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La mandamás del Libro: "El sector editorial es el más opaco, mucho más que los bancos"
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La mandamás del Libro: "El sector editorial es el más opaco, mucho más que los bancos"

Olvido García Valdés, directora general del Libro, se defiende de las acusaciones de un sector de las librerías. La acusan de acabar con el sello de calidad y desproteger las librerías

Foto: La escritora asturiana, Olvido García Valdés, directora general del Libro y Fomento de la Lectura. (EFE)
La escritora asturiana, Olvido García Valdés, directora general del Libro y Fomento de la Lectura. (EFE)

El Día de las Librerías —que se celebra este viernes— llega con turbulencias. Los libreros se muestran “preocupados” con el Ministerio de Cultura, como confiesa Juancho Pons, presidente de Cegal (Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros, que agrupa a 1.600 librerías). Los motivos: la intención de la Dirección General del Libro de desvincularse del sello de calidad, un estándar cualitativo que hoy poseen 70 librerías y que permite que estos locales puedan vender más libros a las administraciones públicas, y la “inacción” ministerial, según ellos, en cuanto a políticas relacionadas con el libro.

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Este sello de calidad, que es una idea copiada de Francia, se otorgó por primera vez en 2015. Como explica Pons, “es un convenio entre el ministerio, la Dirección General del Libro y la Asociación de Cámaras del Libro, que agrupa a editores, distribuidores y libreros. Garantiza un estándar que las librerías tienen que cumplir: un fondo mínimo, utilizar las herramientas tecnológicas del sector, comunicación con distribuidores, editoriales, tener actos de presentación, una serie de metros cuadrados abiertos al público… Es un referente de calidad. Y, además, no es tan difícil de conseguir”.

Las ventas se mantienen estables, pero no conseguimos crecer

No solo este sello preocupa. También, para Pons, que haya una cierta inmovilidad en cuanto a otras ayudas en un momento en que “las ventas se mantienen estables, pero no conseguimos crecer”.

“Nos gustaría que sucediera como en Francia o Reino Unido, donde hay presentaciones de libros con autores de Madrid, Barcelona u otros sitios. También para que se pueda acudir a ferias internacionales”, apunta el librero, aunque recalca: “No queremos que nos regalen dinero, sino que podamos tener ayudas”. Lo cierto es que han aumentado las subvenciones para la modernización de estos locales, de 120.000 euros el año pasado a 321.290 euros, pero para Pons no es suficiente: “Son ayudas para mejorar tecnológicamente, pero es que las librerías ya están masivamente informatizadas. Eso no es lo más necesario”.

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El ministerio

La Dirección General del Libro, que no existía con los gobiernos del PP, fue recuperada por el ministro de Cultura, José Guirao, este verano. El cargo recayó en la poeta Olvido García Valdés, que se reunió con los libreros a finales de agosto para tratar el tema del sello y otros. Ahí fue donde surgieron las primeras disensiones. Por ello, García Valdés, que afirma reconocer la “vulnerabilidad” de las librerías, también ha querido explicar a El Confidencial los porqués de su postura con respecto al sello y otras subvenciones.

PREGUNTA. Los libreros están preocupados porque el ministerio pretende desvincularse del sello de calidad, que se otorgó por primera vez en 2015. ¿Podría explicarlo?

RESPUESTA. Se agradece la pregunta. Yo me reuní con Juancho Pons y Javier López, la cara visible de Cegal, el 30 de agosto. Llegué a mediados de julio y me reuní muy pronto con ellos para ver qué podemos aportar, porque no siempre lo que esperan y podemos aportar coincide. Hay una deformación en cuanto a lo que es el Ministerio de Cultura porque, y esto lo dice el ministro muchas veces, “el ministerio no es una caja pagadora”. Es decir, no es un lugar al que alguien llega con un proyecto y dice, finánciamelo. Es un lugar en el que se hace un proyecto conjuntamente, interesados todos en la forma en que se hace el proyecto y colaborando económicamente y de otras muchas maneras. Este es un criterio nuevo. Yo me encuentro con una dirección general que es una caja pagadora. Y lo que nos gustaría poner en marcha es un lugar en el que los sectores que componen ese ámbito trabajemos juntos apoyándonos unos a otros.

