es donde nace el ‘Concierto para Zapata y Orquesta’, que ya fue contratado por la Orquesta Nacional de España y que, ahora, con su llegada al Teatro Real obtiene “la legitimación artística” que estaban esperando.

placeholder José Manuel Zapata en su 'Concierto para Zapata y Orquesta'
José Manuel Zapata en su 'Concierto para Zapata y Orquesta'

-¿Un tenor como usted, que desvía su carrera musical y se dedica a hacer espectáculos como éste, corre el peligro de que no se le tome en serio?

-Sí, sí, claro… Por supuesto, hay muchos sectores que siempre lo van a considerar así… Quizá porque hay muchos para quienes el humor, por definición, no se puede tomar en serio… Ya ve usted, qué error tan enorme. El humor es muy serio; yo he estado años trabajando para este espectáculo. ¡He trabajado tanto! Por eso mismo, en este momento de mi vida, como sé la seriedad con la que me tomo esto, como mimamos este espectáculo; como sé el amor que tengo con la música y la pasión por transmitirla a los demás; como sé donde he llegado en el mundo lírico serio, en los sitios en los que he actuado y los artistas con los que he compartido escenario; cómo sé todo eso, me da igual lo que algunos puedan decir sobre la seriedad. Porque no tienen razón.

Hay muchos para quienes el humor, por definición, no se puede tomar en serio… Ya ve usted, qué error tan enorme

De todas las facetas artísticas que ha desarrollado el hombre a lo largo de la existencia, sólo en algunas de ellas se cotiza al alza la vanguardia. Lo que en algunas artes se alaba, se premia y se considera una valiente innovación, incorporaciones decisivas al arte contemporáneo, en otras artes se descalifica contundentemente como una atrevida intromisión, ignorante e irrespetuosa. En eso, el flamenco y la música clásica, en especial la ópera, son un coto vedado en el que se cuida una sola especie, el purismo, vigilada por celosos guardianes de las esencias. En ambos, los debates sobre los límites que no se deben traspasar, sobre lo que es y no es flamenco o música clásica, siempre existirán. Le ocurre ahora a Rosalía, por ejemplo, en relación al Flamenco y todo el mundo sabe que sólo con el paso del tiempo ese debate se extinguirá y la elevará a los altares o la olvidará para siempre, pero primero tienen que pasar muchos años.

-¿Qué mundo es más ‘conservador’, el del flamenco o el de la música clásica?
-Le falta añadir en esa lista el mundo de los toros, que tampoco le va a la zaga a los otros dos. Yo pensaba que los mayores puristas, los talibanes, estaban en la ópera, pero después me he dado cuenta de que no es así. A mí Rosalía me parece un genio… ¡Ojo con Rosalía! Ahora, lo que nos ocurre, es que no tenemos perspectiva y que, además, está en todas partes, hasta el la sopa, pero va a ser muy grande. Ella no va de flamenca, hace otra cosa, fusión, y quienes la critican no deberían olvidar que la fusión es lo que ha salvado al flamenco. La música clásica, por ejemplo, no ha querido nunca emprender esos caminos de fusión; la música clásica mira por encima del hombro a las demás músicas, y las considera menores…

Música y felicidad

El Zapata más famoso de la historia, el revolucionario mexicano, fue quien dijo que quería morir siendo esclavo de los principios, no de los hombres. Por ese ideal de vida, se sacrifica mucho y, al final, se gana mucho más. La primera meta de este ‘Zapata tenor’ es que, dentro de su mundo, se entienda que el humor es una de las formas más eficaces para transmitir aquello que tanto aman, que tanto les apasiona. El espectáculo que llega al Teatro Real (18 de diciembre. Función única) y que irá recorriendo España es la primera conquista que logra José Manuel Zapata tras su renuncia al Olimpo en el que estuvo, acaso la decisión más difícil y fructífera de su vida.

-A ver, se lo digo sin anestesia: algún crítico musical me ha dicho: ‘Zapata podría haber llegado muy lejos si se lo hubiera tomado en serio’
-Lo sé, lo sé, eso es así... Lo que pasa es que a mí esa vida no me hacía feliz y por eso he decidido volcarme en esta otra, dentro de la misma música, con la que disfruto y soy inmensamente feliz. Ya le digo, yo ya he tocado el cielo como primer tenor en grandes teatros de todo el mundo y, después de haberlo hecho, decidí abandonar esa vida de soledad, de nervios, de tensión. ¿Sentirnos realizados no es acaso una misión fundamental en este mundo? Yo me siento realizado.

Llegó al Olimpo de los dioses de la música y, después de contemplarlo, decidió marcharse. Recorrió, con sedas, tules y brocados, las tablas sagradas de los principales teatros de ópera del mundo, desde Nueva York hasta Viena, y se bajó del escenario porque quería dar un paso más, aquel que lo sacaría del Olimpo. Se llama José Manuel Zapata (Granada, 1973) y esta semana, el 18 de diciembre, regresa al Teatro Real, uno de esos lugares reservado a los dioses de la ópera, para presentar aquello por lo que decidió reinventarse como tenor, una de las voces más elegidas y prometedoras del panorama musical español.

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