El Ministerio de Cultura no es una caja pagadora

Unos días antes firmé una propuesta de gasto de 321.290 euros. Es una propuesta que nos viene dada. Asumimos esta propuesta de ayuda a las librerías para su modernización. La ayuda que recibían en el año anterior era de 120.000. Hay una subida de 200.000 euros en un momento en el que las cifras tienen un significado, no cuando eran burbujas. Y lo asumo encantada. También hay otra ayuda para Cegal por un importe de 132.000 euros, hay otras ayudas para el fomento de la lectura de 55.000 euros, hay campañas de comunicación con motivo del Día de las Librerías de 18.000 euros. Es decir, hay muchas ayudas, y no solo el sello de calidad. Una campaña y un premio que organiza la Dirección General es la de María Moliner, importantísima porque mueve bibliotecas municipales de poblaciones de menos de 55.000 habitantes. El ministerio pone 512.000 euros y el Banco Santander, 37.000 euros. Esto es para compra de libros. Y estas bibliotecas muchas veces los compran en las librerías del pueblo. Esta dirección general canaliza mucho dinero y lo vamos a seguir canalizando.

placeholder Olvido García Valdés. (fundacionaquae.org)
Olvido García Valdés. (fundacionaquae.org)

P. También dicen las librerías que están en un momento difícil vendiendo menos.

R. No parece que vendan menos. El Barómetro de Cegal habla de crecimiento. Se dice siempre que cierran muchas librerías. Es verdad, cerraron muchas y eso es dolorosísimo, pero también abrieron muchas impulsadas por gente joven. Una librería no es solo un comercio, es una forma de vida. Que la gente joven apueste por esto no es ninguna bobada, porque parece que vivimos en un mundo de espaldas a esto y no es verdad. Por otra parte, hay un problema más difícil que el sello de calidad, que para mí es un asunto menor. Y es el sistema comercial del sector. Es muy grave, en el sentido de que las librerías que tenemos que potenciar son las que son independientes, y entiendo por eso a una librería que tiene fondo, no solo las novedades de la última semana.

P. Cada vez hay menos librerías con fondo.

Se dice siempre que cierran muchas librerías. Es verdad, cerraron muchas y eso es dolorosísimo, pero también abrieron muchas impulsadas por gente joven

R. ¿Y te has preguntado por qué? Por el propio sistema. Uno de los trabajos de los libreros ahora mismo es hacer cajas. Llega una caja, sacas los libros nuevos y los expones. En esa misma caja metes los libros antiguos que tenías expuestos y los mandas de vuelta. Igual que van y vienen las cajas, van y vienen las letras. Es una economía verdaderamente perversa para el sector. Hace un daño terrible. La librería no puede trabajar para tener fondo. Y este es un problema que tienen que resolver libreros, distribuidores y editores. Y hay que ponerle el cascabel al gato, que no sé cómo se va a poner. Los libros son para estar quietos y para venderlos en su momento. Y ahora mismo no están quietos en ninguna parte. El sistema ahora es meramente de número de ventas, de lo cuantitativo, de la novedad absoluta. Y eso no es el libro, es una parte.

P. De hecho, hay hasta un 40% de devoluciones…

R. Es que tú vas a una librería para pedir un libro y con muchísima frecuencia te dicen que no lo pueden pedir. Porque para pedir un libro les piden que pidan 100 o 150 euros [en libros]. Esto es un problema del sector al que editores, distribuidores y libreros tienen que meter mano. Y no es planteando que ‘hay muchas devoluciones’. Hay muchas devoluciones porque si no, la rueda no gira. Y el sistema consiste en que la rueda gire.

P. ¿Y la dirección general no va a hacer nada?

Tú vas a una librería para pedir un libro y con muchísima frecuencia te dicen que no lo pueden pedir

R. La dirección general apoyará todo lo que haya que hacer, pero quienes tienen que poner el cascabel al gato son ellos y todavía no les he oído ni una sola palabra sobre esto.

P. Sigamos con lo del sello de calidad. ¿Por qué no lo apoya?

R. En este momento lo tienen 70 librerías, de las cuales 17 son una cadena que se llama Elkar. Cinco son de otra cadena, Santos Ochoa. En total, 22. De las 70 quita 22, te quedan menos de 50. Es decir, el sello de calidad lo tienen muy pocas librerías en este país. Si miras el sello de calidad en un país como Francia, hay 600. Funciona de otra manera. Pero ¿qué es el sello de calidad? Una herramienta comercial, y por eso están inquietos. ¿Y para qué es la herramienta? Tenemos unos convenios firmados. El ministerio firma un convenio con las cámaras del libro de España, que son los editores, distribuidores y libreros. Se firma en abril y dura hasta 2021. Yo llego en julio, por lo que este convenio tenía unos meses y me molesté en leerlo. Y saber leer es un problema, porque ves que el convenio está favoreciendo claramente a las que tienen este sello frente a las que no lo tienen. Y estamos hablando de 48 librerías con el sello. El convenio lo lidera la Subdirección General del Libro. Esto quiere decir que la dirección general está tomando partido por una herramienta comercial, que es estupenda, pero el dinero público no está para tirar de una herramienta comercial que favorece a unos poquitos frente a mucha gente que no está en esta historia.

P. ¿Por qué favorece?

El dinero público no está para tirar de una herramienta comercial que favorece a unos poquitos

R. El sello de calidad sirve, y así lo dice el convenio, fundamentalmente para declarar que esas librerías son mejores que las demás y por lo tanto, las administraciones de las comunidades autónomas y la Administración general van a comprar preferentemente ahí. Ese es el truco del sello de calidad. ¿Tú puedes liderar una herramienta en la que dices que la Administración compre ahí? ¿Tú qué harías?

P. Yo no soy la directora general. ¿Qué va a hacer entonces la dirección general?

R. Ya lo ha hecho. Cuando yo veo esto y me doy cuenta del sentido real que tiene, me llega el primero de los convenios con las comunidades autónomas, y el primero es el de Madrid. Y dice que la Comunidad de Madrid preferentemente va a comprar a las librerías con sello de calidad. Entonces dices, ojo al parche, vamos a parar esto. Y lo hablas con ellos. Ahora tú me preguntas a mí, pero pregúntales a ellos. ¿Qué van a hacer con este embolado? Yo hablé con la asociación de cámaras del libro, con Antonio María Ávila y Daniel Fernández, les expliqué todo esto y lo entendieron perfectamente. Y lo que dijimos es que teníamos que hablarlo. Pero no queremos ninguna ruptura ni nada de eso. Porque para nosotros es muy importante el sector de las librerías, la edición, la distribución. Es nuestra base de trabajo junto a creadores, traductores y bibliotecas. Pero no pueden pedir a una dirección general que asuma un convenio que tiene dos meses en estas condiciones.

P. Pero esto es una idea copiada de Francia, donde está funcionando mejor. Francia siempre ha gastado bastante dinero en lo cultural.

Me importan las librerías, pero es que las bibliotecas llevan siete años sin comprar libros

R. Yo he vivido en Francia y tengo opiniones contrastadas de cómo es la vida en Francia, y aquí la tenemos muy idealizada y cogemos lo que nos interesa y lo que no, no. Pero no quiero perder la línea. Cuando estamos hablando de dinero público y el rendimiento que va a tener, y no solo para un grupito de 48, se piensa a la vez qué está pasando con las bibliotecas. Me importan las librerías porque son muy vulnerables, pero las bibliotecas también. Y hace siete años que no compran libros. El presupuesto se bajó a cero. Desde 2006 a 2011 estuvo vigente el Plan Extraordinario de Dotación Bibliográfica. Nosotros lo vamos a recuperar para el año que viene, con una cantidad, si quieres, ridícula, porque son tres millones y medio. Pero que van a parar a las librerías. Y por ahí van a sacar más que con el sello de calidad. Y las comunidades van a aportar otros tres millones y medio. En total, siete millones de euros. Es muy poco, pero es una manera de empezar a revertir la sequedad que hay. ¿Qué hacemos por las librerías?, preguntan. Me indigna, porque es tan evidente lo que se pretende con esto [el sello de calidad] y cómo juegan a hacértelo pasar para que financies una estructura que favorece a unos pocos porque así mermas tu disponibilidad y tu apoyo a las librerías.

P. Para terminar, otra queja que procede de los libreros es la presencia de las tecnológicas, sobre todo Amazon, que acaparan cada vez más venta y distribución.

R. Hay un informe que explica que las cifras del sector editorial son las más opacas del mercado, mucho más que las de los bancos. Los bancos tienen obligación de dar sus datos, pero un traductor no puede saber cuántos libros ha vendido. Cegal tiene una herramienta estupenda para saber al día los libros que se venden, pero después esa información no fluye. De esta manera, es el sector más opaco que existe en la industria española. La facturación del libro digital se ha ralentizado. Eso de que viene el libro digital no existe. El libro digital y el de papel van a coexistir pacíficamente, y por otra parte los canales de venta fundamentales siguen siendo las librerías. Vamos a dejar a los fantasmas en sus cuartos de fantasmas.

El Día de las Librerías —que se celebra este viernes— llega con turbulencias. Los libreros se muestran “preocupados” con el Ministerio de Cultura, como confiesa Juancho Pons, presidente de Cegal (Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros, que agrupa a 1.600 librerías). Los motivos: la intención de la Dirección General del Libro de desvincularse del sello de calidad, un estándar cualitativo que hoy poseen 70 librerías y que permite que estos locales puedan vender más libros a las administraciones públicas, y la “inacción” ministerial, según ellos, en cuanto a políticas relacionadas con el libro.

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